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martes, 26 de abril de 2011

IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE PABLO DE ROJAS


IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE PABLO DE ROJAS


Hace veintisiete años, se publicó en varios periódicos el descubrimiento del lugar y fecha del nacimiento del famoso escultor Pablo de Rojas en la ciudad de Alcalá la Real. A partir de aquella noticia, han corrido ríos de tinta sobre diversos aspectos de su vida, su contexto familiar, su entorno artístico y su relación con las dos escuelas andaluzas del Barroco, la granadina y la sevillana. Se han editado estudios, artículos, algún que otro libro sobre su biografía y producción artística, y en todas las enciclopedias de la Historia del Arte Pablo de Rojas ya no es un desconocido, sino un alcalaíno, hijo del pintor Pedro Sardo, de origen italiano, y entroncado con una familia que desarrolló su arte en las provincias de la Andalucía oriental, sobre todo en las diócesis de Jaén, Granada, Córdoba y la abadía de Alcalá la Real. Con aquel descubrimiento, se comprendió perfectamente su entronque con su paisano y famoso escultor Juan Martínez Montañés, que tuvo la suerte de caer en sus manos al recibir los primeros pasos de su afición por la escultura en su taller granadino ante de trasladarse a Sevilla.
Durante estos casi tres decenios, la ciudad y el ayuntamiento de Alcalá la Real ha asumido la importancia y relevancia de este hijo ilustre. Por eso, ha organizado muchos acontecimientos, homenajes y actos públicos. En los últimos años del siglo XX, su persona rotuló y dio nombre a calles, plazas, asociaciones artísticas y se divulgó en centros escolares y públicos la figura y obra de Pablo de Rojas. En el año dos mil, se realizó un gran esfuerzo con la presencia de importantes catedráticos e investigadores que impartieron y divulgaron a Pablo de Rojas, Incluso, en un acto institucional de gran importancia, tuvo lugar su nombramiento de Hijo Predilecto de Alcalá la Real post mortem, el día 16 de noviembre de 1999, con motivo del 450 Aniversario de su Nacimiento, y con el reconocimiento del ayuntamiento alcalaíno para que quedara perpetuada para todos los siglos la personalidad alcalaína de Pablo de Rojas.
También, el escultor actual Megías hizo una estatua de bronce, que fue colocada en la plaza de San Antón, en lo que se llegó a denominarse Acera de Pablo de Rojas, donde se ilustra su presencia con una figura de una persona de amplias miras artísticas y de una melancolía creativa como se trasciende en todas su figuras, además su firma recogida de los documentos atestigua la huella alcalaína de este imaginero.
Es verdad que su huella tan sólo quedó en algunas obras de pintura y algunos escudos de sus familiares que todavía se pueden contemplar en los templos y edificios civiles de Alcalá la Real. Su producción artística tiene su sede en Granada, Priego, Antequera y Lucena entre otros pueblos. Como Martínez Montañés, su obra se hizo universal por el espíritu que transmitió a sus descendientes y miembros de la escuela que instauró en Granada, sobre todo en el mundo de la imaginería y retablística. Con motivo de una exposición de la celebración del Dogma de la Inmaculada, pudimos contemplar el contexto en el que se encontró Pablo de Rojas y su familia. También, durante algunos días, Alcalá la Real tuvo la suerte de contemplar la Inmaculada de Pablo de Rojas con el rico policromado y estofado de su sobrino Pedro de Raxis, parecía que la traída de aquella obra sería el preludio de una exposición magna que, por cierto, se merece la obra artística de Pablo de Rojas.
Raro es el día que su obra o la de su círculo no sale a la luz en restauraciones de instituciones públicas, privadas y de cofradías, Hace cuatrocientos años que su presencia está reclamando un reconocimiento público y andaluz como se lo han hecho a muchos otros artistas, incluso de menor calidad y menor trascendencia que su persona en el contexto artístico andaluz. Este es el reto que todos deben comprometerse para honrar la figura del maestro de Juan Martínez Montañés.