En estos primeros días hasta el primero de mayo, los republicanos estaban al tanto de todas las informaciones sobre la política nacional. Les inquietaban intensamente los movimientos huelguísticos de las grandes ciudades y la cuestión catalana, y así comentaba el anterior republicano de pueblo la situación nacional: En Barcelona y en Sevilla, los comunistas están promoviendo disturbios. Ya ha pasado la fiebre y ahora vienen los primeros pasos de la república. Dios haga que estos sean inmejorables. Don Alfonso en vez de abdicar espera que las Cortes se reúnan. Si creerá que vamos a llorar su ausencia (...) La cuestión de Cataluña está resuelta. Le concede el Gobierno cuatro cosas sin importancia, como cobrar contribuciones, tener bandera y otros privilegios como el presentar un Estatuto hecho por los Ayuntamientos a las Cortes y someterse a lo que estas decidan. Don Fernando ha engañado a Maciá”. El comercio santanderino había dirigido una nota a Maciá diciéndole que como se pusiera firme frente a España no comprarían nada a Cataluña y que cuentan con que sigue el comercio de toda España. Poco a poco, fueron reconociendo todas las naciones europeas y americanas al gobierno provisional. La consolidación del régimen era cosa cierta.
En otras ocasiones, a finales de mayo, el pueblo
siguió con mucha inquietud la llegada de Alcalá Zamora a Barcelona y la postura
de Solidaridad Obrera oponiéndose a cualquier intento cesionista de Cataluña. En medio de un clima de diáñlogo entre distintas ideologías, la cuestión comunista era lo que más preocupaba a los nuevos republicanos y
estos son sus comentarios: “Luego con Juan Luna, don Agustín y don Antonio
Collado subí a la Campana ,
Charlamos de política, tema obligado de ahora, y don Juan y yo con nuestro
radicalismo, pues somos demasiado exaltados, sacamos de quicio a Antonio que
encoronaba la Monarquía
(q.e.p.d) Agustín servía de suavizador. Discutimos de la barrera que piensan
levantar contra el comunismo, la parcelación, que alejando ese peligro por la
formación de pequeños propietarios (...) ninguno e los tres creemos que el
comunismo pueda triunfar en España”.
Otras
cuestiones eran de segundo orden, pero hasta en los nuevos símbolos se trataba
en la ciudad con el fin de que se percibiera el nuevo cambio político. Muchos
se las veían y se las ingeniaban en sustituir la bandera. Es curioso aquel que decía “que no
podía sustituirla, porque tenía el inconveniente de tener una corona y que lo
morado era fácil ponerlo”. Y otro le contestó: “Pues póngala usted encima R.I.P., y ya tiene la insignia nacional”.
Junto estas inquietudes, los republicanos aplaudían
medidas como concesión de los bienes del Patrimonio Real a los Ayuntamientos,
la transformación del Palacio de la Granja en colonia escolar y
el Monasterio del Escorial en Universidad de Verano.
En el terreno educativo,
Marcelino Domingo era el que más simpatías alcanzaba, pues prometía nuevas
escuelas y aumento de sueldos a los docentes. Se tomaban disposiciones
populistas como la supresión del cuerpo de
Inspectores y las oposiciones en el ingreso de cuerpo de maestros o la
celebración de las pruebas de bachillerato en los institutos. También se descubrían operaciones financieras perjudiciales para el
estado como las de que descubrió Lerroux y Prieto en el caso Morgan.
Pero todos los partidos políticos, en el
ámbito nacional, estaban más preocupados de las futuras Cortes Constituyentes que del momento presente. Los
socialistas anunciaron su retirada del gobierno hasta que se
formaran las nuevas cortes, los radicalsocialistas aplazaron su retirada
hasta julio y tan sólo se mantuvieron
los partidarios del de la Derecha Liberal Republicana de Alcalá Zamora.
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