Es significativo que, si nos remontáramos a docmentos de tiempos cercanos a la frontera de Granada, nos pueden aparecer más atalayas o torres de vigía. Hay que tener en cuenta que hubo dos fronteras en este tiempo de avance castellano a tierras granadinas: la primera en torno a la Sierra de San Pedro, de predominio musulmán, donde han desparecido muchas y solo nos quedan algunos testigos como las de Mimbres, Camuña, Pedregales, Fuente Álamo, Cogolla, Nava, Encina Hermosa, Charilla y Boca de Charilla cerrando el círculo. La segunda se levantaba en torno a la Sierra del Camello, también con otro círculo de atalayas. No nos extrañe que surgieran de los documentos nuevas, ya desaparecidas. Sirva por ejemplo, la de los Allozos junto a la Fuente del mismo nombre. Y esta que ahora ponemos al descubierto LA TORRE DE VALENZUELA.
Por un contrato de vente entre Catalina de Montoya a Juan Ruiz de Saltafresnos ante Francisco de Ordóñez en 23 de enero de 1531, este último adquiría una peonía, es decir una suerte de repartimiento para las clases más bajas, que alcanzaba las seis fanegas y media. Y señalaba como lugar de posesión en la Torre de Valenzuela, termino de la ciudad de Alcala la Real por la cantidad de 1.125 maravedíes. Curiosamente, señala los linderos más cercanos la roza de Andrés Martínez de Quesada, la de las monjas de Panyagua del monasterio de Santa Clara de Alcaudete y la torre de la Valenzuela.
CONCLUSIONES
Esta claro que este terreno de Valenzuela, muy cercano al monte de las Mimbres está separado por el barranco de Moriana, pero avanzando hacia Fuente Álamo la cota 944 es un lugar apto para colocar una atalaya que comunicara con las de Acamuña, Fuente Álamo y Pedregales. Con esto descartaríamos que la torre de Valenzuela fuera la de las Mimbres, conocida por los documentos como la del Dañador. Y esta es una nueva desaparecida.
El terreno fue repartido en las 10.000 fanegas que repartió el rey Carlos V en 1526, siendo corregidor don Francisco de Alarcón. Se deduce porque el primer asentamiento fue en las partes más llanas y bajas junto al barranco y se repartió a los caballeros conquistadores de la ciudad, en una extensión que superaba las cien fanegas y el asentamiento de cortijo, que le dio nombre a los Valenzuela, relacionados con los deudos del conde de Cabra; el resto del monte quedó de tierra real para repartir posteriormente como se manifiesta en las rozas, que ya han pasado a nuevas manos, entre ellas a los descendientes, solía ser la cabezada y hondonada, que había que roturar, desmontar y transformar en tierra de labor.
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