A las diez de la mañana comenzó la marcha con el siguiente libreto.
ASOCIACION DE
VECINOS“HUERTA DE CAPUCHINOS”
ALCALÁ LA REAL(JAÉN)
RUTA
ECOCOSTUMBRISTA. VENTA DE LOS AGRAMADEROS (I).
BOLETÍN QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO
RUTA
ECOCOSTUMBRISTA. DOMINGO 6 DE ABRIL. DESDE
LAS ERAS POR EL CAMINO DE LOS PLAYEROS HACIA EL CAMINO DE LA MATANZA, GIESA Y
CORTIJO DE LOS CENTENOS Y VUELTA POR EL MISMO CAMINO Y ANTIGUO MOLINO DE CAÑADA
DE AMBAR. SALIDA EN COCHE A LAS
DIEZ DE LA MAÑANA EN PLAZA DE LOS
SAUCES.
SEGÚN MADOZ , VAL DE
GRANADA
Datos de la localidad
Es
una aldea de Alcalá la Real , que es uno
de los 12 partidos del campo en que estaba
dividido el término ( el que
hacía el número V ), a cuyo partido y abadía corresponde Dista de ella 3/4 de
leguas al SO. y tiene una poblacioncita llamada Mafalconor ( Majalacorón).
Situada bajo un tajo que se denomina Búas de Majalcoron no forma calles y tiene diseminadas 10 CASAS
por lo general habitadas de gente pobre y j o r n a l e r a. Se cuentan fuera
de e s t a s, 43 cortijos, de los que los principales son la Cruz, Zapillo, la
Loma, Atamoso alto, id. bajo, Cerrogordo, Blancares, Parra , Fraile,
Agramaderos, Monjas y el Maestro. Donde se separan los término de la c de
Alcalá la Real y los de Priego y Montefrio se encuentra una ermita al Norte del p a r tido, la de la Cruz ; y en la parte opuesta del mismo, ó sea al
S. inmediato a uña Venta llamada de los Agramaderos está el nacimiento del
Paloneares que en su origen es un arroyuelo insignificante. El TERRENO, sobre
todo la parte inferior, es de superior calidad, y son muy apreciados los
garbanzos que en él se c r i a n ; también hay algunas encinas y pocos olivos.
Población
siglo XXI
Año
|
Mujeres
|
Hombres
|
Toales
|
2000
|
143/52
|
140/57
|
283/109
|
2005
|
119/47
|
105/42
|
225/92
|
2010
|
121/44
|
1O2/48
|
223/92
|
2013
|
111/38
|
91/38
|
212/111
|
CUENTOS
RURALES DE LA COMARCA DE ALCALÁ LA
REAL
EDITORIAL
I..Los cuentos
Intentamos
recuperar todo el folklore, que nos llegue a nuestras manos. Estamos
prácticamente en los últimos momentos de recuperación. No obstante, algunos
restos todavía en nuestra zona rural por
parte de personas mayores de la tercera edad
y los abuelos de nuestros alumnos nos lo han proporcionado.
Lo
hemos realizado, ya en otras ediciones del barrio de San Juan , y ahora
continuamos con esta nueva serie de cuentos, que aumentan el elenco de nuestro acervo cultural. En este
libreto, el informante ha sido Sixto Arroyo Léon, una persona de una gran
CAPACIDAD narrativa y conocedora del entorno rural de La Pedriza. A pesar de que era octogenario, rebosaba una extraordinaria
simpatía, y memoria descriptiva. También cantaba canciones de Carnaval,
chirigotas y comparsas. Describía hechos importantes de nuestra Guerra Civil.
Y, por encima de todo nos relató estos
cuentos muy ingeniosos que les hemos puesto forma, ilustraciones y algunos
contenidos.
LOS PELLEJOS DE MIEL UN CUENTO QUE CUADRA CON AQUELLA VENTA DEL
SIGLO XIX, LLAMADA DE LOS BARMADEROS. O INCLUSO PODÍA SER VENTA VALERO
Había un pueblo en un paso
muy frecuentado por los transeúntes, el
cual ofrecía mucho ambiente por las personas que transitaban por aquellos
lugares. Junto al camino principal, se encontraba una posada, a la vez, parada
de postas, donde muchos arrieros y viajeros solían acercarse.
Cierto día, con la caída del
sol, se acercaron varias caballerías que
pusieron el cartel de completo a su
alojamiento. Pero, al anochecer, el posadero recibió una visita imprevista.
Llegaron a su posada unas recuas de cuatro asnos con dos arrieros de
preocupante aspecto.
Estos le dijeron al
posadero.
-¿Tiene usted, posadero,
sitio para pernoctar hoy?
-No lo tengo, ni para
vosotros ni para los animales.
Los arrieros se quedaron
aturdidos, pues portaban, en sus acémilas, unas cargas de pellejos con miel de
caña, que traían de las costas del
Mediterráneo hacia el interior de Andalucía.
-¿Qué haremos con nuestros pellejos de miel?
Se nos derretirá la miel si los dejamos a la intemperie. No los robarán, ¿ dónde
podremos dormir y guardarlos? Le espetaron los caballeros.
Entonces les contestó muy
amablemente el posadero
-No me queda más remedio que
aconsejarles que pidan un favor.
-¿A quienes?
-A los señores de enfrente
de su posada, para que les permita guardar
los pellejos.
Inmediatamente, los dos
arrieros cruzaron el camino carretero y tocaron con sus puños la puerta.
-¡Pon!,.¡ Pon!, ¡pon!.
-¿Quien es?
-Paz., unos arrieros de la
posada
Salió el señor de la casa a la puerta e, inmediatamente, le saludaron
muy efusivamente los arrieros.
-Señor, perdone, que le molestemos. Pero tenemos un gran problema. La
posada esta repleta de gente, y no podemos dejar en la calle parte de nuestra
carga, al menos lo más valioso, al resguardo de bandoleros, ladrones y bandidos.
¿Qué son, señores?
-Cuatro pellejos de miel de caña.
El señor, un poco desconfiado, y acordándose de los reparos de su
señora con cualquier cosa o persona
extraña, les dijo:
-Me es imposible. No tengo dónde colocarlas.
Apenados, se despidieron los dos arrieros. El señor se lo comunica a
su señora, y ambos quedaron sumidos en un gran remordimiento. Pero, la señora
arrepentida los llamó desde el la ventana en el momento en el que cruzaban el
camino.
-: Vengan. Vengan. Tráiganlos lo más pronto posible, y colóquenlos bajo la despensa de la
escalera..
Los dos señores se pusieron a comer y, en medio de la cena, comenzaron a preguntarse por aquellos objetos
extraños, y de tan grandes dimensiones. No se hacían sino preguntas, repreguntas, envueltas en una nube
de temores encubiertos por si encerraran algunos monstruos espantosos o
reptiles, que se despertaran en la oscuridad de la noche. Además, nos le gustó
en modo alguno el aspecto de aquellos
arrieros y, menos aún, que no concordaban su recua de asnos con la de los pellejos y arrieros. Dos pellejos, dos
arrieros y cuatro asnos. Por eso,
ordenaron a sus criadas a que se mantuvieran despiertas durante toda aquella
noche y estuvieran alertas ante cualquier incidencia que pudieran escuchar o
percibir `proveniente de aquellos sacos o del exterior de la casa.
-No os marcháis, debéis quedaros vigilantes en las mecedoras del
portal, con un ojo puesto en la chimenea y otro en la despensa.
-¿Por qué?
-Debéis vigilar, sobre todo, esos pellejos, que están llenos de miel,
y son muy valiosos, según me han contado sus amos.
Las criadas no sabían
cómo pasar las horas. Ya se levantaban, ya
avivaban la lumbre con el soplador. Y las horas no pasaban. A eso de las
una de la noche, les entraron unas ganas enormes de comer. Y, se dispusieron a
preparar unas gachas. Nos falta la azúcar que la tiene guardada la señora en el arca de las tres llaves.
-¿Para qué? ¡Con lo ricas que están con miel!
-Ni, a adrede, hubiéramos
tenido un mejor regalo.
Colocaron los trébedes en el fogón, y una sartén mediana. Le echaron
el agua, el aceite y la harina, y con un enorme cucharón comenzaron a darles
vueltas. Estaban ya a punto de sacar un plato, cuando una le dice a la otra.
-Muy herméticos están los pellejos para poder sacar la miel, ¿Cómo los
podremos desatar? Tienen nudos miles y de los tipos más extraños. Además,
podría derramarse, si consiguiéramos desatarlos.
-Y si inventamos otro modo
de sacarla.
-¿Cual?
-Toma una aguja de coser sacos, lo más gorda posible. Pincha uno de
ellos, y coloca un jarro debajo del agujero,
desde donde recojas el rico líquido.
Así lo hicieron. Una sujetó la piel del saco mediante un pellizco en
la parte alta del pellejo. La otra, con
gran fuerza, lo pinchó.
Desde dentro, inmediatamente salió un sonido agudo que se mezcló con
el rasguillo de la aguja en el pellejo. .
-¡Ay!. Cuidado, que me habéis pinchado en la frente.
Mientras
se retorcía el furtivo ladrón, encerrado en el pellejo pinchado, las dos
criadas sacaron la aguja, y, de nuevo, volvieron a pinchar el otro pellejo. El
hundimiento de la aguja fue más suave y no tan
duro como en el anterior pellejo.
-¡Ay! Ten más cuidado que me has pinchado en un ojo.
Cierran la despensa. Espantadas, pero, ufanas por su aventura, subieron
a los cuartos del primer piso de la
casona. Y golpearon la puerta del
dormitorio de los señores.
-Ama. Amo, bajad a la despensa, los pellejos no son de miel, son dos
ladrones, que nos querían robar.
Ya no pudieron dormir más. El
ama abrió el arca y dio varias cucharadas de azúcar para las gachas. Y, el amo
se colocó con una escopeta apuntando
hacia la despensa.
Al amanecer, la señora se dirigió hacia las dependencias Justicia. Esta le envió unos ministros del alguacil, que detuvieran a los ladrones.
Al amanecer, la señora se dirigió hacia las dependencias Justicia. Esta le envió unos ministros del alguacil, que detuvieran a los ladrones.
-¿Estos son los ladrones?
-Sí, dos están dentro del pellejo. Pero aquellos dos están dormidos
fuera esperando la llamada. También son dos ladrones.
Los detuvieron a todos, de improviso a los dos de la calle y a los del
pellejo en su caldo.
Las criadas comentaban que, aquella noche, las gachas tuvieron sabor
agridulce. Pero, aún así, se las comieron.
FIN
LA CABEZA DE
AJOS
Había
un matrimonio que no tenía hijos, y la mujer le decía a su marido:
-Hay
que ver la mala suerte que nos ha tocado. Llevamos tantos años de matrimonio y
no tenemos hijos. Le voy a pedir a Dios que nos conceda un hijo, aunque sea del tamaño de una cabeza
de ajos.
Pasó
el tiempo, y la mujer se quedó embarazada. Pero, después, alumbró un hijo tal como ella había pedido tan
pequeño y pequeño como una cabecita de ajos.
Ya,
aquel matrimonio convertido en una
familia y sus miembros en padre, madre e
hijo, estaban tan alegres que no cabían en su cuerpo. Se decían entre ellos. “
¡Más alegría no podía haber para nadie
en el mundo! En esto que dijo, el marido a la mujer:
-Mira,
mujer, tengo unas ganas enormes de que pasen los años y se haga mayor, para que me lleve la merienda
al campo.
Y
llegó el día, en el que le dijo el hijo a su padre:
-Papa,
papa, mañana te voy a llevar la merienda.
-No,
hijo mío, todavía eres muy pequeño- Le contestaba la madre.
Ella,
por su pequeña estatura, pensaba que no
había crecido todavía y le animaba diciendo que ya llegaría el día que se la
llevaría a su padre cuando creciera.
Llegó
el día y la madre le dijo:
-Apareja
el burro, hijo mío.
Mientras
lo aparejaba, la madre no hacía sino pensar
y darle vueltas a la cabeza para dilucidar dónde pondría a su hijo, que
todavía era tan pequeño como había nacido. Al final, resolvió sus dudas
-Ya
lo sé. Lo pongo en la oreja del burro.
Y
así lo hizo.
El
niño emprendió el camino en dirección al campo, donde laboraba su padre. A
mitad del trayecto, se cruzó con unos arrieros. Muy extrañados por encontrarse
un burro sin amo, conversaron y se
hicieron varias preguntas entre ellos
ante tan insólito caso. Y uno le dijo a otro:
-
Este burro va sólo.
Le
contestó el niño desde la oreja del burro sin apenas notarse la voz, y uno de
los arrieros le dijo al otro:
-No
va sólo, va acompañado.
Entonces el burro le
respondió por medio de la voz del niño escondido en la oreja:
-Voy
yo aquí.
Para
que no se lo llevaran, el burro
comenzó a rebuznar y hacerse notar al padre que se hallaba segando a la vista
de ellos .
Y
el niño, con su tímida voz, vociferaba:
-Papa,
papa, que voy para allá a traerte la comida.
Y
se dirigió adonde el padre amontonaba los haces de trigo. Al verlos, le entró
una enorme alegría al padre., a lo que
el hijo le espetó diciendo:
-Papa, ya estoy aquí contigo. Me ha mandado madre
para traerte este potaje calentito.
A
pesar de los sudores por la frente que al padre le cegaban los ojos, sin
embargo tuvo la mente clara para ponerlo a descansar al niño. Y lo hizo encima
de un manojo de espigas no fuera que lo pisara el burro. Pero con tal mala
suerte que en un descuido el burro no lo
vio y al comerse tan rico alimento se tragó al niño y al manojo de espigas.
Roto
por completo el padre, comenzó a llorar. No comprendía cómo había tenido tan
poco juicio para poner este suculento manjar al lcance del burro. Le daba
vueltas a su cabeza, mientras regresaba a su casa sin saber cómo comunicárselo
a su mujer:
Esta,
al enterarse, le increpó, pero inmediatamente se abrazó a su esposo y
convirtieron la casa en un valle de
lágrimas. Mas un rayo de esperanza le vino a la mente:
-Metamos
el burro en uno de los cuartos de la casa, limpio y con buena luz. Tal como el
burro va haciendo sus necesidades, nosotros vamos deshaciendo los excrementos
Durmieron
la primera noche con el burro, y no hallaron nada. Pero llegó la segunda noche
y de uno de estos se escuchó una voz:
-Papa
y mama, he estado recorriendo calles y callejuelas. Con unos ruidos enormes.
Y,
sano y salvo se volvió a unirse a sus padres que llenos de alegría lo lavaron con aguas mezcladas de espliego, tomillo y matas de lavanda
LA RUTA VISTA POR SANTIAGO CAMPOS
La asociación vecinal Huerta de Capuchinos sigue realizando sus rutas habituales y ofreciendo a los alcalaínos otra forma de diversión, y al mismo tiempo de contacto con el medio ambiente.
En el día de ayer, le tocó el turno a la pequeña aldea de Venta de Agramaderos. Con salida a partir de las 10:00 horas desde el parque Juan Carlos I. Los senderistas fueron en auto hasta la misma aldea y posteriormente comenzaron su andadura por veredas y caminos hasta completar unos 8 kilómetros andando.
Durante la ruta, pudieron apreciar grandes encinas como la de la fotografía, que a veces formaban un sendero de sombras donde apetecía hacer una parada para el descanso. Igualmente, también pudieron visitar colmenas de abejas, en pleno campo, y ver estos insectos que elaboran rica miel y cera.
Durante todo el camino se puede apreciar la vista de la cara oeste de la fortaleza de la Mota, una visión poco común porque la mayoría de la gente prefiere la estampa habitual.
Igualmente, los senderistas pudieron recoger algún espárrago en diversos puntos de la ruta y apreciar diversas fuentes y arroyos que actualmente manan abudante agua, porque el invierno ha sido abundante en lluvias.
Tras unas dos horas y media de caminata, los senderistas se reunieron junto a la aldea de la Venta de los Agramaderos, y desde un alto del monte divisaron nuevas vistas de olivares, otras aldeas y volvieron a sus casas.
En el día de ayer, le tocó el turno a la pequeña aldea de Venta de Agramaderos. Con salida a partir de las 10:00 horas desde el parque Juan Carlos I. Los senderistas fueron en auto hasta la misma aldea y posteriormente comenzaron su andadura por veredas y caminos hasta completar unos 8 kilómetros andando.
Durante la ruta, pudieron apreciar grandes encinas como la de la fotografía, que a veces formaban un sendero de sombras donde apetecía hacer una parada para el descanso. Igualmente, también pudieron visitar colmenas de abejas, en pleno campo, y ver estos insectos que elaboran rica miel y cera.
Durante todo el camino se puede apreciar la vista de la cara oeste de la fortaleza de la Mota, una visión poco común porque la mayoría de la gente prefiere la estampa habitual.
Igualmente, los senderistas pudieron recoger algún espárrago en diversos puntos de la ruta y apreciar diversas fuentes y arroyos que actualmente manan abudante agua, porque el invierno ha sido abundante en lluvias.
Tras unas dos horas y media de caminata, los senderistas se reunieron junto a la aldea de la Venta de los Agramaderos, y desde un alto del monte divisaron nuevas vistas de olivares, otras aldeas y volvieron a sus casas.
SE SUSPENDEN LAS RUTAS HASTA EL 27 DE ABRIL.
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