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domingo, 17 de marzo de 2024

HOY, LAS LUMBRÁS DE LA SIERRA SUR DE SAN JOSÉ EN LA SEMANA DEL JAÉN

 LAS LUMBRÁS DE LA SIERRA SUR           

 

 LAS LUMBRÁS DE LA SIERRA SUR           

 

 

 

 Es curioso que, durante el invierno, se celebren varias fiestas, donde las hogueras arden  y se encienden en varios barrios y rincones de  la Sierra Sur, sobre todo Castillo de Locubín, Alcalá la Real y sus aldeas. Lo hacen con motivo de la celebración de alguna festividad religiosa: en enero, por el día de San Antón como en Jaén; a primeros de febrero, por la Candelaria, abunda este tipo de hogueras y, en el dieciocho de marzo,  para honra de San José. De primeras, surgen las interrogantes sobre los elementos constitutivos de la fiesta: el fuego, los objetos de la hoguera, los ritos y los fines. No falta quien osado se lance a la  justificación sociológica de primera mano , y convierta estas fiestas en una catarsis griega, donde el pueblo se purifica a la manera del público de  su tragedia clásica. Pues, en medio de estos momentos difíciles y azarosos, no cuesta trabajo simbolizar la quema de los trastos viejos con el  deseo y ansías  de cambio de nuestras vidas gracias al fuego purificador de una crisis que no sólo quema a los más excluidos y más débiles, sino que achicharra, hasta la médula, al más pintado. 

Es verdad que la crisis se ha empleado a fondo con las personas que no  pueden cubrir ni siquiera los gastos básicos de luz, butano e, incluso, de elementos básicos como la vivienda, el vestido y la alimentación. Pero, su guadaña ha hecho mella también en muchas familias acomodadas que impulsaron con gran ilusión su pequeño negocio para afrontar las haciendas de sus casas, y han visto cerrados sus locales; por otro lado, muchos cooperativistas han visto mermado sus fondos y sus pequeñas empresas se han visto obligadas a mantener los puestos fijos y con gran dificultad. Tan sólo, paso de rositas por aquellos que los dígitos de beneficios solamente variaron en unas décimas ( si no se acrecentaron aprovechándose de la indigencia y la desesperación de otros)   para engordar sus arcas repletas de bienes.

            Sin embargo, por mucho que se quiera y se pretenda, no se encendieron desde tiempo inmemorial las hogueras ( cuya palabra degeneró, a partir de su evolución fonética,  en lumbradas y lumbrás en detrimento de la bella luminaria)  con estas hipotéticas interpretaciones, sino con la acertada intención de anunciar, en el día de la víspera, un acontecimiento festivo e importante( un evento dirían nuestros nuevos próceres) de modo que nuestros antepasados colocaban las  luminarias para que, de lejos, se vieran,  encima de las murallas y de las torres de la fortaleza de la Mota y, atrajeran a las personas a las fiestas; luego bajaron a las plazas de la ciudad baja. Y se hicieron urbanas. Es decir, ofrecían una misión pregonera, una anticipo festivo y una llamada al disfrute colectivo por una fiesta que rompía la monotonía del valle de lágrimas de cada día.

 Viene esto a cuento de que el mes de marzo es el mes , en estos  pueblos de la Sierra Sur y en  Alcalá la Real, de las Lumbrás de San José. Antes, se encendían las hogueras de todo tipo ramaje y támaras  de monte bajo en algunos rincones de la ciudad de la Mota. Como muestra de anuncio y publicación de las fiestas, se hacían  luminarias, que eran hogueras que solían encenderse en los distintos sitios señalados de la ciudad, el castillo de la Mota, las Casas de Cabildo, por los siglos XVI. Las encendían durante tres noches repetidas en cuanto se produjera la noticia del acontecimiento.

Muy alejadas en el tiempo en lo alto de las torres, almenas y las casas de cabildo de la ciudad fortificada del cerro de la Mota para anunciar las fiestas.      Durante algún tiempo del siglo XVII, el centro neurálgico de la ciudad será la calle Real y el Paseíllo de la Mora, el Llanillo y la Placeta de las Trinitarias, fueron los espacios abiertos donde se proclamaron los actos festivos y levantaron los tablados, y de confluencia de vecinos en las manifestaciones religiosas.

Actual y tradicionalmente, se conservan en los derredores del antiguo Pilar de San José y la cruz de la calle Ancha. Y se ha extendido a San José de Huerta de Capuchinos.  

 

Junto las luminarias,  se realizaban las máscaras o mascaradas, que eran los desfiles de los caballeros a caballo con las chirimías y atabales visitando las distintas luminarias y plazas. Provenían de estas paradas de los siglos XVI y XVII y se mantuvieron hasta el siglo XIX. Pero, desde este siglo XX, el lugar de los caballeros lo ocuparon las bandas de las tropas alojadas en la ciudad. A las doce del mismo día tenía lugar una compañía enmascarada y a caballo, compuesta de unos veinticinco jinetes recorrían las calles de la población iniciándose por la plaza y anunciando el baile  vespertino.

 A a mediados del siglo XX, la Banda Mixta de Nuestro Padre Jesús y la escuadra de judíos que recorrían las lumbrás. Actualmente, agrupaciones musicales del Cristo de la Salud y de Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Esperanza, Dulce Nombre de Jesús junto con las veteranas del Gallardete y Tambores y Trompetas del Ecce Homo han acrecentado este desfile caballeresco y musical.

 

El pueblo sencillo nunca llegó a denominar las vísperas de este santo esposo como sus Luminarias; a lo más que se escucha por la vecindad es las Lumbres de San José. Las dos palabras aluden al significado de esas hogueras que se celebran con el sentido de la quema de pilas de  ramón de olivo  que anuncian su fiesta  Y en verdad que Luminarias es una palabra poética y preciosa por su rima final; recuerda históricamente las luminarias que se colocaban en las atalayas alcalaínas para iluminar a los cautivos que procedían de las cárceles enemigas para alcanzar la tierra de libertad.

 Esta luz es ingrediente básico que siempre se mostró en las Lumbrás del municipio de la ciudad de la Mota. El pueblo sabio recogía la  connotación, que algunos pretendieron añadir,  del sentido de calor humano de la fogata colectiva. La palabra luminaria sufrió en Alcalá la Real una evolución de su significante y significado a través de su historia léxica.

Nunca se sintieron remisos en deformar aquella palabra Lumbrada. Sabían que aquel fuego era una lumbre grande, pero que, con la caída de la  dental sonora intervocálica y la fusión de las dos, les  parecía como si quisieran  expresar una luz especial y colosal. Sería un vulgarismo , pero lo compartieron esta terminación como otras andaluzas como la espantá, la despertá, la levantá.. Simplemente hacían suyo el rico, expresivo  y complejo sistema vocálico del dialecto andaluz.

               De seguro que algún cortesano ponto pondrá los puntos sobre las íes, y, en vez de quemar en la hoguera los malos espíritus, los enfrentamientos banales, los disensos inútiles  y los ufanos complejos de su ficticia superioridad territorial, es capaz  de sacar el  lema propuesto para la academia por el conde del Montellano: Con el ocio, lo lúcido deshace, rompe y luce. Pero, ya está la Academia para esos fines, dejemos al pueblo que normalice su norma. Pues , si no, todavía estaríamos hablando latín. De ahí que  mantenemos el título  de las fiestas de la hogueras con   las lumbrás de san José.

 

 

 

 

 


 

 

 


Añadir leyenda

 


 

 


 

 


 

 Es curioso que, durante el invierno, se celebren varias fiestas, donde las hogueras arden  y se encienden en varios barrios y rincones de  la Sierra Sur, sobre todo Castillo de Locubín, Alcalá la Real y sus aldeas. Lo hacen con motivo de la celebración de alguna festividad religiosa: en enero, por el día de San Antón como en Jaén; a primeros de febrero, por la Candelaria, abunda este tipo de hogueras y, en el dieciocho de marzo,  para honra de San José. De primeras, surgen las interrogantes sobre los elementos constitutivos de la fiesta: el fuego, los objetos de la hoguera, los ritos y los fines. No falta quien osado se lance a la  justificación sociológica de primera mano , y convierta estas fiestas en una catarsis griega, donde el pueblo se purifica a la manera del público de  su tragedia clásica. Pues, en medio de estos momentos difíciles y azarosos, no cuesta trabajo simbolizar la quema de los trastos viejos con el  deseo y ansías  de cambio de nuestras vidas gracias al fuego purificador de una crisis que no sólo quema a los más excluidos y más débiles, sino que achicharra, hasta la médula, al más pintado. 

Es verdad que la crisis se ha empleado a fondo con las personas que no  pueden cubrir ni siquiera los gastos básicos de luz, butano e, incluso, de elementos básicos como la vivienda, el vestido y la alimentación. Pero, su guadaña ha hecho mella también en muchas familias acomodadas que impulsaron con gran ilusión su pequeño negocio para afrontar las haciendas de sus casas, y han visto cerrados sus locales; por otro lado, muchos cooperativistas han visto mermado sus fondos y sus pequeñas empresas se han visto obligadas a mantener los puestos fijos y con gran dificultad. Tan sólo, paso de rositas por aquellos que los dígitos de beneficios solamente variaron en unas décimas ( si no se acrecentaron aprovechándose de la indigencia y la desesperación de otros)   para engordar sus arcas repletas de bienes.

            Sin embargo, por mucho que se quiera y se pretenda, no se encendieron desde tiempo inmemorial las hogueras ( cuya palabra degeneró, a partir de su evolución fonética,  en lumbradas y lumbrás en detrimento de la bella luminaria)  con estas hipotéticas interpretaciones, sino con la acertada intención de anunciar, en el día de la víspera, un acontecimiento festivo e importante( un evento dirían nuestros nuevos próceres) de modo que nuestros antepasados colocaban las  luminarias para que, de lejos, se vieran,  encima de las murallas y de las torres de la fortaleza de la Mota y, atrajeran a las personas a las fiestas; luego bajaron a las plazas de la ciudad baja. Y se hicieron urbanas. Es decir, ofrecían una misión pregonera, una anticipo festivo y una llamada al disfrute colectivo por una fiesta que rompía la monotonía del valle de lágrimas de cada día.

 Viene esto a cuento de que el mes de marzo es el mes , en estos  pueblos de la Sierra Sur y en  Alcalá la Real, de las Lumbrás de San José. Antes, se encendían las hogueras de todo tipo ramaje y támaras  de monte bajo en algunos rincones de la ciudad de la Mota. Como muestra de anuncio y publicación de las fiestas, se hacían  luminarias, que eran hogueras que solían encenderse en los distintos sitios señalados de la ciudad, el castillo de la Mota, las Casas de Cabildo, por los siglos XVI. Las encendían durante tres noches repetidas en cuanto se produjera la noticia del acontecimiento.

Muy alejadas en el tiempo en lo alto de las torres, almenas y las casas de cabildo de la ciudad fortificada del cerro de la Mota para anunciar las fiestas.      Durante algún tiempo del siglo XVII, el centro neurálgico de la ciudad será la calle Real y el Paseíllo de la Mora, el Llanillo y la Placeta de las Trinitarias, fueron los espacios abiertos donde se proclamaron los actos festivos y levantaron los tablados, y de confluencia de vecinos en las manifestaciones religiosas.

Actual y tradicionalmente, se conservan en los derredores del antiguo Pilar de San José y la cruz de la calle Ancha. Y se ha extendido a San José de Huerta de Capuchinos.  

 

Junto las luminarias,  se realizaban las máscaras o mascaradas, que eran los desfiles de los caballeros a caballo con las chirimías y atabales visitando las distintas luminarias y plazas. Provenían de estas paradas de los siglos XVI y XVII y se mantuvieron hasta el siglo XIX. Pero, desde este siglo XX, el lugar de los caballeros lo ocuparon las bandas de las tropas alojadas en la ciudad. A las doce del mismo día tenía lugar una compañía enmascarada y a caballo, compuesta de unos veinticinco jinetes recorrían las calles de la población iniciándose por la plaza y anunciando el baile  vespertino.

 A a mediados del siglo XX, la Banda Mixta de Nuestro Padre Jesús y la escuadra de judíos que recorrían las lumbrás. Actualmente, agrupaciones musicales del Cristo de la Salud y de Nuestra Señora de las Angustias, Nuestra Señora de la Esperanza, Dulce Nombre de Jesús junto con las veteranas del Gallardete y Tambores y Trompetas del Ecce Homo han acrecentado este desfile caballeresco y musical.

 

El pueblo sencillo nunca llegó a denominar las vísperas de este santo esposo como sus Luminarias; a lo más que se escucha por la vecindad es las Lumbres de San José. Las dos palabras aluden al significado de esas hogueras que se celebran con el sentido de la quema de pilas de  ramón de olivo  que anuncian su fiesta  Y en verdad que Luminarias es una palabra poética y preciosa por su rima final; recuerda históricamente las luminarias que se colocaban en las atalayas alcalaínas para iluminar a los cautivos que procedían de las cárceles enemigas para alcanzar la tierra de libertad.

 Esta luz es ingrediente básico que siempre se mostró en las Lumbrás del municipio de la ciudad de la Mota. El pueblo sabio recogía la  connotación, que algunos pretendieron añadir,  del sentido de calor humano de la fogata colectiva. La palabra luminaria sufrió en Alcalá la Real una evolución de su significante y significado a través de su historia léxica.

Nunca se sintieron remisos en deformar aquella palabra Lumbrada. Sabían que aquel fuego era una lumbre grande, pero que, con la caída de la  dental sonora intervocálica y la fusión de las dos, les  parecía como si quisieran  expresar una luz especial y colosal. Sería un vulgarismo , pero lo compartieron esta terminación como otras andaluzas como la espantá, la despertá, la levantá.. Simplemente hacían suyo el rico, expresivo  y complejo sistema vocálico del dialecto andaluz.

               De seguro que algún cortesano ponto pondrá los puntos sobre las íes, y, en vez de quemar en la hoguera los malos espíritus, los enfrentamientos banales, los disensos inútiles  y los ufanos complejos de su ficticia superioridad territorial, es capaz  de sacar el  lema propuesto para la academia por el conde del Montellano: Con el ocio, lo lúcido deshace, rompe y luce. Pero, ya está la Academia para esos fines, dejemos al pueblo que normalice su norma. Pues , si no, todavía estaríamos hablando latín. De ahí que  mantenemos el título  de las fiestas de la hogueras con   las lumbrás de san José.

 

 

 

 

 


 

 

 

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sábado, 16 de marzo de 2024

DIARIO DE LA RUTA CAPUCHINA POR LOS LUGARES DEL ECCE HOMO

Salimos cuarenta ruteros  de Huerta de Capuchinos de la Plaza de los Sauces. Subimos calle de Capitán Cortés, Padre Villoslada, Conde de Tendilla, Utrilla, donde explicamos la Cruz de los Moros en la puerta de salida al campo, calle Corredera;  y  cruzamos hasta la Verónica. Primera parada, con explicación del barrio de la Verónica y la estación sexta del Viacrucis, y ubicación. Nos desviamos por la calle de la Mujer Verónica al barrio del Calvario, explicamos el barrio de origen de Viacrucis en 1600, sus cruces y oratorio de las catorce estaciones, las vistas de Alcalá, premio de Urbanismo Paisajistico. Nos paramos en arranque de cruces antiguas, la basa de AQUI CAYÓ POR SEGUNDA VEZ , y alcanzamos la última estación del Santo Sepulcro, ermita de san Judas( hoy de la Virgen de Fátima, y comentamos la relación del Viacrucis y las visitas de la gente alcalaína devota en mes de mayo). Bajamos por las escalerillas, entre casas blancas aisladas, espacios reconquistados y rincones de solares de las antiguas viviendas de la gente humilde desde los años treinta del siglo XX. Nos paramos por la casas de la etnia gitana, y contamos la leyenda de don Hilarión de Eslava. Llegando a la Corredera pudimos contemplar una antigua cruz incrustada en la fachada de una casa. Por calle del Pintor y Juego de Pelota, llegamos a la primera estación del Ecce Homo ( esa imagen del círculo de Pablo de Rojas), su presentación de Jesús en el Templo, y la calle de Mari Rosa ( la vecina de la famila de la Rosa entroncada en la leyenda de los Blamquitos y del tamborilero Juan Vicente). La superamos y llegamos al Pilar de las Tórtolas. Por el callejón de la Huerta de Pío, nos dirigimos al barrio del Camino de Charilla hasta la casa nº 17 entramos en la casa de la mayordoma del Ecce Homo, Natalia Jiménez Vega, donde se encontraba su cuadro y el gallardete de la Columa. Comentarios sobre la religiosidad popular , las hermandades y pasos en la cofradía del Dulce Nombre de Jesús y Santa Caridad y la de la Veracruz. 




























 



Por la Tejuela y Pedro Alba, subimos la calle Real hasta la llana de Martínez Montañés. Respiramos hasta alcanzar la calle del Puerto  y contemplar el cuadro y lámina del Ecce Homo. De allí por los callejones del Mudo y Horno de Colodrero  a la casa n 71 de la Hermandad del Ecce Homo, donde nos esperaban hermanos mayores, mayordomas y hermanos del Ecce Homo. Explicamos el LVDVS REGIS, algunas escenas y pasos y contemplamos el corto titulados PASOS DE LA HERMANDAD DEL SEÑOR DEL ECCE HOMO Y JESÚS EN LA COLUMNA. Despues ricos pestiños, orejas y roscos de vino nos prepararon las anfitrionas cofrades, a las que damos las gracias.  Un abrazo. Una ruta cultural, senderista, ecocostumbrista y cofrade.

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JORNADA DE PUERTAS ABIERTAS

domingo, 10 de marzo de 2024

LA CALLE ROSA. CONCLUSIONES

 

                        I


EL NOMBRE DE LA CALLE ROSA

 


Muchas veces, recorriendo el barrio de las Cruces, y comenzando el Via Crucis en el oratorio del Ecce-Homo siempre lo ligaba con la calle Rosa. Y esta con la leyenda de Mari Rosa y el capitán de los Blanquitos. En verdad que daba encanto y emoción al entorno de la cruz, el cristo pasionario y el crimen del capitán. Pero, muy lejano su nombre de calle a esa mujer. Como intuyeron Domingo Murcia y Antonio Heredia en el Callejero el nombre se debía a la familia "de la Rosa". Era normal denominar una calle por un vecino que le daba nombre o apellido. Andrés de Mesa le dio el apellido,  Écija el gentilicio de Diego Martínez de Écija, Pedro de Alba dio nombre y apellido, y pocos solo el nombre los Vicentes. De oficio. lA calle de las Zapaterías.O desaparfecidas como el callejón del Colodrero. 

Hemos encontrado la confirmación del hecho. En concreto en un documento del escribano Hernández Capilla, con fecha de 25 de septiembre de 1595, recoge exactamente el nombre de la calle, al comprar Isidro Hernández, Pedro Hernández de Castilla, una casa y choça en la calle que va a San Marcos, linde con casas de Pedro Rodríguez Ganadero y casas de Hernán García Granadino. Se valoraba en la cantidad de seis mil maravedíes y se debía a Pedro de Pareja, en la que estaba cargado el censo. 

Todo era fruto de una segunda etapa de la urbanización de la parte llana, en la que en la primera etapa las parcelas  o hazas concedidas a los descendientes de los conquistadores, vendieron en forma de censo perpetuo los solares, a los nuevos colonos de la ciudad  que abrieron calles y le dieron nombre, en este caso CALLE DE PEDRO DE LA ROSA. Y de ahí un paso calle  Rosa. En esta urbanización, los vecinos cercaban el solar, abrían cuerpo de casa, muchas veces de retama o de teja, y en ocasiones, palacios en torno al patio, y chozas y caballerizas, y otras dependencias. 


II

LA CALLE ROSA EN EL CATASTRO DE LA ENSENADA

La calle Rosa ya rezumaba  leyenda y pasión. La en lazaban a con la leyenda de Mari Rosa y el capitán de los Blanquitos. Incluso se ha olvidado la ocumentación del siglo XVI  en la que aparece dentro de una zona de nueva urbanización, denominada La Viñuela.  Lo que es seguro que ya se iniciaba el camino del Vía Crucis, antaño Calvario de las Cruces, con la primera estación de Jesús presentándose ante el Pueblo, El Ecce-Homo del Oratorio en el inicio de la calle Rosa, erigido  en los años cuarenta del siglo XVII por unos  devotos para práctica de piedad. Y culminaba con el Corral del Concejo, donde quisieron levantar la colegiata o Iglesia Mayor de la Mota, y la iglesia de las Angustias.  Junto al pilarejo cercano a este lugar.  
     Esta calle fue siempre  agroganadera por excelencia y casi por unanimidad, de pujareros y jornaleros. Hacía de espaldas del colegio de Cristo Rey;y de entrada de su internado. Su nombre se remontaba a la familia de la Rosa, que ya  avecindaban en 1587 al espartero Juan de la Rosa y a su familiar Pedro de la Rosa. Por el programa de la Virgen de 2018, Antonio Heredia cita textualmente que, en un documento del  legado de los Mora y Garrido, se denominaba la calle de la Juan de Rosa en los últimos decenos del siglo XVII, y en 1725, la familia de la Rosa avecindaba cuatro vecinas (las viudas pobres Catalina de la Rosa, Francisca,  Agustina  e Isabel).  
Me viene a la memoria los hermanos Vegas, unos campesinos que abandonaron estas tierras tras la posguerra, uno  concejal de tiempos de la  II




República,  y otro un dirigente comunista afincado  y exiliado en Francia, que atravesó clandestinamente todo el territorio español hasta llegar a tierras galas y volvió en tiempos de la democracia. una historia anónima muy interesante del exilio alcalaíno.  
Con el Catastro de la Ensenada, abundan los miembros de la familia de la Rosa, pero las viudas acabaron con la saga de esta familia en la calle Real y se trasladaron a otros lugares como la calle de las Parras, Peste, San Francisco, Vicentes y Barrero, e incluso emigraron a tierras de Frailes, cortijos del Palancares, Charilla, Santa Ana y la Hortichuela. En este registro oficial estos eran sus  42 vecinos:

 SECTOR PRIMARIO

Jornaleros

Santonio Carrillo ( 251), casado.
Francisco Moyano (254), casado, sin hijos. 
Francisco Díaz de Villalta (255), jornalero, casado, tenía cuatro hijas.
Francisco Márquez ( 258),  casado y tenía un hijo menor.
Francisco Esteban Dávila, (260)soltero, con un hermano jornalero. 
Francisco Calleja,(261) viudo, con dos hijos menores y una hija. 
Francisco de la Fuente, (262), casado, con una hija. 
Juan Vellido, el Menor,  ( 265).Casado con un hijo menor. 
Juan Canalejo (266), con un hijo menor y una hija. 
Juan de Dios Ragis ( 267), casado y con una hija. 
Juan Esgtedo (268) soltero. 
Juan de Rosales (269) casado, con un hijo menor y una hija. 
José Cobaleda ( 270), casado, con un hijo jornalero mayor de 18 años, , dos hijos menores y una hija.
Juan Muñoz (273),  casado, con cuatro hijos menores y una hija. 
Juan Callejas (274), casado,  con dos hijos menores y dos hijas. 
Luís Pérez ( 276). casado, con un hijo menor. 
Manuel de Moya (278), casado con dos hijos menores y una hija.
Miguel de Valenzuela ( 281), casado con dos hijos,.  jornaleros mayores de 18 años. 
Pedro Manuel Peinado, casado , sin hijos ( 286). 
Patricio de Moya ( 288), casado, con dos hijos menores y una hija. (
Pablo García, (289)mayor de 60 años, casado  y con un hijo menor.
Tomás de Checa (291), casado. 
Tomás Martín Vallejo (292). casado y con una sobrina. 
Pastor
 Francisco Galabardo (259).
Juan de Torres Gadea ( 275), con tres hijos menores y cuatro hijas. 
Ganadero 
José Martín de Rosales (271), ganadero , de 62 años, viudo.  y con un hijo jornalero, mayor de 18 años , y una hija. 
Pegujareros

Francisco Valenzuela (256), casado, tenía dos hijos,  de 18 años, jornaleros y una hija. 
Francisco Domínguez (257), El mayor,  tenía un hijo jornalero mayor de 18 años.
Manuel Martín de la Iglesia ( 280), jornalero pegujarero, con un hijo menor. dos hijas,. y un sirviente, casado. 
Manuel de Ballartas, casado, y con un sobrino menor (282).
 Pedro de la Cruz, pujarero y jornalero, casado, con un hijo menor y dos hijas .
Pedro Ruiz  Cortecero (290), casado. 
Desde el Mirador de la Fábrica Artesanal de Cerveza  en la calle Rosa, con un curso de la UNED. 
Viudos
Ana Francisco Vico, con tres hijas (252).
Francisca Molina (253), con un hijo menor.
Francisco de Castro, pobre , (283)  mayor de 60 años. 
Isabel Serrano Martos (264).
María Josefa de la Iglesia ( 277), con dos hijos mayores de 18 años, , uno soldado miliciano, el otro jornalero, y tres hijas. 
Maria de Muro (280),  con un hijo menor. 
Manuela Calleja ( 285), con un hijo menor.
María Callejas (286) , con un hijo menor y dos hijas 
Doncella
María Manuela Gutiérrez Vela, con una sobrina (283)

IV

Un documento  del escribano Francisco de Velasco ( en su legajo de  5195, folio 2500 y ss) versa sobre esta familia y es muy interesante para desmontar la leyenda y comprender el cambio del nombre de calle. En primer lugar se denominaba como calle del Peso Viejo que desembocaba junto al Pilarejo  y el Corrarl del Consejo. Por los testamentos e inventario de bienes así como su reparto, podemos confirmar que María de la Rosa vivió hasta 1667 en la casa de esta calle lindera con la Henán Sánchez de Hinojosa y la de Miguel de Valenzuela. y dice su testamento de 1657 " en lo alto de la calle que llaman de Maria Rosa".Y de ahí el nombre de la calle Rosa y el de la leyenda Mari Rosa. Murió ya viuda de Pedro Rodríguez de Castilla.Tuvo como hijos  a Francisco de la Rosa (1652), Juan de la Rosa casado con  doña Ana de Ibáñez Valenzuela (1656) que tuvo a María,  Lucia. Catalina y Pedro, muerto antes que la abuela, el capellan  Jua,n  Francisco    y Ana  Rodríguez de la Rosa casada con Sebastián Frías, cuya hija era Catalina( 1627-1637) que murió sin dejar hijos. Poseía sin terminar, en alberca, una casas en la calle de Diego Martínez de Izquierdo y Ecija,  linderas con casas de Bernabé Lopez Ramos y Juan León que se vendieron para gastos de entierro de sus hijos. 

 Casó por segunda vez con Bartolomé Sánchez de Castilla,  del que tuvo Bartolomé Sánchez y Pedro de la Rosa.  Fue enterrada en la capilla del Cristo de la Humildad de la iglesia de Nuestra Señora de Consoación vestida con el hábito franciscano y  acompañamiento de beneficiados, frailes, curas  cofradías 30 capellanes.  Se le dedicaron 400 misas,  en su primer testamento de 1657 fundó una memoria para que se dijeran dos misas al Cristo de la Humildad  por su alma y sus familiares el día de Todos los Santos  y Octava en el altar y capilla del Cristo de la Expiración, sobre una finca  de tres fanegas de tierra en el haza de la Fuente de la Salud , lindera con la del caballero Fernando Álvarez de Sotomayor.  Hizo el reparto de todos sus bienes, hacienda y dinero entre sus nietos, pues habían fallecido sus hijos. Su herencia ascendía a 292. 240 maravedíes divididas en estas  8 partes:

DOÑA MARÍA de la Rosa Clavera,   36.530.000 

Una haza  en el camino de Charilla, lindera con Mateo Cecilio e Isabel de Alarcón , llamada de Los Torcales, parte de las casas que cobrará de doña Ana  ( 6.225 reales). unas trevedes, un almirez con su mano,  peso de cruz, un caldero, otro peso de balanza,  media arroba de hierro, un bufete pequeño,  herrados de cobre, un bufete , 

JOAN      IDEM

La parte de las casas de su abuela en dinero 36,533 maravedíes que pagó Ana) .

Un arca y un caldero. 


DOÑA ANA IDEM


 Unas casas que que se adjudicaron a  Ana de la Rosa valoradas en 350 ducados: 135. 250 maravedíes: 


DOÑA FRANCISCA

Parte de las casas de su abuela en dinero 36,533 maravedíes. 


DON FRANCISCO  

Media fanega en el camino de Romperserones y otra haza en el camino del Castillo

Un arca de pino

Una caldera 

..........

A los siguientes 

DOÑA CATALINA MONJA, hija de aNA de la Rosa, que la crió en su casa y mantuvo gastándose has ta 400 ducados. 

DOÑA LUCÍA MONJA

 PEDRO  (1664)

Los  representó doña Ana de Ibañez , viuda de Juan Rodríguez de la Rosa  y su hijo Pedro de la Rosa muerto 1665, tuvieron dos hijas monjas profensas en el convento dominico de la Encarnación recibieron  una haza junto al Señor San Marcos , linderas con tierras de D.  Francisco de Cáceres  y de Pedro de Moya y camino de Charilla con una fanega y 9 celemines llamada de la Escucha para lucía.  ( 70 ducados: 39175 maravedíes)  y las tierras en el camino del Castillo linderas  con Diego de Rojas y camino con fanega y media  ( Charilla)

Tenía un familiar capellán Juan  Pérez de la Rosa. y como herederos Francisco de la Rosa que había muerto y Juan de la Rosa que tuvo como hija María de la Rosa,  en quien quedó la herencia y  doña Ana de la Rosa, . Tuvo por heredera a esta nieta  de nombre María de la Rosa.  Disfrutaba de los bienes de campo de su marido fallecido Pedro Rodríguez ( tres fanegas  en la Fuente de la Salud, diez celemines en una haza del camino de Charilla,  para maría) Media fanega en el camino de Romperserones para Francisco y otra ha<za en el camino del Castillo ;, al nieto Juan de la Rosa ( 36.533 de sus casas), y a Juan poerez de la Rosa capellan (36.533 maravedíes).

LA CALLE QUEDÓ CON EL NOMBRE. Y LA CASA  EN MANOS DE SU NIETA ANA, MENOR A LA HORA DE SU MUERTE  Y CUANDO LA CALLE SE LLAMABA DE MARI ROSA.

La foto es del libro del callejero  de Alcalá la Real de Antonio Heredia y Domingo  Murcia, a quienes agradecemos su publicación. 



Y ESTE ARTÍCULO  EN ALCALÁ INFORMACIÓN

CALLE ROSA ENTRE LA LEYENDA Y LA HSITORIA.

          Las calles son las arterias de la ciudad, la vida de sus vecinos y  la historia  de  su gente. La calle Rosa es un testimonio  de  la ciudad de Alcalá la Real. El escribano Francisco de Velasco versaba en 1662 sobre la familia de la Rosa  y con sus documentos se desmontaba  la leyenda  de esta calle y se comprendía  el cambio de su  nombre en su tiempo. En primer lugar, refería que  se denominaba  calle del Peso Viejo que desembocaba junto al Pilarejo y el Corral del Consejo. Pero, por los testamentos e inventarios de bienes, así como su reparto de los miembros de la Rosa, confirmaba que María de la Rosa vivió hasta su muerte  en una  casa de esta calle lindera con la Hernán Sánchez de Hinojosa y la de Miguel de Valenzuela, en concreto " en lo alto de la calle que llaman de María Rosa". Y de ahí el nombre de la calle de la  Rosa y el de la leyenda Mari Rosa. Murió ya viuda de Pedro Rodríguez de Castilla. Tuvo como hijos a Francisco de la Rosa (1652), a Juan de la Rosa casado con doña Ana de Ibáñez Valenzuela (1656) que tuvo por hijos a María, Lucia , Catalina y Pedro, muerto antes que la abuela, al capellán Juan Francisco y a Ana Rodríguez de la Rosa casada con Sebastián Frías , cuya hija era Catalina( 1627-1637) que murió sin dejar hijo .

Como antesala del barrio de las Cruces, y primera estación  del Vía Crucis con el oratorio del Ecce-Homo,  siempre se ligaba la calle Rosa con la leyenda de Mari Rosa y el capitán de los Blanquitos. En verdad que daba encanto y emoción al entorno de la cruz, el cristo pasionario y el crimen del capitán. Pero, muy lejano su nombre de calle a esa mujer de leyenda. Como intuyeron Domingo Murcia y Antonio Heredia en el Callejero el nombre se debía a la familia "de la Rosa". Era normal denominar una calle por un vecino que le daba nombre o apellido. Andrés de Mesa le dio el apellido a la calle que cierra la ciudad por el norte,  Écija el gentilicio de Diego Martínez de Écija a la calle que desemboca en la tejuela, Pedro de Alba dio nombre y apellido a la diagonal entre la Tejuela y Real . Pocas calles se llamaron solo por el nombre, como la desaparecida de los Vicente.

Todo era fruto de una segunda etapa de la urbanización alcalaína de la parte llana, en la que en la primera etapa las parcelas  o hazas concedidas a los descendientes de los conquistadores, vendieron en forma de censo perpetuo los solares, a los nuevos colonos de la ciudad  que abrieron calles y le dieron nombre, en este caso calle de Pedro de la Rosa. Su nombre se remontaba a la familia de la Rosa, que ya  avecindaban en 1587, al espartero Juan de la Rosa y a su familiar Pedro de la Rosa. Por el programa de la Virgen de 2018, Antonio Heredia cita textualmente que, en un documento del  legado de los Mora y Garrido, se denominaba la calle de la Juan de Rosa en los últimos decenios del siglo XVII, y en 1725, la familia de la Rosa avecindaba cuatro vecinas (las viudas pobres Catalina de la Rosa, Francisca,  Agustina  e Isabel).  

 Y de ahí un paso calle  Rosa. En esta urbanización, los vecinos cercaban el solar, abrían cuerpo de casa, muchas veces de retama o de teja, y en ocasiones, palacios en torno al patio, y chozas y caballerizas, y otras dependencias. Y unos años más tarde de Mari Rosa.

La calle Rosa ya rezumaba  leyenda y pasión. El Ecce-Homo del Oratorio, erigido  en los años cuarenta del siglo XVII por unos  devotos para práctica de piedad. Culminaba con el Corral del Concejo, donde quisieron levantar la colegiata o Iglesia Mayor de la Mota, y la iglesia de las Angustias junto al pilarejo cercano a este lugar.  

     Esta calle fue siempre  agroganadera por excelencia y casi por unanimidad, de pegujareros y jornaleros. Hace de espaldas del colegio de Cristo Rey; y de entrada de su internado. Hoy, conduce a la ermita de San Marcos y se hace senderista en la ruta de los Zumaques. Se transforma en vivienda turismo rural  y mirador de la Mota, artesana de la cerveza y testigo de un pueblo que se hizo ciudad. Es, en suma, una voz que reclama  la presencia humana de sus portones cerrados, requiriendo la llave de los nuevos inquilinos del siglo XXI. Una nueva urbanización, más bien una vuelta a su vecindario.