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lunes, 12 de marzo de 2012

LO PÚBLICO: LA MOTA







Comienzo de las obras del Gabán
            Lo público es un concepto que nos convierte a todos en agentes y actores de un mismo objeto y/o asunto. Cuando este asunto  es inmaterial se transforma en una idea, que compartes con otras muchas personas en defensa de unos principios básicos y permanentes. Si  este objeto es un elemento material, luchas en favor de su pervivencia,  disfrutas con él   individual y colectivamente y te sientes como  un poseedor pasajero que transmites, inapelablemente,  a tus descendientes. En  Alcalá ha habido otros símbolos que han servido para compartir este  terreno público  en los campos políticos, religiosos o sociales ( con sus distintos apartados). Pero, no cabe duda de que, si hiciera una encuesta  a todos los alcalaínos- presentes o ausentes-, sobre su opinión de la Mota,  siempre  y por unanimidad contestarían que el símbolo colectivo, del que se sienten propietarios en cuerpo y alma, es su fortaleza de la Mota.

Pues, muchos alcalaínos se despiertan abriendo  la ventana para saludar a esta majestuosa dama de piedra durante todos los días del año. Les gusta verla  encanecida por la nieve; como  mujer madura, por el la caída del sol en el atardecer; duermen la siesta con la manta  de la Mota, sobre todo, los vecinos de los barrios del medio  y del de San Juan; radiante de juventud,  los adolescentes despiertan más alegres  en los días de azul  turquesa, cuando no se percibe ni una gota de contaminación.

La fortaleza de la Mota agradece todas las terapias y tratamientos curativos que le han aportado, sobre todo los últimos tiempos. Ha vuelto a renacer, cuando le han extirpado el cáncer de las escombreras de su capa superior y ha aflorado su trama urbanística como si fuera un esqueleto de una clase de ciencias naturales. Ahora, con gran acierto,  le están haciendo los empastes más fuertes y duraderos,  y cubren su caries con los mejores esmaltes del  sillar amarillento.

Parece distinta, cada uno la siente como suya propia. A uno le gusta en medio del mar de olivos y la asemeja a un barco cuya proa se ha restablecido con la restaurada Torre de la Cárcel;  otros   se introducen en medio de las huestes de frontera , y la comparan con la férrea coraza de un caballero del medievo al contemplar el antepecho restablecido según las trazas  que idearon Ambrosio de Vico y Ginés Martínez de Aranda. Hay quienes la cantan  con ojos virtuales, y la  consideran como el disco duro de la torre principal  de un ordenador que transmite las órdenes y la información al resto de las atalayas circundantes. Si fuera un niño, la fortaleza de la Mota, sería la cueva de leyendas de romanos, árabes, bandoleros, duendes y  princesas. Si estuviera provectus aetate, me gustaría esparcir mis cenizas por entre las grietas de sus covachones e identificarme con sus primeros habitantes.

Por eso, no nos extraña que el firme compromiso, del que han hecho  gala las autoridades públicas  de estos últimos  años,  no sea sino una correspondencia con esta alma colectiva, con esta defensa de lo público de los vecinos de Alcalá. Pues  la Mota no es una simple  fortaleza, sino  que  es , también, un símbolo material e inmaterial de la colectividad; una manera de defender lo público, y  que, al menos, algo nos quede de vínculo de unión entre todos, sin diferencias, porque  los frutos derivados de su disfrute y  su aprovechamiento   vendrán en demasía en tiempos no muy lejanos.