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domingo, 13 de noviembre de 2022

DIARIO DEL RUTERO DESDE ERMITA NUEVA A LA PEDRIZA POR LAS RIBERAS DEL PALANCARES

 

 


 A las 9 horas salimos de la calle Figueras  con dirección a la N432 y, tras llegar a la Gineta, subimos por la carretera local al Ventorrillo, continuamos hacia Cequia, tras llegar a la plaza de la Ermita de San Isidro viramos hacia los Capachos que los contemplamos en contrapicado,. bajamos la carretera hacia la Guardesa hasta llegar a las Pillas, en cuyo centro nos dirigimos hacia el camino de la Cáriguela. 

Contemplamos las antiguas tierras de propios de los cortijos del Piojo, Cruz del Piojo y Pînillo. Y llegamos a la Escaleruela, Cariguela actualmente. Yo me empeño en su denominación de Alcaiceruela de los documentos antiguos, .Tras subir una cuesta, pasamos por parajes del Prado de la Cana y  el camino de la Cana hasta que descendemos a tierra de Camuñas, desde donde contemplamos una majestuosa era, al fondo la Sierra del Camello al que se dirige el camino de Agreda ( Agria para los vecinos, el camino de Íllora), tras los vados de  Camuchas, pasamos varios cortijos hasta dar con el seco cauce del río Palancares, donde fue en otras ocasiones nuestro bautizo. Desde dirimimos continuar la ruta ciclable mientras contemplamos el cortijo del Mayorazgo y el Cuerno. Antes hemos recorrido también una serie de leyendas y cuentos de figuras de fantasmas que aparecían por estos caminos que sestaban a las personas que recorrían estos c¡parajes como el capellán del Palancares,  Llegamos a la Cruz del Mayorazgo, y nos relata José Antonio la leyenda del ente que se aparecía y trastornaba a los miembros de la familia del castillo del mismo nombre, incluso se perdió la cartera del labrador en cierta ocasión y no apareció hasta que se erigió la cruz. Abandonamos la cruz del Mayorazgo y el camino hacia el Cuerno y Llano de los Muchachos para adentrarnos  en Villalobos por el antiguo molino, hasta llegar el río para el puente, perdón el puente de Villalobos ( la tierra del jurado Villalobos  y el patrono de la capilla de la Iglesia Mayor  dedicada a San Blas

 





























 

 

Ribera  arriba por el margen derecho, entre esparragales, pitachos,  y oteando encinares , algún que un fresno y quejigos, llegamos al cortijo de Pastor Sánchez, se fotografían miembros de la familia,  y por la carretera local lléganos a la Venta el Civil, viramos por un camino entre tiros de cazadores por el arroyo de la Pedriza, dejamos atrás el cortijo de las Peñicas y  en dirección al cortijo de la Fuente del Espino . Y contamos esta leyenda que ahora completamos:

En algún que otro altozano solía otearse un cortijo blanco, como este de la Fuente del Espino  En él, el casero, los gañanes y los pastores, mis antepasados, se despreocupaban completamente del tiempo, tan sólo aspiraban a que el  amo, residente en la villa del Castillo, les surtiera de la comida, pan, vino, queso, carne de su ganado y pocas cosas más. Tan sólo, en  primavera o verano, acudían a la romería del Cristo del Perdón. No  eran muy sociables, pues vivían enclaustrados en un mundo  tan cerrado que cualquier visita de un pastor o ganadero trashumante les alteraba  su ritmo de vida. Y raro era el  día que no se ocasionaba una riña  entre ellos, ocasionándose  la muerte en  un santiamén.  La  justicia  se temía tanto que siempre la bautizaban  con el nombre de la Inquisición. Pues sabían que caían con sus huesos en la cárcel de Alcalá, al ser detenidos por el alcalde ordinario del lugar.

 

 

 

Los pastores se comunicaban por medio de un  lenguaje de sonidos y silbidos acompañados de señales de humo entre los diversos chozones de piedra y retama para citarse en torno a la fuente, cuando el sol  se  marchaba por los cerros del  Camello  y de  la Cruz de Matute. O, para aislar de  la visita de algún intruso que les mermara su pastizal.

 

Mientras los caseros  prosperaban  con el reparto de nuevas roturas que el rey Carlos III había llevado a cabo por los años setenta  del  Siglo de las Luces,  los  gañanes y pastores cada vez  se veían más sumidos en la miseria. Los primeros, al recibir las licencias y suertes de terrenos,   talaban los terrenos de los cabezales de la montaña,  quemaban los encinares, plantaban vides y olivos  sin orden ni concierto, sembraban  trigo y cebada en las  tierras de más suelo,   y aumentaban su pequeño caudal; para hortaliza cuidaban de la  del  amo, que les recompensaba, por esta labor, con el jornal. Sin embargo, los pastores parecían que habían nacido en otro mundo: Se sentían  condenados por el simple hecho de  preceder de familias  abandonadas, y demasiado había hecho el amo con  recogerlos como  pastores. Se conformaban estoicamente, porque, al menos, podían comer todos los días. Y, ni siquiera,  habían sentido en su lactancia el calor de madre porque, en muchas ocasiones, procedían de niños expósitos o de viudas que habían muerto en el parto.

 

Aquellos pastores les tomaban cierto amor  y cariño a todos sus animales, que bautizaban con nombres  relacionados con la naturaleza y el cielo. Al más blanco le  gritaban con  el nombre de  Lucero, a su madre por Alba, al que tenía el balido más dulce, Colorín ,.....Así desbordaban su imaginación y  podían suplir el  norme vacío de su soledad  mediante un diálogo instintivo  con sus animales,  ya que la presencia humana le faltaba en la mayoría de las horas del día. En este contexto,  vivió el  pastor Antonio. Me lo refirió  mi abuelo en más de una ocasión.

 

Antonio, sin embargo, era diferente,  no podía soportar  aquella soledad. Pues, en sus primeros años, había vivido entre una familia numerosa, que  sólo se alimentaba de las limosnas y  de los repartos de panes, que,  por las fiestas, recogía de la casa de los párrocos en Semana Santa o Navidad. Sin embargo, su madre murió  y  de él se compadeció un amo castillero, que se lo llevó de pastor de este cortijo hasta que se hiciera un hombre.

 

 

 

Difíciles pasaron los años de su niñez y adolescencia. Le invadió la melancolía. En su rostro las huellas de la tristeza siempre se fijaban  en su adusta faz, pues no le gustaba sonreír. Tan sólo, de vez en cuando,  algún corderillo le provocaba  una abertura mayor de la comisura de su boca. Incluso, a los  machos zahería con pedradas cuando  lidiaban entre ellos. No soportaba tantas horas  contemplando aquellos montes, los mismos encinares, el mismo arroyo y  la misma fuente.

 

Mas, lo que más le irritaba y enojaba,  era  el encuentro al atardecer  con  los otros pastores de los cortijos en la fuente Nubea. Se reunían y se hacían chanzas unos contra otros. Que si sus corderos tenían las patas más escuálidas. Que si el cabrito de la mancha blanca parecía un viejo canoso, que  si Antonio se comía  el alimento de las cabras y así los tenía de secos. Puras bromas. Pero, en su estado de ensimismamiento, creía que  se burlaban de él.

 

Cuando regresaba  al cortijo del Espino, el mundo se le venía encima. Otra vez, el  casero le obligaba a ordeñar a  los animales, a  llevar  paja de la tina para repartirlo en los pesebres y en los rediles. En los ratos libres, a apretar  el cinturón de  esparto para  la elaboración del queso casero Por la noche, sin luz alguna,   harto de la  caminata,   con el hocino,  tenía que cortar la leña y la maleza para poderse calentar toda aquella familia que formaban el casero, su mujer, tres  gañanes, dos pastores  y el hijo  pequeño .Y, eso lo tenía que hacer, tan sólo para  cenar un pan duro con algún tocino, y, ocasionalmente, alguna gallina que había matado por la mañana la mujer del casero. Aún más,  se sentía completamente alterado por que las perdices que cazaba se las quitaran para venderlas al día siguiente en  la plaza de Alcalá. No podía saborear alguna  parte de aquellos  animales que había vigilado durante todo el día hasta caer en sus trampas.

 

Cada vez más  aumentaban las diferencias entre el casero y Antonio, conforme avanzaba en edad. Menos se hablaban, lo hacían casi monosílabos, y poco discutían. Le había invadido la desidia, la apatía y el malhumor  Parecía como si el pastor estuviera tramando algún desenlace  fatal  para aquella forzada convivencia.  Y eso que la mujer  del casero trataba de atraerse al muchacho, le preparaba el hato y el zurrón con gran esmero. Incluso, por la mañana, le  preparaba  siempre algunas frutas  secas  como pasas y  pan de higo que tanto le gustaban. Pero, no había modo de cambiar su actitud, parecía como si  estuviera  hipnotizado o  embaucado por un ser extraño A escondidas, lloraba sobre su camastro de hojas de farfolla. En su mente, le habían quedado unas imágenes que no podía olvidar,  la compañía de sus hermanos menores acariciándolo y mimándolo ante la ausencia de su madre. .

 

 

 

Era lógico que  compartiera  aficiones con los de su misma condición. Pero, si antes se relacionaba con los gañanes, en los  primeros años de su adolescencia cada vez más  los evadía. Se salía por el portón del corral para no encontrarse con ellos cuando partían al campo. Madrugaba aún más que  los caseros, se vestía rápidamente  sus delanteras de paño listado, el calzón corto, y la coña para cubrir la cabeza, y el abrigo de lana. Tan pronto como se calzaba las abarcas de piel de toro sobre las pieles de paño,  se comía el primer bocado y por el camino terminaba de desayunar. No esperaba a nadie, emprendía el camino con sus ovejas y cabras, y , con su zurrón, se dirigía a parajes más alejados de la Morenita con el fin de que no tuviera ni siquiera que almorzar con  la familia  en el cortijo.

 

 

 

-Muy triste, amigo. Interesante para hacer un estudio psicológico de este personaje.  En medio de  un grupo tan pequeño y con unas reacciones tan  fuertes.

 

-Yo no entiendo de  eso. Pero, aquí  se dan muchos de estos casos.. Hay personas muy raras. Pues no me extraña que este fuera uno de esos. No voy  a contar más desgracias, con estas os podéis haber hecho una imagen del retrato de este pastor melancólico. Pues, la última merecería un capítulo aparte, le creció una pequeña verruga, que trataba de disimularla con su manto de montea  cuando se le acercaban los campesinos. Como dicen  los de estas tierras,  a perro flaco,       todo son pulgas.

 

 

 

-Prosiga. Prosiga, que es  muy interesante.

 

 

 

            ...........................

 

 

 

 

 

Antonio, sin embargo,  en un día de primavera, cambió de carácter  Pronto, lo denotaron los pastores de los otros cortijos al acudir a la cita. Ya bromeaba con ellos. Les espetaba con  frases de doble sentido. Competía  y porfiaba en el cuidado de sus animales.,  Para  él no había  en toda  la sierra  uno mejor que su Lucero. Su Alba era la diosa de la fecundidad, no sólo por los cabritos que paría sino porque eran los  mejores. Y,  a los corderos les había enseñado un curioso ritmo que parecía  una ruda sinfonía musical con sus balidos.  Sus compañeros de rebaño estaban  desconcertados. Unos y otros se preguntaban cómo se había producido aquel cambio en  unos pocos días. Lo achacaban a que este las flores habían brotado antes y  con mayor floración. Otros,  a que el agua  había convertido aquellos pastos   con un verdor irradiante al que nadie  podía soslayarse de  su fuerza natural. Otros se preguntaban si había recibido a escondidas la visita de alguna persona forastera. Unos decían que habían visto un fraile de paño catorceno cruzar el camino de Íllora hablar con unas mujeres y les había adoctrinado hasta tal punto que habían cambiado también de vida. Lo mismo le podía haber pasado a Antonio. Otros creían que hubiera acudido a algún santero  del entorno para que le sanara. Pero, esto no  se lo  podían creer. Ni tampoco se figuraban que hubiera sido adoctrinado por el cura  que cobraba los  tercios de  los animales, pues llevaba ya tiempo sin venir a hacer el recuento. 

 

 

 

En aquellos días, había renacido su   afición por el tallado de la madera. Les regaló a todos sus compañeros unas cucharas de palo con un dibujo en la parte ancha  del asa simulando unas crines de caballo. Estaban sorprendidos, no se creían que aquel rudo pastor,  como ellos,  pudiera tallar con su navaja  aquellos trazos tan acertados. Parecían como si hubieran sido tallados por un artista consagrado o tuviera un modelo ante su presencia. A los corderillos  les colgó unas patas de un estilizado caballo. Tan delgadas, esbeltas, que se asemejaban a las de una sirena por su perfección. Todos le preguntaban si  había descubierto su modelo en alguna figurilla de las ruinas que  antes os comentaba.

 

A nadie quería desvelar cual había sido el revulsivo para  que ya no fuera  ni por asomo el  triste Antonio. Hubo quien le preguntó si se había  asaetado por un algún dardo amoroso, un cupido  de alguna  moza de los cortijos cercanos. El sonreía con socarronería, y, les contestaba si habían visitado en  la venta a la mesonera.

 

Lo curioso de la situación radicó en que no  aconteció en un solo día. Tampoco, en unas semanas, pues se prolongó un mes y otro mes. Cada vez, la cara  le cambiaba. El mismo sustituyó los desgastados  vestidos de invierno por una blusa y  un calzón de cáñamo recién estrenados, y se  cubrió con un esbelto sombreo de paja, elaborado por el mismo. Los otros cortijeros también notaron que su saludo no era huidizo, sino mucho más efusivo.

 

No podía olvidar el día que, por una cosa del destino, cambió la ruta diaria de llevar  el ganado  desde el cerrillo del Espino hacia el de la  Fuente la Hoya y quiso adentrarse a  la zona de Martos, justo en el límite de aquellos abruptos suelos. Iba divisando las mojoneras, que unos días antes el corregidor había marcado con cruces blancas en los robles,  o  de palo hincadas en  medio de varios peñones. Vadeó el mojón del Listan , que habían colocado los arcabuceros, al que curiosamente llamaban Los pastores el ciento uno; detuvo la vista en el de Salobres, que dividía por entonces los términos de Alcalá, y Granada ; mientras pacía el rebaño, fijó su atención en un coscoja, colocada en una quebrada de dos  peñascos donde los alguaciles habían señalado otra cruz del límite, y, ya no pudo  más resistirse, se acercó a unas ruinas, que llamaban de las Peñuelas. Le llamaron la atención  los restos de unos muros de mampostería, y una gran cantidad de trozos de tejas y ladrillo, diferente a los que había en el cortijo del Espino.

 

En medio  de aquellas piedras,  se sentó en un pequeño prado, disponiéndose a descansar. Sin apenas esperarlo dio varias cabezadas, mientras las ovejas balaban y  las cabras rozaban la  hierba. Al despertarse, en medio de una nube se le presentó  un hermoso animal. Era un caballo joven, un potro de pocos meses, recién parido, blanco como la nieve. Sus  ojos pusieron  obnubilados. No fue diferente su primera reacción. Se quedó completamente  estupefacto. No era un caballo como Los demás, se le acercaba a su lado. Como un amigo, retozaba y jugueteaba para  llamarle la atención. Dio varias coces al aire y  todo su alrededor  vibró con sus fláccidos  escorzos. Parecía como si quisiera agasajarlo o, si fuera un enamorado, tratar de pretenderlo. Poco a poco despertaba de aquel sueño, si aquello no lo era. Se dirigió al  caballito blanco, y le llamó con varios  gritos, similares con Los que se dirigía a las ovejas. Este, sumiso, se dejaba acariciar. Le hacía caso a todas  sus  lisonjas.  Se agachaba para que le pasara sus manos sobre el lomo. Salvaje como se había presentado, cada vez más se asemejaba a una persona humana. Estaba a punto de  hablar. Pero se dejaba  resistir. Si le preguntaba por  su amo, el animal le respondía con un movimiento negativo de su  cabeza, dándole entender que el era el único que mandaba   y  podía disponer de su propiedad. 

 

Cada uno de  los  gestos,  realizados  por el caballo,  aumentaba  la confianza  del pastor. Pues,  ya no se sentía un  siervo  cualquiera. Aquel caballo leo estaba convirtiendo en un ser privilegiado. Pero, la sorpresa  ya no  pudo ser mayor si no cuando  el caballo inició una conversación con  él. No se lo podía creer. Pensaba que se encontraba  todavía en sueños o había sido fruto de algún conjuro. Al instante el caballo, tras relinchar dos o tres veces, le preguntó:

 

-¿ Por qué estás  triste y apenado? Eres joven,  todavía te espera un gran porvenir. No creas que tu vida va a ser tan solitaria para ti. Vendrán mejores tiempos.

 

-No sé. No veo sino  la melancolía  y la tristeza a mi alrededor desde que me trajeron a estos lugares. Todos se ríen de mí. No tengo padres.

 

-No te preocupes. Te acompañaré  siempre que  salgas  a los prados. De noche seré tu vigía y compañero, cuando vayas a   guardar el ganado. Ya nunca te encontrarás en soledad alguna. Seré tu fiel compañero, a quien le puedes contar tus penas, compartir tus alegrías o proponerle  tus  proyectos de futuro.

 

 

 

El pastor ya no creía que fuera un ser imaginario, con aquellas palabras  lo consideró como su único y auténtico  amigo de verdad. Era una experiencia  insólita la que le acontecía aquel día , y, al mismo tiempo, distinta de la que, algunos , en  otras ocasiones, le habían ofrecido su ayuda. Aquel  bello animal no se anclaba en  el pasado, sino que le despertaba en cada momento del recorrido  nuevas  sensaciones de felicidad. Con él, los rayos del sol, al pasar por la Boca del Álamo,  iluminaban  con más brillo aquellos sitios umbríos, Su presencia  le hacía deleitarse del  ruido de las corrientes de aguas de las fuentes de aquellos alrededores. Aquella pareja despertaba  la curiosidad de muchos animales que rondaban por aquellas sierras. Se detenían al verlos, parecían como si quisieran saludarlos.  Las plantas  silvestres,  y la albahaca derramaban unos olorosos perfumes que aventajaban a cualquier incienso celestial.

 

Sin embargo, el momento más triste resultó la despedida, a la vuelta  desde Majada Grande al cortijo de los años. El caballo blanco le prometió que siempre le daría su  amistad. Tan sólo, un solo condicionante le impuso  como muestra de fidelidad recíproca. Se lo dijo solemnemente y con estas palabras.

 

- Ya nunca te invadirá la tristeza, la melancolía es una  etapa pasada de tu vida,  gozarás de la amistad de tus compañeros de trabajo y de la familia que te ha acogido. Tan sólo, te pido una cosa.

 

Dímela, por favor. Te lo prometo, que la cumplo sin rechistar. Tus órdenes son para mí mi salvación.     

 

 

 

El caballo, de nuevo, relinchó, avisando  de su despedida. Por el camino,  con voz clara, le dijo:

 

            - No se lo cuentes a nadie lo que te ha sucedido. Mientras  estés con los demás, mi sombra  te invadirá de felicidad, y tu compostura será diferente a la que hasta ahora, has mantenido con ellos. Ya lo notarás.

 

- Contigo, al fin del  mundo. Tus palabras son  órdenes.

 

             

 

Como veníamos contando, el pastor no le decepcionó al caballito blanco. Incluso, en el cortijo, a partir de  entonces, ya no mostraba aspavientos con nadie. Con el hijo del casero, se divertía contándole historietas. Le encantaba una canción de la casera, cuando entonaba aquellos versos de amor que decían:

 

 

 

Cortijo de Llano,

 

De larga besana,

 

Había una señora,

 

Todo lo sembraba.

 

Un día de aquellos

 

Que se puso mala,

 

Todos los gañanes

 

Fueron a llevarla.

 

-A esta mujercita

 

de mandil de seda,

 

la cama está hecha

 

que se acueste en ella.

 

Y  su maridito,

 

Que se esté con ella.

 

Tu maridito,

 

Me  si tu me quisieras

 

A la tuya madre

 

Llamarla fueras.

 

-Levántate, madre

 

de dulce dormir,

 

que la luz del día,

 

ya quiere venir.

 

La blanca paloma

 

Ya quiere parir.

 

-Que para o no para,

 

que para un varón,

 

reviente la sangre

 

por el corazón-

 

-Mujercita mía,

 

qué triste desgracia,

 

que a la mía madre

 

 no la encuentren en casa.

 

-          Maridito mío,

 

si tu me quisieras,

 

                                   a la mía  madre

 

llamarla fueras.

 

-Levántate, suegra,

 

de dulce dormir,

 

que la luz del día

 

ya quiere venir.

 

La blanca paloma

 

Ya quiere parir-

 

-Apérate, yerno

 

un rato en la puerta,

 

que ya me estoy dando

 

la última vuelta,

 

que ya mismo voy

 

 a abrirte la puerta.

 

 

 

            Aquella melodía tan dulce, los adjetivos de blancura dedicados a la paloma, le rememoraban a su  madre y, también al caballo, que se le había parecido. Le obligaba a la ama a que se los volviera a repetir una y dos veces. Se Levantaba con el mismo buen humor que se había acostado tras el canto al calor del fogón. Aún más, renovaba las cargas de leña para que durara más la fogata. Muchas veces, se quedaba a solas con su ama. Parecía que le iba a desvelar el secreto. Pero, al final se levantaba de la silla saludándola afectuosamente.

 

            No se había producido el cambio anímico con los familiares más cercanos, sino que con sus compañeros los pastores  se ponía de acuerdo en acudir a la despedida de las fiestas de Los cortijos, donde al son de algunos instrumentos de percusión recitaban romances fronterizos y jugaban con las mozas a unos burdos sainetes, que acababan con algunos bailes bajo la mirada de Los padres y dueños de los cortijos Nadie se creía que aquel  fuera el pastor Antonio. Se adecentaba. Con los pocos ahorros se había apañado un  camisón blanco, unas medias de cáñamos, y unas calzas negras, un sombrero de Jaén, un chaleco de paño y un calzón corto con botones de metal y zapatos de becerro blanco; para protegerse del frío  un capote con cuello con el que se protegía la garganta  mientras se trasladaba desde los cortijos de Turullote a hasta su cortijo. Los nuevos roturadores de tierras comenzaron a  apodarle por  Antonio, el de la  Alegría.

 

            Sin embargo, siempre acababa la conversación  con él tratando de que desvelara el secreto de su  nueva forma de ser. Lo atosigaban y le hacían miles de preguntas. ¡Qué bien te encuentras , Antonio!  No eres el mismo. Te han cambiado. ¿No se te ha aparecido la Santa Faz? ¿Has comido hierbas exóticas? ¡Qué bálsamo te dio el viajero de Montefrío:

 

 

 

Al principio, eran meras insinuaciones. Pero otros querían experimentar lo mismo. Lo perseguían. Lo seguían sus pasos. El desviaba el ganado de los sitios conocidos. Al instante, su amigo, el caballito blanco aparecía, le acompañaba en medio del ganado. Se divertían. Porfiaba con él a la barra, jugaba a los dados que  el se había fabricado con los juegos de animales. A veces cantaban canciones de amor y tarareaban romances de ciego o villancicos. Si tenía hambre, le buscaba, frutas silvestres, acerolas, ciruelas,  manzanos tempranos o peras.

 

 Cuando se cansaban de corretear, simulando carreras entre ellos, se dirigían a Los arroyos  y bebían de las aguas cristalinas. El caballito le apartaba los insectos y el pastor, formando un cuenco con sus dos manos, recogía el agua para llevarla a la boca. No le gustaba al caballito que cazara a animales, sino que le pidió que hiciera una jaula para encerrar a Los que se veían más desvalidos. Allí,  metió dos jilgueros, un colorín y un ruiseñor. Se divertían, el caballo y el pastor, fingiendo sus trinos.

 

 

 

Fue un día de fiesta., se habían juntado por la cruz, varias familias del cortijo del Espino,y otros cortijos. Antonio era el centro de la conversación de todos Los invitados, le ofrecían una pretendiente para casarse, un nuevo trabajo de gañán; Los había que le querían elevar a la categoría de jornalero. Corrían las escudillas de vino de la tierra, amenizado con garbanzos tostados. Al final, una copa de arresoli le calentó  la lengua. No pudo resistir más ante tantas provocaciones. Uno de sus amigos le hizo un aparte, y le preguntó quien era  lo que le había cambiado de vida

 

- El caballito blanco.

 

- Estás loco,  le respondió sorprendido su interlocutor..

 

- Sí, sí el caballito blanco, de Peñuela.      

 

      Volvió a casa, mientras en su interior algo le remordía la conciencia. Nunca creía que le pudieran haber arrancado aquel secreto. Al día siguiente, se arrastraba por los mismos lugares donde se le presentaba el caballito blanco: Las Peñuelas le parecían un suelo lunar Por aquel camino, no se topaba más que con espinos y abrojos. Se le secaba continuamente la boca. Al llegar a las Peñuelas  Grande, llamó varias veces al caballito. No le respondía. De repente, le invadió de nuevo la tristeza y la melancolía. Y así pasaron varios años con el mismo estado de  ánimo.

 

 

 

-..................

 

 

 

 

 

            El doctor, conmovido por el lirismo de la  narración, quería sacar más datos de la vida de aquel pastor y le preguntó al nuevo amo del cortijo:

 

           

 

-¿Murió Antonio?

 

 

 

- No se sabe si  murió de pena, o si  ya no volvió a recuperarse de la nueva recaída. Han  pasado tantos años que el  desenlace  de esta leyenda se ha perdido por la transmisión oral. Lo cierto  es que los pastores siguieron visitando estos parajes.  Buscaban el caballito blanco, se asustaban cuando se encontraban solitarios  en estos cerros por si pudiera  presentarse de improviso aquel espíritu. Además,  tildaron de un hálito espiritual a  aquel paraje de Peñuelas

- En verdad que usted lleva razón, pues no hay  más topónimos musulmanes en toda la comarca que en este lugar: ámbar, Majalcorón...

 

El amigo trataba de razonarles  toda aquella historieta al doctor  y a l amo por medio de la comparación histórica.

 

 

 

- Debió ser una  villar tardorromana, y muy importante; ubicada en este lugar, donde el agua se encuentra en  La Fuente de la Peñuel. se transformó en  una alquería Además, era un paso de camino  y de vías pecuarias desde el reino de Granada hacia Priego por donde los  pastores y las tropas entraban a pastar  y guerrear. Debieron acudir muchos más pastores en la época en la que por aquí tan sólo se señalaba la marca de la frontera.

 

:- Yo no entiendo de eso, pero que el caballito  o lo que sea,  pero si le aseguro que este ser imaginario debió calar en el alma profunda de las gentes de aquí. Pues, hace  sesenta años, todavía  recordaban los que me vendieron el cortijo, que otro casero se encontró una pequeña figura  blanca en  el Villar Bajo, que es como le llaman actualmente.

 

- De mármol.

 

-¡Qué importa! Pero de gran valor, sí, se lo puedo asegurar. Pues, se fueron a Madrid, la vendieron a unos anticuarios y compraron una casa en la capital de España y otra, en  Alcalá . Se hicieron ricos. Alguno me comentó que podría ser.

 

- El caballito blanco.

 

- No sé, no sé. Pero, la pinta la tendría. Pues, no otra cosa puede cambiar la vida de las personas. Si no, se lo pregunten a algunos amigos de Matute.

 

-¿Por qué?

 

- Porque andan como locos buscando otro tesoro. Dicen que, hace unos años, murió Daniel el de Turullote,  el más hacendado del lugar. Viudo, pero sin hijos. Sus sobrinos se repartieran todas estas tierras que desde aquí contemplamos. Pero, raro es el día que no los sorprenden a uno de ellos o  a un lugareño, cavando en los sitios más inhóspitos e insospechados.

 

-¿Qué buscan? ¿Otro caballito blanco?

 

- No, no, esto es más rayano a la vida real. Dinero, mucho dinero. Lo tenía escondido en un escondrijo, y nadie  ha dado con su paradero.

 

El amigo, sonriente,  no sabía cómo se podía ligar toda aquella sarta de historias y leyendas. Le daba  vueltas a la cabeza. Miraba y remiraba  todos aquellos cerros. En un mundo tan reducido, bucólico, casi virgiliano, no esperaba que la  imaginación se desbordara tanto. Con la mente ida, el doctor, le llamó la atención:



- No te montes otro caballito blanco. Aterriza. Pues el hambre y la pobreza siempre han creado  fantasmas en toda la comarca.    ino real de Málaga,

 

Seguimos hasta el camino real de Granada y nos adentramos hacia el camino de Fuente Nubes, donde nos detuviomos, Subimos a la Pedriza, visitamos su ermita y contemplamos  su retablo de la Veracruz, el 1Cristo del Perón y los cuadros de Krispiniano. 

A la una, de vuelta, y disfrutamos de una comida excelente en el Olivo.

C


















 

 

 

 

 

 

 

 

 

ERMITA NUEVA (I)

 

Este territorio constituyó un paso natural, marcado históricamente por diversas atalayas ( unas desparecidas, otras en cimientos  y algunas citadas por las visitas de términos)  que protegen el camino y ha sido testigo de migraciones  como los destierros de los moriscos hacia tierras castellanas en diversas ocasiones de la historia de España.

También ha sido  sitio de paso de las partidas de asaltantes de caminos como los monfíes en los primeros siglos de los Austria, como se constata en varios documentos del archivo municipal de Alcalá la Real ; guarida  de los bandoleros que  siguieron la huella de  los  anteriores y abundaron por los montes  cercanos  a aquellos cortijos,  a los que asaltaban y debían acudir  regidores y jurados con el corregidor y alguaciles para protegerlos, así como obligaron a  establecer “caballeros de la sierra” o “guardas de campo” para proteger estas tierras en tiempos de paz, y  que se mantuvieron hasta finales del  siglo XIX; testigo vivo de tantas correrías o invasiones  de reyes, jefes militares y ejércitos  desde tierras castellanas  o del reino de Jaén  hacia el Reino de Granada ( por aquí pasaron las tropas castellanas de Alfonso XI  y sus predecesores, o de los Reyes Católicos, o la de los ejércitos que venían de tierras americanas; para forrajear en los territorios abaciales, o los  ejércitos carlistas  en retirada o  las invasoras napoleónicas, o era el sitio esperado de ataque de las tropas franquistas y cobijo de los maquis.

Todavía, en sus tierras  con la numismática pueden recorrerse periodos amplios de la historia alcaláina, frecuentándose el hallazgo de monedas romanas, no digamos sobre  el periodo califal  que viene perfectamente datado con las monedas del tesorillo de Ermita Nueva,  o la constatación de algunas monedas castellanas como los “ agnus dei” en tiempos de los reyes cristianos de la Reconquista o la abundancia de maravedíes, reales y ducados de la época moderna que muestran una zona de un intenso comercio, de paso a santuarios, a lugares medicinales,  fruto de ser una ruta muy visitada.  Por eso, su venta de Cequia aparece en los mapas más antiguos y en los itinerarios de las rutas musulmanas y cristianas.

 Se puede escribir sobre el partido de campo de Ermita Nueva,  su poblamiento,  su historia, su hábitat, sus gentes y sus costumbres.  De todo ello se puede  concluir  y distinguir que el territorio de su partido de campo  está claramente definido históricamente por estos factores: la travesía de su territorio por el camino real de Alcalá a Granada, que estaba enmarcado en el camino de la Corte( luego carretera N 432 y ansiada autovía) y jalonado de una serie de ventas que se remontan  a tiempos musulmanes ( y no nos extraña  la presencia de las anteriores  villas romanas y el oppidum iberromano de la Gineta);  una  reminiscencia de tierra de frontera, estampada por su repartimiento posterior de sus tierras en grandes cortijos municipales y de realengo para funcionamiento del gasto del ayuntamiento alcalaíno- unos, como cortijos  de propios, Cequia Alta y Cequia Baja, Pinillo, Piojo y la Cruz; otros, comprados por el monasterio de la Cartuja de Granada, (Quejigal, Cartuja y aledaños, y una tierra de dehesa ( el Camello y otros montes cercanos) transformada, roturada y recudimentada  desde el siglo XVII ( con un repartimiento definitivo a finales del siglo XVIII) que transforma  el hábitat disperso  concentrándolo en  diversos núcleos rurales y   va a tender una mayor población  que vive a expensas de la tierra repartida; finalmente, en torno al río  Palancares se abre un paso natural muy importante que  marca todo su terreno donde abundaban  las tierras con nombres arabistas como Almoguel, Cequia, o Alcaizeruela

 

Como asentamiento de pueblos, se remontan a tiempos prerromanos y anteriores  con yacimientos importantes como el de la Gineta  o espejo de la ruralización que se produjo en época romana  con la presencia de varias villas romanas que darán lugar a asentamientos de muchos de los cortijos posteriores y  muestra clara de  integración de pueblos pobladores  en las tierras roturadas y repartidas en tiempos de Carlos III, con la constitución de varios núcleos. Unos, ya olvidados como La Ciudad, y otros le dan la fisonomía actual a este partido, Cequia, las Pilillas y El  Ventorrillo. Pero sin nunca olvidar la transformación de su habitar a finales del siglo XIX y principios del XX. Y para ello, su mejor y más ilustrativo testimonio es el  plano de  1917,  obra  del Anselmo López  Nieto, donde esta parte de la comarca alcalaína muestra  un paisaje y un hábitat con una mayor proliferación de casas, chozas, cortijos nuevos y, mantenimiento de los yacimientos anteriores que en el resto del territorio municipal. Y han llegado hasta hoy día, o se han transformado en casas de segunda vivienda, turismo rural de aperos de labranza, y de otros miles de usos, hasta de servicios e industriales. El ayer fue un importante camino real, hoy ansía una inexcusable autovía ante el desarrollo de su contorno.

 ERMITA NUEVA

Siguiendo el  plano de Anselmo López  Nieto, Ermita Nueva se estructuraba con varias zonas de hábitat disperso de cortijos que dieron lugar a concentración de los tres núcleos rurales y al mantenimiento de estas viviendas hasta nuestros días junto con la aparición de nuevos asentamientos.  En la zona comprendida entre la senda del Moraleja  y la carretera nacional se encontraban los cortijos de la Moraleja Alto, la Parrilla, el Quejigal, donde predominaba tierra calma y monte. En la zona comprendida entre el camino de la Zarza, el arroyo del Palancares, camino de la Escaleruela y carretera nacional, se  hallaban la casilla de Moyano,  con tierra calma,  monte y erial, el cortijos de Pinillo, el del Perro, del tío Mochila, el  Ventorrrillo del Charro ( en el cruce de los caminos , el antiguo de Alcalá,  de las Pillillas y Pinillo) , Casa de Carmela,                                                                                                                                                                                                                       , la casilla de Leoncio, que acababa en el  otro Ventorrrillo. Cortijo de Acequia Baja y la casa del Sotillo junto al Palancares, con la misma tipología de tierras y algunas de regadío junto al río. En la zona comprendida ente el camino real y  el de la Escaleruela y el límite del término, la casa de Mercedes, las casillas de Márquez, y cercanas a ella la ermita de San Isidro,  En el cruce de camino de la Escaleruela y Ciudad, casilla del Tío Sancho,  el núcleo de la Ciudad , casa de Francisco Coca,   Juan Pérez, Dolores Márquez ( estas tres junto al límite), Una serie de “Casillas” en torno al Camello, y adentrándonos hacia el cortijo de las  Pilillas – cruce de caminos de Escaleruela y  Pilillas- , la casilla de los Prietos, de Periquito, de Mochila,  la casa de la Caña de San Antonio, casilla de Mayo y de los Nieto , donde aparecían terrenos de secano, monte y prado. Finalmente, entre el camino real, el camino de la Zarza y el límite, desde el Palancares , se levantaban la Casilla de Ana Ocaña, cortijo del Obispo y el de Retamero, la casa de Cañada Honda y la de Cigarrón,   casilla de la Hilacha,  casa de Antonio Nieto, cortijo de “El Venerose”,  casilla del Portillo, casa de Juanico Terrones, casa de Dolores Rincón, y casilla de María Rincón, , las casillas de la Perdiz en la senda de la Pernia  y en torno a un núcleo del cortijo del Menchón Alto, las casillas de Castillo, cortijo del tiro de la Barra,  del cerrillo , de la Choza, de Juan  Calvo, en medio de un terreno de monte, secano erial y cereal.

Estas zonas y cortijos formaron núcleos rurales bien definidos a lo largo de los últimos decenios. A saber, Cequia, Pilillas y Ventorrillo. Hoy día, algunas se han destruido por el paso del tiempo como en la Ciudad; otras se renovaron y pasaron a manos extranjeras. Un nuevo plano se manifiesta con el olivar en expansión. Un nuevo partido de campo se ha incardinado a través de vías viarias, como la que sube hasta los Capachos, esas cuatro dolinas, que se manifiestan como si fueran parte de un paraje natural que se prolonga al de la Sierra de San Pedro; también se han articulado y se han unido con una nueva carretera entre las Pilas y Cequia, donde se albergan edificios públicos como su bello Centro Social y Consultorio Médico,  o, de instituciones como  la Casa de la Hermandad de San Isidro. Casi en el centro de los diversos núcleos, el parque municipal prolonga la vista hacia el faro de la fortaleza de la Mota y surgieron  otros pasajes como el solar ajardinado del antiguo Centro Social Obrero, donde la paloma herida acude con los versos del poeta Altoaguirre. Su centro escolar se amplió en los años noventa del siglo pasado de acuerdo con La LOGSE para impartir el ciclo de educación primaria y dentro del Colegio El Olivo, atendiendo a los niños de la aldea. Fruto de las buenas inquietudes y emprendedores, han sido varias empresas de servicios,  la quesería Sierra Sur, las viviendas reutilizadas como turismo rural, algunas instalaciones en la carretera nacional y en los núcleos mencionados;  y una de las almazaras más destacadas de todo el contorno, porque se ubica en un lugar crucial en medio de dos provincias. Su ermita también se vio remozada en varios momentos desde que trasladó la imagen del santo de Madrid hasta aquel paraje de minas de aguas subterráneas.

La toponimia de Ermita Nueva está prendada de arabismos (Cequia, Alcaiceruela, atalayas, almoguer...) y de tiempos de conquista (familiares de los Verdugo, los cortijos de sus repobladores, los de  propios y de hidalgos). Su suelo se remonta al tiempo romano y musulmán, y no nos extraña que haya aparecido el célebre tesoro expuesto en el Palacio Abacial, generosamente donado por un vecino  de Ermita Nueva. Esta generosidad es muestra de esta gente que sabe del esfuerzo y del trabajo colectivo en la conquista del monte y de la proyección hacia e el futuro con el sudor de su frente. Su esperanza se abre entre un cerro histórico de los primeros zenetes del reino de Granada y la cima de la Sierra del Camello, ocupando su gente una tierra labrada y urbanizada por la mano humana.

 

 

 

VILLALOBOS

Redacta su historia con páginas recientes desde se constituyó actualmente  una entidad separada del partido de Cantera Blanca al erigirse en aldea a mediados del siglo XX. Está marcada por su pasado de tierra comunal y de propios, de conquista del monte y de nuevos cortijos diseminados, unos pertenecientes a los propios de la ciudad y otros  a las roturaciones contemporáneas por parte de particulares. Pues la mayor parte  de estas tierras ocupaba, desde  el paraje de Maleza Prieta, en las faldas de la Sierra del Camello, unos terrenos  que fueron roturados desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX y pasaron del caudal público a manos privadas; dando lugar a la construcción de albergues, cortijos y viviendas en la parte que les tocó por roturación. Como muestra, lo fueron  Allozarejo, Carboneros, Llano de los Muchachos,  y Yerbatunal.

        Mucho se ha especulado por su nombre, que se envuelve en la leyenda del mundo rural a la época de la caza y muerte de lobos, por cierto en tiempos pasados sufragada por las arcas municipales. Pero, en verdad que el nombre de estas tierras se debe a la familia Villalobos, jurado del cabildo municipal del siglo XVI que poseía un cortijo por estos lares. Primavera es la estación ideal para pasear por estas tierras Con el mapa de Amelio López, manuscrito de principios de siglo XX, un senderista se topa  con cortijos y casas renovadas y destruidas entre muladares. Pero, nos describe una página geográfica del pasado. Pues el cortijo  de   Villalobos se mantenía en la ribera del arroyo del  Palancares,  y sus tierras lindaban  a occidente con el arroyo de Ana Ramos y a oriente con el camino de Agreda sin formar una cortijada ni ningún núcleo rural. No obstante, ya se distinguía un molino de pan que se movía por las aguas del Palancares.  os cortijos eran  de grandes extensiones en las que predominaba  la labor en tierra calma. Por cercanía a este cortijo se encuentran en dirección oriental  Los Cierzos, Casillas de las Bizcas, casa de Félix Chinguil ; en la parte norte a partir de la Fuente de los Ballesteros, pequeños cortijos con unas tierras de pequeñas extensiones,  casillas de don José Retamero, Juan Simeón,  casa  de Cañada Honda, Antonio Nieto,  Cigarrón, Filancha,  Francisco Cantero y  el cortijo Veneroso ( algunos le llaman Venerose, y  Veneroso fue un comerciante genovés que compraba lana y ejercía de regidor en el ayuntamiento alcalaíno)¸ por el camino de la Fuente la Zarza, a su izquierda el cortijo de Ana Ramos hasta el camino de  Alcalá a Morca que desemboca en el de Agrela ..); recorrían estos parajes el camino de los Agueda y la Fuente la Zarza entre tierras eran de secano, calma, monte y erial en su mayoría. En dirección occidental a la fuente y camino de la Zarza y el arroyo de Ana Ramos, el cortijo de Juan García. Tras pasar el camino de la Ventilla, que procede del de Vélez y Hueltes,  y por encima de los caminos y fuentes descritas, se encontraban  el cortijo del Allozarejo  de monte y   tierra calma, la Olla, la casillas  de la Churrera y Antonio Castillo, cortijo Fuente Hoyos,  y en dirección al oriente, la casa de Dolores Rincón, María Morón, Portillo Terrones, Juanico el del Camello y  Juan Calvo. En el mismo Camello, algunas casas, casillas de Castillo, el cortijo de la Barra, y  una gran cantidad de chozas , todas estas últimas linderas con el termino de Montefrío e Íllora, desde donde corrían  las aguas del arroyo Cañadas. Cerca Carboneros. Mirando al sur del cortijo de Villalobos hasta llegar al cortijo del Juanil en un terreno de tierra calma, para producir cereales y muy poco monte, estaba  el cortijo de la Aroma y la casa de Manuel Ibáñez bajo el camino que enlaza el de los Gueltes con el que viene de Alcalá hasta Agrela; por encima el cortijo de la Chota; pasando el camino del Juanil  por el Gatunar y arroyo, cortijo de la Chota,  casilla de Antonio Valverde  y Fernando y al pasar el camino de Alcalá, el cortijo de las Ánimas, de los Almendros, cortijo Pérez, el Tablero, Melgar  y la Merced tras pasar el camino de la Zarza.

       Muchos factores han intervenido a la nueva imagen de este rincón alcalaíno. La mecanización de los campos, el transporte privado hacia los lugares de labranza y la concentración de su población en Alcalá la Real ha dado lugar que  su población haya descendido en más de las dos terceras partes desde 1986 ( 260 habitantes) a 2011 (99). Actualmente, se habrá desangrado mucho más. Y tan sólo se encuentra una concentración de viviendas en torno a las carreteras de acceso y las casas nuevas del cerro de enfrente. En años anteriores a los ochenta del siglo XX,  se repartían 317, y actualmente solo quedan 69 en forma diseminada y 48 en torno al lavadero, puente, escuela y fuente, según los últimos datos de 2004, lo que podrimos denominar el núcleo de su población.    Esta zona se ha convertido en zona de olivar intensivo, salvo algunos  lugares junto al arroyo del Palancares, de hortaliza, cereal, frutas, y esparragal.  Sus viviendas son segundas residencias  y lugar de aperos para las antiguas familias que habitan el casco  de Alcalá la  Real, salvo unas treinta familias residentes. Actualmente la población de Villalobos es de 99 habitantes ( 21 hombres 20 mujeres en la cortijada, 58 hombres y 30 mujeres en el diseminado) con dos extranjeros de origen británico. Es una aldea eminentemente rural, una de las más diseminadas junto a las Grajeras.  No quedan restos de la industria molinera, tan solo algunos enseres del molino harinero en los aledaños del Palancares y ni restos de otro de e aceite en Tablero. En cuanto a los servicios, la escuela, que se mantuvo durante cincuenta y sesenta del siglo XIX, se transformó en  pequeña capilla rural,  dedicada a la Virgen de Fátima. En  mayo de 1997 , se hizo un centro social, que actualmente alberga los servicios informáticos de internet de la aldea.  Pero, la patria chica siempre atrae a los lugareños y, por este año más, centenario de la Virgen de Fátima-

 

 CANTERA BLANCA

. Alcalá la Real es un municipio singular, como lo es Priego de Córdoba; ambos no pueden concebirse sin su entorno rural. Alcalá es la ciudad y sus aldeas, sus núcleos dispersos en la pie de la paloma desplegada  que forma  su territorio.  Y Alcalá se despliega en el plano de las calles que se extienden desde el cerro de la Mota hasta la Cruces y desde el Llano de las Aves Frías a la Tejuela, pero no pueden olvidarse las calles de campo que, antaño, salían de la fortaleza de la Mota y alcanzaban los núcleos más dispersos, a través de caminos, veredas y senderos. Recorrer los campos alcalaínos es percibir los peldaños de una historia que, en algunos casos, se remonta a siglos anteriores a la prehistoria. Este es el  caso del partido de campo de Cantera Blanca, que era como se llamaban las divisiones territoriales que se implantaron desde el siglo XVII. Como una manilla del reloj, los caminos radiales  servían  de cuadrante espacial para ejercer los servicios o cumplir los deberes cívicos, y al mismo tiempo cimentó la conciencia de pertenencia a la tierra chica. Entre las divisiones de los 12  partidos de campo de la comarca o municipio alcalaíno, destacaba, a mediados del siglo XIX,  el de CANTERA BLANCA, compuesto por varios núcleos: dispersos como el de Villalobos, el de Cantera Blanca y el propio de la Pedriza, que actualmente  da nombre a los dos últimos en detrimento de Cantera Blanca y la separación como aldea de Villalobos.  Escribimos lo siguiente  sobre sus tierras: "Geológicamente corresponde, como todo el término municipal de Alcalá la Real, por el corte desde el Menchón hasta la Hondonera al Mioceno y a la subdivisión del Subbetico septentrional y  meridional, en el  que  se detectan varias fases tectónicas de mayor o menor intensidad- la de mayor intensidad durante el Tortoniense (...) es un paisaje alomado y plano, donde aparece una gran llanura proveniente de la acción de varios arroyos y barrancos que coinciden en esta área. Junto a cabalgamientos de materiales sobre materiales triásicos  encuentran alomamientos de margas del Cretácico y Terciario.. O por la parte Norte de la Sierra  se pueden encontrar cerros testigo pertenecientes a restos no erosionados de cabalgamientos superficiales de unos materiales sobre otros. Son tierras de muy buena calidad, pertenecientes a la zona suroriental del término de Alcalá la Real, formado por un conjunto de colinas cortadas de  barrancos,  cañadas y vertientes de aguas llovedizas, cuyas partes más llanas  se roturaron y se convirtieron en tierras de secano, productoras de cereales, las cuales, actualmente, han sido conquistadas por el  olivar en su mayor parte, salvo las partes de las cimas que conservan la vegetación y flora del monte mediterráneo con predominio del encinar (Camello) y algún que otro quejigo, alcornoque, y  fresno y algunas zonas de huertos y hortalizas junto a los arroyos y pozos de extracción artificial que producen hortalizas, arbolado de frutas, alamedas, etc. "

            Pasear por las tierras de Cantera Blanca es palpar la huella del homo neanderthalensis en los cerros cercanos al Castellón, embaucarse en el espíritu legendario de las alquerías musulmanas de Fuente Nubes y Bajacar, pisar las tumbas de los pueblos de la Edad de los Metales en el Llano de los Muchachos, comprobar la huella histórica en los extensos campos y los cortijos  de los primeros repartimientos del rey Alfonso XIII en las cercanías de la actual Cantera Blanca y, posteriormente, los de Carlos V junto a las riberas del arroyo de Palancares. Adentrarse por los cerros que suben a la cruz de Matute es comprobar que la naturaleza transformó aquellos cerros mediterráneos en planteras de olivos de los cortijos como La Perrera. Cantera Blanca es un paisaje que cambió una zona cerealística, residual en las zonas más llanas, en un mar de Minerva y amuñuñado por algunos  rincones de encinares. Mantiene el acceso a los pueblos norteños de la provincia de Granada a través del  camino de Agreda y de Carboneras y los que conectan con el de los playeros. Pero , siempre con el encanto de que lo rural no se ha visto invadido por las urbanizaciones de segunda vivienda de otros lugares del municipio alcalaíno. Ceres venció por estos terrenos al urbano Mercurio. 

            En el siglo XXI, el núcleo de Cantera Blanca es un canto de cisne dedicado a un sitio que fue el centro de aquel entorno y partido, con la capilla casi desparecida, y  en otros tiempos desde el siglo XVI dedicada a la Santa Cruz. Es un campo de esparragal  sobre los restos de piedras de la cantera blanca que surtió a los canteros de las portadas de los edificios religiosos del patrimonio alcalaíno. Las roturas o recuras, como lo denominan los vecinos del lugar, cultivan aquellos campos que dejan entrever algunos cerezos y membrillos  entre los olivos.

 

Cantera Blanca se yergue como testimonio histórico de la influencia del sector primario en los núcleos rurales. Otro modelo son  los núcleos que surgieron de ella : La Pedriza y Villalobos. El campo y el preludio de villa. LA PEDRIZA

        La Pedriza es el tercer núcleo rural de la trilogía de Cantera Blanca  que encuadra perfectamente con la edición periodística de este  primer trimestre del año 2017. Parece como si este partido de campo incluyera como el anillo al dedo, en aquel primer cuadrante del círculo en el  que se dividieron hace siglos,  tres aldeas alcalaínas para sus administración hacendística, militar y civil. Y, conforme pasaron los años asumiendo otros servicios como los escolares, sanitarios, religiosos, deportivos y de muy diversa índole. Algunos  remontan este núcleo rural a una antigua “Ciudad de Nubes” que irradió de la Fuente de su mismo nombre y  del entorno  la ermita del Cristo del  Perdón, parroquia de la Inmaculada Concepción. Debe su nombre de la piedra del cerro sobre el que se levanta esta aldea.  Este núcleo concentrado del mundo rural  surgió a expensas de un antiguo camino real ( la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y dehesas de Fuente Nubes, lo que hoy es la  calle de la iglesia. Por otra parte su origen poblacional radica en que se instaló en este sitio la gente procedente de la roturación de Chaparral  y de  Fuente Nubes. Si tuviéramos que asignarle un momento histórico. se lo fijaríamos con el proceso roturador de Carlos III; si lo quisiéramos datar con un año exacto, este partido  alcanza un crecimiento muy significativo  de población  a principios del siglo XIX. Y, lo refrenda el padrón de 1802. Pues el núcleo de La Pedriza de Fuentes Nubes se sitúa a la altura demográfica de Santa Ana, Charilla, Frailes o la Rábita. Y, aunque el partido de campo se puede dividir en varias zonas con 122 vecinos o viviendas y  sus correspondientes 235  habitantes,  y nada menos que se constata como muestra de su importancia administrativa  la presencia de  su alcalde pedáneo, residiendo en Cantera Blanca, La Pedriza  sobresale por encima de los cortijos circundantes. Se le reconocen entre la población dispersa, tomando la dirección desde la ciudad de Alcalá la Real hacia la Pedriza  los cortijos de Platero, el Chaparral,  Cortijo Nuevo, o de cerro Gordo;  en  su  ruedo,  El Toril , Bajamar o Bajaca  y el propio de Fuente Nubes; en la orilla del Palancares hasta el limite de Granada, la Peña, Perrera, Fuente Hoyos, la Hoya Baja, la Hoya Alta, Maleza Prieta, Conejeros, y cerro Cañete. Y los comentados de Villalobos y, en ocasiones, algunos de la zona de la Venta de los Agramaderos.

  A mediados de siglo XIX, la Pedriza estaba constituida por 46 casas, y no estaban definidas las calles, como actualmente se encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un nacimiento de agua potable, no muy abundante, pero suficiente para la vecindad. Todavía se conserva dicho manantial  ya restaurado. Un siglo después, en La Pedriza moraban unos 665 habitantes dentro de sus 185 casas. No todos vivían de la agricultura, aunque predominaban los jornaleros, también estaban domiciliados y 12 labradores y algunos oficios, como dos maestros, un talabartero, un carbonero, un zapatero, un barbero, un carretero,  un empleado, un albañil y un panadero. A finales del siglo XX,  se había producido un fuerte movimiento migratorio y  quedaban  466 habitantes. Y, acercándonos al tiempo actual rondan los 328 habitantes con un progresivo declive de casi cinco puntos cada cuatro años sin los oficios anteriores.

Escribir la historia local de La Pedriza  recuerda la conquista del progreso humano social de un grupo muy ancestral del municipio alcalaíno.  La Pedriza es mucho más que  historia viva, hay vestigios que se  remontan al homo neanderthalensis, alguna que otra villa romana y visigoda disfrutaba de las aguas de sus arroyos,  se encumbra en el mundo musulmán en medio de tumbas mozárabes, leyendas orientales como la de Encina Leona, y hallazgos como la lápida precalifal. Siempre estuvo imbuida por todos sus costados de alma de frontera al estar rodeada de las atalayas de Gibralquite o Guadal quite o de la antigua del Listán. Sus campos fueron cortijos de señores conquistadores como el Chaparral de Nubes o tierra de repartimiento desde los altos de Fuente Nubes hasta el Palancares; sus parcelas están marcadas por las series, trances y suertes de la asignación de suerte del corregidor Francisco de Alarcón en tiempos del emperador Carlos I.

         Pero, si  hubiera que reescribir su historia contemporánea, sus hitos históricos se manifiestan en la culturización de un  zona que pasó del desarrollo agrícola, la primera cultura del hombre sobre la tierra ( de ahí agri-cultura, del monte a los campos de cereal , y del cereal al olivar)   a la incorporación de su gente en los grandes movimientos sociales y culturales. Ya, venció las condiciones adversas, en 1849, y fue vanguardista en la implantación de las escuelas en las aldeas, hoy es sede de un grupo escolar de primaria. Y eso que tropezaban  con que  , los padres preferían ocupar a los niños en tarea agrícolas y(…) los maestros mostraban  falta de interés en querer vivir en sitios incómodos, en los que se les diesen casas , porque se componía de albergues inhabitables, que solo servían para  los que están acostumbrados a la vida dura y campestre[1]”.”No obstante, alegaban que lo hacían “ con respecto al número de vecinos, con que cuentan y la necesidad de ilustrar a la juventud proponían a José Carrillo Sánchez, morador en el mismo partido, como persona apta para ejercer.

       También fue líder del movimiento social de las sociedades obreras alcalaínas, ocupando el primer escalón sindical con su Esclavitud Emanicipada, una voz que alcanzó muchas conquistas obreras a principio del siglo XX y llegó hasta los oídos de Largo Caballero, ministro de la II República. Sus reivindicaciones se hicieron eco en su red vial. Pues,  a una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real,  y situada en la ladera del Chaparral de  Nubes  a unos 1.000 metros de altura, puede accederse por la A-335 en dirección hacia Montefrío, el camino asfaltado de la Casería del Águila y  otro  camino asfaltado a través de Cantera Blanca. Un observatorio astronómico, sus instalaciones deportivas, la nave industrial municipal, la escuela, el centro médico, el centro social y su iglesia, remozada y albergando un restaurado retablo barroco procedente de la iglesia de la Veracruz,  se yerguen en medio de un paisaje del olivar y mechones de monte mediterráneo. [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales: LA PEDRIZA

LA PEDRIZA SITUACIÓN, URBANISMO  Y ACCESOS

 

A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real ,  La Pedriza está situada en la ladera del Chaparral de  Nubes  a unos 1.000 metros de altura. Se accede por la A-335 en dirección hacia Montefrío, y  un camino asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A la calle central convergen  varias calles desde la ladera en el  núcleo de la Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro Gordo,  y en algunos lugares cercanos al Cortijo el Águila.

                      

SERVICIOS ACTUALES 

 

 

            El servicio  de agua se lleva a cabo desde el manantial de Fuente Nubes dentro de la Unidad Hidrologíca de la Pedriza, con algunos problemas de contaminación… [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales: LA PEDRIZA

LA PEDRIZA SITUACIÓN, URBANISMO  Y ACCESOS

 

A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real ,  La Pedriza está situada en la ladera del Chaparral de  Nubes  a unos 1.000 metros de altura. Se accede por la A-335 en dirección hacia Montefrío, y  un camino asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A la calle central convergen  varias calles desde la ladera en el  núcleo de la Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro Gordo,  y en algunos lugares cercanos al Cortijo el Águila.

                      

SERVICIOS ACTUALES

            El servicio  de agua se lleva a cabo desde el manantial de Fuente Nubes dentro de la Unidad Hidrológica de la Pedriza, con algunos problemas de contaminación, lo que le hace compartir el sistema alternativo de la canalización de aguas de Alcalá la Real- Caserías de San Isidro. Tiene un depósito rectangular de mampostería de 60 m cúbicos.            Hoy día tiene  Escuela  Primaria, Consultorio Médico, Dos bares-tienda, Pista deportiva. Nave industrial. Almazara. Panadería. Ermita. Depósito de agua. Pista polideportiva. Algunos  remontan este núcleo rural a una antigua “Ciudad de Nubes” que irradió de la Fuente y de la ermita.  Y muchas veces comprende parte de Valdegranada como en el Catastro de la Ensenada.  Tras la desaparición de población Cantera Blanca.  Procede su nombre de la piedra del  cerro sobre el que se cementa esta aldea, cuya fisonomía actual procede de principios del siglo XIX. Pues, es un núcleo concentrado del mundo rural, que surgió a expensas de un camino rural que partía de  un antiguo camino real ( la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y dehesas de Fuente Nubes, lo que hoy es la  calle de la iglesia. ^Por otra parte su origen poblacional radica en que se instaló en este sitio la gente procedente de la roturación de Chaparral de y Fuente Nubes.  A mediados de siglo XIX, estaba formado por 46 casas, y no estaban definidas las calles, como actualmente se encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un nacimiento de agua potable, no muy abundante, pero suficiente para la vecindad. Todavía se conserva dicho manantial  ya restaurado.

Las calles actuales son la Iglesia, Toril,   Cantón, Fuente Nubes, Chaparal , Alta, de Simeón , de Lute, del Pocillo y don Fernando-. Barrio Bajo.

También hay una gran población dispersas, que vivía en cortijos:

·       Lizana

·       El  Cuerno/Tablero.

·       la  Ermita

·       Hueltes. Es un cortijo que debe su nombre a esta familia de Hueltes y se hallaba ya en 1750. Curiosamente, a principios del siglo XIX es arrendado aa una familia de los Piñas y ocultaron en dicho lugar a un hijastro de esta familia de los Hueltes de nombre Fernando Hueltes.

·       Platero.

·       Chaparral de Nubes. Pertenecía al convento de Monjas de Nuestra Señora de la Concepción de la ciudad Loja. Se componía de los siguientes bienes. Una casa cortijo con dos cuartos en bajo y cámaras, pajar , tinado  y  corral con una higuera, de 20 varas de frente y ocho de fondo; y doscientas fanegas de tierra- 160 fanegas de cereal de vecera de tres años y el resto de monte de encinar y quejigos- lindaba por levante con tierras de don Antonio Utrilla, a poniente y norte con tierras de los propios de la ciudad y al sur con tierras de don Eladio Contreras, cura.

·       Cerro Gordo, que había varias piezas pertenecientes a diversos propietarios

-: Convento de la Trinidad ( 4 fanegas) de tres años de producción y cuatro de secano  y algunas encinas.

·       El cortijo del Toril,  que pertenecía a la capellanía del presbítero don Fernando de Góngora,. Se componía de dos piezas- una de 75 fanegas y otra de 66 fanegas con pies de encina y quejigo-solía ser arrendado a labradores de seis partes dos.  Y se cobraba 260 reales.  Tiene 3 bueyes, 4 vacas, 1 becerra, 1 yegua, 1 jumento, 1 jumenta, dos cerdas , 3 cerdos, 8 chotos, 2 lechones ty 7 ovejas,

·       Cortijo de Alamoso Bajo  .

Peñuela Alta. La Peñuela es un cortijo que correspondió, en la primera repoblación,  a a los primeros conquistadores de la ciudad de Alcalá la Real, los Narvez, que luego se afincaron en Loja. Lo mantuvieron hasta el siglo XX. Nicolás Martín Cid, labrador del cortijo de la Peñuela Alta del cortijo de la Peñuela Baja, propiedad de don Francisco Riquelme Y baja

·       Caserías de Torres

·       Caserías del Águila.

·       Cortijo de Bajácar, situado en el término de Valdegranada. Era propiedad de don Alonso Rico de Rueda, vecino de Lucena.

·       del cortijo de Alamoso Alto en Palancares, de don Pedro José Góngora.

 

Pero aparecen el cortijo Nuevo, Platero, , de la Peña, Perrera. Maleza Prieta y el de Camilo Torres.

 

 

 

 

ERMITA NUEVA (I)

 

Este territorio constituyó un paso natural, marcado históricamente por diversas atalayas ( unas desparecidas, otras en cimientos  y algunas citadas por las visitas de términos)  que protegen el camino y ha sido testigo de migraciones  como los destierros de los moriscos hacia tierras castellanas en diversas ocasiones de la historia de España.

También ha sido  sitio de paso de las partidas de asaltantes de caminos como los monfíes en los primeros siglos de los Austria, como se constata en varios documentos del archivo municipal de Alcalá la Real ; guarida  de los bandoleros que  siguieron la huella de  los  anteriores y abundaron por los montes  cercanos  a aquellos cortijos,  a los que asaltaban y debían acudir  regidores y jurados con el corregidor y alguaciles para protegerlos, así como obligaron a  establecer “caballeros de la sierra” o “guardas de campo” para proteger estas tierras en tiempos de paz, y  que se mantuvieron hasta finales del  siglo XIX; testigo vivo de tantas correrías o invasiones  de reyes, jefes militares y ejércitos  desde tierras castellanas  o del reino de Jaén  hacia el Reino de Granada ( por aquí pasaron las tropas castellanas de Alfonso XI  y sus predecesores, o de los Reyes Católicos, o la de los ejércitos que venían de tierras americanas; para forrajear en los territorios abaciales, o los  ejércitos carlistas  en retirada o  las invasoras napoleónicas, o era el sitio esperado de ataque de las tropas franquistas y cobijo de los maquis.

Todavía, en sus tierras  con la numismática pueden recorrerse periodos amplios de la historia alcaláina, frecuentándose el hallazgo de monedas romanas, no digamos sobre  el periodo califal  que viene perfectamente datado con las monedas del tesorillo de Ermita Nueva,  o la constatación de algunas monedas castellanas como los “ agnus dei” en tiempos de los reyes cristianos de la Reconquista o la abundancia de maravedíes, reales y ducados de la época moderna que muestran una zona de un intenso comercio, de paso a santuarios, a lugares medicinales,  fruto de ser una ruta muy visitada.  Por eso, su venta de Cequia aparece en los mapas más antiguos y en los itinerarios de las rutas musulmanas y cristianas.

 Se puede escribir sobre el partido de campo de Ermita Nueva,  su poblamiento,  su historia, su hábitat, sus gentes y sus costumbres.  De todo ello se puede  concluir  y distinguir que el territorio de su partido de campo  está claramente definido históricamente por estos factores: la travesía de su territorio por el camino real de Alcalá a Granada, que estaba enmarcado en el camino de la Corte( luego carretera N 432 y ansiada autovía) y jalonado de una serie de ventas que se remontan  a tiempos musulmanes ( y no nos extraña  la presencia de las anteriores  villas romanas y el oppidum iberromano de la Gineta);  una  reminiscencia de tierra de frontera, estampada por su repartimiento posterior de sus tierras en grandes cortijos municipales y de realengo para funcionamiento del gasto del ayuntamiento alcalaíno- unos, como cortijos  de propios, Cequia Alta y Cequia Baja, Pinillo, Piojo y la Cruz; otros, comprados por el monasterio de la Cartuja de Granada, (Quejigal, Cartuja y aledaños, y una tierra de dehesa ( el Camello y otros montes cercanos) transformada, roturada y recudimentada  desde el siglo XVII ( con un repartimiento definitivo a finales del siglo XVIII) que transforma  el hábitat disperso  concentrándolo en  diversos núcleos rurales y   va a tender una mayor población  que vive a expensas de la tierra repartida; finalmente, en torno al río  Palancares se abre un paso natural muy importante que  marca todo su terreno donde abundaban  las tierras con nombres arabistas como Almoguel, Cequia, o Alcaizeruela

 

Como asentamiento de pueblos, se remontan a tiempos prerromanos y anteriores  con yacimientos importantes como el de la Gineta  o espejo de la ruralización que se produjo en época romana  con la presencia de varias villas romanas que darán lugar a asentamientos de muchos de los cortijos posteriores y  muestra clara de  integración de pueblos pobladores  en las tierras roturadas y repartidas en tiempos de Carlos III, con la constitución de varios núcleos. Unos, ya olvidados como La Ciudad, y otros le dan la fisonomía actual a este partido, Cequia, las Pilillas y El  Ventorrillo. Pero sin nunca olvidar la transformación de su habitar a finales del siglo XIX y principios del XX. Y para ello, su mejor y más ilustrativo testimonio es el  plano de  1917,  obra  del Anselmo López  Nieto, donde esta parte de la comarca alcalaína muestra  un paisaje y un hábitat con una mayor proliferación de casas, chozas, cortijos nuevos y, mantenimiento de los yacimientos anteriores que en el resto del territorio municipal. Y han llegado hasta hoy día, o se han transformado en casas de segunda vivienda, turismo rural de aperos de labranza, y de otros miles de usos, hasta de servicios e industriales. El ayer fue un importante camino real, hoy ansía una inexcusable autovía ante el desarrollo de su contorno.

 ERMITA NUEVA

Siguiendo el  plano de Anselmo López  Nieto, Ermita Nueva se estructuraba con varias zonas de hábitat disperso de cortijos que dieron lugar a concentración de los tres núcleos rurales y al mantenimiento de estas viviendas hasta nuestros días junto con la aparición de nuevos asentamientos.  En la zona comprendida entre la senda del Moraleja  y la carretera nacional se encontraban los cortijos de la Moraleja Alto, la Parrilla, el Quejigal, donde predominaba tierra calma y monte. En la zona comprendida entre el camino de la Zarza, el arroyo del Palancares, camino de la Escaleruela y carretera nacional, se  hallaban la casilla de Moyano,  con tierra calma,  monte y erial, el cortijos de Pinillo, el del Perro, del tío Mochila, el  Ventorrrillo del Charro ( en el cruce de los caminos , el antiguo de Alcalá,  de las Pillillas y Pinillo) , Casa de Carmela,                                                                                                                                                                                                                       , la casilla de Leoncio, que acababa en el  otro Ventorrrillo. Cortijo de Acequia Baja y la casa del Sotillo junto al Palancares, con la misma tipología de tierras y algunas de regadío junto al río. En la zona comprendida ente el camino real y  el de la Escaleruela y el límite del término, la casa de Mercedes, las casillas de Márquez, y cercanas a ella la ermita de San Isidro,  En el cruce de camino de la Escaleruela y Ciudad, casilla del Tío Sancho,  el núcleo de la Ciudad , casa de Francisco Coca,   Juan Pérez, Dolores Márquez ( estas tres junto al límite), Una serie de “Casillas” en torno al Camello, y adentrándonos hacia el cortijo de las  Pilillas – cruce de caminos de Escaleruela y  Pilillas- , la casilla de los Prietos, de Periquito, de Mochila,  la casa de la Caña de San Antonio, casilla de Mayo y de los Nieto , donde aparecían terrenos de secano, monte y prado. Finalmente, entre el camino real, el camino de la Zarza y el límite, desde el Palancares , se levantaban la Casilla de Ana Ocaña, cortijo del Obispo y el de Retamero, la casa de Cañada Honda y la de Cigarrón,   casilla de la Hilacha,  casa de Antonio Nieto, cortijo de “El Venerose”,  casilla del Portillo, casa de Juanico Terrones, casa de Dolores Rincón, y casilla de María Rincón, , las casillas de la Perdiz en la senda de la Pernia  y en torno a un núcleo del cortijo del Menchón Alto, las casillas de Castillo, cortijo del tiro de la Barra,  del cerrillo , de la Choza, de Juan  Calvo, en medio de un terreno de monte, secano erial y cereal.

Estas zonas y cortijos formaron núcleos rurales bien definidos a lo largo de los últimos decenios. A saber, Cequia, Pilillas y Ventorrillo. Hoy día, algunas se han destruido por el paso del tiempo como en la Ciudad; otras se renovaron y pasaron a manos extranjeras. Un nuevo plano se manifiesta con el olivar en expansión. Un nuevo partido de campo se ha incardinado a través de vías viarias, como la que sube hasta los Capachos, esas cuatro dolinas, que se manifiestan como si fueran parte de un paraje natural que se prolonga al de la Sierra de San Pedro; también se han articulado y se han unido con una nueva carretera entre las Pilas y Cequia, donde se albergan edificios públicos como su bello Centro Social y Consultorio Médico,  o, de instituciones como  la Casa de la Hermandad de San Isidro. Casi en el centro de los diversos núcleos, el parque municipal prolonga la vista hacia el faro de la fortaleza de la Mota y surgieron  otros pasajes como el solar ajardinado del antiguo Centro Social Obrero, donde la paloma herida acude con los versos del poeta Altoaguirre. Su centro escolar se amplió en los años noventa del siglo pasado de acuerdo con La LOGSE para impartir el ciclo de educación primaria y dentro del Colegio El Olivo, atendiendo a los niños de la aldea. Fruto de las buenas inquietudes y emprendedores, han sido varias empresas de servicios,  la quesería Sierra Sur, las viviendas reutilizadas como turismo rural, algunas instalaciones en la carretera nacional y en los núcleos mencionados;  y una de las almazaras más destacadas de todo el contorno, porque se ubica en un lugar crucial en medio de dos provincias. Su ermita también se vio remozada en varios momentos desde que trasladó la imagen del santo de Madrid hasta aquel paraje de minas de aguas subterráneas.

La toponimia de Ermita Nueva está prendada de arabismos (Cequia, Alcaiceruela, atalayas, almoguer...) y de tiempos de conquista (familiares de los Verdugo, los cortijos de sus repobladores, los de  propios y de hidalgos). Su suelo se remonta al tiempo romano y musulmán, y no nos extraña que haya aparecido el célebre tesoro expuesto en el Palacio Abacial, generosamente donado por un vecino  de Ermita Nueva. Esta generosidad es muestra de esta gente que sabe del esfuerzo y del trabajo colectivo en la conquista del monte y de la proyección hacia e el futuro con el sudor de su frente. Su esperanza se abre entre un cerro histórico de los primeros zenetes del reino de Granada y la cima de la Sierra del Camello, ocupando su gente una tierra labrada y urbanizada por la mano humana.

 

 

 

VILLALOBOS

Redacta su historia con páginas recientes desde se constituyó actualmente  una entidad separada del partido de Cantera Blanca al erigirse en aldea a mediados del siglo XX. Está marcada por su pasado de tierra comunal y de propios, de conquista del monte y de nuevos cortijos diseminados, unos pertenecientes a los propios de la ciudad y otros  a las roturaciones contemporáneas por parte de particulares. Pues la mayor parte  de estas tierras ocupaba, desde  el paraje de Maleza Prieta, en las faldas de la Sierra del Camello, unos terrenos  que fueron roturados desde finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX y pasaron del caudal público a manos privadas; dando lugar a la construcción de albergues, cortijos y viviendas en la parte que les tocó por roturación. Como muestra, lo fueron  Allozarejo, Carboneros, Llano de los Muchachos,  y Yerbatunal.

        Mucho se ha especulado por su nombre, que se envuelve en la leyenda del mundo rural a la época de la caza y muerte de lobos, por cierto en tiempos pasados sufragada por las arcas municipales. Pero, en verdad que el nombre de estas tierras se debe a la familia Villalobos, jurado del cabildo municipal del siglo XVI que poseía un cortijo por estos lares. Primavera es la estación ideal para pasear por estas tierras Con el mapa de Amelio López, manuscrito de principios de siglo XX, un senderista se topa  con cortijos y casas renovadas y destruidas entre muladares. Pero, nos describe una página geográfica del pasado. Pues el cortijo  de   Villalobos se mantenía en la ribera del arroyo del  Palancares,  y sus tierras lindaban  a occidente con el arroyo de Ana Ramos y a oriente con el camino de Agreda sin formar una cortijada ni ningún núcleo rural. No obstante, ya se distinguía un molino de pan que se movía por las aguas del Palancares.  os cortijos eran  de grandes extensiones en las que predominaba  la labor en tierra calma. Por cercanía a este cortijo se encuentran en dirección oriental  Los Cierzos, Casillas de las Bizcas, casa de Félix Chinguil ; en la parte norte a partir de la Fuente de los Ballesteros, pequeños cortijos con unas tierras de pequeñas extensiones,  casillas de don José Retamero, Juan Simeón,  casa  de Cañada Honda, Antonio Nieto,  Cigarrón, Filancha,  Francisco Cantero y  el cortijo Veneroso ( algunos le llaman Venerose, y  Veneroso fue un comerciante genovés que compraba lana y ejercía de regidor en el ayuntamiento alcalaíno)¸ por el camino de la Fuente la Zarza, a su izquierda el cortijo de Ana Ramos hasta el camino de  Alcalá a Morca que desemboca en el de Agrela ..); recorrían estos parajes el camino de los Agueda y la Fuente la Zarza entre tierras eran de secano, calma, monte y erial en su mayoría. En dirección occidental a la fuente y camino de la Zarza y el arroyo de Ana Ramos, el cortijo de Juan García. Tras pasar el camino de la Ventilla, que procede del de Vélez y Hueltes,  y por encima de los caminos y fuentes descritas, se encontraban  el cortijo del Allozarejo  de monte y   tierra calma, la Olla, la casillas  de la Churrera y Antonio Castillo, cortijo Fuente Hoyos,  y en dirección al oriente, la casa de Dolores Rincón, María Morón, Portillo Terrones, Juanico el del Camello y  Juan Calvo. En el mismo Camello, algunas casas, casillas de Castillo, el cortijo de la Barra, y  una gran cantidad de chozas , todas estas últimas linderas con el termino de Montefrío e Íllora, desde donde corrían  las aguas del arroyo Cañadas. Cerca Carboneros. Mirando al sur del cortijo de Villalobos hasta llegar al cortijo del Juanil en un terreno de tierra calma, para producir cereales y muy poco monte, estaba  el cortijo de la Aroma y la casa de Manuel Ibáñez bajo el camino que enlaza el de los Gueltes con el que viene de Alcalá hasta Agrela; por encima el cortijo de la Chota; pasando el camino del Juanil  por el Gatunar y arroyo, cortijo de la Chota,  casilla de Antonio Valverde  y Fernando y al pasar el camino de Alcalá, el cortijo de las Ánimas, de los Almendros, cortijo Pérez, el Tablero, Melgar  y la Merced tras pasar el camino de la Zarza.

       Muchos factores han intervenido a la nueva imagen de este rincón alcalaíno. La mecanización de los campos, el transporte privado hacia los lugares de labranza y la concentración de su población en Alcalá la Real ha dado lugar que  su población haya descendido en más de las dos terceras partes desde 1986 ( 260 habitantes) a 2011 (99). Actualmente, se habrá desangrado mucho más. Y tan sólo se encuentra una concentración de viviendas en torno a las carreteras de acceso y las casas nuevas del cerro de enfrente. En años anteriores a los ochenta del siglo XX,  se repartían 317, y actualmente solo quedan 69 en forma diseminada y 48 en torno al lavadero, puente, escuela y fuente, según los últimos datos de 2004, lo que podrimos denominar el núcleo de su población.    Esta zona se ha convertido en zona de olivar intensivo, salvo algunos  lugares junto al arroyo del Palancares, de hortaliza, cereal, frutas, y esparragal.  Sus viviendas son segundas residencias  y lugar de aperos para las antiguas familias que habitan el casco  de Alcalá la  Real, salvo unas treinta familias residentes. Actualmente la población de Villalobos es de 99 habitantes ( 21 hombres 20 mujeres en la cortijada, 58 hombres y 30 mujeres en el diseminado) con dos extranjeros de origen británico. Es una aldea eminentemente rural, una de las más diseminadas junto a las Grajeras.  No quedan restos de la industria molinera, tan solo algunos enseres del molino harinero en los aledaños del Palancares y ni restos de otro de e aceite en Tablero. En cuanto a los servicios, la escuela, que se mantuvo durante cincuenta y sesenta del siglo XIX, se transformó en  pequeña capilla rural,  dedicada a la Virgen de Fátima. En  mayo de 1997 , se hizo un centro social, que actualmente alberga los servicios informáticos de internet de la aldea.  Pero, la patria chica siempre atrae a los lugareños y, por este año más, centenario de la Virgen de Fátima-

 

 CANTERA BLANCA

. Alcalá la Real es un municipio singular, como lo es Priego de Córdoba; ambos no pueden concebirse sin su entorno rural. Alcalá es la ciudad y sus aldeas, sus núcleos dispersos en la pie de la paloma desplegada  que forma  su territorio.  Y Alcalá se despliega en el plano de las calles que se extienden desde el cerro de la Mota hasta la Cruces y desde el Llano de las Aves Frías a la Tejuela, pero no pueden olvidarse las calles de campo que, antaño, salían de la fortaleza de la Mota y alcanzaban los núcleos más dispersos, a través de caminos, veredas y senderos. Recorrer los campos alcalaínos es percibir los peldaños de una historia que, en algunos casos, se remonta a siglos anteriores a la prehistoria. Este es el  caso del partido de campo de Cantera Blanca, que era como se llamaban las divisiones territoriales que se implantaron desde el siglo XVII. Como una manilla del reloj, los caminos radiales  servían  de cuadrante espacial para ejercer los servicios o cumplir los deberes cívicos, y al mismo tiempo cimentó la conciencia de pertenencia a la tierra chica. Entre las divisiones de los 12  partidos de campo de la comarca o municipio alcalaíno, destacaba, a mediados del siglo XIX,  el de CANTERA BLANCA, compuesto por varios núcleos: dispersos como el de Villalobos, el de Cantera Blanca y el propio de la Pedriza, que actualmente  da nombre a los dos últimos en detrimento de Cantera Blanca y la separación como aldea de Villalobos.  Escribimos lo siguiente  sobre sus tierras: "Geológicamente corresponde, como todo el término municipal de Alcalá la Real, por el corte desde el Menchón hasta la Hondonera al Mioceno y a la subdivisión del Subbetico septentrional y  meridional, en el  que  se detectan varias fases tectónicas de mayor o menor intensidad- la de mayor intensidad durante el Tortoniense (...) es un paisaje alomado y plano, donde aparece una gran llanura proveniente de la acción de varios arroyos y barrancos que coinciden en esta área. Junto a cabalgamientos de materiales sobre materiales triásicos  encuentran alomamientos de margas del Cretácico y Terciario.. O por la parte Norte de la Sierra  se pueden encontrar cerros testigo pertenecientes a restos no erosionados de cabalgamientos superficiales de unos materiales sobre otros. Son tierras de muy buena calidad, pertenecientes a la zona suroriental del término de Alcalá la Real, formado por un conjunto de colinas cortadas de  barrancos,  cañadas y vertientes de aguas llovedizas, cuyas partes más llanas  se roturaron y se convirtieron en tierras de secano, productoras de cereales, las cuales, actualmente, han sido conquistadas por el  olivar en su mayor parte, salvo las partes de las cimas que conservan la vegetación y flora del monte mediterráneo con predominio del encinar (Camello) y algún que otro quejigo, alcornoque, y  fresno y algunas zonas de huertos y hortalizas junto a los arroyos y pozos de extracción artificial que producen hortalizas, arbolado de frutas, alamedas, etc. "

            Pasear por las tierras de Cantera Blanca es palpar la huella del homo neanderthalensis en los cerros cercanos al Castellón, embaucarse en el espíritu legendario de las alquerías musulmanas de Fuente Nubes y Bajacar, pisar las tumbas de los pueblos de la Edad de los Metales en el Llano de los Muchachos, comprobar la huella histórica en los extensos campos y los cortijos  de los primeros repartimientos del rey Alfonso XIII en las cercanías de la actual Cantera Blanca y, posteriormente, los de Carlos V junto a las riberas del arroyo de Palancares. Adentrarse por los cerros que suben a la cruz de Matute es comprobar que la naturaleza transformó aquellos cerros mediterráneos en planteras de olivos de los cortijos como La Perrera. Cantera Blanca es un paisaje que cambió una zona cerealística, residual en las zonas más llanas, en un mar de Minerva y amuñuñado por algunos  rincones de encinares. Mantiene el acceso a los pueblos norteños de la provincia de Granada a través del  camino de Agreda y de Carboneras y los que conectan con el de los playeros. Pero , siempre con el encanto de que lo rural no se ha visto invadido por las urbanizaciones de segunda vivienda de otros lugares del municipio alcalaíno. Ceres venció por estos terrenos al urbano Mercurio.

            En el siglo XXI, el núcleo de Cantera Blanca es un canto de cisne dedicado a un sitio que fue el centro de aquel entorno y partido, con la capilla casi desparecida, y  en otros tiempos desde el siglo XVI dedicada a la Santa Cruz. Es un campo de esparragal  sobre los restos de piedras de la cantera blanca que surtió a los canteros de las portadas de los edificios religiosos del patrimonio alcalaíno. Las roturas o recuras, como lo denominan los vecinos del lugar, cultivan aquellos campos que dejan entrever algunos cerezos y membrillos  entre los olivos.

 

Cantera Blanca se yergue como testimonio histórico de la influencia del sector primario en los núcleos rurales. Otro modelo son  los núcleos que surgieron de ella : La Pedriza y Villalobos. El campo y el preludio de villa. LA PEDRIZA

        La Pedriza es el tercer núcleo rural de la trilogía de Cantera Blanca  que encuadra perfectamente con la edición periodística de este  primer trimestre del año 2017. Parece como si este partido de campo incluyera como el anillo al dedo, en aquel primer cuadrante del círculo en el  que se dividieron hace siglos,  tres aldeas alcalaínas para sus administración hacendística, militar y civil. Y, conforme pasaron los años asumiendo otros servicios como los escolares, sanitarios, religiosos, deportivos y de muy diversa índole. Algunos  remontan este núcleo rural a una antigua “Ciudad de Nubes” que irradió de la Fuente de su mismo nombre y  del entorno  la ermita del Cristo del  Perdón, parroquia de la Inmaculada Concepción. Debe su nombre de la piedra del cerro sobre el que se levanta esta aldea.  Este núcleo concentrado del mundo rural  surgió a expensas de un antiguo camino real ( la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y dehesas de Fuente Nubes, lo que hoy es la  calle de la iglesia. Por otra parte su origen poblacional radica en que se instaló en este sitio la gente procedente de la roturación de Chaparral  y de  Fuente Nubes. Si tuviéramos que asignarle un momento histórico. se lo fijaríamos con el proceso roturador de Carlos III; si lo quisiéramos datar con un año exacto, este partido  alcanza un crecimiento muy significativo  de población  a principios del siglo XIX. Y, lo refrenda el padrón de 1802. Pues el núcleo de La Pedriza de Fuentes Nubes se sitúa a la altura demográfica de Santa Ana, Charilla, Frailes o la Rábita. Y, aunque el partido de campo se puede dividir en varias zonas con 122 vecinos o viviendas y  sus correspondientes 235  habitantes,  y nada menos que se constata como muestra de su importancia administrativa  la presencia de  su alcalde pedáneo, residiendo en Cantera Blanca, La Pedriza  sobresale por encima de los cortijos circundantes. Se le reconocen entre la población dispersa, tomando la dirección desde la ciudad de Alcalá la Real hacia la Pedriza  los cortijos de Platero, el Chaparral,  Cortijo Nuevo, o de cerro Gordo;  en  su  ruedo,  El Toril , Bajamar o Bajaca  y el propio de Fuente Nubes; en la orilla del Palancares hasta el limite de Granada, la Peña, Perrera, Fuente Hoyos, la Hoya Baja, la Hoya Alta, Maleza Prieta, Conejeros, y cerro Cañete. Y los comentados de Villalobos y, en ocasiones, algunos de la zona de la Venta de los Agramaderos.

  A mediados de siglo XIX, la Pedriza estaba constituida por 46 casas, y no estaban definidas las calles, como actualmente se encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un nacimiento de agua potable, no muy abundante, pero suficiente para la vecindad. Todavía se conserva dicho manantial  ya restaurado. Un siglo después, en La Pedriza moraban unos 665 habitantes dentro de sus 185 casas. No todos vivían de la agricultura, aunque predominaban los jornaleros, también estaban domiciliados y 12 labradores y algunos oficios, como dos maestros, un talabartero, un carbonero, un zapatero, un barbero, un carretero,  un empleado, un albañil y un panadero. A finales del siglo XX,  se había producido un fuerte movimiento migratorio y  quedaban  466 habitantes. Y, acercándonos al tiempo actual rondan los 328 habitantes con un progresivo declive de casi cinco puntos cada cuatro años sin los oficios anteriores.

Escribir la historia local de La Pedriza  recuerda la conquista del progreso humano social de un grupo muy ancestral del municipio alcalaíno.  La Pedriza es mucho más que  historia viva, hay vestigios que se  remontan al homo neanderthalensis, alguna que otra villa romana y visigoda disfrutaba de las aguas de sus arroyos,  se encumbra en el mundo musulmán en medio de tumbas mozárabes, leyendas orientales como la de Encina Leona, y hallazgos como la lápida precalifal. Siempre estuvo imbuida por todos sus costados de alma de frontera al estar rodeada de las atalayas de Gibralquite o Guadal quite o de la antigua del Listán. Sus campos fueron cortijos de señores conquistadores como el Chaparral de Nubes o tierra de repartimiento desde los altos de Fuente Nubes hasta el Palancares; sus parcelas están marcadas por las series, trances y suertes de la asignación de suerte del corregidor Francisco de Alarcón en tiempos del emperador Carlos I.

         Pero, si  hubiera que reescribir su historia contemporánea, sus hitos históricos se manifiestan en la culturización de un  zona que pasó del desarrollo agrícola, la primera cultura del hombre sobre la tierra ( de ahí agri-cultura, del monte a los campos de cereal , y del cereal al olivar)   a la incorporación de su gente en los grandes movimientos sociales y culturales. Ya, venció las condiciones adversas, en 1849, y fue vanguardista en la implantación de las escuelas en las aldeas, hoy es sede de un grupo escolar de primaria. Y eso que tropezaban  con que  , los padres preferían ocupar a los niños en tarea agrícolas y(…) los maestros mostraban  falta de interés en querer vivir en sitios incómodos, en los que se les diesen casas , porque se componía de albergues inhabitables, que solo servían para  los que están acostumbrados a la vida dura y campestre[1]”.”No obstante, alegaban que lo hacían “ con respecto al número de vecinos, con que cuentan y la necesidad de ilustrar a la juventud proponían a José Carrillo Sánchez, morador en el mismo partido, como persona apta para ejercer.

       También fue líder del movimiento social de las sociedades obreras alcalaínas, ocupando el primer escalón sindical con su Esclavitud Emanicipada, una voz que alcanzó muchas conquistas obreras a principio del siglo XX y llegó hasta los oídos de Largo Caballero, ministro de la II República. Sus reivindicaciones se hicieron eco en su red vial. Pues,  a una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real,  y situada en la ladera del Chaparral de  Nubes  a unos 1.000 metros de altura, puede accederse por la A-335 en dirección hacia Montefrío, el camino asfaltado de la Casería del Águila y  otro  camino asfaltado a través de Cantera Blanca. Un observatorio astronómico, sus instalaciones deportivas, la nave industrial municipal, la escuela, el centro médico, el centro social y su iglesia, remozada y albergando un restaurado retablo barroco procedente de la iglesia de la Veracruz,  se yerguen en medio de un paisaje del olivar y mechones de monte mediterráneo. [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales: LA PEDRIZA

LA PEDRIZA SITUACIÓN, URBANISMO  Y ACCESOS

 

A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real ,  La Pedriza está situada en la ladera del Chaparral de  Nubes  a unos 1.000 metros de altura. Se accede por la A-335 en dirección hacia Montefrío, y  un camino asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A la calle central convergen  varias calles desde la ladera en el  núcleo de la Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro Gordo,  y en algunos lugares cercanos al Cortijo el Águila.

                      

SERVICIOS ACTUALES

 

 

            El servicio  de agua se lleva a cabo desde el manantial de Fuente Nubes dentro de la Unidad Hidrologíca de la Pedriza, con algunos problemas de contaminación… [11:03, 6/10/2022] franciscomartinrosales: LA PEDRIZA

LA PEDRIZA SITUACIÓN, URBANISMO  Y ACCESOS

 

A una distancia de 8 Kilómetros del pueblo de Alcalá la Real ,  La Pedriza está situada en la ladera del Chaparral de  Nubes  a unos 1.000 metros de altura. Se accede por la A-335 en dirección hacia Montefrío, y  un camino asfaltado a través de Cantera Blanca. y otro camino vecinal. A la calle central convergen  varias calles desde la ladera en el  núcleo de la Pedriza, pero también tiene algún hábitat disperso en Cantera Blanca, Cerro Gordo,  y en algunos lugares cercanos al Cortijo el Águila.

                      

SERVICIOS ACTUALES

            El servicio  de agua se lleva a cabo desde el manantial de Fuente Nubes dentro de la Unidad Hidrológica de la Pedriza, con algunos problemas de contaminación, lo que le hace compartir el sistema alternativo de la canalización de aguas de Alcalá la Real- Caserías de San Isidro. Tiene un depósito rectangular de mampostería de 60 m cúbicos.            Hoy día tiene  Escuela  Primaria, Consultorio Médico, Dos bares-tienda, Pista deportiva. Nave industrial. Almazara. Panadería. Ermita. Depósito de agua. Pista polideportiva. Algunos  remontan este núcleo rural a una antigua “Ciudad de Nubes” que irradió de la Fuente y de la ermita.  Y muchas veces comprende parte de Valdegranada como en el Catastro de la Ensenada.  Tras la desaparición de población Cantera Blanca.  Procede su nombre de la piedra del  cerro sobre el que se cementa esta aldea, cuya fisonomía actual procede de principios del siglo XIX. Pues, es un núcleo concentrado del mundo rural, que surgió a expensas de un camino rural que partía de  un antiguo camino real ( la actual carretera de Montefrío) y se adentraba hacia los cortijos y dehesas de Fuente Nubes, lo que hoy es la  calle de la iglesia. ^Por otra parte su origen poblacional radica en que se instaló en este sitio la gente procedente de la roturación de Chaparral de y Fuente Nubes.  A mediados de siglo XIX, estaba formado por 46 casas, y no estaban definidas las calles, como actualmente se encuentran. Destacaba la Fuente Nueva, un nacimiento de agua potable, no muy abundante, pero suficiente para la vecindad. Todavía se conserva dicho manantial  ya restaurado.

Las calles actuales son la Iglesia, Toril,   Cantón, Fuente Nubes, Chaparal , Alta, de Simeón , de Lute, del Pocillo y don Fernando-. Barrio Bajo.

También hay una gran población dispersas, que vivía en cortijos:

·       Lizana

·       El  Cuerno/Tablero.

·       la  Ermita

·       Hueltes. Es un cortijo que debe su nombre a esta familia de Hueltes y se hallaba ya en 1750. Curiosamente, a principios del siglo XIX es arrendado aa una familia de los Piñas y ocultaron en dicho lugar a un hijastro de esta familia de los Hueltes de nombre Fernando Hueltes.

·       Platero.

·       Chaparral de Nubes. Pertenecía al convento de Monjas de Nuestra Señora de la Concepción de la ciudad Loja. Se componía de los siguientes bienes. Una casa cortijo con dos cuartos en bajo y cámaras, pajar , tinado  y  corral con una higuera, de 20 varas de frente y ocho de fondo; y doscientas fanegas de tierra- 160 fanegas de cereal de vecera de tres años y el resto de monte de encinar y quejigos- lindaba por levante con tierras de don Antonio Utrilla, a poniente y norte con tierras de los propios de la ciudad y al sur con tierras de don Eladio Contreras, cura.

·       Cerro Gordo, que había varias piezas pertenecientes a diversos propietarios

-: Convento de la Trinidad ( 4 fanegas) de tres años de producción y cuatro de secano  y algunas encinas.

·       El cortijo del Toril,  que pertenecía a la capellanía del presbítero don Fernando de Góngora,. Se componía de dos piezas- una de 75 fanegas y otra de 66 fanegas con pies de encina y quejigo-solía ser arrendado a labradores de seis partes dos.  Y se cobraba 260 reales.  Tiene 3 bueyes, 4 vacas, 1 becerra, 1 yegua, 1 jumento, 1 jumenta, dos cerdas , 3 cerdos, 8 chotos, 2 lechones ty 7 ovejas,

·       Cortijo de Alamoso Bajo  .

Peñuela Alta. La Peñuela es un cortijo que correspondió, en la primera repoblación,  a a los primeros conquistadores de la ciudad de Alcalá la Real, los Narvez, que luego se afincaron en Loja. Lo mantuvieron hasta el siglo XX. Nicolás Martín Cid, labrador del cortijo de la Peñuela Alta

del cortijo de la Peñuela Baja, propiedad de don Francisco Riquelme Y baja

·       Caserías de Torres

·       Caserías del Águila.

·       Cortijo de Bajácar, situado en el término de Valdegranada. Era propiedad de don Alonso Rico de Rueda, vecino de Lucena.

·       del cortijo de Alamoso Alto en Palancares, de don Pedro José Góngora.

 

Pero aparecen el cortijo Nuevo, Platero, , de la Peña, Perrera. Maleza Prieta y el de Camilo Torres.