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jueves, 31 de diciembre de 2020

EL HOSPITAL DE LA MADRE DE DIOS EN LA REVISTA LOCUBÍN

 


HOSPITAL DE LA MADRE  DE DIOS DEL CASTILLO DE LOCUBIN

Francisco Martín Rosales. Académico de Bellas Artes de Granada.

Hace años recogimos noticias del capitán Martín de Artiaga[1], versaban sobre unos autos sobre la posesión del patronazgo del Hospital de la Madre de Dios del Castillo de Locubín, realizados por don Antonio de Durán y Aranda, vecinos de Antequera. Presentaba como curiosidades: la petición  de don Antonio Durán Castro y Sotomayor, vecino de Antequera y residente en Alcalá,  y el traslado del testamento del capitán  Martín de Artiaga, fundador del hospital, otorgado ante Pedro de Contreras por el escribano Sebastián Pérez de Aranda[2], siendo alcalde mayor Francisco Gil de Salazar en 1687. También contiene el escrito de los herederos de doña  María de Aranda Sotomayor, madre doña Leonor Zorrilla, casada con Antonio Durán, vecinos de Antequera,  la información de pedimento de don Antonio Durán Aranda y Sotomayor, vecino de Antequera, que era hijo de los anteriores, nieto de Jacinto Zorrilla y María de Aranda Sotomayor, biznieta de Luís Alfonso de Aranda y Juana de Sotomayor,  patronos de la capellanía de Martín de Arteaga. Hay la referencia de varios testigos sobre la probanza.

TESTAMENTO

En el testamento primero  del 9 de agosto de 1570 en Castillo de Locubín, Martín de Arteaga era vecino de Alcalá, regidor y capitán.  y decía que  “voy en servicio de Dios nuestro Señor y de su Majestad contra gente que su Majestad mandó lebantar de la  dicha ciudad de Alcalá la Real y de esta villa del Castillo de Locubín por esta guerra  del reino de Granada y no sé lo que nuestro Señor sea serbido disponer de mí en esta dicha jornada". Fusepultado en la capilla de  doña Isabel, su mujer, por encima de la capilla de doña Úrsula de Aguilar,  de la iglesia de San Pedro de esta villa. También por encima de ella lo hizo don Bernardo de Aranda por mandato de don Diego de Ávila. Se ordenaba que se hiciera capilla y labrara a costa de sus bienes y 30.000 ms de su esposa y fundara capellanía de misa diaria.

También aparece que ejercía  el oficio de regidor del cabildo alcaláino y que  una parte de mesón del Castillo se lo dio a su sobrino don Pedro de Pineda, hijo del alcaide y regidor don Pedro de Pineda y Ana de Salazar, su hermana. Con  los frutos y rentas de este alojamiento, ordenó que se dijeran  nueve misas de la Virgen. 

El capellán nombrado era  Juan de Artiaga, niño criado y bajo los estudios del clérigo Bartolomé de Segura. También habían criado a Juana y Apolonia.

Para la memoria legaba como  patrones  segundos a su  sobrino Pedro de Pineda y Luís Alfonso de Aranda, hijo de Pedro de Aranda Escabias- casado con doña Francisca, hermana de Martín-, cuñado de Martín de Arteaga. La renta de las heredades para las fiestas alcanzaba la cifra de doscientos ducados.




Convirtió su casa en Hospital y allí se decía misa dos días por semana (viernes y domingos por los enfermos) y se puso por norma no acojan pobres sanos  ni mendicantes, sino que solamente sea para qurar en él a los pobres enfermos naturales y extranjeros que ubiere en esta billa y binieren  y no a los tales sanos, porque entre ellos ay mucha gente desbergonzada y de mal bibir y estos tales no quiero que gocen del tal refuxio". Y se comprometían las rentas en camas, médico y medicinas,  y unos 70.000 maravedíes anuales para reparos del hospital, letrado y ornamentos de casulla, cáliz y patena de plata. Donó a Apolonia 200 ducados para el casamiento y a su criada Juana 100 ducados (también a Guiomar de Escabias y el canónigo Pedro de Aranda).

Pedro de Aranda Escavias le trajo de la Alpujarra una niña con nombre de María que la habían criado y le tenía mucho amor y voluntad, también se le daban 100 ducados. Dio libertad a sus esclavos a Catalina, María y Jerónimo.

Estaba relacionado con sus orígenes vizcaínos, pero ligado a la ciudad de Osuna, con el duque, antes de venir a tierras alcalaínas. No es de extrañar que allí heredara tierras en la Puebla de Cazalla y sus familiares ejercieran cargos del cabildo. Pues, un documento de principios del siglo XVIII recoge la venta de unas tierras que salieron en subasta y quedaron en manos del duque de de Osuna don Pedro Girón. Tierras, que, curiosamente estaban ligadas al Hospital de la Madre de Dios del Castillo de Locubín[3].

 

II

UN SOLDADO DE MARTÍN ARTIAGA

Esta introducción viene como refresco y para recoger otra noticia sobre su presencia como capitán en la Guerra de las Alpujarras a mediados de 1570. Se puso al frente de las tropas de la ciudad de Alcalá la Real y hay claro testimonio de un soldado que cubría los servicios de. Martín Sánchez de Monturque, vecino de Castillo de Locubín[i]: “ Pagó a  este Juan Bravo esgremidor, vecino de esta villa  a su pagador ocho ducados en reales  para que fuera por él  y en su lugar  a servir de soldado con la gente que se a mandado levantar  por la Justicia e Regimiento  de la ciudad , dixo que se obligava  e obligó de servir por el dicho Martín Sánchez de Monturque e por los dichos ocho ducados todos en tiempo que el dicho Martín de Arteaga  resydiere en la guerra e hasta tanto que buelva de la dicha  su gente a la dicha ciudad de Alcalá la Real sopena  que , si no lo hiziere,  e cumpliere que le volverá  los dichos ocho ducados de que baxo el capitán  el señor Martin de Arteaga, regidor  por lo que los dicho era que  vuelva a la dicha ciudad  o se despida  el dicho con este Juan y pagará los intereses  o costas que por no asistir  en la dicha jornada  real  .. "y siguen fórmulas de atenerse a la Justicia y firmaba de testigo Pedro de Aranda Escavias.

 

EL MOLINO DE ARTEAGA

 

Un documento tercero ante el mismo escribano en 15 de agosto 1570, recoge el contrato de arrendamiento entre él y Cristóbal Ruiz de Molina, un molino de pan cocer que poseía en el río y lindaba con su batán y el río, con su parte de casa de tijera, por tiempo de ocho meses, y con una renta de diez celemines de trigo por cada semana y le debía dar agua para dos piedras que disponía el molino. No pagaba si no podía moler, debía dárselo empedrado y pagar las mejoras y cobrar las disminuciones. En un documento anterior, Martín de Artiaga arrendaba a Juan Gutiérrez y Benito Jiménez, en 1562, el batan y se describe que lindaba con sus huertas y el camino que se dirigía al Alcaudete este batán para batanar paños con su árbolm , rueda y pila, que recogía las aguas de una presa a la que se vincula  a la hora de la renta por descuento si se rompiera. 

ADMINISTRACIÓN DEL HOSPITAL 

El hospital se administraba a través de un mayordomo y  y el patronazago quedó relacionado, al principios con Pedro de Pineda Lences, hijo de Pedro de Pineda y de Ana de Lences, sustituido como tutor su padre el alcaide Pedro de Pineda, Pero,  al morir, hay tener un hijo bastardo Pedro de Pineda  muy joven, ejerció el cargo por los primeros años del siglo XVII Francisco de Aranda ( Legajo 4745 folio sin numerar, 8 de febrero de 1602). 


OBRAS EN EL HOSPITAL POR FRANCISCO DE ARANDA

 

 

El hospital debió ofrecer un espacio reducido y recibió a lo largo de la historia varias ampliaciones y restauraciones, que nos ilustran de los maestros de la época. Fueron muy significativas en los principios del siglo XVII. En tiempos de la familia Aranda, hay varios documentos que se nos ilustra de esta fase constructiva del Hospital de la Madre de Dios[4]. Se realizan unas importantes obras por Francisco de Aranda, que figuraba como albañil, que no era el hermano de Ginés Martínez de Aranda y padre de Juan de Aranda Salazar. Por el testamento que  levantó en 1636 ante el escribano murió en el cuarto decenio del siglo XVII, y  podemos reconocer nuevos datos de su familia[5]; vecino del Castillo de Locubín, se encuentra en muchas obras albañilería de lagares, molinos, casas.  Fue sepultado en una sepultura suya de la Iglesia de San Pedro, estaba casado con María Fornos y sus hijos eran Diego, Francisco, Simón, Tomé, Marina, Ana y Elvira (por lo tanto, ninguno era Juan de Aranda Salazar). Fueron testigos por  Francisco de Aranda, que no sabía escribir, Diego Monte, Pedro González de Párraga y Pedro de Córdoba.

Siguiendo con su obra, don Pedro de Pineda Lences firmaba el documento como el contratista; pues además ejercía como patrón de esta institución a la hora de gestionar censos, memorias y fundaciones (María de Molina a cuatro de enero de 1618, censo de 50 ducados). Se refiere en los siguientes términos:

-Figuraba don Pedro de Pineda Lences, como patrono del Hospital.

-El maestro de albañilería se comprometía a "hacer una esquina, lienzo de pared y portada de cantería que se entiende desde una raja que face desde una pared junto a la esquina desde cara de la casa de Beatriz de Mesa; todo el lienço de la calle   faciendo la portada fasta lo encrecido que llega a la tapiería, todo de piedra de cantería, bien labrada por fuera; todo lo qual se obigó de facer el dicho Francisco de Aranda, a su costa, puniendo todos los materiales por ochenta ducados que tiene concertados con el dicho don Pedro de Pineda Lences,  que por ello le a de dar la mitad  en el día que comience la dicha obra;  y la otra mitad el día que quede acabada".

-Y señalaba específicamente las siguientes condiciones para la pared principal, la portada, tabernáculo de la Madre de Dios y escudo de la familia que se encuentra actual en el entorno del ayuntamiento castillero.

-Primeramente es condición que se a de derribar toda la pared desde la reja de la calle (..) hasta lo encrecido de la calle real (...) a su costa y quitar don Pedro la tierra que no fuere menester  para la dicha obra a su cotas (sin )todo  lo derribado .

-Y es condición que el dicho Francisco de Aranda ha de sacar y traer toda la piedra de cantería y los demás materiales  que fueran menester a su costa  y facer toda la dicha esquina y lienço de pared con su portada, como está dicho desde el suelo y fasta lo alto que fuere menester, y asta poner una cornisa, y a de facer un tabernáculo para poner a  la Virgen  a esta otra parte de la ventana, labrado de piedra llana, y poner un escudo de piedra, que está fecho en el dicho  Hospital, a donde el dicho fuere; toda la parte de la cara de la  calle de buena piedra de cantería, bien labrada llana, y por dentro de piedra basta y enlucido, Y a bista de oficiales bien fecho y acabado. 

-Con las dichas condiciones se obligó a facer la dicha obra por los dichos ochenta ducados y acabarla de facer para el día de la Pasqua Florida primero que bendrá de este presente año.

Si no lo ficiere, el dicho Pedro de Aranda Lences podía buscar oficiales para acabarla y ejecutarla, y apremiar a Francisco de Aranda por los dichos ochenta ducados por los daños y con los intereses que ocasionare. 

EL ADMINISTRADOR LÁZARO DE LA PUERTA


    Entre 1586 y 1587, hay un documento sobre la venta de bienes que se habían quedado para la gestión del hospital.Entre ellas, un solar en el Castillo y unas casas en la Mota, linderas con las Casas de la Justicia,casas del bachiller Alonso Monte y la muralla, donde vivían donb Francisco de Leyva, casado con doña Francisca de Aranda por ser muy antiguas y en mal estado (ALONSO RAMÍREZ LEGAJO 4735 folio 245). 

    

 


LA OBRA DE JUAN DE ARANDA SALAZAR

 

La etapa primera  de aprendizaje  de Juan de Aranda se inició en el territorio abacial, donde ya comentamos: “La biografía del maestro de cantería castillero Juan de Aranda Salazar se ha desarrollado por varios tratadistas desde hace varios años. Desde sus participación como maestro de obras de la diócesis de Jaén hasta sus primeros pasos en la ciudad de Alcalá la Real, que comentamos recientemente con la participación en la obra de la Sacristía de la Iglesia Mayor de la Mota, así como sus primeras obras en la ciudad de la Mota y Córdoba[6. Hasta 1634, que algunos autores lo entroncan a unas etapas de fuentes dudosas, cordobesa y granadina, se ofrece a Juan de Aranda Salazar relacionado con obras en Madrid de dudosa atribución o en Córdoba y Granada. Pero podemos manifestar que, por los años treinta se declaraba el propio Arquitecto vecino del Castillo de Locubín[7].

Ya aportamos en otra ocasión a partir de 1627 la presencia y las trazas de las obras del cuerpo de la iglesia de su pueblo natal. Ahora de nuevos constamos otros datos que constata su presencia en la obra desde 1630. Decíamos que tuvo algunos problemas de financiación de la obra que se paliaron con la llegada de nuevos censos. Pero, en esta última fecha, se encuentran varios documentos que lo relacionan con el mayordomo de la iglesia el presbítero Juan Márquez. Curiosamente, se declara maestro de cantería y vecino del  Castillo de Locubín[8].

Por estos años, se encuentra  como un hombre de negocios, y orgulloso de ser familiar del Santo Oficio de la Inquisición en Castillo de Locubín,  que invierte sus  ingresos de las obras en tierras de la zona. 1631 le compró a Juan González, mujer de Bastián Izquierdo y a su hijo Juan Izquierdo  medio celemín de tierra con arbolado de frutas en la Zarza.  A Bartolomé Collado una huerta en el Rio, lindera con vereda del molino y tierras del convento de la Santísima Trinidad por 265 ducados en 25 de abril de 1632. Incluso, realiza varias operaciones  de censo, junto con su esposa Ana de Jerez de 1.200 maravedís de corrido, a favor de Bernabé de Alba y Gaspar de  Loja, carpintero, vecinos de Alcalá la Real; y otro con Juan Galán de la Bella de cuatro aranzadas de viña en el Picacho u un rédito de mil maravedíes de rédito en  27 de febrero de 1632. Incluso arrendó a Martín Sánchez Hidalgo una pieza de tierra en las Ventas del Carrizal con su huerta, lindera con de Diego López de Sello de Juan de Villén[9].

LA CAPILLA DE MARTÍN DE ARTIAGA EN LA IGLESIA DE SAN PEDRO.

Ya hemos escrito y lo han hecho otros muchos sobre la fundación del Hospital de la Madre de Dios del Castillo de Locubín [10]. Pero, en plenas obras de la iglesia de San Pedro, se habían cambiado algunas cláusulas del testamento de este hidalgo Martín de Artiaga. Por eso se acudió al abad don Pedo de Moya, que dictó un decreto para restablecer la situación  la capilla, capellanía y hospital de la Madre de Dios. Dice así.

“Don Pedro de Moya, por la gracia de Dios y por la Santa Sede Apostólica, Abad de Alcalá la Real del Consejo de Su majestad Nos , por quanto el capitán Martín de Artiaga, vecino y regidor  que fue de la dicha ciudad de Alcalá la Real, , fundó patronazgo de una capilla , hospital y capellanía, y la dicha capilla fundó en la Iglesia  del Señor San Pedro del Castillo Locubín, la cual se derribó, , por el nuevo edificio y fábrica de la dicha Iglesia, y en ella se hijo otra de nuevo arco y sobre arco, a la mano derecha del, Evangelio, fuera de la capilla Mayor, que hace forma de capilla hornacina, y por otra parte de don Pedro de Pineda Lences, como deudo del capitán Martín de Artiaga y que sucedió en el dicho patronazgo, nos pidió que en razón de la dicha capilla, la hagamos gracia del dicho arco, para que con él pueda tener su retablo y altar y entierro, y que pagara a la fábrica de la dicha iglesia cien ducados por la mejora del dicho arco, y sobre arco, y que se despache título en forma. Por tanto en la mejor forma y vía que podemos y concedemos al dicho don Pedro de Pineda Lences, y a sus sucesores en  el dicho patronazgo, la dicha capilla y arco y sobre arco, con obligación que ha de tener y tenga reparada y ornamentada a su costa y con toda decencia y artes, y le concedemos al dicho don Pedro y a los dichos sucesores el jue dicen di et repeliendo , y si alguno fuera de ellos se enterrare, sea y se entienda pagando a la fábrica de la dicha Iglesia los derechos acostumbrados de los entierros como si se enterrara fuera de la dicha capilla en testimonio  de lo qual le mandamos dar y dimos la presente firmada de mi nombre  y sellada con nuestro sello y firma de nuestro secretario, en Madrid a seis días del mes de noviembre de 1629. Firmado el abad  de Alcalá. Por mandato del Señor Abad. Fda., Alonso de Cuevas.

De lo que se concluye que se derribó la parte anterior de la iglesia vieja, y hubo que reformarla, y que se había cumplido las clausulas testamentares, con la capilla y las dedicaciones de misa en honor del capitán, y había que restituirlo. Por eso, el mayordomo Juan Márquez, levantó una nueva escritura en la que manifestaba en 29 días del mismo mes de 1631, que había recibido del patrón Pedro de Pineda Lences cien ducados para reformar y mejorar la dicha capilla  de Martín de Artiaga. Y le concedió el título de su posesión, siendo testigos  Miguel García Carrillo Cristóbal Jiménez, y Juan Díaz de Aranda.

Y la relación de Juan de Aranda Salazar no se queda en este simple dato, sino que intervino en la obra del propio Hospital de la Madre de Dios, el cual ya comentamos que había realizado en la obra de albañilería su padre Francisco de Aranda.

 

 

Por su parte Juan de Aranda Salazar se comprometió con el mismo patrón, en 1631. Como maestro de cantería y vecino de la villa del Castillo de Locubín “una pared de piedra de cantería en las casas del hospital de la Madre de Dios de esta  ciudad, de la qual es patrono  y administrador don Pedro de Pineda Lences, vecino de esta villa, en la qual dicha pared  es la que ay en el patio, las sustenta  el cuarto de en medio de enfermería de los ombres, la qual dicha pared se obligó a hacer en la forma  y condiciones siguientes”. Con respecto a la obra anterior se obligaba a “derribar  la dicha pared ya hasta superficie de tierra dejando apuntadas las maderas que cargan en ella, ansi del tejado como de los suelos  y lo demás necesario”.  En la restauración debían ceñirse a “ volver la a hacer y reedificar de mampuesto de hacera s y mezcla de  cal y arena dejando en ella las puertas y ventanas que ay tienen ansi en lo bajo como en lo alto de manera  que los pilares de lo alto , sin embargo se an de volver a hacer para recibir las  maderas del tejado”, Concretizando detalla “ que la esquina que labrada  parte  a la escalera y el patio a de ser de sillería  labrada y resciva las maderas  y que tenga por la parte del patio de ancho hasta el primer suelo cinco quartas de allí arriba, tres haciendo  algunos dentellones que traven la mampostería, y por la parte de de la escalera  desde llevar  el grueso , lo que  tuviere la pared, que se le da de dar lo que oy tiene y a de subir esta esquina de piedra  hasta el segundo suelo de la cámara, porque desde allí  arriba an de yr  los pilares  sólidos de yeso".

Y concierta el  presupuesto “para todo lo qual le a de dar pedro de Pineda Lences, patrono  del dicho hospital todos los materiales necesarios ansi de maderas como de piedra, como sólo a de poner el dicho Juan de Aranda  las manos y herramientas, con  que se  a de trabajar en la manifactura de la obra2".

El compromiso de Juan de Aranda consistía en sacar y labrar la sillera para esta esquina y sentarla, sin embargo en traerla hasta el hospital era por cuenta del patronazgo. También se obligaba al desescombro. También el revoco,  el jaharrar  quedaba por mano del Hospital.

Para controlar la obra, se hacía a vista de oficiales  y el inicio debía ser  dentro de dos meses  de la firma del contrato  y acabada a fin del mes de septiembre  del mismo año 1631. El concierto de dinero era 700 reales (la mitad al comenzar la obra y la otra mitad conforme a la obra se va ejecutando) [13] 

El Hospital debió recibir otras nuevas restauraciones. Y se mantenía catalogado dos siglos después de la fundación en el Catastro de la Ensenada[10]. Seguía dirigido por un administrador y patrón relacionado con la familia de Artiaga, por la rama  de la mujer, en este caso por el presbítero Juan Mateo de la Jurada.  Y es muy interesante su primera declaración para la exacta ubicación que se mantuvo con otros usos sanitarios y escolares hasta el siglo XX y las partes del edificio que ya insinuaron las reformas anteriores de la antigua casa de Martín de Artiaga:

“Primeramente administro una casa hospital que está en la calle , que llaman de la Plaza, con cuarto bajo segundo que es el principal, y cámaras, caballeriza, y patio.La que tiene de frente quince varas (  12 metros) y de fondo catorce ( 11.20); que confronta por la parte alta con casas de herederos de Andrés de Rueda, y , por la baja, aze esquina a dicha Plaza y calle Collados, en la que abita Francisco de Quesada, solo para cuidar pobres, por lo que no paga cosa alguna, que es libre.

Los gastos consistían en el médico de los pobres (132 reales), la administración (77º reales), el cirujano (66 reales), dos caseros de asistencia de los pobres (165), del lavado de la ropa de los pobres (66), otros 78), de botica (200) comida (1000) y una fanega de tierra en el Barrero de olivar.  Para afrontar los gastos de enfermos y administración, disponía de varios bienes y censo[11].

En 1634 proseguían las obras y tras su marcha a Jaén continuaron las obras los albañiles portugueses Domingo Alfonos y Domingo Pariente, según su trazas y concierto de obra. 

 


 

 


 



[1] AHPJ. legajo 11 del año 1687 dentro los papeles del escribano Bartolomé Ramírez del Postigo.

[2] El testamento ha sido publicado por Moisés Gallardo en su blog, recogiendo la transcripción original de su traslado. Distinto a los muchos  que se hicieron a lo largo de la historia por los pleitos entre familaires.  VIERNES, 2 DE OCTUBRE DE 2015 MOISES GALLARDO EL CAPITÁN MARTÍN DE ARTIAGA Y LA FUNDACIÓN DEL HOSPITAL DE LA MADRE DE IOS. http://castillodelocubinenlahistoria.blogspot.com/2015/10/el-capitan-martin-de-artiaga-y-la.html

 AHPJ. 20 de junio de 1570 ante el escribano Pedro de  Contreras

[3]AHN. Sección Ducado de Osuna. 1700. Venta de tierras al duque de Osuna por parte del Hospital de la Madre de Dios.

[4] AHPJ. Un documento del escribano castillero Francisco Jordán, datado el 27 de octubre de 1617

[5] AHPJ  20.11.1636 Legajo 5707 , folio 1220-1224).

[6] Bloggdehttps://pacomartinrosales.blogspot.com/2019/05/juan-de-aranda-salazarnuevos-datospppppp.html.  DIARIO  JAÉN LA SEMANA. DOMINGO 8 DE ABRIL DE 2019. LA HUELLA DE LOS ARANDA (III). JUAN DE ARANDA SALAZAR. EN JAÉN SEMANAL . ] MARTÍN ROSALES, Francisco. La iglesia de San Pedro, obra del famoso arquitecto castillero Juan de Arana Salazar… siglo XVII. Pregón de Fiestas y Feria del Castillo de Locubín .Ayuntamiento 1985. [4] 

 

[7] Con Juan de Aranda Salazar y sus parientes más cercanos, se cierra la huella de esta familia de los Aranda. Aquel aprendiz de su tío Ginés Martínez de Aranda pronto se le vio trabajando con Luis González de Bailen, marido de su prima María de Aranda. Este arquitecto  prieguense y relacionado con la comarca de la Sierra Sur, ya había ejercido desde 1613 con éxito su oficio en  Cabra dirigiendo obras privadas de personajes como las casas del doctor Jerónimo de Leyva ( una casa señorial y actual Instituto Juan Eslava) ;  públicas como la Cárcel de esta ciudad (1619),  varios puentes de molinos y de arroyos  de la Subbética como el de Lucena (1620) o el del Junquillo ¡1629);  religiosas como la   ampliación de la casa del santuario del Virgen de la Sierra; o trabajando en los mármoles del retablo de la catedral de Córdoba (1620), también en el trascoro de la catedral de Sevilla;   v, sobre todo, compartió obras con Ginés Martínez de Aranda en la fase final de  la iglesia mayor de la Mota. Pues terminó, muerto Ginés en 1620, la cabecera de este templo abacial donde se valió de la maestría del grupo de canteros relacionados con su suegro.  Es verdad que venía recomendado por su protector y patrono el Duque de Sesa a las obras de la ciudad de Alcalá la Real, donde la familia de este noble regentó la alcaldía en tiempos pasados, le nombró tesorero ducal hasta 1637 y el propio Luís llegó a ocupar uno de los regimientos del cabildo municipal en el quinto decenio del siglo XVII.

        Estos dos arquitectos Ginés Martínez y Luis González de Aranda serán, además de ser sus parientes, los mejores avalistas en la formación profesional del joven cantero Juan de Aranda para encomendarle algunas de sus obras y para prepararle como maestro mayor de obras. Juan de Aranda tuvo sus primeros domicilio y vecindad en la villa natal del Castillo de Locubín, donde se casó con Ana de Jerez en 1624, hija de los castilleros Francisco Ruiz Cortecero y María de Jerez. Por la dote que incorporó a sus bienes, estos ascendían a más de cien mil maravedíes y, como maestro formado, incluyó las trazas del oficio de la cantería y herramientas que importaban unos 36 ducados, una cifra inferior a la aportado por su futura esposa que lo doblaba en caudal de bienes para iniciar la nueva hacienda matrimonial.

Su carrera profesional corrió como un auténtico relámpago, porque ya trabajaba en igualdad de condiciones con los mejores canteros como el asentador Damián López y sus primos en la terminación de la cabecera de la iglesia abacial y el convento de las dominicas de Nuestra Señora de la Encarnación de Alcalá la Real (1626). Este mismo año, subió un nuevo paso de su escalafón social al recibir el título de familiar de la Santo Oficio de la Inquisición en la ciudad de cordobesa Torres Cabrera, donde intervenía en algunas obras. Y no es de extrañar que en 1627 se le nombre maestro mayor de obras dela catedral de la Mequita de Córdoba. Mostraba una gran veteranía porque, en poco tiempo, se ha especializado en muchos campos de la arquitectura a la vera de los anteriores, maestros y asesorado de sabios canteros como Juan Roldán, que le acompañaron en sus posteriores destinos. Este periodo está jalonado de obras en Castillo y Alcalá, principalmente destacan la iglesia de San Pedro de su tierra natal, el coro bajo de la iglesia mayor abacial, los templos de los monasterios de la Encarnación, Consolación, y Rosario de Alcalá Real. Varias obras de la fontanería entendida en su sentido más amplio como la construcción del Lavadero Nuevo de Alcalá la Real y el puente del camino de Alcaudete a Luque.  Desde 1624 hasta 1634, se consideraba un periodo oscuro de la vida artística de este maestro de la diócesis de Jaén, tan estudiado y documentado a partir de la última fecha por muchos tratadistas. Hoy, podemos confirmar y testimoniar casi todos los pasos de la primera etapa de Juan de Aranda y refrendarlos por su madurez, ya que nació en 1590 según la aportación documental de Rafael Galiano Puy. Sin lugar a dudas, se iniciaron, en su tierra natal y abacial, su formación, su aprendizaje y sus primeros pasos como contratante y maestro de obras.  En junio de 1627 se le nombró maestro mayor del retablo a Juan de Aranda Salazar, quien ya trabajaba desde la marcha del hermano Matías, y bajo su dirección se terminaron las obras de piedra en mayo de 1629. Compartió su dirección con la obra principal del cuerpo y cubierta de su iglesia bautismal, y destacando además la capilla funeraria del capitán Martín de Artiaga, un hidalgo que hizo capital en la guerra de la Alpujarra y se afincó en el Castillo de Locubín por motivos matrimoniales, donde fundó el Hospital de la Madre de Dios en cuya reforma también participo Juan de Aranda, Precisamente esta fecha comenzó a contratar otras obras de monasterios y templos alcalaínos  con un discípulo Pedro del Portillo que le acompañará en muchas obras de la diócesis de Jaén. Incluso, su prestigio profesional le valió ser recomendado como maestro mayor de obras de la catedral de Granada en 1631.

En los dos últimos años de su estancia en la Sierra Sur antes de marchar a Jaén, firmó varias obras de la iglesia Mayor de la Mota, su coro y su chapitel de la torre de campanas. Su cantero fiel y favorito Juan Roldán le allanó el camino para ser nombrado maestro mayor de obras de la catedral de Jaén en 1634 unos meses antes de la llegada de Juan de Aranda.  En Jaén, Juan de Aranda amplió su familia con nuevos hijos y se casó en segundas nupcias con doña Mayor de Mérida en 1647.

 

[8] Estos son:

- Una partida de 26 de marzo de 1630 que pagaba el mayordomo Juan Márquez  valorada  a Juan de Aranda, como maestro de cantería de la obra de la iglesia de San Pedro y vecino del Castillo de Locubín en la cantidad de  16.30 maravedíes [4].

 -Una partida de 16.030 maravedíes por diferentes partidas  a costa de la obra de la iglesia de San Pedro, con fecha de 27 de julio, firmado por el mismo y mayordomo.

-Otra partida  de 947 reales   y tres cuartillos con fecha del  ocho de septiembre, en los que se insiste en una partida requerida por el Juez Apostólico de 425 reales para la obra de la Iglesia.[5]  

-Otra partida de 4.450 maravedíes[6], como maestro de cantería de la obra  de la iglesia de San Pedro, que le pagaba su mayordomo Juan Márquez, con fecha de 17 de marzo de 1631.

-Incluso, una renuncia de una escritura de la compra de venta de una casa de la calle de San Pedro, que le vendió el presbítero Pedro del Pozo con fecha de 18 de febrero de 1632 ante Francisco Jordán

 

[9] AHPJ. Francisco Jordán.  Legajo  5701. Folio 746.. Legajo 5701. Folio 832. Francisco Jordán. 17 de marzo 1631.  5702. 19 de abril de 1631. Francisco Jordán. Legajo 6702. Folio 1.612. 6  de noviembre de 1630.  Legajo 5701. Folio 1200 ilegible Seis de noviembre de 1630.  Legajo de  29 de marzo de 1631. Legajo 4702. Folio sin numerar, Fecha 6 de noviembre de 1631.

 

[10] AHP Legajo 7687 Folio 70

[11] Entre ellos una finca de 40 fanegas de tierra de estacar  en Los Frangollo por la zona camino de Alcaudete y las Lagunas ,doce fanegas en la Fuente de Rueda , con tierras de Olivar entre encinas, un cortijo en el Bozalejo con 76 fanegas de tierra calma y casa de teja, dos huertas de dos fanegas y cuartillo en el Arroyo de las Parras, en cuanto a los censos gravados sobre otras personas, casas y fincas: uno de cien ducados de Bartolomé Ruiz de Santiago, otro de 2.196 contra Hijos de Francisco Damián Extremera, otro de 4500 contra Manuel de Navas, otro 120 ducados contra Rodrigo de Aranda,  otro 10.000 maravedíes con Juan Castillo Cortecero, otro 30.000 contra Rodrigo de Aranda, otro 150 ducados  contra Antonio Tomás de Medina, otro de 50 ducados contra Cristóbal de Chaves y Diego del Castillo,. Otro de 23.5000 contra Juan de Espinosa, de 27 . 000 contra de Andrés Fernando Galabadco, otro de 1760 maravedíes de José de la Bastida, otro cien ducados contra pedro  Contreras, otro de 10.000 contra don Luis de Medrano, otros de 3.6000 contra Blas de Torres, otro de 2.250 maravedíes contra Felipe Martínez , otro de 200 ducados contra Manuel Torralba, otro de  contra Jose Bastuda  de 230 reales, 127.000 maravedíes contra Tomás Cejlavo, , otro de 335  maravedíes contra Gonzalo de Osuna, y Juan Camacho, otro de 70 ducados  contra  Francisco de Quesada , otro de 200 ducados contra doña Montejano la Rosa, ; otro de 50 ducados sobre Cristóbal Diaz, 33 reales contra Francisco de la Jurada, , de 50 ducados contra María Antonio Logroño, , de 295 reales de la misma de 1295 contra pedro Ramos, otro de 15000 maravedíes contra doña Antonia Baena,  y otro de 20 ducados contra don Juan de Lara. Poseía además una huerta en el Rio son 19 celemines , lindera con hueras de Carvajal, monjas trinitarias, con cuatro nogueras y cuatro perales, hortaliza y sembradura, una casa en la calle Manchado

 

 



 




domingo, 27 de diciembre de 2020

EL ESTANDARTE DEL SANTISIMO SACRAMENTO Y EL BORDADOR JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS.

 EL ESTANDARTE DE LA HERMANDAD 

DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO

JUAN MARTÍNEZ MONTAÑÉS, BROSLADOR.



La fiesta del Corpus Christi fue y es  una de las principales celebraciones de la Iglesia Católica en honor a Jesús Sacramentado. No cabe duda que la Contrarreforma y el Concilio de Trento coadyuvaron a su difusión y su propagación. Como dice Amador Vico, " El Concilio de Trento abordó el tema de la Eucaristía en dos sesiones y desde dos puntos de vista: el dogmático –definiendo con claridad la presencia real de Jesús en el Santísimo Sacramento, rebatiendo así las tesis protestantes– y el reformista –intentando corregir prácticas supersticiosas  que con el paso del tiempo se habían implantado en torno a la misa–: En la sesión XIII del Concilio –11-X-1551– varios teólogos –entre los que destacaban los españoles Diego Laínez, Martín Olave y Melchor Cano– defendieron la presencia real de Cristo en la Eucaristía, excluyendo todo simbolismo. Los decretos dogmáticos más importantes que se proclamaron fueron el de «la transubstanciación; el culto y veneración que se le debe y la facultad de reservarlo en las iglesias y llevarlo a los enfermos; la recepción sacramental y real de Cristo en la comunión; la obligación de recibirla; la debida preparación para ella. Al mismo tiempo se condenan las doctrinas contrarias a la presencia real»  . Mas importante, si cabe, fue la sesión XXII –17-IX-1562–, en la que se aprobó el cariz propiciatorio para vivos y difuntos, la doctrina sobre las misas en honor de los santo.
El pueblo católico suele celebrarlo con  el día festivo del Corpus y su correspondiente octava. Junto con la misa oficial y procesión, se añadía, por otra parte,  el acompañamiento de muchos elementos profanos que acompañaban la procesión, a través de la comparsas de  los gremios, recitaciones de grupos de música y  escenificaciones de autos. 

También comenzaron a surgir las nuevas hermandades sacramentales con el nombre del Santísimo Sacramento. En concreto, el 12 de mayo de 1581, el cabildo municipal  de Alcalá la Real suplicó al prelado su erección cofrade, basándose en la Bula de Paul








o III,  que concedió la aprobación de la cofradía mediante la bula “Dominus Noster Jesus Christus”. Su nombre se debe a que la cofradía se estableció en la Iglesia de Santa María sopra Minerva, construida sobre el templo de la diosa Minerva y regentada por los frailes dominicos, que habían recibido la propiedad del papa Alejandro IV en el s. XIII.
 Se sabe que esta cofradía estaba muy ligada al reservorio de la Eucaristía.
La finalidad de la Cofradía fue promover el culto del Santísimo Sacramento, porque a partir del concilio de Trento y del Decreto de Paulo III, era obligatorio colocar el Sagrario o el Tabernario de la Reserva Eucarístico sobre el altar; esto promovió la aparición de capillas destinadas al culto eucarístico.
Así, con la denominación de «Minerva» se conocía a las iglesias pertenecientes a la Archicofradía del Santísimo Sacramento, y a la función eucarística que se celebraba cada tercer domingo de mes
- Comisionándose  a los miembros, Pedro de Pineda, el alcaide Rodrigo de Góngora y Juan de Aranda Góngora, ante el Arzobispo de Granada,  para que  “ franquease  copia autorizada de ella, “. Y trajeron desde la capital de la Alhambra el decreto de fundación  y las constituciones, que conservaron en el archivo de la cofradía. Muchos hidalgos y miembros del cabildo pertenecieron a dicha cofradía. Se realizaron sus andas, su custodia, y otros objetos litúrgicos a lo largo de los siglos XVI  y del XVII. Entre objetos, era fundamental  que se distinguiera la cofradía con la insignia  correspondiente. Y, muy curiosamente nos la encontramos ante el escribano Alonso Ordoñez (LEGAJO 4610, FOLIO 130)  en 14 de febrero de 1586, siendo testigos Juan de Baeza , Luis Hernández de Cardera y Alonso Gutiérrez de Villalobos.

 Por el documento de obligación y contrato, el broslador Juan Martínez Montañés se comprometía a realizarlo a la cofradía. Se aportan nuevos datos  sobre su vida y la estancia de la familia en Granada. Pues era vecino de esta ciudad en la colación de Santa Escolástica, y vino a Alcalá, donde, como estante, llevó a a cabo la operación y contrato.  Y especificaba “ me obligo a hazer un paño para la cofradía  del Santísimo Sacramento  , que  en esta ciudad está instituida, que se entiende de la insignia del Santísimo Sacramento, que es el cáliz con la hostia y dos ángeles, que le acompañen”. Por este tiempo su hijo el Dios de la Madera debio  vivir con el padre antes de su marcha a Sevilla. 

Sus medidas eran  56 centímetros de ancho  y 66 de largo “ han de tener dos tercias  de ancho  a bordadura , y de largo  tres cuartas en proporción y, según la forma y manera que está en las muestras firmadas de los nombres   de los señores Pedro de Pineda Valenzuela  e Pedro de Pineda Góngora, regidor,  que yo llevo en mi  poder  y queda en el susodicho". 

Y añade junto con esta  bordadura en los remates a de tener quatro agnus deis  y estos an de tener quarta de ancho  en redondo, y en las quatro  esquinas del paño flores grandes, que acompañen a la insignia del largo una tercia, y otra de ancho".

-La fecha de finalización era , “y a de estar acabado de esta forma para el Domingo de Ramos primero”.

-El precio “ se me an de dar quarenta ducados y,  si apreciado montare más y en este aprecio subiere asta veinte ducados,  se me an de pagar diez solamente y, si montare menos de los dichos quarenta ducados, y sí el aprecio se hiciere eso,  se e me a de pagar y no más.  Quiero en quenta  de los dichos señores Pedro de Pîneda Valenzuela y Pedro de Pineda Góngora doce ducados y, lo de más de ir pagando y, acabado de  hazer,   se an de acabar de pagar  y no cumpliendo los susodichos  doy facultad  os susodichos  que por los dichos cuarenta ducados e intereses  e costas se me pueda  ejecutar”. 

Exponemos en el presente artículo un grabado,  parecido al que debió servir de modelo, y estandartes con la iconografía descrita muy interesante para el caso de que se quisiera reconstruir este estandarte, como se hizo con el de la Virgen de la Cabeza.