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viernes, 27 de septiembre de 2013

CUANDO LLEGUE SEPTIEMBRE, TODO SERÁ MARAVILLOSO


CUANDO LLEGUE SEPTIEMBRE, TODO SERÁ MARAVILLOSO

 

          
  En Alcalá la Real, por eso de “Agosto, frío en el rostro”, se nos adelanta casi medio mes,  septiembre. September, el que hacía siete  (del número latino  Septem)  en el sistema lunar romano, se convirtió en el noveno del calendario solar, aún vigente con ciertos cambios históricos. Un mes que creó precedente para el resto del año, pues, a partir de él, se inició la denominación  mensual  con los adjetivos de procedencia numeral,

Ni los romanos acudieron, para denominarlo,  a su dioses míticos  ni a  sus grandes personajes históricos,  ni el santoral  cristiano santificó el mes.  Y eso que el calendario   bendice, con un refrán devocional,  casi todos los días,  y, así,  comienza el mes vaticinando un cambio brusco temporal y laboral en estos términos religiosos “Por san Gil, el uno de septiembre, enciende tu candil”.

Parece como si Septiembre no quisiera arrancar laboralmente por nuestras tierras, ya que le viene como anillo al dedo este refrán “Septiembre festero, que empieza por san Raquel y termina por san Miguel”.   Pues,  las fiestas  ocupan, de nuevo, todos los fines de semana  de Septiembre, y se anteceden con un programa repleto de prolegómenos festivos y religiosos: concursos, conciertos,  novenas, triduos, quinarios y septenarios. En el primer domingo de Septiembre, el Cristo de la Salud, su  festividad de gloria  recuerda el día de la Exaltación de la Cruz;  en el domingo siguiente, una clara rememoración de la festividad de la Natividad de la Virgen  tuvo , en otros tiempos,   una celebración muy importante con la cofradía de  la Virgen de la Cabeza, la popular Virgen del Turrón, también para los hortelanos “ por la Virgen melonera, verano fuera”, para los hermanos de la Virgen de la Caridad,  y para  otras advocaciones menos conocidas como Guadalupe. Actualmente ha ocupado su lugar y fecha la fiesta de la Virgen de las Angustias ; y ha mantenido la tradicional advocación de la Aurora y el Cristo de la Misericordia. No se olvidan, en el mes septembrino,  los actos deportivos como la Subida de la Mota, o los certámenes agrícolas  como el de las Hortalizas.   

Y ocupa el centro del calendario festivo de septiembre, la feria de la ciudad, cristianizada a finales del siglo XIX con el complemento del  nombre de  san Mateo, feria que ha sufrido más cambios que la plaza del pilar de la Fuente de la Mora Nueva. Pues, nació por el día de san Agustín, y los de Noalejo, Torredonjimeno y Alcaudete,  nos la colocaron en el día del evangelista patrón de los banqueros, contadores y recaudadores de impuestos,   sin ningún fundamento histórico  sino más bien económico, como lo hizo Carlos II cuando la concedió a Alcalá la Real  como  un gran privilegio allá por los  años ochenta del siglo XVIII.

Por eso, el pueblo vive el mes de septiembre como aquel millonario neoyorquino, creado por Robert Mulligan, director de la comedia romántica “Cuando llegue Septiembre” que lo transformó en mes vacacional.  Pero la película era una mera ficción, cuyas  escenas sorpresivas interpretaron maravillosamente Rock Hudson y Gina Lollobrígida. Ahora,  la sorpresa  no puede  vestirse con ropaje de sarao, pues las cifras son claras: los parados no han subido por el mes de agosto,  pero  el nuevo empleo no llega ni  a los cincuenta  trabajadores  en toda España; la Seguridad Social decrece,  y  se sacan las reservas de los fondos  de las Pensiones ;  las becas no son el recurso que ha dado salida a muchos jóvenes para perfeccionarse en un momento de desierto de ocupar su primer puesto de trabajo; los precios de recursos básicos del hogar como la electricidad ha sufrido una subida significativa;  el desaliento civil no  se recupera y las encuestas se  llenan de dígitos de abstencionismo y votos en blanco.

Más valdría que recuperaremos aquella canción  de la cantante granadina Gelu de los años sesenta  del pasado siglo “Cuando llegue septiembre, todo será maravilloso”, y, en este caso,  el amor intimista, que reflejaba la letra de  aquella melodía, se transformara en un  compromiso colectivo para salir adelante, sin exclusiones de ningún tipo.  Y es que, recibiríamos  el  otoño  con  nuevos bríos llenos  de altruismo  en medio del veranillo de San Miguel cuando   “Todo fruto viene bien con calor por San Miguel”. Pues, es verdad que el refrán  se refiere al calor físico, pero estamos necesitamos  del calor humano, o lo que es lo mismo la solidaridad, la fraternidad y, por qué no decirlo, la caridad política, algo muy distinto a lo que algunos interpretan como la beneficencia. Pues aquella  excede a la justicia y  no es jerárquica, y, en cambio, la beneficencia se queda en repartir las migajas como el rico Epulón (o se queda con el banquete como los banqueros). Se necesita un paso de más altas miras.

           

 

 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

CAPÍTULO XII. SIGUE EL RELATO DE LOS ALCALAÍNOS EN LA GUERRA DE LA SUBLEVACIÓN DE LOS MORISCOS.


CAPÍTULO XII. SIGUE EL RELATO DE LOS ALCALAÍNOS EN LA GUERRA DE LA SUBLEVACIÓN DE LOS MORISCOS.

 





           
 


Marchó, muy de noche, a su casa; en el trayecto apenas podía distinguir, bajando  por entre la oscura  y pendiente  calle del Postigo, algunas escalinatas que le adentraban en el barrio de Santo Domingo. Llegó a su casa, subió a los cuartos de la segunda planta que daban a las cuevas horadadas en la roca .  Durmió  como un lirón sobre su cama de lienzo de estopa, y, cubierto solamente con sábanas de tiradizo. Al día siguiente, era domingo, muy de  mañana bajó a su cuarto de entrada  y sacó de su alacena sus cuadernos de apuntes. Desató las cintas, y comenzó a leer los folios que trataban sobre la participación de los alcalaínos en la Guerra de Granada Contra los Moriscos. Lo hizo de corrido, sin comentario alguno, iniciando la lectura por el folio que había señalado, el día anterior,  con una cuartilla llena de garabatos y firmas de ensayo.  Era  un día antes de la Navidad de 1568,  en Alcalá  hacía una noche de perros, con mucho frío y cayendo la nieve en los picos más altos del Camello, Martina, Solana de Montefrío y la Mota. Lo mismo que  le comentó  en un libro Diego Hurtado de Mendoza, un  escritor noble  de Granada, cuyo relato fue entremezclando el oficial de escribanía con sus notas" hacía  aquella noche tan mal tiempo, y caía tanta nieve en la sierra que llaman Nevada y antiguamente Soloria, y los moros Solaira,  que cegó los pasos y veredas cuanto bastaba, para que tanto número de gente no pudiese llegar. Sin embargo, el rebelde Farax con sus ciento y cincuenta hombres, poco, antes del amanecer, entró por la puerta alta de Guadix, donde se junta con Granada el camino de la sierra, con instrumentos y gaitas, como es su costumbre. Llegaron al Albaicín, corrieron las calles, procuraron levantar el pueblo haciendo promesas, pregonando sueldo de parte de los reyes de Fez y Argel, y afirmando que con gruesas armadas eran llegados a la costa del reino de Granada: cosa que escandalizó y atemorizó los ánimos presentes, y a los ausentes dio tanto más en qué pensar, cuanto más lejos se hallaban; porque semejantes acaecimientos, cuanto más se van apartando de su principio, tanto parecen mayores y se juzgan con mayor encarecimiento  Los moriscos, hombres más prevenidos que diestros, esperaban por horas la gente de la Alpujarra: salían el Tagarí y Monfarrix, dos capitanes, todas las noches al cerro de Santa Helena por reconocer; y salieron la noche antes con cincuenta hombres escogidos, y diez y siete escalas grandes, para juntándose con Farax entrar en el Alhambra; mas visto que no venían al tiempo, escondiendo las escalas en una cueva se volvieron, sin salir la siguiente noche, pareciéndoles como poco pláticos de semejantes casos, que la tempestad estorbaría a venir tanta gente junta, con que pudiesen ellos y sus compañeros poner en ejecución el tratado del Alhambra; debiéndose esperar semejante noche para escalarla. Mas los del Albaicín estuvieron sosegados en las casas, cerradas las puertas, como ignorantes del tratado, oyendo el pregón; porque aunque se hubiese comunicado con ellos, no con todos en general ni particularmente, ni estaban todos ciertos del día (aunque se dilató poco la venida), ni del número de la gente, ni de la orden con que entraban, ni de la que en lo por venir ternían. Díjose que uno de los viejos abriendo la ventana, preguntó cuántos eran, y respondiéndole seis mil, cerró y dijo: «Pocos sois y venís presto»; dando a entender que habían primero de comenzar por el Alhambra, y después venir por el Albaicín, y con las fuerzas del rey de Argel. Tampoco se movieron los de la Vega, que seguían a los del Albaicín; especialmente no oyendo la artillería del Alhambra que tenían por contraseño. Había entre los que gobernaban la ciudad emulación y voluntades diferentes; pero no por esto así ellos como la gente principal y pueblo, dejaron de hacer la parte que tocaba a cada uno. Estúvose la noche en armas; tuvo el conde de Tendilla el Alhambra a punto, escandalizado de la música morisca, cosa en aquel tiempo ya desusada; pero avisado de lo que era, con mejor guardia. El Marqués, aunque no tenía noticia de la contraseño que los moros habían dado a la gente de la Vega, y él le tenía dado a la gente de la ciudad, que en la ocasión había de disparar tres piezas; temiendo que si se hacía pensasen los moros que estaba en aprieto, y acometiesen el Alhambra en que había poca guardia, mandó que ningún movimiento se hiciese, ni se pidiese gente a la ciudad; que fue la salvación del peligro, aunque proveído a otro propósito; porque acudiendo los moriscos de la Vega a la contraseño, necesitaban a los del Albaicín a declararse y juntarse con ellos, y como descubiertos, combatir la ciudad. Bajó el Conde a la plaza nueva y puso la gente en orden: acudieron muchos de los forasteros y de la ciudad, personas principales, al presidente don Pedro de Deza, por su oficio, por el cuidado que le habían visto poner en descubrir y atajar el tratado, por su afabilidad, buena manera generalmente con todos, y algunos por la diferencia de voluntades que conocían entre él y el marqués de Mondéjar. Éste con solos cuatro de a caballo y el corregidor, subió al Albaicín, más por reconocer lo pasado, que suspender el daño que se esperaba, o asosegar los ánimos que ya tenía por perdidos, contento con alargar algún día el peligro; mostrando confianza, y gozar del tiempo que fuese común a ellos, para ver como procedían sus valedores; y a él para armarse y proveerse de lo necesario, y resistir a los unos y a los otros. Habloles: «Encareció su lealtad y firmeza, su prudencia en no dar crédito a la liviandad de pocos y perdidos, sin prendas, livianos; hombres que con las culpas ajenas pensaban redimir sus delitos o adelantarse. Tal confianza se había hecho siempre, y en casos tan calificados, de la voluntad que tenían al servicio del Rey, poniendo personas, haciendas y vidas con tanta obediencia a los ministros; ofreciéndose de ser testigo, y representador de su fe y servicios, intercediendo con el Rey para que fuesen conocidos, estimados y remunerados». Pero ellos respondiendo pocas palabras, y ésas más con semblante de culpados y arrepentidos que de determinados; ofrecieron la obra y perseverancia que habían mostrado en todas las ocasiones; y pareciéndole al Marqués bastar aquello sin quitalles el miedo que tenían del pueblo, se bajó a la ciudad. Había ya enviado a reconocer los enemigos; porque ni del propósito, ni del número, ni de la calidad dellos, ni de las espaldas con que habían entrado se tenía certeza, ni del camino que hacían. Refirieron que habiendo parado en la casa de las Gallinas, atravesaban el Genil la vuelta de la sierra; puso recaudo en los lugares que convenía; encomendó al corregidor la guardia de la ciudad; dejó en el Alhambra donde había pocos soldados mal pagados, y éstos de a caballo, el recaudo que bastaba, juntando a éste los criados y allegados del conde de Tendilla, personas de crédito y amistades en la ciudad. Él, con la caballería que se halló, siguió a los enemigos llevando consigo a su yerno y hijos ; siguiéronle, parte por servir al Rey, parte por amistad o por probar sus personas, por curiosidad de ver toda la gente desocupada y principal que se hallaba en la ciudad. Salió con la gente de su casa el conde de Miranda don Pedro de Zúñiga , que a la sazón residía en pleitos, grande, igual en estado y linaje: eran todos pocos, pero calificados. Mas los enemigos, visto que los vecinos del Albaicín estaban quedos, y los de la Vega no acudían; con haber muerto un soldado, herido otro, saqueado una tienda y otra como en señal de que habían entrado, tomaron el camino que habían traído, y por las espaldas de la Alhambra prolongando la muralla, llegaron a la casa que por estar sobre el río llamaban los moros Dar-al-huet, y nosotros de las Gallinas, según los atajadores habían referido. Pararon a almorzar, y estuvieron hasta las ocho de la mañana: todo guiado por Farax para mostrar que había cumplido con la comisión, y acusar a los del Albaicín o su miedo o su desconfianza, y aun con esperanza que llegada la gente de la Alpujarra harían más movimiento. Pero después que ni lo uno ni lo otro le sucedió, acogiose al camino de Nigüeles arrimándose a la falda de la montaña, y puesto en lo áspero, caminó haciendo muestra que esperaba. Pocos de la compañía del Marqués alcanzaron a mostrarse, y ninguno llegó a las manos por la aspereza del sitio; aunque le siguieron por el paso del río de Monachil hasta atravesar el barranco, y de allí al paraje de Dilar, por donde entraron sin daño en lo más áspero.

     Duró este seguimiento hasta el anochecer, que pareció al Marqués poco necesario quedar allí, y mucho proveer a la guarda y seguridad de la ciudad; temeroso que juntándose los moriscos del Albaicín con los de la Vega, la acometerían sola de gente y desarmada. Tornó una hora antes de media noche.”

            El escribano tomó un folio aparte y leyó esta copia de una  carta que en la noche posterior a este relato  le había enviado el Márqués del Mondejar a la ciudad,  desde la Alhambra de Granada, e  inserta en el acta  del cabildo del 26 de diciembre de 1568, día  cuando llegó a Alcalá ,  a Loja y Alhama , el  siguiente de suceder los hechos.  Se leyó  en las salas altas del  cabildo tras haberse reunido urgentemente  en la madrugada del día siguiente. Y, esta misiva,   la ciudad de la Mota  quedó enterada del levantamiento de los moriscos.

:

 “Magnifico Señor. Por mandato, que envié  para la ciudad de Loja y Alhama/ extenderé a vuestra merced el aviso que tenía y lo que después/ ay que decir, es que anoche intentaron de levantar/ el Albayzín y que gran número de los enemigos va creciendo/ y desvergonzándose de manera que conviene salir yo en/ persona a remediarlo y allanarlo y conviene con toda / brevedad y presteza del mundo la gente de esa ciudad / a dese aquí con gran brevedad porque depende  de ello/ la guardia y seguridad de este reino y de qualquier negligencia / que esto ubiere podrá resultar daños irreparables/importásele a vuestra merced siendo, como es ministro de Su Majestad/ si que en esas ciudades de su corregimiento oviese algún descuydo qué cosa / y qué tanto va, el qual creo yo que no avrá . Nuestro Señor la muy magnifica persona de/ vuestra merced  guarde y acreciente. De Alambra a 26 / de ciciembre de 1568 al servicio de vuestra merced, el muy noble”.

Comprobó que, en el dorso, estaba escrito su  destinatario:  al muy magnífico señor don Gómez de Figueroa, corregidor de Loja, Alhama,  o,  por ausencia, al acalde mayor.

            El marqués llamó a  la  gente, sin dinero alguno, y a Alcalá lo hizo porque estaba muy cercana a la  zona del conflicto, y , alegando  que venían  a  servir al Rey, les previno que se jugaban la  seguridad,  al mismo tiempo que les comunicaba que estaban a ligados a su persona , y a  la  memoria de su  abuelo y padre ( el escribano recordaba siempre el afecto que mantenía el abuelo con esta ciudad  donde pernoctó  en tiempos de los Reyes Católicos y  vio nacer a su hijo Antonio)  , cuya fama era grande en aquel reino. Comenzaron  a dividirse los hidalgos en diversos pareceres, porque si hubo quien les movió  la esperanza de ganar o de  conseguir  fama y otras cosas “por el ruido o por vanidad de la guerra”, los hubo también reticentes a querer  juntarse para afrontar esta contienda. No obstante, Alcalá compartió la llamada con  otras  ciudades y señores de la Andalucía. Sabía que los caballeros alcalaínos habían asumido, desde antiguo,  la obligación de acudir en ayuda del Rey  y debían  cumplir  con  su cometido a usanza del cabildo municipal. Por eso, se veían obligados a  traer la gente a su costa durante el tiempo que duraba la  comida que podían traer a los hombros ( y le aclaraba Hurtado “talegas las llamaban los pasados, y nosotros ahora mochilas”). En las negociaciones posteriores, Mondéjar les comentó  el modo de financiar la operación: “se contaba comida  para una semana; mas acabada, servían tres meses pagados por sus pueblos enteramente, y seis meses adelante pagaban los pueblos la mitad, y otra mitad el Rey: tornaban éstos a sus casas, venían otros;  era una manera de levantarse gente dañosa para la guerra y para ella, porque siempre era nueva. Esta obligación tenían como pobladores por razón del sueldo que el rey les repartía por heredades, cuando se ganaba algún lugar de los enemigos".

            Como los alcalaínos no respondieron  a los primeros avisos ni a las primeras horas, el marqués convocó también , según contaba Hurtado de Mendoza,  a soldados particulares aunque ocupados en otras partes; a los que vivían al sueldo del Rey, a los que, olvidadas o colgadas las esperanzas y armas, reposaban en sus casas. Proveyó de armas y de vitualla; envió espías por todas partes a calar el motivo de los enemigos; avisó y pidió dineros al Rey, para resistillos y asegurar la ciudad.

 

También recogió el clima  imperante en la ciudad de la Alhambra para persuadirlo aún más a la hora de tomar la  decisión de emprender pronto la marcha  Mas en ella era el miedo mayor que la causa: cualquier sospecha daba desasosiego, ponía los vecinos en arma; discurrir a diversas partes, de ahí volver a casa; medir el peligro cada uno con su temor, trocados de continua paz en continua alteración, tristeza, turbación, y prisa; no fiar de persona ni de lugar; las mujeres a unas y a otras partes preguntar, visitar templos: muchas de las principales se acogieron a la Alhambra, otras con sus familias salieron, por mayor seguridad, a lugares de la comarca. Estaban las casas yermas y las tiendas cerradas; suspenso el trato, mudadas las horas de oficios divinos y humanos, atentos los religiosos y ocupados en oraciones y plegarias, como se suele en tiempo y punto de grandes peligros.

No andaba con presteza la ciudad de la Mota ante esta inesperada situación de guerra. Pues respondió con una escueta carta al Marqués de Mondéjar evadiéndose del compromiso  y  aludiendo que habían estado recientemente defendiendo la Costa de unos barcos turcos  con una compañía de soldados. Querían autojustificarse dando por comprensible la actitud de Alcalá, pues no sólo, debían  a hacerse frente a lo que suponía de sangría de hombres, sino también el acopio de efectivos por parte de  Alcalá y Castillo en la proporción de un tercio a dos tercios (  24 por ciento para la villa castillera y otro 57 por ciento para la ciudad de Alcalá la Real fuera de dinero u hombres). Además, alegaban las pocas armas eficaces que le quedaban en su armero municipal, ya que los soldados alcalaínos disponían, en su mayoría, de algunos arcabuces, pero,  otros muchos sólo tenían ballestas, picas, y espadas de tal manera que, tenían que  cambiar estas últimas  y comprar nuevos arcabuces. Por eso, el  corregidor no se anduvo con chiquitas, porque su postura , en  asuntos de la Corona , era tajante; a pesar de que, en los primeros momentos, tratara de mediar en las continuas dilaciones  y achaques contemporanizadores de los miembros del cabildo municipal (pues les había salido bien a los miembros del cabildo  en otros tiempo la táctica de retardar y alargar con alegaciones   su  presteza en  el envío de las tropas alegando servicios anteriores), Como es lógico, el marqués no atendió, en esta ocasión,  tampoco las evasivas, sino que envió otra segunda carta , en términos muchos más agresivos:

Recibí la carta de vuestra merced a veintisiete de este y oy a Rodrigo de Góngora, regidor de esta ciudad, tengo a muy bien entendido y entendida la voluntad con que esa ciudad a servir y sirve  gente / a Su Majestad, le obligara en postergar a rebelarla, pero por la necesidad  presente no se puede tener resspeto a nada, e así recibiere vuestra merced, que toda presteza posible  se me envíe toda la gente útil para pelear que ay , oviere de prestar a Su Majestad, se lo encargo e mando , que no espero ya otra cosa, para sí  al campo , sino  que me llegue alguna gente. Alhambra 28 de diciembre de 1568.

 

Sin miramiento alguno, se tocó aleo, se hizo el alarde  por las calles altas de la Mota, los barrios de Santo Domingo y Nuevos y , una vez reunidos los soldados en la Plaza Alta, se le repartieron los arcabuces, espadas, ballestas, lanzas  y  picas, e , inmediatamente organizados en una compañía  con sus capitán , alférez y sargentos, el corregidor se aprestó a  que salieran de  la ciudad; iban en formación como una compañía de cien soldados tiradores al mando del  capitán y regidor Juan de Aranda Figueroa. Llegaron a Granada, se pusieron a las órdenes del marqués, con el que acudieron a sofocar primero  cualquier revuelta que sugiera en el Albaicín y, posteriormente,  se  dirigieron a  la primera línea de batalla, donde se mantuvieron desde 31  de diciembre del año 1568 hasta el 26 del mes de febrero del año 1569  en el frente de Órgiva. Cayó enfermo el capitán y fue sustituido  el 16 de marzo por  el alférez, su pariente Francisco de Leiya.

 

La mujer de Antón  lo llamó desde la cocina. Le decía que estaba dando el último toque la campana de la Iglesia de Santa  María la Mayor.  Cerró el cuaderno , se arregló un poco colocándose un recio manto de lana y cubriéndose la cabeza con un gorro; después  se cogieron del brazo  y desviándose de las escalinatas del Postigo, por el Cañuto   para evadir los copos de nieve  se dirigieron a la Iglesia de Santa María para asistir a  Misa Mayor. Puso una señal en el cuaderno  y dejó en este párrafo la lectura de la Guerra contra los Moriscos  para la tarde de este frío  domingo al calor de la chimenea.

 

 

viernes, 20 de septiembre de 2013

"LA LEALTAD" Y "UNIÓN Y DEFENSA"


LA LEALTAD Y UNIÓN Y DEFENSA

 

            Hay un capítulo olvidado de la historia local de Alcalá la Real, a saber, el hecho de que se ha silenciado todo lo que no hiciera referencia  a las fuentes conservadoras del  libro “Notas  y Leyenda para la Historia de Alcalá la Real”. Gracias a la investigación actual, la sociedad alcalaína no fue fruto de un solo partido, que se autodenominaba de “Alcalá”, cuando se unificó con el partido liberal en el municipio, sino que en esta tierra  hubo liberales, datistas, muchos turnistas, republicanos de distinta índole, cenetistas,  socialistas y comunistas. Unas de las formaciones de mayor participación ciudadana  fueron las sociedades obreras, que se reunían en todos los rincones de la comarca alcalaína: desde las  aldeas hasta en el casco urbano de Alcalá la Real, solían levantar sus centros o lugares de reunión para reivindicar todo tipo de  derechos laborales o crear  mecanismos de la colaboración social  y ayuda mutua como la seguridad social de sus afiliados. Sin representación orgánica, pero con participación real en la base. Sus nombres fueron muy pintorescos y la mayoría con aires de libertad auténtica y participación de todos los sectores de la sociedad La flor Naciente, Esclavitud Emancipada, la Emancipación, o  Los Humildes del Trabajo.

            Me quedo, en estos momentos,  con el nombre de dos ellas: Unión y Defensa, que integraba a los alcalaínos de la Mota  y se mantuvo hasta 1939, y “La Lealtad”, de Ermita Nueva que se extinguió por la misma fecha. Son dos maneras de concebir la participación en la vida política, porque manifiestan la manera como pueden defenderse  una tierra y  unas siglas y, al mismo tiempo que   se practica la participación en la democracia real. Pues si no hay lealtad, es imposible que se avance  en las mejoras sociales; pero si no se está unido,  estas difícilmente podrán defenderse de   las aves carroñeras  que suelen  atacar de inmediato. Pues, está claro que,   los que inventaron el interregno y juegan en el teatro político como  simples actores, llenos de hipocresía y ocultando una división tajante en todos los  ámbitos de sus huestes, no respetan a nadie ni la democracia interna de una partido que siempre ha elegido a su candidato en una asamblea participativa y decisoria: desde el inicio  de la vuelta democrática  hasta hoy día. Además, este partido se enorgullece de ampliar las bases de la participación con la integración futura de los simpatizantes en las futuras elecciones primaras para cargos públicos.  Estos neocons  no han respetado  ni  la  cortesía democrática –pues la rompen a diario en todos los escenarios-, ni siquiera  por respeto a unos afiliados que saben mejor que ellos lo que significa la democracia frente a otros sistemas presidencialistas; se creen, más bien se consideran, como jueces de un proceso, que no les pertenece ni le atañe; y eso que saben que su turno le corresponde en la fase de protocolo electoral y municipal. Es fácil de comprenderlos, porque su historia es la de los Sueños de Goya, el tremendismo de los neos,  la defensa del dogmatismo y del silencio de apropiarse de las instituciones como lo hacen con su lenguaje vaticanista.

            Los descendientes del la Flor del Trabajo, de los Amantes del Progreso, de los Amigos de la Agricultura o los Agricultores, de  La Flor Naciente, de la Defensa Mutua, o del Porvenir  deben caminar ofreciendo a su pueblo bienestar, progreso, libertad, solidaridad y  democracia  porque sus colaboradores  son los Amigos del Trabajo o los Humildes del Trabajo; lo de los otros son las astracanadas y la novela negra. ¡Qué terror!  Suerte, lealtad, unión y defensa para Carlos y Juan Ángel.

 

jueves, 19 de septiembre de 2013


 

           

CAPÍTULO XI. EL ESCRIANO PINTOR Y DON GOME MESSÍA DE FIGUEROA

 

El escribiente se había interesado  mucho  por el mundo de la esclavitud, le encantaba el asunto de los libertos, y no hacía sin pensar si tenía algún antepasado esclavo. Repasaba  todos los legajos referentes a este tipo de personas,  y bajando la escalera, se fijó en la carpeta del corregidor Gómez Mesía de Figueroa. Tenía de  fecha de apertura, finales de 1567, pero no la había cerrado en portada del legajo,  como había escrito  en los anteriores corregidores.

Ni corto ni perezoso. Se lo llevó a su casa, tras bajarla de la balda de la estantería de la tienda de la escribanía.

En su casa, el escribiente  se sentó en el banco y en una mesa pequeña, abrió el legajo atado con cuerda tranzada de esparto y, encima,  una cinta de tela basta que le daba cierta prestancia.

Leyó la primera página que decía " CORREGIDOR DON GOMÉ MESSÍA DE FIGUEROA".

 

Entusiasmado por este personaje con el que compartía  muchos  momentos a la hora de levantar autos, edictos y órdenes, siguió leyendo folio tras folio. No quiso detenerse mucho sobre su genealogía y los problemas relacionados con cierto antepasado  judío que aludía a su abuelo Alonso de Mesía. Había escuchado que estaba relacionado  con la  rama de los Figueroa de la provincia de Jaén y con el Duque de Feria, pues don Fernando de Figueroa, obispo de Canarias era natural de Sabiote y fue confesor del rey Felipe II; por  la  parte de los Mesía, tanto en Úbeda, y Baeza  como en Jaén, eran numerosos los miembros de la familia relacionados con el cuerpo de gobierno del emperador. Lo que sí daba por seguro que esta  rama de los Figueroa y Mesía  mantenían  gran influencia en el mundo de la Chancillería de Granada, en el cabildo de Córdoba y en ciudades como en Ocaña, cuyos linajes se asentaban por estos años en dichas ciudades   Daba por seguro que  sus padres eran don Gómez de Figueroa, caballero principal de Córdoba, veinticuatro de ella, señor de Villaseca y el Encinar,  casado con doña Lucrecia de Mesía de Alarcón.  Que  su familia residía en la Corte de Madrid , tal como se deducía de la carta que  recientemente  había enviado a   la ciudad durante su estancia en la guerra de las Alpujarra, allá por el mes de marzo de este  año 1570.

De su aparato de gobierno, hizo un breve resumen: Fueron sus alcaldes mayores Francisco Téllez en Alcalá en los primeros años, y , después, el licenciado Alonso Sánchez de Frías, vecino de Priego. Por estas fechas, también nombró por alguacil mayor a García Márquez. No olvidaba que el corregidor  tenía entablado un pleito con el cabildo municipal por su cabezonería de aumentar el número de alguaciles: antes lo fueron  también Francisco Gómez  y Juan Martínez de la Fuente en Alcalá la Real. También el escribiente tenía anotados los de Loja ,  en los primeros años los   mayores Pedro Sánchez de Carranza y Lope Garrido, en último año Juan Alans Fonseca  y Lorenzo Sancho Cornejo y por alguaciles menores  tuvo Alonso Magaña. De Alhama, no le habían enviado  datos.  En una nota aparte, señalaba que, a finales de agosto de 1567, tuvo lugar el recibimiento del corregidor en  Loja , nombrando al  licenciado Garci Rodríguez de Cabrera como alcalde mayor, y por alguaciles, mayor y menos, Pedro de Carranza y Juan Álvarez de Fonseca y Juan de Casas.
Pasó los  apartados  de genealogía y cargos, se le vinieron ante sus manos unos folios que   revivieron inmediatamente en su memoria las miserias de aquellos crueles años de sequía y hambre. Pues, en las primeras notas de su legajo,  leía los hechos que tuvo que afrontar en  primeros meses de su corregimiento  para controlar el abastecimiento del trigo en la ciudad de Alcalá la Real. Debido al bajo precio de este cereal,  dio lugar a que los agricultores, sobre todo los labradores, evadieran los controles comerciales y gubernativos,  y una gran partida de  trigo saliera  del territorio abacial a otros lugares comarcanos. Por eso,  no le faltó energía ante esta  injusticia , ausencia de perjucios y el egoismo imperante entre los poderosos,  y  adoptó una serie de medidas de control y reparto creando  seis panaderías en los  cuarteles de la ciudad (que es como llamaban a los barrios y  por los que estaba dividida Alcalá la Real). Estas racionaban los panes provenientes del trigo del pósito y de los propios  y de algunos particulares, entre ellos los de Loja.
 En un medio folio, se dio cuenta que tenía anotado:

  Acta del siete de abril de 1570, el mecanismo consistía en sacar trigo del Pósito a razón de cincuenta fanegas diarias: cuarenta para Alcalá y diez para el Castillo.  Se llevaba la entrega de trigo en la plaza de la Mota y  las paneras  repartían cuarenta panes a las personas señaladas con vales. Estos  les permitía acopiarse de pan amasado de libra de 32 onzas,  y, posteriormente, se nombraban comisarios, (dos miembros del cabildo municipal), que lo controlaban a lo largo de los cuarteles de La Mota, Consolación, Arrabal Viejo, San Juan, San Sebastián, y cuesta del Cambrón “.

 

Siguió leyendo  y se dio cuenta que,  en Loja,  tuvo que emprender continuas y reiteradas  medidas para almacenar  trigo:  pues. primero,   1567  fue un año de gran escasez, que afectó a muchos meses de 1568; y  la situación  se repitió en el primer mes del año 1570, agravada por la guerra de los moriscos.

            En el folio sexto de este corregidor, tenía anotado un asunto importante: "Cofradías y Hospitales". Parece que no llegaron a plasmarse  algunos acuerdos, que habían surgido de las Cortes castellanas en materia financiera religiosa. Se trataba de desamortizar algunos bienes, que, en Alcalá incidieron en el gran número de pequeñas cofradías.  Entre ellos  se incluía  la reorganización de las instituciones religiosas, que afectaban a  las cofradías, hospitales y otras dependencias relacionadas con la iglesia católica,  y afrontar los gastos ocasionados con motivo de  la expulsión de los moriscos. En concreto, debió ejecutar y cumplir una cédula real de marzo de 1568, por la que se pretendían unificar todas las hermandades en dos. Y lo hizo con energía porque  llevó a cabo personalmente un interrogatorio, con el fin conocer el funcionamiento, organización, bienes e inventario de cada una de ellas. Se presentaron en la audiencia de las tiendas  centrales de los corredores de la plaza los hermanos mayores y los  priostes y mayordomos de las cofradías de Nuestra Señora de la Antigua, Veracruz, Santa Ana, san Bartolomé, Monserrat, san Antón, Virgen de la Cabeza, y  los mayordomos de los  hospitales de la Veracruz y  los Monteses, y del Dulce Nombre  de Jesús.

            También  en dos cuartillas, cosidas a los folios con hilo, había anotado:

 

.COFRADÍA DE LA ANTIGUA.  El mayordomo Diego Hernández de Hinojosa, declaró que  era la más antigua, surgida en  1398, ubicada en la parroquia de Santo Domingo de Silos, disponía de limosna y de quince censos que alcanzaban 105.625 maravedíes, dedicados a una misa por los hermanos difuntos los sábados de cada semana.”

 

“COFRADÍA DE LA VERACRUZ. Se fundó en 1550 con licencia del abad don Juan de Ávila, según las declaraciones del 19 de marzo de 1568,  por el mayordomo Antón de Alcalá, con el fin de edificar una iglesia, hospital. Es cofradía de disciplinantes”

 

 

Tuvo que ejercer su mandato en el difícil momento del levantamiento de los moriscos del reino de Granada.  En su ausencia, ejerció de alcalde mayor en Alcalá la Real, el licenciado Francisco Téllez y el corregidor se trasladó a Loja en la base de las operaciones. Éste le sustituyó como teniente de corregidor en todo el periodo comprendido entre  la Navidad del 1568 hasta el año 1570, pues el corregidor ejerció en la mayoría de las ocasiones el mando de las tropas desde la ciudad de Loja, donde estableció su alojamiento por estar más cerca del  escenario militar y desde donde se comunicaba con el resto de las ciudades.  La labor de la Justicia fue esencial en estos momentos, pues fue la que canalizó todo el correo, moderó las posturas contrapuestas entre el interés nacional y los miembros del cabildo, más preocupados de la subsistencia de la ciudad que de la guerra, y  ejerció su autoridad cuando las situaciones llegaron al límite por la sangría que provocaba tantas medidas militares.. El carácter de alto riesgo daba lugar a que las reuniones con el cabildo se hicieran en horas  inoportunas y en la propia casa y aposento de la Justicia

            En el folio décimo aparecía un título “ Milicias y  Guerra de los morisco”.  Se lo acercó ante sus ojos y empezó a leer : “ En estos momentos  bélicos,  la ciudad  sufrió una sangría de personas y recursos importantes por encontrarse en una zona fronteriza de Granada, que le obligaba acudir inmediatamente,  con su milicia urbana, a proveer a la capital del reino granadino con los recursos esenciales para el mantenimiento- trigo, cebada,  carne,....- y a ejercer  servicios de  recepción, alojamiento  y manutención de las tropas castellanas y de los  moriscos trasladados a otros lugares de Castilla. Por otro lado, en la ciudad alcalaína, según nos refieren las  declaraciones de los regidores en las actas del cabildo, llegaron a residir más de veinte mil personas que iban y venían al campo y ejército de Su Majestad”. 
 

 


Cuando comenzaba a leer este párrafo “En cuanto al aspecto militar, desde el  primer aviso que le comunicaron el levantamiento de los moriscos en Órgiva y la petición de que  acudiera la caballería alcalaína, lojeña y de Alhama  en su auxilio,  por don Iñigo López de Mendoza, marqués de Mondejar,  conde de Tendilla y duque de Sesa , capitán general del reino de Granada…” , lo llamó, a grandes voces,  su esposa que venía de la calle. Salió a la puerta y le dijo

-¿Qué quieres,  Leonor?

-Te llama don Gome.

-A estas horas.

-Algo urgente debe ser, Antón. Me ha dicho el alguacil que te  presentes inmediatamente en la  sala de la audiencia.

Subió inmediatamente trochando por los adarvejos del Cañuto  y adentrándose en el Gabán, jadeó en la puerta del Peso de la Harina y saludó al caballero de guardia del cuartel de la Mota. Lo saludó  y le dijo:

-Corre, que otra vez nos ha tocado la china de un morisco rebelde.

Se hizo de sus instrumentos de escribanía y de algunos folios antes de llegar a la audiencia, que  un candil  iluminaba todos sus bajos, donde estaban Gómez Muñoz y el teniente de corregidor. Un poco inquietos por una posible tardanza, le  agradecieron  que hubiera acudido tan puntual, porque no se fiaban mucho de él , ya que acostumbraba a jugar a los naipe en los antros más ocultos y en las primeras horas de la noche.

-Te reclamamos, porque hay que levantar un auto judicial urgente. Asunto de guerra.

-Díganme, pues señores. Pluma, tintero y  tinta  están preparados. Tomo nota.

-Ponga lo siguiente “Proceso contra el morisco Diego Moçate”

-¿Denunciante?

En este momento, salió del bajo de la tienda el denunciante.

- Juan Rodríguez de Cebreros.

-¿Hecho?

- Yo, Juan Rodríguez de Cebreros, ante el alcalde mayor licenciado Francisco Téllez, declaro  haberlo cautivado en Encina Hermosa.

-Y¿ qué más datos  tienes?- le dijo Téllez.

-Procedía de Martos y, durante cierto tiempo, se ocultó en un cortijo de las sierras castilleras, viviendo con otros moriscos afincados en el Castillo de Locubín.

-Quedaron pocos aquí, las hilanderas de la seda para la industria sedera, algunos comerciantes y tenderos en la Mota, los gacís para transportar el vino, los buenos hortelanos de las Riveras y del  Castillo,...y algunos esclavos. Y mira qué casualidad, no aprenden, no saben qué les puede caer encima,  un castigo ejemplar  y una  pena muy costosa…

-Abre las diligencias, don Gome, y tú alguacil, llévalo a la Cárcel Real.

Don Gome se retiraba de la audiencia y conversaba  con su escribano Antón.

-Otra noche me toca sin dormir entre escrituras  de moriscos y  mi mente puesta en averiguar la trama  y desenlace de mis amores.

Pasaron varios días sin que el oficial de escribanía fuera llamado por su señor escribano, y eso que la ciudad se hallaba un poco alterada porque algunos regidores no se conformaban con el incremento de nuevos regidores que desestabilizaban el difícil equilibrio del cabildo municipal. Las medidas regias venían impuestas por la necesidad de recoger nuevos fondos por parte de la Corona para afrontar las muchas guerras emprendidas en Europa, y, la más reciente, en su propio territorio de  la Alpujarra contra los moriscos. El corregidor se encontraba ausente de la ciudad, y, aunque parecía que lo tenía todo atado y bien atado,  no las tenía todas consigo. Al final, las aguas llegaron a su cauce y aquello no fue sino un incidente resuelto de los muchos que  se presentaban.

 

martes, 17 de septiembre de 2013

RUTA DE LA RÁBITA


Huerta de Capuchinos sigue recorriendo las aldeas alcalaínas y sus costumbres
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Redacción   
martes, 17 de septiembre de 2013
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Imagen: Francisco Martín
La asociación vecinal “Huerta de Capuchinos” realizó el pasado domingo una nueva ruta ecocostumbrista.
En esta ocasión la salida fue por las aldeas de San José y La Rábita, atravesando el paraje Los Canales, La Rábita, La Laguna, San José y La Malagüilla.
Los participantes que se desplazaron primeramente en vehículos particulares desde la plaza Juan Carlos I, también conocieron la Sierra de San Pedro y disfrutaron de unas horas de convivencia que incluyeron hasta un refrigerio.
La próxima actividad del colectivo está prevista para el domingo 29 de septiembre a las 10 de la mañana. En esta ocasión se visitará el entorno de Las Mimbres y la aldea de Las Grajeras.

Fuente: Asociación Vecinal “Huerta de Capuchinos”

 

viernes, 6 de septiembre de 2013


 

SE ACERCA UN NUEVO TIEMPO

 

            Hace unos días se entonaba el “Pobre de mí”, y  la mayoría de la población de Alcalá la Real  se echaba a andar de nuevo  compartiendo el quehacer diario con el descanso  merecido del final de vacaciones o de fin de de semana. Se anuncia, por otra parte,  un mes de septiembre, en el que, anualmente,  varios colectivos de la sociedad alcalaína celebran sus fiestas grupales-unas religiosas de gloria  como las del Cristo de la Salud, Vírgenes de las  Angustias o de la  Aurora-, sus eventos deportivos-Subida a la Mota-,  o comerciales- los diversos actos industriales en la Feria de San Mateo-. 

Para la colectividad, también, es un momento de reflexión interesante a la hora de proponer nuevas  iniciativas, culminar las actividades del año programado en muchas asociaciones e iniciar, con mayor ímpetu y esfuerzo, el nuevo curso en muchos sectores- escolar, ciclo religioso o social-.

            En Alcalá la  Real no se ha llegado a tal  extremo de llevar a cabo  un proyecto como el ICI, instaurado en 17 territorios de España, por el que “se pretende convertir  la fría coexistencia de grupos con raíces culturales distintas en relaciones de buena vecindad”. Nuestras aldeas, afortunadamente,  se surten de recursos y refuerzos de autoprotección y seguridad,  se entretejen con fuertes vínculos y redes sociales que les implican a un  continuo compartir servicios, celebrar sus gozos y sus  penas y,  hasta la exclusión social, casi brilla por su ausencia en estos bellos rincones rurales del municipio alcalaíno.  En muchos barrios  de la ciudad, acontece  algo parecido y prima, por encima de todas las relaciones humanas,   la vecindad  de tal manera que  apenas  existen organizaciones de barrio como acontece en otras ciudades pues se autodesarrollan por sí mismas. Pero, en el casco urbano  hay pequeños atisbos  de multiculturalidad,  exclusión social y  falta de integración de algunos sectores.  No le vendrían nada mal algunos puntos de este ICI nacional desarrollando  o  redoblando campañas,  ya emprendidas, de modo  que procurasen la interrelación entre los vecinos de los distintos barrios.

            En un pueblo como Alcalá la Real,  al que Mercurio ha bendecido como centro  comercial de la comarca, de seguro que se beneficiarían de  algunas campañas  tan exitosas como las diseñadas por estos técnicos de la cooperación social en otros lugares de las tierras españolas. Como dicen sus promotores “No se trata de pasar del cero  a la convivencia idílica sino de construir relaciones operativas y, si surge  un conflicto, que aprendamos a regularlo. Si no hay relación, no se percibe la riqueza». Es, además, una manera de implicarse tanto las  autoridades públicas como los profesionales o técnicos del municipio  y  los vecinos de todos los rincones de nuestra ciudad. Su método es básico “«conocer lo que había, vender palabras y conceptos abstractos, después, vincular a cada vez más gente para posteriormente reforzar el tejido social y propiciar el conocimiento mutuo entre los tres pilares de la comunidad. –técnicos, ciudadanía y políticos. Al fin y al cabo, todos están convencidos de que la convivencia es clave para la mejora de la calidad de vida”. Dos son pilares básicos de esta nueva economía altruista  son el Espacio Técnico de Relación y el Espacio Comunitario Ciudadano. Pero, su desarrollo y conexión quedarán para desarrollarlo en otro número.