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lunes, 29 de abril de 2024

DIARIO DEL RUTERO POR LA SIERRA DE VIZCÁNTAR

 

ASOCIACIÓN HUERTA  DE CAPUCHINOS. ALCALÁ LA REAL

RUTA ECOCOSTUMBRISTA. POR LA SIERRA DE VIZCÓNTAR  Y LAS SILERAS 




 

 Con el boletín 252, a las  9 de la  mañana del día .28 mayo 2024, cincuenta y dos ruteros salieron del parque de los Álamos en  autobús. Nos dirigimos a carretera de Priego, llegamos al puente Suárez, nos dirigimos hacia Almedinilla y el cruce de río , nos encaminamos a las Sileras tras pasar esta pequeña aldea entre el verdor de los ríos y las viviendas rurales que bordeaban la carretera . Llegamos a las Sileras , en las eras junto a la escuela donde nos esperaban el anfitrión Isidoro y sus sobrinos.   La aldea de Sileras se nos abre como un lugar lleno de historia y belleza, perteneciente  a la localidad de Almedinilla: pasado y presente se entrelazan en  armonía. Ya  por las calles del pueblo ascendimos a la plaza, fuente, lavadero e iglesia, y por un carril a la Sierra Vizcántar, subimos a.  pie a su cima entre olivos y monte mediterráneo. Desde el carril asfaltado que parte de la zona alta del pueblo, junto a la plaza y a la izquierda,  contemplamos restos “trepaos” de la antigua almazara junto con maquinaria agrícola abandonada de mediados del siglo XX y pasamos  por los Pósteles (donde esperemos que pronto se puedan descubrir los restos de esa casa romana anclada al cerro de yeso y junto al barranco Tenazas) entre olivares tradicionales de excelente caldo, algunos bicentenarios, y almendros. Poco a poco las perspectivas se van ampliando y subiendo siempre y a la derecha, hicimos una trocha. Con esfuerzo entre rampas y sinuosas veredas, nos vimos cautivados por su entorno natural, lleno de l de ensueño (el camino no tiene trocha) comenzamos a llegar a lo más alto del macizo calizo y a llanear.

. Parece como si nos encontráramos rodeados de  sierras,  y desde la altura de Vizcántar conquistáramos disfrutar de la tranquilidad y la belleza del entorno rural. Paseamos entre s senderos zigzagueantes y olivares, entre erial y montes de piedra tosca, como si nos encontráramos en un circo  cuya silueta se prolonga a la Parapanda,  cerro de la Mota, montes de Frailes, Marroquí, Ahí lo y Cruz, y sierras de la subbética de Córdoba, la Tiñosa, Cristina , Chinares y hasta Sierra Morena en el horizonte. Te permitirá conectar con la naturaleza y deleitarte con panorámicas impresionantes. Son  unas vistas de asombro que por el Este alcanza las Sierras Sur de Jaén y la granaína de Parapanda en Montefrío, mientras por el Oeste son las Sierras Subbéticas de Córdoba, con La Tiñosa como pico más alto, las que decoran y perfilan el horizonte. Con Nacho Muñiz, nos ilustramos de este entorno en su flora, y en su relieve, en su historia árabe y reciente de la Guerra Civil. Atravesamos la cúspide de punta a punta y vimoso a izquierda y derecha las cicatrices dejadas por cientos de metros de trincheras. Durante la Guerra Civil . Pues las s Sileras estuvo en el límite y aquí se asentaron tropas republicanas durante toda la contienda.  Con sus palabras, dejamos la mina a la derecha y pasando la torre de comunicación  llegamos al punto geodésico y ya, casi en la otra punta, los restos mejor conservados de esas trincheras republicanas que soñaron con la marsellesa (enfrente, hacia el Sur, la posición franquista del Cerro de la 
















Cruz y Los Castillejos nos señalan ese Frente tan cercano). Hoy entre esas trincheras crecen los gamones junto a varias especies de orquídeas, retamas, tomillos y madreselvas, como recuerdo de ese sueño tricolor.

 

Desde aquí seguimos por la cúspide bajando hacia la torre eléctrica, ya sin vereda pero sin pérdida, y desde aquí debemos bajar por la derecha hasta alcanzar el carril que nos devolvió a la aldea , sin vereda, hasta que pronto, esperemos, se pueda acondicionar este tramo más complicado y difuso como ruta senderista.

 

Y así vamos, por la frontera, por esa sutil línea que separa lo Natural de lo Civilizado. Si tenemos suerte, por el camin no pudimos  ver sobrevolar un  rapaz y sí  una  cabra montesa, además de muchas huellas de jabalíes y zorros, mientras llegamos a la aldea de las distintas civilizaciones, pasando por debajo de la moderna vivienda de Fernando “el de la sierra” y alcanzando esa otra morisca de recuerdos romanos que hoy, globalizada, acoge a gentes de los cuatro puntos cardinales.

 

Bajamos a la mina de oro. En lo alto de la sierra hicieron sus prospecciones en los años 60 del siglo XX buscando pirita aurífera….pero no era lo suficientemente rentable como aconteció en tiempos de los  romanos (recientemente encontrados en el lugar de “Los Pósteles”) que debieron explotar sin embargo el hierro de esta mina (de hecho la galería que se conserva pudiera ser de esa época). Un corte certero en la sierra junto al pozo de unos 4 mts. de profundidad y el escorial (lleno de mineral de hierro con óxidos y alguna pirita aurífera) es lo que te encuentras al bajar de la cima junto a un almendro . Me traen varias muestras . contemplamos  un campo de gamones en flor, esos asfódelos o Varillas de San José que se “esfarrían” por doquier y parecen cubrirlo todo. Para los griegos y romanos antiguos el asphodelus albus (así se llama el gamón en latín) era símbolo de Perséfone, la diosa del Hades o los infiernos, una zona intermedia parecida al limbo.

 

 








 

SILERAS


Bajamos por un pendiente camino de cemento al corazón de Sileras, descubrimos el  antiguos lavadero, testigo silencioso del pasado y de la vida cotidiana de sus habitantes. Contemplamos fotos antiguas de aquellos lavaderos, donde  las mujeres se reunían para lavar la ropa y compartir historias y risas. Nos transportó a tiempos pasados ​​y apreciamos la sencillez y la autenticidad de la vida rural.  

Con la buena lección de  nuestro guía, palpamos esta aldea de Almedinilla conformada como núcleo de población concentrado a partir de calles, callejones y plazuelas, recuerdo de una alquería blanca que mantiene relativamente bien la arquitectura popular a los pies de la Sierra de Vizcántar, por su lado Oeste y a un tiro de piedra de la vecina Jaén. Nos comentó sus vivencias partiendo de sus casas y huertos familiares , donde  el callejero se asienta sobre tierras albarizas o “tosca” cuya formación como sedimento marino.

 Otros sueños que saben a pan deben tener los olivos infinitos, que terminaron por ocupar el lecho de cereales y siembras que cubrían hasta no hace mucho buena parte de las tierras silereñas.

 

La “tosca”, como roca blanda que es, crea agujeros o silos naturales que se dirían puertas al Hades y a sus leyendas, aunque también horadando con alcotana y espuerta se realizaron minas para extraer el agua subterránea, como la mina del campo de fútbol y la de la iglesia.

 

 

La familia de Isidoro nos preparó  unas viandas en las mesas situadas en la plaza de la Iglesia. Algunos degustaron aentremeses en un bar cercanos con  los sabores auténticos y los productos de la tierra, como los platos el gazpacho, las migas y las chacinas.










 

 

 


Por la tarde , tras la comida , en la plaza , visitamos  la Iglesia de la Virgen del Carmen, un lugar sagrado que recuerda  la construcción de los templos de las aldeas de la abadía, cuando se alzaron a finales de la Ilustración y principios del siglo XIX estos templos y ermitas,  se refleja que es una auténtico centro de devoción y encuentro espiritual para la comunidad de Sileras ininterrumpido a lo largo de muchos años. El anfitrión Isidor nos hace constancia de los hermosos detalles plasmados con la mano laboriosa y delicada, y como un símbolo de fe y punto de referencia en la aldea. Preside y se alberga en el camarín la Virgen del Carmen, patrona de los marineros y protectora de aquellos que se dedican al mar, es venerada aquí con devoción y amor. Se nos muestra la corona y el pectoral descubierto, comentándonos un robo sacrílego reciente. Nos insistió en la iglesia  que    fue construida por ellos mismos y en zona comunal o ejido allá por 1789: Juan Díez y Juan León fueron los artífices después de pedir permiso al abad  Esteban de Mendoza y Gatica de Alcalá la Real y al Consejo Justicias y Regimiento de Priego, quien nombró al regidor de Obras Públicas Antonio de Gámiz Aguilera y al maestro albañil José Álvarez (así nos lo cuenta Rafael Fernández López

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Como si  el tiempo se ralentizara ,  cada rincón cuenta una historia en la boca de Isidoro, su familia, sus vecinos . Todo es  magia de esta aldea, los antiguos lavaderos y la Iglesia de la Virgen del Carmen te esperan para transportarte a un mundo de tradición, belleza natural y espiritualidad.

 En Las Sileras, recocimos que  un lugar dionisiaco que parece no conocer coordenadas temporales y al que hay que llegar. Recuerda las mixturas moriscas que le dan esos huertos regados por las aguas que se vertían desde los lavaderos (y su aljibe), hoy en pie y engalanado pero ya sin agua. Se nos explican  estos  huertos cercados con muros de “piedra seca” ( hoy  sustituidos por el ladrillo y el cemento) donde les gusta crecer a las adormideras y a los beleños, esas plantas dadas a brujerías y magias entre lo real y el asombro.

También nos presentaron unas casas , donde se encontraban   cuartel, colegio, dos almazaras, tahona y tres bares (hoy queda el bar de Manolo, un campo de fútbol y pistas deportivas, un Centro Social y el colegio que resiste a duras penas)  y además de ser centro de encuentro para una población que antaño se derramaba en cortijos y cortijadas por Vizcántar, Las Chozas y el Salaíllo.











 


Nos llamó mucho la atención el agua oculta que llora. Y lo comprendimos con este artículo resumido.

LA FUENTEZUELA
l pie de la sierra de Viscantar se encuentra la vieja arquería de Las Sileras, posiblemente la pedanía más alejada de Priego en el tiempo que tratamos.  Los orígenes de la misma hasta la presente no se han averiguado, tal vez sea de época tardo-romana o medieval, siendo los primeros vestigios que se encuentran de la población de dos minas que aprovechaban las surgencias de agua del lugar, las cuales están catalogadas:. Por el Museo Histórico de Almedinilla como Mina de Agua 1 de Sileras y, aunque de más longitud, es similar a la existente en la misma aldea (en la calle Iglesia) catalogada como Mina de Agua 2 de Sileras…La mina de agua en cuestión es la típica galería subterránea (a 1,5 metros de la superficie) de 1,60 metros de altura y medio metro de anchura (con sección en medio punto) y una longitud de 35 metros que horada la roca natural de travertino («tosca») hasta encontrar la surgencia y conducirla a través de la propia galería hacía el exterior
[A finales del XVIII Las Sileras debía de ser una aldea próspera, sus vecinos se dedicaban al laboreo de las tierras de pan llevar, y a la cría y trata del ganado porcino (esta última actividad la han mantenido hasta hace unas décadas) aprovechando los pastos y la montanera de los terrenos incultos y de la sierra. La población contó en su día con un molino de trigo, otro de aceite, y horno de pan. Además del aprovechamiento del agua de sus dos minas, utilizadas para el regadío, cuyas aguas eran repartidas por el alcalde pedáneo, dicho repartimiento no debió de causar conflictos algunos ya que los mismos si los hubo nunca fueron tratados en el concejo. Este repartimiento se mantuvo hasta las últimas décadas del siglo pasado, perdiéndose tan peculiar y vieja costumbre sin que quede documentación alguna de dichos repartimientos. Asistimos ahora a la construcción de la primera  fuente y lavadero que a finales del siglo XVIII construyeron los vecinos, en el desagüe de una de sus minas, la cual  se encontraba en la cabecera del llamado paseo, y que con el visto bueno del ayuntamiento de turno de la Almedinilla fue destruida y con su eliminación desapareció un vestigio histórico de la población. Juan José Cano de Sandoval, labrador, vecino de esta villa y alcalde pedáneo de la población de Las Sileras de Viscantar de su término (por estar en las faldas de la sierra de ese nombre y cuyo nombre debía de recuperar integro la población ) se dirigió al Concejo de Priego exponiéndole: Que con inmediación a la ermita de referida aldea hay un hermoso nacimiento de agua que sirve para el consumo de aquellos moradores, ya en su alimento, ya para el ganado de todas las especies, ya para el riego de los huertos, y ya finalmente para lavar las ropas, el cual por estar sumamente descompuesto y abandonado, se suele hacer por referido ganado especialmente por el de cerda, varios atolladeros, enturbiándose el agua que ha de beberse y recogiendo esta la inmundicia de sus cuerpos, de modo que no solo se está sufriendo en ello, el más grave perjuicio a aquel común, sino también el que por cuidar algunos moradores  el aseo y limpieza de dicho nacimient ovrefrezcan entre otros, algunas disputas y desazones.Pide medios para que  se ocupen todo el tiempo que necesiten para la fábrica de un estanque o fuente, para el uso de los vecinos y ganado, y otro para el lavadero, pues desde luego el que habla con los demás pudientes de dicha aldea, se ofrecen a sufrir el costo de la piedra, su conducción, yeso, cal, piedras y demás materiales, y a dar para superar las dietas de dichos albañiles hasta 400 reales . E n la década de los 50 del siglo pasado un poco más abajo del paseo se construyó un lavadero y una fuente que se surtía de dicha agua, unos años más tarde se eliminó la fuente y lavadero del siglo XVIII, perdiéndose en parte la memoria de dicha mina, la cual nuevamente salió a la luz con ocasión de unas obras que cortaron su discurrir en junio del 2018 y fueron paralizadas por el Seprona. A las cinco de la tarde regresamos en Alcalá, tras los bailes y sorteos de la escoba , con un clima festivo y de convivencia que nos recordaban las fiestas aldeanas.

Nuestro agradecimiento a Isidoro, señora, sobrinos, Nacho Muñiz. En lo sencillo está la perfección, y la estética de la esencia natural y humana. 

sábado, 27 de abril de 2024

LA CALLE ROMANCERO O CALLE ZUBIA O ÇUZIA

        En el siglo XVI, se mantiene la calle Zubia, pero este nombre arabizado con la ç mantenida  y un cambio fricatizado de la b por c dio lugar que aparezca con el nombre e SUZIA EN EL SIGLO XVII. 

Así se manifiesta en este documento de un censo sobre una casa junto a la ermita de San lindando con la calle SUCIA, la antigua Zubia se encuentra en un censo que firma el regidor Luís de Ortega con el Hospital del Dulce Nombre de Jesús en 1622 ante Juan Rodríguez de Cebreros(Legajo 4871 , folio 366).  











 ANTES DE LA FUNDACIÓN DEL CONVENTO TRINITARIO 

Durante más de seiscientos años, entre principios del siglo VIII y 1341, Alcalá la Real estuvo bajo el poder musulmán. Aunque la población estuvo encerrada en torno  a  la  fortaleza de la Mota y el arrabal de Santo Domingo de Silos,  debieron erigirse varias alquerías por el cerro de los Palacios, pagos de san Bartolomé, Peña Horadada, san Sebastián y san Francisco.  Incluso, la antigua de Carrera de los Caballeros, llamada la Vieja, debió rodear  el tercer cinturón de la muralla, continuar por la calle Cava y enlazar con el camino que provenía del Castillo a través de la calle Mesa, Ancha y final de la Real. Aún quedan vestigios de aquella época, uno de ellos es la maqbara, el cementerio hispanoárabe, descubierto por los años noventa del siglo XX en torno a los aledaños de este camino de ronda[1]. Recientemente, con la excavación en el antiguo convento de la Trinidad, es la intención ponerlo en  valor. Una parte de este cementerio musulmán rondaba el camino que venía del Castillo de Locubín, y, a través  de las actuales calle mesa, Ancha y la antigua cruz de Vázquez Mesía se adentraba en  Real y Cava. En torno a sus dos lados  se hallaba la maqbara -pues  existen restos por la calle Real, del Mudo y Puerto con enterramientos horadados en piedra de similares dimensiones y forma-.  “La maqbara,- según el edil de Urbanismo y Patrimonio, Juan Ángel Pérez —actualmente alcalde accidental—, está perfectamente localizada, en el lateral situado frente a la placeta de Carmen Juan Lovera, al final de la calle Real. La maqbara de la ciudad, llamada durante parte de la época andalusí Qal’at Banu Said (Alcalá de Benzayde), se ubicaba extramuros de la Fortaleza de la Mota.El interés, como manifiesta el responsable municipal, es conocer los ritos funerarios de los andalusíes. En principio no se esperan hallazgos de objetos de valor, porque los cadáveres se enterraban sin ajuares. Las austeras sepulturas se orientaban en dirección hacia La Meca”. Este lugar fue excavado por los años noventa del siglo XX bajo la dirección  del arqueólogo Carlos Borral i Querol; y recientemente se ha vuelto a excavar por el Campo Internacional de Trabajo bajo dirección de Carlos Calvo. En ambas excavaciones aparecieron varias tumbas horadadas a la roca sin ajuar alguno, que pusieron al descubierto el subsuelo del solar del convento 


Una de las calles o, mejor dicho, vías de acceso a un cenobio o una zubia, pequeño morabito de esta zona, donde estuvo enseñando un santón, y u nsó su entrono como cementerio, recibió el nombre de la Zubia. 

SIGLO XVI Y XVII

En el siglo XVI el  barrio de san Juan se encontraba a media construcción, su trazado partía de la calle Rosario, llamada deLPozuelo o  san Juan  y la que bajaba a los Álamos, con diversos npombres desde el Rojo hasta el camino que va a la Fuente Nueva. Más arriba , la calle que unía san Juan con la puerta del Cambrón se llamaba también Llana. La de por encima de la Iglesia Llana de la Trinidad; por encima del convento, la calle del Romancero, Zubia que quiere decir calle de paso de agua; la calle del Mudo; del  Puerto y la Peste; Relimpios y Labradores...


La calle, que sube  a la Mota tras el  huerto de san Rafael , hace unos veinte años aproximadamente se bautizó,  a propuesta del cronista, como calle del Romancero.  Por papeles viejos del cabildo municipal, podemos manifestar que fue una calle que no tenía apenas vecinos y era de paso, cercano a los arrabales nuevos. El  paso en concreto era  de agua y se llamaba cn un nombre árabe  LA  ZUBIA, tal como denominaban la calle en el siglo XVI.