Archivo del blog

miércoles, 30 de abril de 2014

II. HACIA EL UNO DE MAYO. LA SOCIEDAD OBRERA DE ALCALÁ LA REAL.


LA SOCIEDAD OBRERA LA EMANCIPACIÓN                             

           

 EN 1918, la Sociedad  de Oficios Varios Aromas del Amor  recogió la antorcha de la antigua Emancipación.  Sus miembros procedían de los sectores republicanos y socialistas, aunque poco a poco se conformó en una sociedad de tendencia socialista. Su primer presidente fue Pablo Batmala, pero luego fue sustituido por Salvador Frías, socialista. Sin embargo, un año más tarde, y, con este mismo nombre, renació, el once de marzo de 1919, con el nombre de Sociedad de Oficios Varios la Emancipación, ubicada en la calle Veracruz, entre cuyos miembros fundadores se encontraba el propio Batmala. Le acompañaban Manuel Ceballos López, Manuel La Rosa Heredia, Francisco






Sánchez Rueda, Francisco Marañón Zamora, Gregorio Hermoso López, Rafael Frías Mellado, Dionisio Reyes Expósito, Antonio Sánchez Poyatos, José Cantero Carrillo, José Campillos Frías, Antonio Jiménez Obregón, Domingo López Padilla, Antonio Bolívar Romero, José Frías Ramírez, Tomás López Cuenca, Felipe López Pérez,  Regino Quero y su amigo Salvador Frías Pino[1]. En la lista de socios, Manuel Larrosa  Heredia encabezaba el orden, y Batmala ocupaba el puesto décimo cuarto. Puntualmente, Pablo pagó las cuotas de cincuenta pesetas durante un año y medio[2]. Pero, merece la pena de que profundicemos en esta sociedad del casco urbano, porque es la única de la que conserva su vida orgánica  a través de su libro de actas.

En este día, se volvió a constituir con la asistencia de sus 19 socios fundadores. Su reunión, como era habitual, tuvo lugar a las nueve de la noche en una sede alquilada de la calle Veracruz, que era el domicilio del por entonces republicano Manuel Ceballos López, una casa amplia que colindaba con la conocida casa de vecinos  La Casa del cura. Este, a su vez, fue el convocante de la reunión, a la que acudieron  Manuel la Rosa Heredia, Francisco Sánchez Rueda, Francisco Marañón Zamora, Eugenio Hermoso López, Rafael Frías Mellado, Dionisio Reyes Expósito, Antonio Sánchez Poyato, José Cantero Carrillo, José Campillos Frías,  Antonio Gutiérrez Obregón, Domingo López Padilla, Pablo Batmala Laloya, el propio  Manuel Ceballos,  Indalecio Frías López, Francisco López Sánchez,  Francsico López Sánchez, Salvador Frías Pino, Regino Quero Martínez, Antonio Arjona Ramírez, y Rafael Fuentes Ruiz. Se eligió un comité interino formado por un secretario, un contador  y un tesorero en las personas de Salvador Frías, Regino Quero y Manuel Ceballos hasta tanto se eligiera la junta directiva en reunión general. Su función consistía en convocar dicha reunión en una nueva sede que se había de alquilar, mantener la organización y representarla.

Días después, en una nueva reunión general, con el permiso de la autoridad competente se constituyó la Junta Directiva, que estaba integrada por los siguientes miembros:

Presidente: Salvador Frías Pino.

Vicepresidente: Rafael Ruiz Rodríguez

Secretario: Regino Quero Martínez.

Vicesecretario: Indalecio Frías Mellado.

Tesorero: Manuel Ceballos López.

Contador:       Saturnino Gallego Rueda.

Vocales: Manuel  García Arévalo, Francisco López Sánchez.

Se inició la organización con  la entrada de 162 socios, previamente  presentados por los socios fundadores,  que debían ser admitidos por la asamblea de la sociedad obrera. En un libro de registro recogía el domicilio, nombre y apellidos y profesión para encuadrarlo en los distintos ramos. Era de carácter interclasista  y este aspecto de la asociación nos da muestra que comprendía a republicanos federales, socialistas, independientes y  miembros de profesiones liberales. Esto se ejemplifica con los miembros de la familia del teniente Castillo Saenz de Tejada,  pues pertenecían Valeriano, Pedro y José [3]

Hasta el día siete de septiembre, no hubo otra nueva reunión general, en la cual se dio cuenta de todo el movimiento económico. El motivo no era otro sino la clausura sufrida por orden gubernativa desde el veinte y siete de marzo al veinte y ocho de agosto del corriente año, por la cual no ha podido celebrar reunión de ninguna clase y si únicamente por individuos encargados de la administración.

 

 

Mientras en Alcalá se aplicaban, por 1919, medidas represivas para controlarla, en la Provincia  surgieron numerosos conflictos  entre obreros y patronos. Todo radicaba en el miedo, que las autoridades tenían, de que se levantara la población  y, como medida preventiva, aplicaron muchas  restricciones con motivo de las elecciones del primero de abril para diputados de Cortes.

A pesar de estas medidas coactivas, se presentaron nuevos socios en número doscientos setenta y nueve. La participación de los asociados era elevada alcanzándose la cifra de dos tercios en la participación de las asambleas generales. No obstante, a lo largo de la reunión, se observa que algunos socios no cumplían con el deber de pago de cuotas- cosa que va a ser frecuente-, dándose un plazo para ponerse al día hasta  final de año. El dos de noviembre, se acrecienta la sociedad con 39 nuevos socios.

Generalmente, solían hacerse propuestas por grupos de trabajadores para que las asumiera la sociedad y las defendiera. Una de ellas muy importante, fue la presentada por Francisco López Sánchez referente a las bases mínimas y las condiciones de trabajo, que resumió en los siguientes:

l. Supresión del trabajo a destajo

2. Jornal minimum de tres pesetas cincuenta céntimos para hombres y dos pesetas para mujeres y niños menores de quince años.

3. Los que pernocten en cortijos y caseríos percibirán el mismo jornal, más la manutención o una peseta cincuenta céntimos en su lugar.

4. Las horas y descansos serán los de uso y costumbre en esta localidad.

5. Cuando por lluvia o cualquier otra causa análoga, no puedan dar el jornal completo se le abonará el tiempo invertido  en la ida del tajo y regreso al pueblo.

6. Y que estas empezarán a regir desde el día de diciembre primero hasta el veinte y ocho de febrero del venidero año.

Todos los puntos solían debatirse  antes de tomar la decisión y aprobación, nombrándose una comisión que era la encargada de representar la sociedad, en este caso estaba formada por Francisco López Sánchez, Salvador Frías Pino, Mateo Moya Rueda, Manuel García Arévalo y José Cabo Sánchez. No era el clima tan tranquilo, como a veces se comentaba, porque el último acuerdo de esta asamblea decía:

“si los patronos no aceptaban las anteriores bases, en ese día se declararía la huelga general persistiendo en ella hasta conseguir nuestras justas aspiraciones”[4]. 

Esta política reivindicativa daba lugar a que continuamente  se inscribieran nuevos asociados, y así en el mes de diciembre otros cincuenta  formaron parte de la sociedad y la sede social ya es una realidad, hasta el punto que se eligió un conserje  al frente de ella. Como muestra de su relación en el  ámbito provincial, por esta fecha dio un paso hacia adelante solicitando la integración en la Federación Provincial de Sociedades Obreras,

“idea que todos los presente asumen con gran entusiasmo facultando a la directiva para solicitar su ingreso en dicho organismo”.

Era una costumbre de las reuniones elegir presidente de  asamblea y secretario: en el cuatro de enero de 1920, se renovó  la junta directiva presidiendo la reunión general Pablo Batmala Laloya. Curiosamente, la nueva  junta fue presidida, de nuevo, por  Salvador Frías Pino; de vicepresidente era Mateo Moya Rueda;  secretario Juan Bermúdez Ávila, delfín de Pablo Batmala; vicesecretario Gregorio Barrio Sánchez; tesorero el anterior Manuel Ceballos, y Contador Carlos Sanz Serrano. Los vocales eran José Cano Sánchez, Lorenzo Daza Rosales, Manuel Romero Guardia y Francisco Montenegro García. Pero, el acuerdo más importante de la reunión fue aprobar la medida  de asistencia social con la que se suplían las deficiencias económicas de un obrero,  que se hallaba enfermo desde hacía un mes imposibilitado para ejercer el trabajo. El mecanismo  era interesante por su control, y su carácter precursor de la seguridad social que, tanto tiempo, tardaría en llegar a las clases populares:

También se acordó que fuera una comisión compuesta por Saturnino Gallego Rueda, Francisco Pérez Guardia, José Cano Sánchez y Lorenzo Daza Rosales, a visitar al compañero José Rosales Frías, el cual se halla desde hace un mes propiamente enfermo y por tanto incapacitado para el trabajo a fin de cerciorarse de su verdadera situación para que pueda ser socorrido; habiendo hecho constar también que en todo caso que cualquier socio pida auxilio de la sociedad se nombre una comisión para que una vez enterada de su situación pueda ser socorrido.

Una característica de las sociedades era la expulsión de los asociados, que se hacía por haber hecho traición a la causa obrera y por lo cual no debían pertenecer dichos sujetos a este centro. Lo que nos indica el carácter socialista y obrerista de estas asociaciones. En otros casos, los asuntos eran mucho más graves por lo que se refiere a los expulsados:

“había calumniado a varios de los más consecuentes socios y conspirado en contra de la sociedad como lo prueba el haber tratado por todos los medios a su alcance de disgregar de este centro al gremio de zapateros”.


En el mes de febrero de dicho año, la lista alcanzaba la cifra de quinientos cuarenta nueve socios, a pesar de que se producen importantes bajas por falta de pago. Lo que se cumplía de un modo riguroso,  y  se resolvía con algunas expulsiones, entre ellas las de algunos miembros fundadores, que no coincidían con las bases ideológicas de la Sociedad; también hubo  un caso de traición y conspiración.   

A mediados de mayo se enviaron la lista de presidentes y juntas directivas de las distintas sociedades al  Gobierno Civil. Y, el día seis de junio, ante las manifestaciones, que se habían convocado en Granada, se envió una circular al teniente de la Guardia Civil para que se vigilaran las entradas de la población, por orden del ministerio de Gobernación, hubiera guardias durante toda la noche y se impidieran cualquier tipo de reuniones. El día diez de junio hubo un altercado  entre Alfonso García Play y Francisco Ortega, en el que  este último hirió al anterior. Pero el control del gobierno era total hasta tal punto que debía ser informado de todo movimiento de altas y bajas como la del Faro de la Verdad de la Rábita lo hizo por el 26 de junio.

 

En 1920, el importante y numeroso Centro Social de la Sociedad Obrera de la Emancipación de Alcalá la Real, comenzó a decaer. Fueron numerosos los asociados que dieron de baja por falta de pago de cuotas o por ausencia de la localidad al hacerlo en los trabajos lejanos de la localidad. Claro ejemplo de ello es la baja de ciento setenta  socios que se produjo en la reunión del siete de junio. El dos de septiembre, la cifra de bajas alcanzó los doscientos dos asociados. No obstante, el día dieciocho de abril a la Asamblea Provincial de la Federación de Sociedades Obreras, fue invitada por el comité federativo  siendo representada por Francisco López Sánchez, como delegado de la entidad, cuyos gastos de viaje importaron 25 pesetas. El uno de agosto, dio cuenta a la asamblea de todas las resoluciones que ratificaron y aprobaron todos los miembros de la sociedad obrera. A pesar de que el número de socios había decaído en gran cantidad, el cinco de noviembre de este año, resolvieron algunas ayudas para el secretario, Luís García Arévalo,  que se encontraba  enfermo durante bastante tiempo, costeándoles los gastos para que se cure en Granada con una ayuda de cincuenta pesetas. No se reunió la sociedad hasta diciembre de este año, no pudiéndose elegir la junta directiva porque la mayoría de sus asociados se encontraban trabajando fuera de la localidad, incluso la baja de cincuenta antiguos miembros supuso una nueva dificultad. A partir del año 1921, no hay apenas asambleas ni juntas directivas. Es imposible elegir nueva junta directiva ante la poca presencia de asociados en las reuniones, abandonaron la sede por venta del local, no pagaron al conserje,  y se trasladaron a la de su antiguo propietario, Manuel Ceballos. El día 27 de junio, eligieron una nueva junta directiva, en la que ya no aparecía apenas la representación de socialistas y predominaban los republicanos. Su presidente era Ramón Cruz Belo, Vicepresidente: Gregorio Barrio Sánchez, secretario Miguel Lombardo Torres; vicesecretario, Salvador Frías Pino; tesorero Manuel Ceballos López; contador Francisco Montenegro García; segundo contador Joaquín Sánchez Ruiz y los vocales Rafael Hinojosa Serrano, Antonio Cano Caballero Fuentes, Carlos Sanz Serrano, y Salvador Hinojosa Cano. Ante la situación tan precaria en la que se encontraba la sociedad se aprobó conceder una amnistía a todos los socios que habían causado baja por falta de pago con el fin de recuperarlos  a la vida societaria. El nuevo local era pequeño hasta tal punto que debieron vender las sillas entre sus  asociados y prestarlas para las asambleas. Sigue la tónica durante el verano de la falta de asistencia para poder celebrar las asambleas, aunque los socios  trataron de socorrer algunas  situaciones de enfermedad,  aunque bajó la cuantía en treinta pesetas.

 

No  pudo elegirse nueva junta general ni  directiva para el año 1922 y eso que el número de socios no alcanzaba la cifra de quince afiliados de tal modo que el día veintisiete de febrero se disolvió la sociedad. En ese preciso momento, los integrantes  son catorce socios que mantienen vivo el espíritu. Sus nombres eran: Ramón Cruz Bello, Gregorio Barrio, Antonio Cano Caballero, Joaquín Sánchez Ruiz, Salvador Hinojosa Cano, José Muñoz, José Cano Sánchez, Joaquín Cano Sánchez, Francisco  Gámez García, Ildefonso López Cano, Rafael Miguel Cruz Belo, Salvador Frías Pino, Francisco Montenegro García y Manuel Ceballos López. El motivo no era otro que:

 

“se procedió a la elección de la nueva junta directiva, siendo infructuoso todo cuanto se intentó para constituirla, pues los socios capacitados para ejercer dichos cargos no los aceptaron fundándose en que sus ocupaciones privadas no les permitía tener disponible tiempo preciso para cumplir con los deberes anejos a los dichos cargos, por lo cual y viendo la imposibilidad de seguir en estas condiciones  se propuso por algunos y así se acordó por unanimidad dar por disuelta la sociedad  con esta fecha haciéndolo constar en la presente acta”.

No eran muchos sus enseres, sino una mesa, perchas, brasero y aparato de carburo, cuyo valor alcanzaba  poca cuantía. Esto junto con las quince pesetas que restaban en caja se le entregó al socio más necesitado que era Joaquín Ruiz de acuerdo con el criterio de todos los componentes. El depositario Manuel Ceballos se quedaba como guardián de los libros[5].     

 

 




[1] Este era un buen artesano, al que el ayuntamiento alcalaíno  encargó los sables de los guardas de campos
ACTA DEL DOS DE NOVIEMBRE DE 1919
[2] AMAR. Reg
istro del año 1918-
[3] Testimonio de Sixto León.
[3] LIBRO
DE REGISTRO DE 1919
[4] AMAR. Legajo sin enventariar del siglo XX. Libro de a
al de febrero del año 1922. 
[5] Los locales de votación eran los claustros de Consolación, Palacio

No hay comentarios:

Publicar un comentario