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viernes, 4 de abril de 2014

HACIA LA SEMANA SANTA XXXI. El ámbito escénico de los pasos de la Semana Santa de Alcalá la Real


El ámbito escénico de los pasos de la Semana Santa de Alcalá la Real
 
La iglesia
 
La  exposición dialogada de la vida de Jesús, y, sobre todo, la Pasión y Muerte, suele llevarse a cabo en el interior de los templos. La noche del Jueves Santo, la de Navidad y el día del Corpus suelen ser propicias para la representación de pequeñas escenas que versaran sobre dichos temas. Claro testimonio de ello son las Constituciones Sinodales tanto del abad Juan de Avila en el año 1542 como las del abad Moya en el año 1623, que hemos comentado anteriormente. Las propias actas de Cabildo recogen algunos altercados que se producían durante la noche del Jueves Santo a finales del siglo XVI.


Por lo tanto, está claro que debían celebrarse por los siglos XV y XVI esta costumbre. También ratifica esto el que en la fiesta del Corpus aparezcan con frecuencia comisarios que suelen concertar con personas de Granada y Jaén autos, danzas, recitación de versos y música. Y más claro está cuando se citan a los pequeños "seises" alcalaínos  bailando y representando con sus danzas " El coloquio de los Niños" o "La Presentación de Jesús ante los pastores ". Hoy día, la lectura de la Pasión durante la Semana Santa suele hacerse entre varias personas, distribuyéndose entre ellos el narrador, Jesús y el pueblo.
Los monumentos del Jueves Santo, el Lavatorio de los pies y toda la rica ceremonia del Domingo de Ramos, Viernes Santo y Domingo de Resurrección ofrecen en su liturgia gran cantidad de efectos escénicos, que esperaban los fieles tanto como todas las circunstancias que rodeaban a dichas fiestas: ausencia de trabajo, cabildos de punto, amnistías, perdones  y reparto de ropa y carneros a la cárcel y conventos.
Los sermones y la velas de estos días eran los momentos en los que la voz del predicador se podía a veces entremezclar con la escenificación de la Pasión de Jesús. 
 
 
El tablado
 
 
El desorden y escándalo, a que daban lugar dichas representaciones, debieron obligar a la autoridad a sacarlas fuera de la iglesia. Al mismo tiempo, el auge de las cofradías- la de la Veracruz, Oración del Huerto y Dulce Nombre de Jesús- significará el cambio  de los sacrificios personales como eran las de sangre- hasta las  puramente penitenciales. Unido a esto el movimiento de la Contrarreforma, los distintos conventos tratarán de hacer frente a las corrientes luteranas en la calle, ya en las grandes concentraciones con motivo de los Autos Sacramentales del Corpus ya en las manifestaciones religiosas de penitencia, de rogativa o de acción de gracias.
El tablado era una tradición dentro de la representación artística de la ciudad, ya que solía construirse con motivo de las fiestas del Corpus. Más bien los dos tablados, uno para colocar las andas del Corpus Cristi, y , otro par las danzas y representaciones que tenían lugar dicho día. La ubicación tenía lugar en la plaza alta de la Mota y , tras el recorrido de la procesíon por la vieja ciudad, los arrabales, Entrepuertas e iglesias y convento  de San Francisco, donde se hacían las estaciones, y generalmente se entraba en cada una de ellas- Santo Domingo, San Juan , San Blas, San Francisco, Trinidad-, subían a dicho tablado los cantores de las capillas de música, las danzas de la ciudad, los representantes de los autos e, incluso, los recitadores .


Este mismo  recurso  utilizó la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús para representar pasos como los de la Sinagoga, la Túnica, y Pilatos, donde el instrumental y los movimientos escénicos  eran difíciles de representar al pie de los espectadores congregados. Compartía la carga del montaje entre la cofradía y el encargado u oficial del paso, ya que como en el año 1688 hubo varios tablados para colocar el paso de los Pontífices, el Juego de la Túnica, Poncio Pilatos y los cuadrilleros. En  el Castillo, se conserva  el guión de los PASOS del Jueves Santo y Viernes Santo, donde un sacerdote exponía el contenido teológico y narrativo  y los personajes desarrollaban sobre un tablado todos los movimientos de la Sinagoga, Lavatorio, Azotes, Ecce-Homo y Sentencia . Ya lo describíamos con las siguientes palabras: "Gestos y mimos acompañan las escenificaciones. Ahí está Pilatos, subido en un tablado portátil ( 1688), pronunciando la sentencia. Allá los judíos, haciendo el juego de la Túnica (1687). Acá el verdugo ( 1677), crujiendo la honda e interrogando a Dimas y Gestas"[1] 
 Solía ser la ubicación en la placeta del Rosario, el Paseíllo de la Mora, en la plaza que se formaba en la confluencia con el Llanillo y en otros lugares espaciosos.
 
Debieron existir algunos escenarios verticales con diversos tablados como en el caso del Paso de Abraham, que debían tener dos niveles, el del ángel y el de Abraham. Tampoco no es de estañar el uso de varios tablados, desde donde se pudieron llevar a cabo las distintas escenas como era frecuente en las fiestas del Santísimo Sacramento de finales del siglo XVIII.
 
 
Los lugares elevados. El paseillo de la Mota. Los lugares concurridos.
 
Con el paso del tiempo, debieron perderse los tablados por las incomodidades que significaban a la organización. Sin embargo, los pasos siguieron representándose en la calle. No era de extrañar que las grandes plazoletas, los cruces de tramos de las calles ( Real- Rosario; Real-Ancha-Trinidad; Placeta de San Blas, Veracruz-Rosario; Llanillo-Veracruz, el propio Llanillo; Utrilla- Llanillo) y cualquier rincón se adaptara como escenario simulando a los antiguos trovadores.
Sin embargo, el paseillo de la Mora formaba un promontorio natural para representar algunos pasos. Así nos lo describe María Pilar Contreras a finales del siglo XIX :" Al llegar la procesión a un punto que llaman la Mora, se para; toda la grande extensión de aquel sitio se ocupa por un inmenso gentío "[2]. Lo mismo acontecía con el propio LLanillo, que se convirtió en la arteria principal de la representación pasional a lo largo de la historia de estas cofradías.
Representar un paso era simular un pregón y, por lo tanto, no les sería extraño a los espectadores que una voz se emitiera a lo largo del recorrido de la procesión, como hacían las mascaradas y las exhibiciones de caballería antes de iniciar una fiesta. Tan sólo que aquí el contenido era pasional. 
 
 
 
 La calle: placetas, lugares concurridos y el Llanillo.
 


Si  la calle es importante como soporte físico, auditorio natural o lugar de representación, más digna de comentario es interpretarla como sitio de ambientación de la historia de los pasos. Cada rincón se convierte durante los días de Jueves y Viernes Santo en un pequeño retazo de Jerusalén. La casa del Capitán no será otra sino el "mesón o cuartel" donde se concentra  la tropa. A Simón Cirineo lo sacan de una de las casas de la misma ciudad, para dar mayor impresión realista. Longinos  dirigía su lanza hacia  el promontorio del trono, como si sugiriera el monte del Gólgota. El Llanillo, eje comercial, lugar de tratos y  de trasiego, simula el deambular y el bullicio de aquellos días en Jerusalén. Una esquina es el lugar concentrado y  recóndito para fingir unos azotes, exponer a Jesús, proclamar el sorteo de la túnica.....La propia ciudad, con sus calles que corren a los lados del valle, son la mejor alfombra, donde Jesús avanza el Viernes Santo como si subiera a la Crucifixión del Gólgota de la Placeta de San Juan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] Murcia Rosales, Domingo y Martín Rosales, Francisco . Cancionero, relatos o.c. Pag. 247.
[2] Cancionero . op. cit. 402.

 

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