Era muy frecuente antes y después de la conquista de Alcalá por
Alfonso XI, que, en las algaradas, batallas, celadas, razzias y
escaramuzas o en acciones de guerra cayeran los caballeros y soldados
alcalaínos en cautividad. O, a la inversa, musulmanes que sufrían
las mismas circunstancias dependiendo de la situación de la plaza
en manos cristianas o musulmanas. También, pacíficos vecinos se
encontraban en algún momento con el apresamiento y cautividad de un
almocaden en su tránsito hacia otros territorios por buscar nuevos
mercados o nuevos horizontes de vida. Desde su apresamiento hasta su
liberación corría un espacio de tiempo amplio, marcado por el
encarcelamiento, los trabajos forzados de despóticos amos y las
ansias de libertad. Algunos se quedaban en el intento de la huida, la
mayor parte morían en tierras musulmanas, otros lograban ser
redimidos por medio de las cláusulas redentoras de tratados o
capitulaciones o por pago hecho por religiosos. Entre estos
destacaban los monjes de la Trinidad y de la Merced, que solían
recoger dinero para pagar el rescate de limosnas, y de mandas
testamentarias, en las que obligaban a los frailes a rescatar
cautivos alcalaínos. A veces, no lo hacían y el rey tuvo que
prohibir la práctica de invertir en cautivos de otras ciudades como
en 1386
Para colmo de desgracias, los había que eran vendidos en almoneda y
quedaban a expensas de un nuevo señor.
De la importancia de la liberación de cautivos daba cuenta la iglesia que siempre pedía en la bendición por la liberación de los cautivos en sus ceremonias religiosas. .Tenemos al memos constatada su presencia por estas zonas en la crónica de Pedro Marín, cuando relataban sus estancias en tierras musulmanas en la abadía de Silos. En el testamento de Alonso de Córdoba, que fue alcaide en tiempos del rey Alfonso XI, cuando dice en sus cláusulas testamentarias: “e si por ventura fallaren cautivos christianos, que cautivaren en Alcalá cuando yo la tenía, quanto montaren estos diez mil maravedíes, que los quiten”.
Había cautivos de paso a consecuencia de ser lugar de venta o
punto de compra, por ser importante puerto interior en territorio
granadino. Y, también, se convirtió en punto de estancia y
liberación de cristianos tras la toma de Alcalá en 1340. Se llegó
hasta tal situación que hubo rehenes cristianos en manos de los
caballeros alcalaínos como aquella rehén cristiana que mantuvo bajo
el poder de Fernando de Aranda. Los cautivos moros fueron muy
numerosos en Alcalá y eran fruto de la vida de al frontera. Mientras
no conseguían la libertad, vivían sometidos a la condición de
esclavos de los señores que los raptaban o compraban.
Alcalá la Real, Montefrío, Granada o Priego son citados como puntos
de intercambio y liberación de cautivos. Unas veces, al final de la
conquista de Granada serán los moros quienes acudían por
personas importantes como una doncella noble granadina cautivada por
el conde de Tendilla e intercambiada `por 130 hidalgos cristianos,
20 sacerdotes y algunas mujeres cautivas. También, acudían por
personas de oficios y de trabajos más humildes y en trueque con
otros cautivos cristianos en tierras granadinas. Otras veces, el
farón de Alcalá servirá de guía para pasara a territorio
cristiano a los que habían escapado de forma ilegal. Los había que
se traían a Alcalá y, en su plaza, se vendía a subasta pública.
Y se llegó al caso del capitán Aben Zulema y el alcayde de
Montefrío, que fue vendido a Fernando de Aranda en almoneda y este
lo liberó en una operación cabalística porque se consideraba que
era muy apreciado por este gesto en el reino de Granada.
El propio cabildo utilizaba sus fondos para rescatar a sus propios
cautivos. Y, a veces abusaba del chantaje para favorecerse en ingreso
con la permuta de cautivos.
Esta práctica de acoger cautivos se mantuvo posteriormente, porque
muchos fueron acogidos en las tierras de la Abadía en las distintas
expulsiones de los moriscos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario