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domingo, 24 de noviembre de 2019

EN LASEMANA DEL PERIÓDICO JAÉN. LA OTRA ESPAÑA VACIADA. EL CORTIJO DE MARROUN.


EL CORTIJO MARRÓN. LA OTRA ESPAÑA VACIADA.
Están de actualidad las publicaciones del abandono de aldeas y de núcleos rurales, formados por concentración de varias caserías, cortijos, alquerías o villares, refiriendo que constituye el origen de la España vaciada. Sin embargo, no es este el único motivo de que este fenómeno se haya originado y engrandecido a lo largo de estos dos últimos siglos. También, las viviendas solitarias y dispersas del mundo rural vienen sufriendo este abandono y coadyuvan al desarrollo de este fenómeno, paisajístico, demográfico y poblacional. Y, no son solo los cortijos, chozas, casas de retama o cuevas, sino lugares de la industria agropecuaria como los batanes, molinos, presas o norias de agua que se emplearon en los campos; los lugares de actividades agrícolas como eras, descansaderos o abrevaderos; amebas, rediles o corralones para el ganado.
El cortijo Marroun es un claro testimonio de esta otra España vaciada, que veteaba de blanco los verdes olivares y los montes de encinar entre viñedos y hazas de mieses. Situado a los pies del cerro de la Acamuña, estaba rodeado de una parcela de suerte de repartimiento real entre los conquistadores de las tierras de frontera. Junto al cortijo, se desmontó el terreno cercano de monte bajo y algún que otra encina, se roturaron las tierras y convirtieron su suelo en haza de pan comer, incluso una era culminaba todas las labores cerealistas; luego se convirtieron en tierras de viñedo, generalmente torrontés, y en los majuelos, de albariño y de todos los vidueños.  Sus primeros vecinos levantaron en estos predios, primero, una casa de retama y un chozón del guarda de la era y del viñedo; siglos después la cubrieron de teja, y, en tiempos de la Ilustración con Carlos III, lo ampliaron cuando plantaron los primeros olivos de la zona.
Este cortijo, incluso, se convirtió, en tiempos del Catastro de la Ensenada, en una gran mansión solariega, con varios cuerpos dedicados a la vivienda, y en el primer molino de aceite y zumaque del término de Alcalá la Real, a un cuarto de legua, en la Camuña, compuesta de caballeriza, cuarto y cámaras. El molino se componía de una muela, que molía con una bestia 16 horas, día y noche, Y el de zumaque con otra muela movida por otra bestia y que rentaba mucho beneficio. En su entorno, se laboraba una finca de noventa fanegas en el sitio de la Camuña, que se distribuía en una parte de viña de diferentes calidades, similares proporciones de olivar, nuevas plantaciones de plantones de olivar que no fructificaban por pequeños, y el resto de tierra de cereal junto con algunas partes inútiles.

No es de extrañar que la importancia de este cortijo radicara en el personaje que le dio el nombre actual, pues anteriormente estaba ligado a la familia alcalaína de los Tapia. Su propietario Fernando Marroun era hijo de los hidalgos Juan Marroun y Juana de Balboa.  Nacido en la villa de Frechilla, obispado de Palencia, donde nacieron sus padres y vivieron, se casó con doña Antonia Sequera Colon de Portugal, hija de don Julián Sequera y Uribe, caballero de la orden de Santiago, y doña María de Atocha Colón de Portugal en segundas nupcias (en primeras con don Juan de Tapia).  Al casarse vivió en la ciudad de Antequera con sus suegros. Fue regidor del ayuntamiento de Alcalá la Real hasta 1778, con dos honores, el de regidor perpetuo y de privilegio. Vivía en las casas de la calle del Llanillo, linderas con la calle Bordador con casas de don Francisco Javier de Valenzuela, la sede del antiguo Casino Primitivo. Y, por el Llanillo con casas de Bernardo de Mirasol, familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Córdoba.  Estaba relacionado con el industrial don Felipe Mantero, anterior poseedor de las casas.  Incluso, amplió sus tierras comparando dos fanegas en las Atravesadas por el camino que va a la Acamuña.  Cuando levantó el cortijo, eran los tiempos en los que muchos edificios religiosos de la ciudad y de la Mota comenzaron a desmontarse y se vieron obligados a trasladarlos a la ciudad llana y a los cortijos. Los escudos, las lápidas con epitafios, los molinos de piedra, las vasijas, la rejería y la madera noble sirvieron de material constructivo para muchos cortijos. El vecino francés afincado en Alcalá Santiago Batmala, padre del alcalde republicano don Pablo Batmala, compró y administró la finca y el cortijo desde finales del siglo XIX.           
Este cortijo jugó un papel estratégico durante la Guerra Civil, como puesto de vigilancia del frente, desarrollándose un intenso combate con motivo de un avance de las fuerzas de Queipo de Llano hacia el Castillo por el mes de diciembre de 1936, que fueron cortadas por las tropas republicanas. En la actualidad, estaba en posesión del hijo de una de las sirvientes de los Batmala, por cierto   recientemente fallecido que lo apodaban Antonio el de Marrón. Y, mantenía huellas de su vivienda del siglo XIX, y, sobre todo, la reutilización de elementos constructivos de la ciudad monumental de la Mota. El escudo con la cruz de Caravaca estaba relacionado con la familia y respondía a la cruz patriarcal de doble brazo sobre leño. Sus huecos de fachada y enrejado reflejaban una tipología urbana junto con la puerta presidida por el escudo que suele aparecer




en las casas de las familias de los hidalgos alcalaínos. Los dos cuerpos de la casa simulaban otro tipo de construcciones urbanas de doble uso, residencial y rústico. La parte anterior y sin cubrir de casa, a modo de recibidor, que hacía las veces de patio de entrada, estaba presidida por una fuente y un estanque, en la que figuraban elementos de ornamento reutilizados de la Mota y de otros conventos desaparecidos. En concreto una lápida, encontrada por Juan Antonio Marín y Sebastián López, rota en dos partes, respondía a un epitafio de San Jerónimo con unos versículos de Ad Monachum rusticum y con las siguientes frases Dives,, qui no indiget pane, satis potens , qui non cogitur   servire. Ambitiosa non es fames·. Un texto que se empleaba en los círculos de las escuelas universitarias renacentistas para el aprendizaje del latín con tintes de la moral clásica. Era un aviso ante la ambición y riqueza como norma de la vida y un canto a la austeridad.

Desgraciadamente, el cortijo de Marroun ha sufrido otro tipo de ambición, no la moral, sino la crematística y, en pocos, días, los herederos y los compradores de aquel símbolo de la Acamuña no lo han mantenido en pie, como se conservan los cortijos de las Ventanas, del Lagarillo o los de Puertollano. Ha sido víctima de la picota, de la otra España Vaciada. Con su historia, sus linajes, su testigo de la industria agropecuaria (el triple trono mediterráneo de la vid, cereal y olivar). Ahora, puede más el mercado, y es mejor quitarse los impuestos de un IBI que mantuvo por muchos años un paisaje agrícola de la Sierra Sur. Y no es el único caso, sino que se multiplica en otros lugares serranos de Jaén. El latifundio del olivar contribuye a la riqueza, es mar de olivos, pero sufre los desgarros de transformar el campo verde de motas blancas Ya no podrá cantarse, como lo hacía Machado. Blanco, blanco, blanco; / y entre los olivos, / los cortijos blancos.


miércoles, 20 de noviembre de 2019

EL MERCERO ALCALAÍNO DEL SIGLO XVI

POR UN DOCUMENTO DEL ESCRIBANO FRANCISCO ORDOÑEZ DE siete de agosto de 1536, encontramos un mercero grandadino Gutierre de Medina en Alcalá la Real comerciando con los vecinos y que levantaba un cotrato de obligación y pago a Francisco de  Requena, otro vecino de Granada.  
Es conocido que mercero es el que ejerce el oficio de la mercería , y este es el significado  de un  establecimiento en el que se venden artículos para coser y hacer labores, como hilo, alfileres, botones, etc; o  el comercio de estos artículos. Y el conjunto de estos artículos.La palabra proviene de un  préstamo (s. XIII) del catalán merceria, derivado de merç ‘mercaderia’, del latín merx, mercis . De la familia etimológica de merced, como mercado, mercenario, mercaduría, merced,...  Algunos remontan su origen al indoeuropeo, e, incluso al etrusco relacionado con el dios Mercurio.  
Pero, en el caso de las ventas que se obligaba a pagar Medina a Requena consistian en los siguienyes géneros(5.937 maravedíes) :
- Una docena de estuches dorados  (1700)
-Otra docena de de revenas grandes (1224)
-Otra docenas de Vergaras anchas (374)
-otra docena de vergara chica (siete reales)
-Otra docena de cuchillos grandes y medianos (323)

-una docena de cuchillos de pernia (80)
Como curiosidad y para comparar con la actual mercería, de géneros desparecidos y frecuentes en aquel tiempo.
Por cierto, ambos eran dos comerciantes representantes, porque se obligaban a pagar en jaén, al año siguiente y según el foro de esta ciudad. 

martes, 19 de noviembre de 2019

FUENTE TEJUELA DEL CASTILLO DELOCUBÍN

No era exclusiva la denominación de Tejuela para una fuente en Alcalá la Real, sino que ete término que la DRAE define como pedazo de teja o de barro, también se encuentra en otros lugares de la ccomarca alcaláina. Sin lugar a duda haciendo referencia a la canalización final del caño de agua.  En concreto, por un documento dl escribano  Francisco Ordóñez de njueve de junio de 1535, existía una Fuente de la Tejuela en el Castillo de Locubín. Sírvanos este contrato de compraventa entre Catalina Sánchez, y los hijos de sus esposo Sancho González, Juan González y Antón de Peñalver, vendíana al vecino del Castillo una haza de la Fuente de la Peña, sitio del Castillo de Locubín, que solía ser de Juan de Víboras el Viejo, lindera con la haza de Francisco Álvarez, hazas de Pedro de Aranda y tierras de Luís de la Peña, vecino castillero, y el Monte del Rey. Se valoraba en 3.600 maravedíes. 

ENSAYANDO A ESCRIBIR EN LOS DOCUMENTOS ALCALAÍNOS

Cuando un escribano comienza a escribir un registro de un legajo de documentos suele ensayar con la pluma. Titula el número de registro de los que lleva escritos, documentados yarchivados, y, a continuación, firma y fecha el documento. Suelen ser varios los tipos de firmas, donde apaecen junto a su nombre y apellidos y el  oficio de escribanía( de número, de ciudad, chancillería...) la rúbrica con   elementos curiosos desde una cruz, muy frecuente, hasta la estrella envuelta en trazos envolventes.
Pero, el escribano o  el escribiente ensaya con la pluma y anota los títulos de los documentos más importantes del legajo; frases latinas, oraciones, trabalenguas  y, diseña dibujos con animales, flores o seres humanos.  Este es el caso de este registro SEXTO de 1536 de Francisco Ordóñez, continuarmos con otros escribanos. 



 Aquí están la firmas y todos los textos

Marie Virginis Anima Mea Porme Bone
(Usa el latín eclesiástico, monoptongando ae en e)
De la Virgen María, Mi Alma, Porme(?) Buena
Ave Regina, a Lorusm
Antoniu Hortiz
Andrés Velázquez, escribano


sábado, 16 de noviembre de 2019

EL CANDELERO

Hemos encontrado en varias ocasiones y documentos,  algunos vecinos de Alcalá la Real con el oficio de candelero, y, siempre creíamos que  provenía del vocablo latino candela ( llama, fuego...) que dio a la misma palabra en español con el  signficado de llama, luz , e, incluso, vela y cirio. De ahí  que derivara candelarium y candelarius, el primero hacía referencia con el sufijo -arium, inntrumento para la candela,  o lo que es lo mismo candelabro o candelario ( las acepciones 1, 2 y 3 del DRAE Utensilio que sirve para mantener derecha la vela o candela, y consiste en un cilindro huecounido a un pie por una barreta o columnilla2.velón. 3. m. Instrumento para pescar de noche, deslumbrando a los peces con teas encendidas.); sin embargo, no es frecuente el sufijo -arius en esta palabra, persona que se relaciona con la candela, las velas o los cirios, a saber el candelarius latino, que confluyó con la del receptáculo de la candela (4. m. Fabricante o vendedor de candelas (‖ velas).) Está relacionado con la candela podía ser el que  encendía o se encargaba del fuero, pero tambíen el fabricante o comerciante de la candela, velas o cirios, es decir una forma más correcta de llamar a los crereros, pues estos solo podían referirse a los productos de cera, pero candelero podía referirse a otros modos de ejercir, producir o comercializar los diversos tipos de candela. Sirva de ejemplo este contrato que se entabla ante el escribano Francisco de Ordóñez en 16 de abril (?') 1534 entre el candelero Fernán de Jaén con Antón Ruiz, yerno de Antón Ruiz de Álvaro por la compra de un asno rucio en la cantidad de 2.500 maravedíes. Por otro documento del mismo escribano en 14 de abril de 1534,  este candelero contrataba, por 2.500 maravedíes,  en arrendamiento de  las casas principales, junto con una casa pequeña de Francisca de Cuenca, cabe el horno de la ciudad en la plaza de la  ciudad. 
De candela.


4. m. Fabricante o vendedor de candelas (‖ velas).

EN ALCALÁ INFORMACIÓN, OTOÑO ALCALAÍNO


OTOÑO ALCALÁINO








En Alcalá la Real, el otoño alcalaíno se identifica desde tiempos remotos con el zumaque. Hoy se ha convertido en un emblema de los senderistas del último trimestre del año a través de  una ruta que  descubrió la asociación de su mismo nombre, y que institucionalizó la delegación municipal de turismo en 2018. Pero, el zumaque siempre  fue un valor añadido de los vecinos de la Ciudad de la Mota. No fue una reserva natural del paraje de los Llanos, pues los había en tierras de  la villa del Castillo de Locubín, y en otros parajes, como el Cañuelo, la Acamuña y la  Fuente de la Negra. Los antepasados disfrutaron de pingües beneficios con este producto del zumacal, tras ser elaborado en el molino, situado junto a la Fuente Beber en los aledaños de la Tejuela. Se mantuvo como conservante y elemento básico para curtir las pieles, recogiendo  su tradición artesanal musulmana. Vinieron nuevos tiempos y le aconteció, como cantaba Juan Ramón Jiménez; Esparce octubre, al blando movimiento/del sur, las hojas áureas y las rojas, /y, en la caída clara de sus hojas, /se lleva al infinito el pensamiento. Sus hojas amarillentas y rojizas inspiraron a poetas y atrajeron a pintores, encantan como las ánimas de la  fiesta de Todos los Santos a muchos visitantes, que acuden a este alumbramiento otoñal. Entre zarzamoras e higueras, majoletas y chaparrales, olivos silvestres y enredaderas salvajes. Bajo el frontón artístico y horadado de los Llanos y los caminos de Monte del  Rey; y en medio de rocas desprendidas desde tiempo del Mioceno y chozones de  piedra seca de tiempos de pastores. Camino de antiguo viñedos de vino torrontés, albillo y toda clase de vidueños; paso de pueblos de la Edad del Bronce, romanos, y de hombres de conquista, tanto árabes como cristianos divisando torres y atalayas (la de Charilla, la Nava, Acamuña, Hacho, Pedregales, y Dañador). Compartiendo con la ciudad fortificada de la Mota  la vigilancia natural del paso por las  riberas del Guadalcotón.
Pero el  otoño no es solo amarillo de  hojas caídas de las alamedas de los arroyuelos. Las rosadas granadas  se abren entre la membrana  gualda, el rojizo de los escaramujos tiñe  de púrpura a la rosa  canina, el verde oscuro del olivar encanece con las primeras lluvias y se recoge entre los encinares, algún que otro quejigo y fresno  moteados por el marrón de sus  frutos silvestres.   Forman un paraíso cromático que  conduce al intimismo.   Como cantaba el poeta de Moguer: Qué noble paz en este alejamiento de todo; oh prado bello que deshojas tus flores//; / ¡oh agua fría ya, que mojas con tu cristal estremecido el viento!/ Este sentimiento del alma nos invade con todos los colores en su fulgor final. Son días que invita a recorrer las calles y callejuelas de la ciudad  llana, y subir  hacia los arrabales.  Se desgarra  el alma con la despedida casi diaria de tantos lugares de encuentros pretéritos. Y en verdad que se han hechos muchos  intentos de recuperación de esta zona. Pues La Casa Pineda, entre fachadas hidalgas recuperadas y solares abandonados,  brilla con su  piedra arenisca de la  fachada e invita a trámites burocráticos, estudios universitarios y orientaciones laborales. El bullicio  de  la Guardería Infantil del Rosario   apaga las  voces anónimas de los espíritus de los frailes dominicos. Y,en la retina del recuerdo, se encadenan el antiguo mercado junto a la Fuente de la Mora, la Tercia,  las tabernas de la calle Real, las tiendas de telas, ultramarinos,  el salón de bodas, las abacerías,  las barberías, los amoladores, las zapaterías, la Gota Leche, el  Centro de  Día de la calle Llana, las carpinterías, el Hospital Viejo, las  almazaras de la cruz de Villena y del Toril…  Y, en este sito, me vienen aquellos versos; ¡Encantamiento de oro! Cárcel pura, /en que el cuerpo, hecho alma, se enternece, /echado en el verdor de una colina! Al salir contemplo una puerta cerrada y una tienda que anunciaba Especialidad  Carne de Lidia  en medio de la silueta de una escena taurina. Una institución que se nos va, un pañuelo que ya no anuncia un trofeo taurino sino un adiós de la familia Teba, que se remonta a los orígenes de esta afición popular. Se me corta la respiración. Me quedo con estos  versos, pues me siento impotente  ante este ocaso de hojas urbanas caídas con  la blancura de las  casas : En una decadencia de hermosura,/la vida se desnuda, y resplandece/.la excelsitud de su verdad divina.. Y me pregunto ¿ Sera por mantenerse el santuario de la Virgen de las Mercedes?


viernes, 15 de noviembre de 2019

EL PRIMER CASO DE LA INQUISICIÒN DE ALCALÁ LA REAL

CUARTERÓN DE LA SANTA INQUISICIÓNEN
 LAS DOMINICAS, PROCEDENTES DE LA VERACRUZ 
Ante el escribano Francisco de Ordóñez, en  17 de enero de 1533, se encuentra un caso  de la Santa Inquisición.  Se refiere a la petición de un poder por parte de  un  alcalaíno  a una vecino de Córdoba de  la devolución de objetos incautados por la Santa Inquisicón  de Córdoba.

El vecino de Alcalá la Real se llamaba Martín de Alcalá, cuyo apellido con relación al topónimo de la Mota solía encubrir a personas relacionadas con hijos expósitos o judeoconversos o nuevos cristianos, que suelen aparecer por estos años en la ciudad de la Mota.
Martín Hernández es un tintorero cordobés, relacionado con el anterior,  pues estaba ausente en el acto de la firma del poder para que  recibiera los objetos incautados. 
La petición se dirigía a  a los Reverendos Inquisidores de la Santa Inquisición de la ciudad de Córdoba con el fin de que le alzaran el secreto del retiro de sus bienes,   y quedasen libres de sus bienes los fiadores de ellos. Al mismo tiempo le daba poder para poder cartas de finiquito y cuentas, y alegar y replicar todo los que fuera necesario. 
Los bienes y objetos incautados eran cuatro sortijas de oro, una cadena de plata, ciertas escrituras que le fueron incautadas y otros bienes. Con la libertad del secreto y entregados a su poderista podían hacer frente a todos los gastos.
Aquí queda el primer documento sobre la inquisición en contra de los vecinos de Alcalá, posteriormente vinieron más datos sobre  alcalaínos alcanzados por la Santa Inquisición. Formaba  parte del sexto distrito que dependía del tribunal de Córdoba,   uno de los diez partidos que constituían este tribunal,  y lo integraban  Alcaudete, Carcabuey, Priego, Castillo de Locubín y Alcalá la Real. Recogemos del bloggs el Arcipreste Sinrita.
 En los últimos años del siglo XVI solo existieron en Alcaudete un comisario, un notario y siete familiares del Santo Oficio, nutrida representación comparada con Carcabuey donde solo había tres familiares, o con Castillo de Locubín que tenía un comisario y un notario pero ningún familiar. Este personal de Alcaudete era de similares características que en Priego donde disponían de dos familiares menos, igual que en Alcalá que por otro lado disponía de dos comisarios.  Este distrito sexto disponía de cinco comisarios, cuatro notarios y 20 familiares que daban una plantilla total de 29 componentes del Santo Oficio.
El control radicaba en este núcleo de personas y se intensificaba con la visita de los inquisidores. 
Entre 1570 y 1605, puedo dar fe que se realizaron cuatro visitas en la comarca, todas iniciadas desde Córdoba.
PUERTA DE LAS DOMINICAS
En 1570 fue el licenciado Alonso Tamarón el que nos visitó siguiendo la ruta de Carcabuey, Alcalá, Alcaudete y Baena. En 1575 fue el doctor don Alonso López el que hizo ruta por la Rambla, Montilla, Aguilar y Priego, sin que se llegase a Alcaudete por indisponerse con unas fiebres. En 1585 el doctor don Antonio Martínez visitó Lucena, Carcabuey, Priego, Alcalá, Castillo de Locubín y Alcaudete. La cuarta “visita” la hizo en 1605 el licenciado Jerónimo González que recorrió Aguilar, Priego, Alcalá la Real y Alcaudete. Ya lo comentamos en el inqquisidor Tamarón en el el Libro Cancionero, Relatos y Leyendas. También lo recogió el doctor Coronas con los juedoconversos alcaláinos y  se prodigaron muchos judíos que administraron  los bienes de los señores de Córdoba y conde de Cabra.
A Martín deAlcalá se encontró más tarde comprando una casa en lCalancha a Juan Bazuelo, por 1250 maravedíes ya que  estaban derribadas y eran linderas de las de Pedro Hernández de Yedra y  el clérigo Gonzalo Sánchez de Trasierra (26 de agosto de 1536 ante el escribano Frabcisco Ordoñez). 


jueves, 14 de noviembre de 2019

LOS CASTELLAREJOS DE ALCALÁ

Son varios los topónimos que hacen referencia al mundo de frontera de modo que es difícil determinar la procedencia de termino.  Viene a colación de haber sido encontrados dos términos, de carácter militar y de vivienda rural, cuales son alcaiceruela( vulgarismo alcalaíno de carigüela  al relacionarlo con las plantas de este tipo) y castellarejo. El primero ha sido comentado anteriormente con motivo de algunos articulos anteriores referidos a la aldea de Ermita Nueva, donde se encontraba uno de los lugares con este nombre en el antiguo territorial de la Abadía de Alcalá la Real. El segundo se ha documentado en dos testimonios dcumentales, en varias referencias del siglo XVI en el territorio del Castillo de Locubín. Y otro, ante el escribano Francisco de Ordóñez en dos de octubre de  1533, una referencia de trueque y cambio entre los hermanos  Rodrigo, Gonzalo y Juan de Cabrera , por una parte, y, por otro lado, Leonor Gutierre de Padilla, sobre trece fanegas de tierra de roza de tierra y monte de cada uno de ellos. Correspondia a dos peonías del repartimmiento del rey Carlos I, la de los Padilla en los Razuelos de la Matanza, linde de tierras de Gonzalo Monte y camino que se dirigía a Baena por la parte alta , y, por la hondonada a LA FUENTE DE LA ENCINAriego de Córdoba; por otro los Cabrera ofrecías sus dos peonías de Puertollano, linderas con tierras de las rozas del regidor Cristóbal de Frías, y las de Francisco de Mazuelos, y por la cabezada la senda del camino que se dirigía al CASTELLAREJO.
Este término deriva del término latino castrus, castillo, generalamente fortín de madera, que  se plasmó en los castros de piedra de la península ibérica, y hacía referenncia a los de los pueblos celta. Si a este término se le añade el sufijo "ar", lugar fortificado, y el diminutivo de origen mozárabe ejo, pequeño fortín de un punto diseminado rural, incluso de menor dimensión de una aldea. Y curiosamente, a las faldas de la Jurada, existieron algunos restos de un recinto fortificado en un terreno que administraron los CABRERA,un asentamiento en el entorno de Puertollano. No caemos en la afrmación de E. Casanova, al considerar todo topónimo documentado en el siglo XIII como prerománico como Castellarejo, Cano, Somo, Tollos, Sombrials, Madronyar, dentro de la toponimia de origen latino adoptada, adaptada y conservada por el árabe e introducida en el mundo románico a través de su lengua: Nos referimos a todos los topónimos de origen latino que encontraron los árabes, los llamados mozarabismos y los otros latinos, incluidos los pre-latinos.