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miércoles, 30 de abril de 2014

PARA EL DÍA DE LA CRUZ. TRES DE MAYO.


Desde el mirador del Antiguo Convento de Nuestra Señora del Rosario al rincón del Ecce-Homo (I)

 


 

He conseguido subirme a una azotea de una casa cercana al  antiguo  convento dominico de Nuestra Señora del Rosario. Me he provisto de prismáticos modernos y de binoculares de principios del siglo XX.  Me he recreado  en un vaivén de imágenes que me han hecho revivir la diacronía de la memoria histórica de  un barrio, que paso de ser el eje de Alcalá la Real a convertirse en el fiel  testigo  profundo  de la esencia alcalaína. No se puede pedir  más a un barrio  que mantuvo, durante muchos años, y en parte mantiene, el ayuntamiento, la cárcel  y la casa del corregidor  en una de las primeras  casas de Alcalá la Real, el templo de la Patrona desde la retirada de los franceses allá por 1812, el mercado de la ciudad  y el foro o con  un espacio público de ocio para  la ciudad. Pueblo y polis. Justicia con Premio  y Castigo. Religión y fiesta de toros. Sin olvidar que, en siglos pasados,  la enseñanza estuvo presente en algunas casas de los hidalgos  alcalaínos  y , el ciclo secundario, en los dos conventos- el de San Francisco y el de Santo Domingo .  Mi  vista se dirige de inmediato a la prolongación de la calle Real, siguiendo el Juego Pelota y, a través de los antiguos empedrados escalonados, hacia el oratorio del Señor del Ecce-Homo, con su cruz y la representación de la primera estación  del Vía Crucis que se escalonaba hasta la cima del cerro de los Llanos, envuelto en una salmodia de plegarias, oraciones y  pasos del calvario.  La ermita ya no refleja, desde su interior, el resplandor amarillento de aquel marco dorado que encerraba una lámina de grabado de Ecce-Homo. Desde los años sesenta, el bueno de Saturnino López Pérez, emparentado con el maestro Manuel de la Morena, se trajo para su tierra esa imagen  de la escuela barroca granadina, que mejor representa la presentación de Jesús ante el Pueblo tras ser condenado por las autoridades judías. “Ecce-Homo, he aquí el hombre”  clama entre la negra  reja de hierro y el arco  de medio punto que abre el oratorio a los vecinos para la plegaria diaria.  Ecce-Homo que recuerda a nuestro antepasado Pablo de Rojas o algunos de sus discípulos como los Mena con  su policromado y estofado  entre el color púrpura de su manto y la blancura  de su carne macerada y zaherida por los azotes. Majestad de cetro dorado en contraste con la  dura corona de espinas.   Gran acierto tuvo aquel vecino de este barrio, maestro de obras y  alarife o fontanero municipal- este era el nombre que se otorgaba a los que cuidaban de la infraestructura de la ciudad-  que, a mediados de siglo, salvó lo que pudo en medio de muchos edificios artísticos que se declaraban ruina inminente y se sustituían por el mundo del ladrillo y de las alturas descompensadas. Aquel Ecce-Homo salvó un rincón  único de nuestro pueblo que atrae en primavera a vecinos y forasteros, cautiva a los enamorados  con sus leyendas y  goza en los primeros días de mayo  con  el ágape de la gastronomía local. Y, bajando  las nuevas rampas que simulan empedrados sofisticados granadinos, los que  sustituyeron a los antiguos tapiales-como se llamaban los empedrados de piedra ígnea “ ijena”,  claro para nosotros-,  los  cuerpos se  enredan entre macetas de geranios colgadas en las blancas fachadas y los apliques de calderos de cobre gitano mientras se degustan los caldos del país y  la matanza alcalaína, hasta llegar al extinto edificio de la  Tercia, lugar donde se recogía el diezmo de los cereales para entregar un tercio a la Abadía y el resto a la Capilla Real de Granada. Todavía la retina nos  retrotrae a  un edificio de piedra de cantería, donde se  encerraba, en tiempos abaciales ,  en grandes trojes  los esfuerzos  de los campesinos  y  de los labradores. La piqueta no fue contemplativa con este edificio  sino que se metamorfoseó en una de las primeras viviendas multivecinales , que era, para la nueva clase media,  un motivo de orgullo , allá por los años sesenta y setenta del siglo XX.  No le gustó a los nuevos tiempos  cambiar su fachada  blanca andaluza de la Monarquía del  Antiguo Régimen  con  edificios del modernismo y el regionalismo  de los bellos edificios  que circundan a la farola que hace  rotonda- algunos reclaman una intervención inmediata antes de que el cisne entone su canto de lamentación. Bello rincón enmarcado con la torre y fachada sur de la iglesia de Consolación , la entrada de las calles del tinajero  Antón de Alcalá, las Parras y el carpintero Espinosa, donde se sirve la cocina del lugar afortunadamente muy bien conservada por las manos de la familia de  los Góngora y los Daza. Los primeros  han abierto las puertas  de su establecimiento en una mansión que recuerda el mundo de los emigrantes franceses, porque han restaurado y rehabilitado con buen gusto una casa que recuerda la mano dadivosa de Pablito Batmala, a la que acudían los pobres de solemnidad para recibir el real de plata o la alcuza de aceite de un hijo de un francés afincado en tierras alcalaínas como lo eran los vecinos de las casas de más abajo. Los Camy y  los Miqueu. Este rincón siempre fue un lugar de artesanía por excelencia donde la carpintería antes de los Murcia, ahora de los Hidalgos, destacaban en el mundo comarcal. Un lugar que tiene nombre deportivo, porque en sus paredes jugaban los niños a la pelota con influencia vasca, el vetusto frontón que despareció de tierras andaluzas y en muchas paredes alcalaínas como el antiguo Pósito de la Mota o en el primer recodo de la calle la Peste donde  jugaban con bolas trapo y un palo-corto, largo, cesta, paleta, lo  que desconocemos.-  que le servía para darle más fuerza al lanzamiento. Y la vista se  nos queda en los edificios modernistas que sustituyeron, a principios de siglos XX, las recatadas y blancas fachadas andaluzas. Pero, el mirador se ha saturado por este año y se hace de noche. (continuará).      
 
 
 

EL UNO DE MAYO.LAS SOCIEDADES OBRERAS DE LAS ALDEAS.


OTRAS SOCIEDADES, SINDICATOS Y PARTIDOS EN EL SEGUNDO DECENIO. LAS ALDEAS.

 


 
Todas las asociaciones obreras convivían, en medio de grandes  dificultades,  con la sociedad conservadora, salvo  la de  carácter obrerista   Amigos de la Paz, que estaba muy sumisa a la generosidad, a la  limosna y a la dependencia de los políticos conservadores de turno. Pues era síntoma de una  sociedad  alcalaína conformista que no había despertado ante la nueva situación, dependiente de los labriegos, campesinos y las personas influyentes. Otras, de carácter patronal pretendían los mismos objetivos que se estaban defendiendo en la ciudad de Jaén. Entre ellas, alcanzaron  gran éxito la Sociedad Agrícola e Industrial Amigos del Progreso, cuyo presidente era José Sánchez Pérez,  y en la que sus afiliados respondían más a intereses más económicos que partidistas. No sabemos cual fue la importancia dentro en la vida local,  cosa diferente que en la capital jiennense donde llegaron a tener hasta algunos candidatos en los distintos comicios. Por algunos documentos relacionados con esta sociedad agrícola,  su primordial preocupación fue la defensa de labradores, arrendadores y otros intereses de dichos sectores. Pues respondía a unos momentos en los que conservadores estaban dejando el puesto a otros grupos diferentes a los del partido concervado ya no tan dependiente a los antiguos mandatarios. Del talante de estas nuevas sociedades, es un reflejo la persona de José Sánchez Amaro, que  presentó los estatutos de la Sociedad Agrícola Industrial de Charilla el veintiuno de agosto de 1918 y fueron aprobados con el nombre de Sociedad Agrícola  el 29 de marzo.

Las sociedades obreras de las aldeas, en cambio, en el año 1918, renacieron con otros nombres a los de la primera fundación. El trece  de diciembre, el gobernador civil aprobó La Sociedad de Obreros Agricultores el Faro de la Verdad  de la Rábita.  Unos días después recibieron el reglamento la Sociedad de Santa Ana[1]. Curiosamente, el mensaje de revolución social se encontraba inmerso, incluso en la denominación, a partir de 1919.  La Sociedad Obrera " Esclavitud Emancipada"  de la Pedriza fue una de las más emprendedoras y las que más se comprometió en la defensa de los campesinos y de los aldeanos. Fruto de su lucha reivindicativa fue la puesta en marcha de  varios caminos que la conectaron con otras aldeas limítrofes. De ella  surgirán algunos líderes de la República como el concejal socialista Dionisio Carrillo o  el alcalde pedáneo José Fuentes. Su centro social  era el un lugar de reunión de esta sociedad obrera que agrupaba tanto a los miembros afiliados del PSOE como los sindicalistas de la UGT. El entusiasmo de sus asociados se manifiesta en las fiestas de  primero de Mayo, cuando entonaban cantos, himnos, y enarbolaban banderas en medio de los discursos:

En este primero de mayo,

Cantemos con alegría,

Que es la Fiesta del Trabajo,

En Europa, España y en Andalucía.

Cantemos, cantemos,

 los himnos de la Libertad,

que la Pedriza no olvida

a su digna Sociedad[2].   

 

 

 

De la misma fecha son las sociedades ugetistas de  Oficios Varios "Defensa del Oprimido" de la Ribera Alta y Oficios Varios ´ Los Productores  de la Ribera Baja, donde surgirá un núcleo muy importante comunista en los años treinta con su líder José Sánchez González. Reminiscencias de la etapa anterior anarquista es la organización obrera de Mures Liquidación del Derecho, que el uno de marzo de este mismo año se vio  obligada a que se adecuara a la ley. En esta misma línea, fueron requeridas por el gobierno civil para que se atuvieran a la Ley de Asociaciones la Sociedad La Voluntad Libre de Charilla o la de la Ribera Alta La Defensa del Oprimido y los Productores de la Ribera Baja dentro de los  primeros días del año ( del diez al quince, del mes de enero).

Algunas, sin embargo, se constituyeron de nuevo como  Cultura y Defensa de Valdegranada el treinta y uno del mismo mes, lo mismo que la comentada Esclavitud Emancipada de la Pedriza. 

Pero la huelga de principios de año debió causar un fuerte impacto en las autoridades civiles, de modo que por el 29 de marzo, y de un  plumazo se cerraron las siguientes Sociedades: Liquidación del Derecho de Mures, el Faro de la Verdad de la Rábita, Cultura y Defensa de Valdegranada, Defensa del Oprimido de Ribera Alta, Esclavitud Emancipada de la Pedriza, Agrícola industrial  y Voluntad Libre de Charilla, Aromas del Amor y  Sociedad   Agrícola de Santa Ana. Incluso el gobernador civil envió una circular el 29 de abril prohibiendo el primero de mayo, amenazando con el confinamiento de los convocantes[3].

En 1919, ante el incremento  de lo que se denominaba cuestión agraria de Andalucía, se produjeron algunos acuerdos corporativos que manifiestan que el clima político y sindical no era muy halagüeño para los conservadores, porque en varias ocasiones reclamaron del gobierno de la nación  el aumento de plantilla y de puestos de las fuerzas de orden público. Se veían incapaces de controlar con la docena de miembros la carretera y otros puntos conflictivos.. Por eso, en 24 de septiembre de 1919, solicitó que se instalara un puesto de seguridad y seis puestos de guardia civil en Charilla, Pedriza, Mures, Santa Ana, Ribera Alta y Ermita Nueva. “que es lo que menos puede pedirse para que pueda ser garantizada la propiedad y seguridad de las personas constantemente amenazadas por la propaganda sindicalista que en un día no lejano proporcionará un grave disgusto al pueblo por la impunidad de que goza por ser imposible que con cinco parejas de ka Guardia Civil, situada en el casco de la población distante de18 kilómetros de algunas aldeas, puedan garantizar el orden, la libertad de trabajo en su término de 24.000 hectáreas y 25.000 vecinos, pues cuando tienen que atender a un lado abandonan el otro acabando destrozados y sin resultado practico alguno”. En el mismo años se pidió el traslado del cuartel de Mures a Charilla por no encontrar local, y, una año después, la oferta de local  para cuartel en la aldea de la Pedriza(18.8.1920)

También, se produjeron varios enfrentamientos entre el alcalde en funciones Hinojosa Ríos y un grupo de vecinos, encabezados por Morente, vigilante de la cárcel, y un tal Barrio. Los incidentes eran simples pretextos de los republicanos y socialistas, según los conservadores, para manifestar que existían delitos o abusos de poder  ante las inminentes elecciones municipales. En palabras del alcalde, con motivo de la destrucción de varias cargas de pescado por estar en mal estado, y la asonada de un grupo numeroso de personas que levantó acta ante Azpitarte del abuso de poder, decía “parece que estos señores obedecen a una conjura política de malestar y producir escándalos para poder abusar en las próximas elecciones municipales  o tener motivo para quejarse de imaginarios atropellos y crueles tiranías”.

 

Pasaron unos años y algunas sociedades debieron tener poco desarrollo de vida  societaria hasta tal punto que era frecuente que nacieran y renacieran varias veces durante un pequeño periodo de tiempo y con el mismo o diferente nombre. Una de ellas fue la Sociedad Obrera  La lealtad de Ermita Nueva. Funcionó, a lo largo de la primera y segunda quincena del siglo veinte  con algunos paréntesis como su disolución en 1906. El día doce de enero de 1920, el presidente ordenó la disolución y envió al alcalde toda la documentación junto con  el acuerdo de extinción. En concreto, con esta fecha se disolvieron las sociedades El porvenir del Obrero y la mencionada La  Lealtad en Ermita Nueva. Y, el día 17 de enero de 1920,  la  Defensa del Oprimido de la Ribera Alta. En este año, precisamente y como contraste,  se fundó la Flor Naciente de las Caserías de san Isidro el ocho de febrero y se controlaron  por el gobierno civil las cuentas de la Esclavitud Emancipada.
En Alcalá la Real se mantuvieron  a partir de 1920 otras sociedades de diverso tipo: la sociedad Aromas del Amor, en concreto, el siete de enero de este año,  reintegró los papeles de su organización  al Gobierno Civil (Su sede estaba situada en la calle Veracruz en el número treinta y ocho); también el gobierno civil recabó la documentación de otra organización  La Sociedad Agrícola y Regional de Alcalá la Real,  aprobada definitivamente el uno de abril del mismo año. Otras como la Constancia y el Centro Agrícola  de Alcalá la Real ya estaban disueltos mes de agosto de 1918.



 

II. HACIA EL UNO DE MAYO. LA SOCIEDAD OBRERA DE ALCALÁ LA REAL.


LA SOCIEDAD OBRERA LA EMANCIPACIÓN                             

           

 EN 1918, la Sociedad  de Oficios Varios Aromas del Amor  recogió la antorcha de la antigua Emancipación.  Sus miembros procedían de los sectores republicanos y socialistas, aunque poco a poco se conformó en una sociedad de tendencia socialista. Su primer presidente fue Pablo Batmala, pero luego fue sustituido por Salvador Frías, socialista. Sin embargo, un año más tarde, y, con este mismo nombre, renació, el once de marzo de 1919, con el nombre de Sociedad de Oficios Varios la Emancipación, ubicada en la calle Veracruz, entre cuyos miembros fundadores se encontraba el propio Batmala. Le acompañaban Manuel Ceballos López, Manuel La Rosa Heredia, Francisco






Sánchez Rueda, Francisco Marañón Zamora, Gregorio Hermoso López, Rafael Frías Mellado, Dionisio Reyes Expósito, Antonio Sánchez Poyatos, José Cantero Carrillo, José Campillos Frías, Antonio Jiménez Obregón, Domingo López Padilla, Antonio Bolívar Romero, José Frías Ramírez, Tomás López Cuenca, Felipe López Pérez,  Regino Quero y su amigo Salvador Frías Pino[1]. En la lista de socios, Manuel Larrosa  Heredia encabezaba el orden, y Batmala ocupaba el puesto décimo cuarto. Puntualmente, Pablo pagó las cuotas de cincuenta pesetas durante un año y medio[2]. Pero, merece la pena de que profundicemos en esta sociedad del casco urbano, porque es la única de la que conserva su vida orgánica  a través de su libro de actas.

En este día, se volvió a constituir con la asistencia de sus 19 socios fundadores. Su reunión, como era habitual, tuvo lugar a las nueve de la noche en una sede alquilada de la calle Veracruz, que era el domicilio del por entonces republicano Manuel Ceballos López, una casa amplia que colindaba con la conocida casa de vecinos  La Casa del cura. Este, a su vez, fue el convocante de la reunión, a la que acudieron  Manuel la Rosa Heredia, Francisco Sánchez Rueda, Francisco Marañón Zamora, Eugenio Hermoso López, Rafael Frías Mellado, Dionisio Reyes Expósito, Antonio Sánchez Poyato, José Cantero Carrillo, José Campillos Frías,  Antonio Gutiérrez Obregón, Domingo López Padilla, Pablo Batmala Laloya, el propio  Manuel Ceballos,  Indalecio Frías López, Francisco López Sánchez,  Francsico López Sánchez, Salvador Frías Pino, Regino Quero Martínez, Antonio Arjona Ramírez, y Rafael Fuentes Ruiz. Se eligió un comité interino formado por un secretario, un contador  y un tesorero en las personas de Salvador Frías, Regino Quero y Manuel Ceballos hasta tanto se eligiera la junta directiva en reunión general. Su función consistía en convocar dicha reunión en una nueva sede que se había de alquilar, mantener la organización y representarla.

Días después, en una nueva reunión general, con el permiso de la autoridad competente se constituyó la Junta Directiva, que estaba integrada por los siguientes miembros:

Presidente: Salvador Frías Pino.

Vicepresidente: Rafael Ruiz Rodríguez

Secretario: Regino Quero Martínez.

Vicesecretario: Indalecio Frías Mellado.

Tesorero: Manuel Ceballos López.

Contador:       Saturnino Gallego Rueda.

Vocales: Manuel  García Arévalo, Francisco López Sánchez.

Se inició la organización con  la entrada de 162 socios, previamente  presentados por los socios fundadores,  que debían ser admitidos por la asamblea de la sociedad obrera. En un libro de registro recogía el domicilio, nombre y apellidos y profesión para encuadrarlo en los distintos ramos. Era de carácter interclasista  y este aspecto de la asociación nos da muestra que comprendía a republicanos federales, socialistas, independientes y  miembros de profesiones liberales. Esto se ejemplifica con los miembros de la familia del teniente Castillo Saenz de Tejada,  pues pertenecían Valeriano, Pedro y José [3]

Hasta el día siete de septiembre, no hubo otra nueva reunión general, en la cual se dio cuenta de todo el movimiento económico. El motivo no era otro sino la clausura sufrida por orden gubernativa desde el veinte y siete de marzo al veinte y ocho de agosto del corriente año, por la cual no ha podido celebrar reunión de ninguna clase y si únicamente por individuos encargados de la administración.

 

 

Mientras en Alcalá se aplicaban, por 1919, medidas represivas para controlarla, en la Provincia  surgieron numerosos conflictos  entre obreros y patronos. Todo radicaba en el miedo, que las autoridades tenían, de que se levantara la población  y, como medida preventiva, aplicaron muchas  restricciones con motivo de las elecciones del primero de abril para diputados de Cortes.

A pesar de estas medidas coactivas, se presentaron nuevos socios en número doscientos setenta y nueve. La participación de los asociados era elevada alcanzándose la cifra de dos tercios en la participación de las asambleas generales. No obstante, a lo largo de la reunión, se observa que algunos socios no cumplían con el deber de pago de cuotas- cosa que va a ser frecuente-, dándose un plazo para ponerse al día hasta  final de año. El dos de noviembre, se acrecienta la sociedad con 39 nuevos socios.

Generalmente, solían hacerse propuestas por grupos de trabajadores para que las asumiera la sociedad y las defendiera. Una de ellas muy importante, fue la presentada por Francisco López Sánchez referente a las bases mínimas y las condiciones de trabajo, que resumió en los siguientes:

l. Supresión del trabajo a destajo

2. Jornal minimum de tres pesetas cincuenta céntimos para hombres y dos pesetas para mujeres y niños menores de quince años.

3. Los que pernocten en cortijos y caseríos percibirán el mismo jornal, más la manutención o una peseta cincuenta céntimos en su lugar.

4. Las horas y descansos serán los de uso y costumbre en esta localidad.

5. Cuando por lluvia o cualquier otra causa análoga, no puedan dar el jornal completo se le abonará el tiempo invertido  en la ida del tajo y regreso al pueblo.

6. Y que estas empezarán a regir desde el día de diciembre primero hasta el veinte y ocho de febrero del venidero año.

Todos los puntos solían debatirse  antes de tomar la decisión y aprobación, nombrándose una comisión que era la encargada de representar la sociedad, en este caso estaba formada por Francisco López Sánchez, Salvador Frías Pino, Mateo Moya Rueda, Manuel García Arévalo y José Cabo Sánchez. No era el clima tan tranquilo, como a veces se comentaba, porque el último acuerdo de esta asamblea decía:

“si los patronos no aceptaban las anteriores bases, en ese día se declararía la huelga general persistiendo en ella hasta conseguir nuestras justas aspiraciones”[4]. 

Esta política reivindicativa daba lugar a que continuamente  se inscribieran nuevos asociados, y así en el mes de diciembre otros cincuenta  formaron parte de la sociedad y la sede social ya es una realidad, hasta el punto que se eligió un conserje  al frente de ella. Como muestra de su relación en el  ámbito provincial, por esta fecha dio un paso hacia adelante solicitando la integración en la Federación Provincial de Sociedades Obreras,

“idea que todos los presente asumen con gran entusiasmo facultando a la directiva para solicitar su ingreso en dicho organismo”.

Era una costumbre de las reuniones elegir presidente de  asamblea y secretario: en el cuatro de enero de 1920, se renovó  la junta directiva presidiendo la reunión general Pablo Batmala Laloya. Curiosamente, la nueva  junta fue presidida, de nuevo, por  Salvador Frías Pino; de vicepresidente era Mateo Moya Rueda;  secretario Juan Bermúdez Ávila, delfín de Pablo Batmala; vicesecretario Gregorio Barrio Sánchez; tesorero el anterior Manuel Ceballos, y Contador Carlos Sanz Serrano. Los vocales eran José Cano Sánchez, Lorenzo Daza Rosales, Manuel Romero Guardia y Francisco Montenegro García. Pero, el acuerdo más importante de la reunión fue aprobar la medida  de asistencia social con la que se suplían las deficiencias económicas de un obrero,  que se hallaba enfermo desde hacía un mes imposibilitado para ejercer el trabajo. El mecanismo  era interesante por su control, y su carácter precursor de la seguridad social que, tanto tiempo, tardaría en llegar a las clases populares:

También se acordó que fuera una comisión compuesta por Saturnino Gallego Rueda, Francisco Pérez Guardia, José Cano Sánchez y Lorenzo Daza Rosales, a visitar al compañero José Rosales Frías, el cual se halla desde hace un mes propiamente enfermo y por tanto incapacitado para el trabajo a fin de cerciorarse de su verdadera situación para que pueda ser socorrido; habiendo hecho constar también que en todo caso que cualquier socio pida auxilio de la sociedad se nombre una comisión para que una vez enterada de su situación pueda ser socorrido.

Una característica de las sociedades era la expulsión de los asociados, que se hacía por haber hecho traición a la causa obrera y por lo cual no debían pertenecer dichos sujetos a este centro. Lo que nos indica el carácter socialista y obrerista de estas asociaciones. En otros casos, los asuntos eran mucho más graves por lo que se refiere a los expulsados:

“había calumniado a varios de los más consecuentes socios y conspirado en contra de la sociedad como lo prueba el haber tratado por todos los medios a su alcance de disgregar de este centro al gremio de zapateros”.


En el mes de febrero de dicho año, la lista alcanzaba la cifra de quinientos cuarenta nueve socios, a pesar de que se producen importantes bajas por falta de pago. Lo que se cumplía de un modo riguroso,  y  se resolvía con algunas expulsiones, entre ellas las de algunos miembros fundadores, que no coincidían con las bases ideológicas de la Sociedad; también hubo  un caso de traición y conspiración.   

A mediados de mayo se enviaron la lista de presidentes y juntas directivas de las distintas sociedades al  Gobierno Civil. Y, el día seis de junio, ante las manifestaciones, que se habían convocado en Granada, se envió una circular al teniente de la Guardia Civil para que se vigilaran las entradas de la población, por orden del ministerio de Gobernación, hubiera guardias durante toda la noche y se impidieran cualquier tipo de reuniones. El día diez de junio hubo un altercado  entre Alfonso García Play y Francisco Ortega, en el que  este último hirió al anterior. Pero el control del gobierno era total hasta tal punto que debía ser informado de todo movimiento de altas y bajas como la del Faro de la Verdad de la Rábita lo hizo por el 26 de junio.

 

En 1920, el importante y numeroso Centro Social de la Sociedad Obrera de la Emancipación de Alcalá la Real, comenzó a decaer. Fueron numerosos los asociados que dieron de baja por falta de pago de cuotas o por ausencia de la localidad al hacerlo en los trabajos lejanos de la localidad. Claro ejemplo de ello es la baja de ciento setenta  socios que se produjo en la reunión del siete de junio. El dos de septiembre, la cifra de bajas alcanzó los doscientos dos asociados. No obstante, el día dieciocho de abril a la Asamblea Provincial de la Federación de Sociedades Obreras, fue invitada por el comité federativo  siendo representada por Francisco López Sánchez, como delegado de la entidad, cuyos gastos de viaje importaron 25 pesetas. El uno de agosto, dio cuenta a la asamblea de todas las resoluciones que ratificaron y aprobaron todos los miembros de la sociedad obrera. A pesar de que el número de socios había decaído en gran cantidad, el cinco de noviembre de este año, resolvieron algunas ayudas para el secretario, Luís García Arévalo,  que se encontraba  enfermo durante bastante tiempo, costeándoles los gastos para que se cure en Granada con una ayuda de cincuenta pesetas. No se reunió la sociedad hasta diciembre de este año, no pudiéndose elegir la junta directiva porque la mayoría de sus asociados se encontraban trabajando fuera de la localidad, incluso la baja de cincuenta antiguos miembros supuso una nueva dificultad. A partir del año 1921, no hay apenas asambleas ni juntas directivas. Es imposible elegir nueva junta directiva ante la poca presencia de asociados en las reuniones, abandonaron la sede por venta del local, no pagaron al conserje,  y se trasladaron a la de su antiguo propietario, Manuel Ceballos. El día 27 de junio, eligieron una nueva junta directiva, en la que ya no aparecía apenas la representación de socialistas y predominaban los republicanos. Su presidente era Ramón Cruz Belo, Vicepresidente: Gregorio Barrio Sánchez, secretario Miguel Lombardo Torres; vicesecretario, Salvador Frías Pino; tesorero Manuel Ceballos López; contador Francisco Montenegro García; segundo contador Joaquín Sánchez Ruiz y los vocales Rafael Hinojosa Serrano, Antonio Cano Caballero Fuentes, Carlos Sanz Serrano, y Salvador Hinojosa Cano. Ante la situación tan precaria en la que se encontraba la sociedad se aprobó conceder una amnistía a todos los socios que habían causado baja por falta de pago con el fin de recuperarlos  a la vida societaria. El nuevo local era pequeño hasta tal punto que debieron vender las sillas entre sus  asociados y prestarlas para las asambleas. Sigue la tónica durante el verano de la falta de asistencia para poder celebrar las asambleas, aunque los socios  trataron de socorrer algunas  situaciones de enfermedad,  aunque bajó la cuantía en treinta pesetas.

 

No  pudo elegirse nueva junta general ni  directiva para el año 1922 y eso que el número de socios no alcanzaba la cifra de quince afiliados de tal modo que el día veintisiete de febrero se disolvió la sociedad. En ese preciso momento, los integrantes  son catorce socios que mantienen vivo el espíritu. Sus nombres eran: Ramón Cruz Bello, Gregorio Barrio, Antonio Cano Caballero, Joaquín Sánchez Ruiz, Salvador Hinojosa Cano, José Muñoz, José Cano Sánchez, Joaquín Cano Sánchez, Francisco  Gámez García, Ildefonso López Cano, Rafael Miguel Cruz Belo, Salvador Frías Pino, Francisco Montenegro García y Manuel Ceballos López. El motivo no era otro que:

 

“se procedió a la elección de la nueva junta directiva, siendo infructuoso todo cuanto se intentó para constituirla, pues los socios capacitados para ejercer dichos cargos no los aceptaron fundándose en que sus ocupaciones privadas no les permitía tener disponible tiempo preciso para cumplir con los deberes anejos a los dichos cargos, por lo cual y viendo la imposibilidad de seguir en estas condiciones  se propuso por algunos y así se acordó por unanimidad dar por disuelta la sociedad  con esta fecha haciéndolo constar en la presente acta”.

No eran muchos sus enseres, sino una mesa, perchas, brasero y aparato de carburo, cuyo valor alcanzaba  poca cuantía. Esto junto con las quince pesetas que restaban en caja se le entregó al socio más necesitado que era Joaquín Ruiz de acuerdo con el criterio de todos los componentes. El depositario Manuel Ceballos se quedaba como guardián de los libros[5].     

 

 




[1] Este era un buen artesano, al que el ayuntamiento alcalaíno  encargó los sables de los guardas de campos
ACTA DEL DOS DE NOVIEMBRE DE 1919
[2] AMAR. Reg
istro del año 1918-
[3] Testimonio de Sixto León.
[3] LIBRO
DE REGISTRO DE 1919
[4] AMAR. Legajo sin enventariar del siglo XX. Libro de a
al de febrero del año 1922. 
[5] Los locales de votación eran los claustros de Consolación, Palacio

martes, 29 de abril de 2014

HACIA EL UNO DE MAYO. LAS SOCIEDADES OBRERAS.

ANÉCDOTAS Y NOTAS PARA ERMITA NUEVA


I LA SOCIEDADES OBRERAS. EL MOVIMIENTO PARTICIPATIVO A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. LA SOCIEDAD OBRERA LA LEALTAD DE ERMITA NUEVA


En Alcalá,a finales del siglo XIX, se había extendido el movimiento anarquista, refugiado en las aldeas a través de la difusión de algunos medios de prensa( y la llegada de algunos misioneros anarquistas), principalmente, los periódicos partidistas, que pretendían el cambio total de la sociedad con todos sus medios posibles, incluso, la violencia. Sin embargo, en Alcalá no hay constancia de ningún enfrentamiento físico ni con las autoridades ni con los patronos. Pues, acogiéndose al derecho de asociaciones, surgieron una gran cantidad de sociedades en aquella Alcalá, miedosa y controlada por los partidos turnistas.

Todas las aldeas tenían una sociedad con fin recreativo y cultural, imitando a las sociedades burguesas del Casino Primitivo o el Liberal, pero estaba claro que en el fondo pretendían ser Sociedades de resistencia. Pues el trasfondo de los organizadores eran reivindicaciones sindicales de los campesinos braceros y la formación de los obreros en nuevo sistema revolucionario que aspiraba a transformar aquella situación injusta. Al principio, tan solo se reconocieron siete (la primera ya comentada"Amigos del Trabajo de la Rábita en 1901, posteriormente la de Alcalá, que era de tendencia socialista, y, finalmente, las de la Venta de los Agramaderos, Ribera Alta y Baja, Mures y La Pedriza). La de Ermita Nueva se denominaba, por este tiempo, La Lealtad y no figuraba como legalizada. Sin embargo, el miedo a la clase pegujarera o a la enorme influencia del partido conservador que ejercía sobre los jornaleros impidieron que se legalizaran todas las demás sociedades obreras que funcionaban sin registro oficial, entre ellas la de Ermita Nueva.

Su cultura era una cultura libresca. Se basaba en que el presidente o los miembros de las distintas sociedades ubicadas, en salones de tabernas, casas particulares, alquiladas o compradas, leían pasajes de periódicos de los líderes del momento, ya fueran socialistas y anarquistas. Aquellas nuevas ideologías despertaban en los colonos, braceros o jornaleros y pequeños campesinos un deseo de romper con la ideología imperante, basada en el orden y la paz, que en el fondo encubría la injusticia de su situación. Sus principios básicos eran la revolución y la igualdad social, que cada día despertaba ya traía más adictos entre los socios de sus miembros.

La mayoría de las sociedades de las aldeas eran, al principio, anarquistas o republicanas federalistas y seguían la línea del conocido Ferrer, cuyo cuadro, según Guardia Castellano, presidía todos los centros obreros. Sus actos públicos consistían en mítines y charlas formativas, que se realizaban en estos centros susodichos y, sobre todo, en las grandes concentraciones de lugares abiertos, a donde, con sus banderas e insignias, se trasladaba cada una de las sociedades de aldeas: Generalmente, estas concentraciones eran en lugares al aire libre, donde los más aventajados exponían sus pensamientos y reivindicaciones. Este tipo de manifestaciones era también frecuente en otros muchos puntos de la provincia, -en la capital, se concentraban en la Fuente de la Peña - y se editaba el periódico del Defensor del Obrero. En Martos, Torredonjimeno y Torredelcampo los miembros de las nuevas sociedades se concentraban en el paraje de San Nicasio. La cifra de concentrados ascendía, a veces, en estos lugares a los dos mil obreros.

Para aquella sociedad conservadora, significaba un gran impacto estas sociedades que tenían una ideología laica en lo religioso y luchaban abiertamente contra la burguesía, pues el grito de las masas era tal como señalaba Guardia Castellano: ¡Muera la religión y todo el que tenga dos pesetas!

En la comarca alcalaína, también comenzó a surgir el movimiento socialista mezclado con el republicanismo, ocupando progresivamente el papel que había representado predominantemente los segundos en el siglo pasado. Los principales puntos de reunión eran en Charilla; en el cortijo de la Mesa, cerca del cortijo del Verdugo y Ermita Nueva , para que asistieran los vecinos de Santa Ana, Riberas, Ermita Nueva, Villalobos y Mures; en la Pedriza, por el dos de mayo y el uno de mayo en las Grageras, para zona de la Rábita y Fuente Álamo.

Mientras en Alcalá predominaba la corriente socialista de este fenómeno societario, en las aldeas la mayoría de los miembros suelen ser los obreros del campo que no habían adquirido formación algún, con un alto índice de analfabetismo y continuando el gran movimiento anarquista y socialista que ya se traslucía en el siglo anterior muy reivindicativo. No obstante todos estos movimientos no fueron violentos en la sociedad alcalaína salvo algunas agresiones de tipo verbal con signo anticlerical y defensa de la Primera República. Tan sólo se ocasionaron algunos momentos de violencia con relación al cobro de los impuestos en algunas aldeas y, así coincidiendo con el mes de mayo de estos primeros años de siglo, debió intervenir la fuerza pública en Valdegranada para proteger al agente ejecutivo que fue a cobrar los impuestos a los aldeanos.

Un factor que debió influir mucho en la propagación de todo este tipo de movimientos fue el contacto con los miembros de las sociedades de las campiñas, sevillana y cordobesa, y con los trabajadores de la Costa, donde en 1903, sus sociedades y agrupaciones socialistas y republicanas ya habían alcanzado actas de concejales como en Palma del Río. Muchos campesinos solían acudir a estos lugares, por la estación de la siega, y, por el otoño.

La aldea de Charilla es un claro ejemplo de esta corriente, porque manifestaban un alto índice de laicismo y prueba de ello era el cementerio civil, donde hacían su apostasía de la fe cristiana muchos vecinos; también en esta aldea se constituyó en el veintiuno de noviembre de 1903 la Sociedad de Obreros de Charilla, por cierto muy reivindicativa. Debido a que los desórdenes se multiplicaban en todo el mundo rural, esto dio lugar a que las autoridades municipales planificaran la postura a tomar ante estos enfrentamientos convocando a los alcaldes pedáneos como en Santa Ana, o a conceder bajas o dimisiones de alguno de ellos como la de José Sánchez Serrano en Charilla o José Gregorio García Alcaide en Mures. En 1905, la situación alcanzó tal cariz que, por orden de la alcaldía, llegaron a prohibirse cualquier tipo de manifestaciones en las aldeas de Charilla y Santa Ana, a pesar de que las intentonas del gobierno civil fueron importantes para solucionar la crisis laboral de los jornaleros.

La historia de muchas sociedades es un claro síntoma de una época marcada por su carácter transitorio, sin permanencia de sedes ni estabilidad de sus miembros ni su estructura. Pues, aparte de las dificultades intrínsecas derivadas de la formación de sus miembros- analfabetismo, conciencia de servilismo clientelista etc.- se añadía una gran cantidad la dificultad para su permanencia por las continuas medidas represivas y conatos de agresividad por parte de los grupos privilegiados instaurando un mecanismo de miedo contra las nuevas sociedades, mediante el cual pretendían obtener todo tipo de información y control de cualquier acto político que se apartara de sus cánones conservadores, obligando para ello a la comunicación de la celebración de las asambleas, el traslado de su sedes y la presencia de una autoridad. Así, el alcalde pedáneo, el jefe del orden público o los guardas de campo asistían a las asambleas de las sociedades con el fin de que, con su presencia y autoridad, dieran visos de la legalidad de que pudieran celebrarse, al mismo tiempo que informaban a las autoridades municipales y gubernativas acerca de las intervenciones y contenido de lo tratado en ellas. Las Sociedades iban naciendo una tras otra en cadena. Muy relacionada con la problemática del mundo rural, el catorce de noviembre de 1904 la Sociedad de Amigos de la Agricultura de Cantera Blanca reformó el reglamento, aprobado días después por el gobernador civil y, un año después, renace con el nombre de Sociedad de Agricultura de Cantera Blanca. En 1905, nació la Sociedad de La Constancia, que envió el acta de constitución y la lista de socios el dieciocho de marzo al alcalde de la ciudad.

En 1906, el ayuntamiento conservador reclamó el aumento de los miembros de la Guardia Civil, ofreciendo los propios concejales sus propios locales y aceptando, según ellos, las sugerencias de los vecinos. Pero, el motivo no era otro que "teniendo en cuenta que el movimiento social y las exigencias de la época presente aconsejan dicho aumento". Al año siguiente, todas las sociedades obreras sufrieron las medidas represivas de disolución, entre ellas La Sociedad "La Constancia" y el Centro Agrícola de Alcalá la Real.



Tras la huelga de Barcelona declarada en contra el envío de tropas a África, se produjeron varios acontecimientos que cambiaron las relaciones entre los socialistas, anarquistas y los partidos republicanos. Además, dio lugar a la represión subsiguiente que conllevó el cierre de Casas de Pueblo, (tal como se denominaban los centros de la Unión, Círculos Republicanos), apresamientos de líderes políticos y el proceso contra Ferrer. Incluso, los socialistas y republicanos acordaron formar una coalición republicano socialista que comenzó a dar sus frutos en las elecciones generales en 1910 que obtuvo 2.331 votos en el distrito de Jaén, al que pertenecía Alcalá la Real. En 1909, esta supuesta coalición manifestaba sus puntos de vista en medio de este mundo clandestino manifestado a través de cartas ocultas y anónimos, como el que recibió el diputado Rafael Abril y Lozano.

Frente a esa corriente republicana de Alcalá la Real, la de las aldeas ofrecía un tinte más obrerista. Hay constancia de que, en 1910, ya existían varias agrupaciones republicanas: La Unión Republicana de Santa Ana, cuyo principal dirigente era Eugenio Barrio Sánchez y estaba formada por ocho dirigentes; La Unión Republicana de Ribera Alta a cuyo frente estaban Fernando Torrevejano y un nutrido grupo de once afiliados; la Unión Republicana de Ribera Baja , cuyo dirigente más importante era Domingo Pérez Torrevejano y agrupaba a diez afiliados; y el Centro de la Liga Republicana de Charilla, a cuyo frente estaba Manuel Álvarez Anguiano, que se componía de ocho miembros y era de carácter obrerista, muy activa. Pero la más activa y la que provocó más problemas a las autoridades conservadoras fue la Sociedad Obrera Unión Republicana de Mures a cuyo frente está Faustino Lizana Marques.. En esta aldea de Mures, era donde estaban muy arraigados los movimientos republicanos de tendencia anarquista y tuvieron que enviarse varias parejas de guardias civiles por el mes de junio a solicitud de su alcalde de barrio y cercana a Mures, en Ermita Nueva, por su parte, por presiones de la autoridad, se disolvió la S.O. La Lealtad.



A principios de 1913, la situación debió ser alarmante, porque un gran número de braceros acudieron ante el alcalde demandándole trabajo y pidiéndole ayuda para sus familias. El alcalde no pudo ofrecer sino las gestiones con el Gobernador Civil para que le indicara la forma de socorrerlos. Durante estos años, la situación debió ser tensa pues se enviaron parejas de las Guardia Civil a diversas aldeas, entre ellas de Santa Ana, Mures, y Ermita Nueva con motivo de las fiestas o acompañando al agente ejecutivo para cobrar los impuestos y tratar de que no se alterara el orden público. Acabada la temporada de aceituna por el mes de febrero, de nuevo los braceros exigieron al gobernador que les permitiera salir fuera de Alcalá. golpe sufrido por el republicanismo debilitó a los dirigentes locales de la Unión Republicana hasta tal punto que pocas noticias se refieren a sus actividades durante estos años. Pablo Batmala se dedicó intensamente a sus negocios, y, por este tiempo, solicitó al gobierno civil un guarda particular, al que mantuvo posteriormente como arrendatario y encargado: José Valverde Pérez. Son los tiempos en los que el cronista Guardia Castellano cantaba:



¿Concejalitos de hoy día

los de las sesiones plácidas,

que os bañáis en el ambiente

de una paz octaviana;

los de sedantes acuerdos

y discusiones seráficas,

¿Qués sabéis vosotros, míseros,

lo que son tortas pintadas?


Además, el predominio de los gobiernos conservadores locales cortaba de raíz cualquier tipo de inquietud ajena a estos ideales. Por eso, la S.O. Amantes del Progreso se le requirió que reintegrase toda la documentación al gobierno civil el uno de enero de 1916; poco después la segunda reprimenda recayó, el cinco de mayo, en la agrupación socialista de Cantera Blanca.


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La conciencia social de los trabajadores del campo y de las aldeas aumentaba, año tras año, en la comarca alcalaína. Obligados por la situación de miseria y abandono, en estos núcleos aldeanos de baja productividad de la tierra y con gran número de pequeños minifundistas y braceros, estos hicieron renacer, con mayor fuerza y afiliación, estas sociedades obreras que luchaban, al menos, a favor de sus reivindicaciones, concretadas en un digno jornal para paliar el hambre de aquellos años de principios de siglo. En su nuevo renacimiento, continuaron la misma línea que combatía la derecha conservadora con la creación de sociedades con el doble objetivo de defensas de intereses agrícolas y fines recreativos o sociales, como la aprobada por el gobierno civil el nueve de mayo de 1916 con el nombre Sociedad Mixta Agrícola y de recreo El Porvenir de la Hortichuela.

En el casco de la población, en 1915 la organización obrera ugetista Agricultores debió renacer tras la política agresiva de los conservadores y fue la pionera en este nuevo contexto. En Charilla, se formó una comisión de trabajadores a principios de marzo que visitó al alcalde para solicitar que colocaran a sus compañeros d trabajos ante la precaria situación y pudieran darle de comer a las familias. No hubo más remedio que el propia alcalde pedáneo de la aldea junto con los mayores contribuyentes proporcionaran trabajo hasta que vinieran mejores tiempos. Y, como medida conservadora, la Asociación de la Caridad invirtió todos sus fondos para poder solucionar un conflicto inminente.

La situación se complicó a partir del año 1916, cuando hubo una gran crisis de subsistencia comarcal y provincial, de tal modo que el gobernador civil obligó, por el mes de noviembre, a recoger grano para abastecer a Alcaudete y Castillo entre todos los fondos que existían en la comarca. El clima debió ser conflictivo, porque por la autoridad gubernativa se previno ante la convocatoria de posibles mítines y manifestaciones populares. Estos se concretaron en nuestra comarca para el día dieciocho de diciembre. Para afrontarlos, el gobierno civil envió un bando que desarrollaba una serie de medidas coercitivas que trataban de impedir la alteración del orden y al mismo tiempo procuraban restringir la protesta. Probablemente, esta huelga de diciembre responda a los parados generalizados que se habían dado en toda la provincia de Jaén por la situación penosa que atravesaban los jornaleros, parados y hambrientos ocasionada por los temporales de lluvias y por la excesiva subida de precios.

El gobierno local emprendió una serie de medidas para solucionar el conflicto social. Algunas obras públicas paliaron la situación agrícola como la construcción del enlace entre la carretera de Monturque y la Rábita o el camino vecinal de Ermita Nueva y, también, se solicitó a los diputados de la provincia para que propusieran el arreglo de la Nacional de Alcaudete-Granada. Curiosamente, por primera vez, se observa una preocupación política por las denuncias de los accidentes de trabajo, pero la articulación de los movimientos sociales no estaba claramente definida. Por un lado se ofrecía el nacimiento de las asociaciones obreristas, pero por otro lado, los defensores de los patronos, ni siquiera estaban representados por la Comunidad de Labradores.

En 1917, la situación es, en algunas ocasiones, bastante tensa, a lo que hay que añadir el mal clima internacional y nacional. En Alcalá, a principios del mes de mayo, para prevenir la situación, se enviaron miembros de la benemérita a las aldeas de la Rábita (27 abril), Grageras (uno de mayo), Hortichuela (tres de mayo), Valdegranada ( cinco), Charilla ( nueve), Ermita Nueva y Caserías ( por esta misma fecha) y Mures ( diez de mayo). El Gobernador Civil envió una circular a Alcalá por veintiocho del mes de mayo, para que se prohibieran todas las manifestaciones, que se estaban gestionando por las sociedades obreras. Incluso, en Alcalá, se recogieron los ejemplares del periódico "El Socialista" por el mes de julio desde la misma oficina de correos. En este año, se propusieron varias escuelas, una para el grupo de aldeas de Grageras, Fuente Álamo y la Rábita, otra para Mures, y otra para Ermita Nueva. Fruto de estas planificaciones en 1922 se crearon las escuelas de Fuente Álamo, Ermita Nueva y Mures y muchos recuerdan que, por estos años, tuvieron un gran impacto la formación de los adultos en las aldeas.

En 1918 fue un año de huelgas en muchas zonas de la provincia, que tuvieron su réplica correspondiente en la comarca alcalaína. El auge de algunas Sociedades era importante, pues la Sociedad Agrícola Industrial "Amigos del Progreso" de Santa Ana solicitó por el mes de agosto edificar una casa para su sede junto a la iglesia de la aldea, pero las autoridades no estaban por la labor, ya que no les concedieron permiso alguno.

En 1919, ante el incremento de lo que se denominaba cuestión agraria de Andalucía, se produjeron algunos acuerdos corporativos que manifiestan que el clima político y sindical no era muy halagüeño para los conservadores, porque en varias ocasiones reclamaron del gobierno de la nación el aumento de plantilla y de puestos de las fuerzas de orden público. Se veían incapaces de controlar con la docena de miembros la carretera y otros puntos conflictivos. Por eso, en 24 de septiembre de 1919, se solicitó que se instalara un puesto de seguridad y seis puestos de guardia civil en Charilla, Pedriza, Mures, Santa Ana, Ribera Alta y Ermita Nueva. "que es lo que menos puede pedirse para que pueda ser garantizada la propiedad y seguridad de las personas constantemente amenazadas por la propaganda sindicalista que en un día no lejano proporcionará un grave disgusto al pueblo por la impunidad de que goza por ser imposible que con cinco parejas de la Guardia Civil, situada en el casco de la población distante de18 kilómetros de algunas aldeas, puedan garantizar el orden, la libertad de trabajo en su término de 24.000 hectáreas y 25.000 vecinos, pues cuando tienen que atender a un lado abandonan el otro acabando destrozados y sin resultado practico alguno". En el mismo año, se pidió el traslado del cuartel de Mures a Charilla por no encontrar local, y, una año después, la oferta de local para cuartel en la aldea de la Pedriza(18.8.1920)

Pasaron unos años y algunas sociedades debieron mantener poco desarrollo de vida societaria hasta tal punto que era frecuente que nacieran y renacieran varias veces durante un pequeño periodo de tiempo y con el mismo o diferente nombre. Una de ellas fue la Sociedad Obrera La lealtad de Ermita Nueva. Funcionó, a lo largo de la primera y segunda quincena del siglo veinte con algunos paréntesis como su disolución en 1906.