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domingo, 30 de octubre de 2022

DIARIO DEL RUTERO POR EL PALANCARES Y LA PEDRIZA

Nos reunimos treinta ruteros en Huerta de Capuchinos junto a la plaza de la Constitución en obras. Emprendimos el caminoi en coches por la carretera de Montefrío hasta llegar a la fábrica de San Francisco. Allí nos esperaban los guías José y Mari Carmen, dos amantes de su aldea que nos adentraron en ella, desde el el principio. Se nos fueron agregando varios pedriceños hasta alcanzar el número de cincuenta. Se nos justificó la ausencia de Inmaculada, su alcaldesa pedánea por motivos laborales, y notamos la huella de todos sus años de mandato a lo largo del recorrido. 
Por  la calle del Cantón que nos conducía a Fuente Nubes, pudimos contemplar  la decoración que los vecinos habían diseñado y colocado a lo largo del recorrido, conm un sabor colorista y un reciclado mironiano. Contemplamos la huella de las tumbas antropomórficas romanas y  se papalba su duende musulmán de la antigua ciudad de de Nubes, y las alquerías de la aldea. Recordamos algunas necrópolis con motivo de la pavimentación de calles por los años ochenta. 


Ecuadramos la ruta dentro de los partidos de campo de Cantera Blanca y  Valdegranada, donde se encuentran muchos rincones de un patrimonio perdido, tanto en los ajuares de las antiguas villas, alquerías y cortijos de conquista, como en las aldeas con pasado romano y musulmán. En su entorno se mantienen una tradición oral repleta de anécdotas, cuentos y leyendas. 
            Pero, de seguro que la aldea de La Pedriza, con un pasado claramente musulmán  ofrece el campo propicio para tropezar con una sepultura pétrea musulmana  o una vasija de barro llena de monedas en su núcleo rural y en sus antiguos yacimientos del Castellón, Encina Leona o Fuente Nubes. Allá, por los años setenta del siglo pasado, aparecieron, con motivo de la pavimentación de sus calles, una auténtica necrópolis con tumbas antropomórficas excavadas en la roca del suelo, que quedaron selladas desgraciadamente con el cemento para la eternidad. Era un claro síntoma de un yacimiento poderoso, que se complementa con la cueva subterránea bajo la  placita de la aldea. 
 



Bajanos todo el barranco  y arroyo de Fuente Nubes hasta llegar a la restaurada fuente del mismo nombre bajo la mirada de un cortijo que define este paraje.  

Mari Carmen de las aguas agotadas por los sondeos y su potabilidad frente a la fuente del pueblo. Seguimos por el camino de Alcalá a Velez saltando el arroyo y cruzando otro camino procedente de Ermita Nueva. Entre esparragales que formaban un mar amarillento teñido del caluroso otoño antinatural, Nos diriginos rondando el  arroyo el Palancares en dirección hacia la Venta de los Agramaderos, pasando por Las Casillas y oteando otros cortijos  hasta llegar a la carretera de Montefrío, donde contemplamos el cortijo alto de Agramaderos. Tratamos sobre el origen de Bramaderos y Agramaderos con su proipietaria. 

Y contamos este cuento de los PELLEJOS DE MIEL

 

"Había un pueblo en un paso muy frecuentado por transeúntes y caminantes,  el cual brindaba mucho ambiente y negocio a las personas que transitaban por aquellos lugares. Junto a su camino principal, se encontraba una posada, a la vez, parada de postas, donde muchos arrieros y viajeros solían acercarse para repostar y alojarse tras las largas caminatas.

Cierto día, con la caída del sol, se acercaron varias  caballerías que pusieron el cartel de completo a su alojamiento. Pero, al anochecer, el posadero recibió una visita imprevista. Llegaron a su posada unas recuas de cuatro asnos con dos arrieros de preocupante aspecto.

Estos le dijeron al posadero.

-¿Tiene usted, posadero, sitio para pernoctar hoy?

-No lo tengo, ni para vosotros ni para los animales.

Los arrieros se quedaron aturdidos, pues portaban en sus asnos unas cargas de pellejos con miel de caña, que traían de las costas del  Mediterráneo hacia el interior de Andalucía.  No podían correr peligro alguno por lo delicado de la mercancía.

 -¿Qué haremos con nuestros pellejos de miel? Se nos derretirá la miel si los dejamos a la intemperie. No los robarán, ¿dónde podremos dormir y guardarlos?-le espetaron los caballeros.

Entonces les contestó muy amablemente  el posadero

-No me queda más remedio que aconsejarles que pidan un favor.

-¿A quienes?

-A los señores de enfrente de  su posada, para que les permitan guardar los  pellejos.

Inmediatamente, los dos arrieros cruzaron el camino carretero y tocaron con sus puños  la puerta.

-¡Pon!,.¡pon!... ¡pon!..

-¿Quién es?

-Paz., unos arrieros de  la posada

Salió el señor de la casa a la puerta e, inmediatamente, le saludaron muy  efusivamente los arrieros.

 

-Señor, perdone, que le molestemos. Pero tenemos un gran problema. La posada esta repleta de gente, y no podemos dejar en la calle parte de nuestra carga, al menos lo más valioso, par protegerla y guardarla al resguardo de bandoleros, ladrones  y bandidos.

¿Qué son, señores?

-Cuatro pellejos de miel de caña.

 

El señor, un poco desconfiado, y acordándose de los reparos de su señora ante la presencia de  cualquier cosa  o la visita de una persona extraña, les dijo:

-Me es imposible. No tengo dónde colocarlas.

Apenados, se despidieron los dos arrieros. El señor de la casa se lo comunicó a su señora, y ambos quedaron sumidos dentro de un gran remordimiento. Pero, la señora arrepentida los llamó desde el la ventana en el momento en el que cruzaban el camino.

- Vengan. Vengan. Tráiganlos lo más pronto posible,  y colóquenlos bajo la despensa de  la  escalera.

Los dos señores se pusieron a comer y, en medio de la cena,  comenzaron a preguntarse por aquellos objetos extraños, y de tan grandes dimensiones. No se hacían sino  preguntas, cavilaciones, suposiciones y repreguntas, envueltas en una nube de temores encubiertos por si encerraran algunos monstruos espantosos o reptiles que se despertaran en medio de la oscuridad de la noche. Además, nos le gustó en modo alguno el aspecto de  aquellos arrieros y, menos aún, que no concordaban su recua de asnos con la de  los pellejos y arrieros. Dos pellejos, dos arrieros y cuatro  asnos. Por eso, ordenaron a sus criadas a que se mantuvieran despiertas durante toda aquella noche y estuvieran alertas ante cualquier incidencia que pudieran escuchar o percibir proveniente de aquellos sacos o del exterior de la casa.

-No os marchéis, debéis quedaros vigilantes en las mecedoras del portal, con un ojo puesto en la chimenea y otro en la despensa.

-¿Porqué?

-Debéis vigilar, sobre todo, esos pellejos, que están llenos de miel, y son muy valiosos, según me han contado sus amos.

Las criadas no sabían cómo pasar las horas. Ya se levantaban, ya  avivaban la lumbre con el soplador. Y lo malo que  las horas no pasaban. A eso de las una de la noche, les entraron unas ganas enormes de comer. Y, se dispusieron a preparar unas gachas.

-Nos falta el  azúcar que lo tiene guardado  la señora en el arca de las tres llaves.

-¿Para qué? ¡Con lo ricas que están con miel!

 -Ni, aposta, hubiéramos tenido un mejor regalo.

 

Colocaron los habituales trébedes en el fogón, y una mediana sartén encima de ellas. Le echaron al recipiente de metal   agua, aceite y  harina, y con un enorme cucharón comenzaron a darles vueltas. Estaban ya a punto de sacar un plato, cuando una le dice a la otra.

-Muy cerrados están los pellejos para poder sacar la miel, ¿Cómo los podremos desatar? Tienen miles de nudos y de las formas más extrañas. Además, la miel podría derramarse, si consiguiéramos desatarlos.

 

-Y si  inventamos otro modo de  sacarla.

-¿Cual?

-Toma una aguja de coser sacos, lo más gorda posible. Pincha uno de ellos, y coloca un jarro debajo del agujero,  desde donde recojas el rico líquido.

 

Así lo hicieron. Una sujetó la piel del saco mediante un pellizco en la parte alta  del pellejo. La otra criada,  con gran fuerza, la pinchó

Desde dentro, inmediatamente salió un sonido agudo que se mezcló con el rasguillo de la aguja en el pellejo.

 

-¡Ay! Cuidado, que me habéis pinchado en la frente.

         

Mientras se retorcía el furtivo ladrón, encerrado dentro el pellejo aguijoneado, las dos criadas sacaron la aguja, y, de nuevo, volvieron a pinchar el otro pellejo. El hundimiento de la aguja fue más suave y no tan  duro como en el anterior pellejo.

-¡Ay, Ten más cuidado que me has pinchado en un ojo.

Cierran la despensa. Espantadas, pero, ufanas por su aventura, subieron a los cuartos del  primer piso de la casona. Y golpearon  la puerta del dormitorio de los señores.
-Ama. Amo, bajad a la despensa, los pellejos no son de miel, son dos ladrones, que nos querían robar.

Ya no pudieron dormir más.  La ama abrió el arca y dio varias cucharadas de azúcar para las gachas. Y, el amo se colocó con una escopeta apuntando  hacia la despensa.
Al amanecer, la señora se dirigió hacia  las dependencias de la  Justicia del municipio cercano. Esta le envió unos ministros acompañados del  alguacil mayor, para  que  detuvieran  a los ladrones.

-¿Estos son los ladrones?

-Sí, dos están dentro del pellejo. Pero aquellos dos que están dormidos fuera esperan la llamada para atracarnos. Pues, también son dos ladrones.

 

Los detuvieron a todos, de improviso:  a los dos de la calle y a los del pellejo en su caldo.

Las criadas comentaban que, aquella noche, las gachas tuvieron sabor agridulce. Pero, aún así, se las comieron. FIN 

 
Llegamos a la Venta de los Agramaderos y describimos la aldea. Su nombre  viene relacionado  con Valdegranda,  por  ser una zona – cuenca  de un arroyuelo del término alcalaíno que limitaba entre los montes  de Granada  Situada a 16 kilómetros de Alcalá la Real, en la parte sur occidental  del término municipal,  es limítrofe con las provincia de Granada y  Córdoba, en un sitio  de cruce de caminos que proceden de Montefrío,  Íllora, Tocón, Priego, Almedinilla, donde se colocó una antigua venta  para vender ganados  que se ataban  en los Bramaderos. De ahí el nombre Venta de los Bramaderos, hasta llegar al actual de los Agramaderos
Su hábitat es muy disperso, pero la carretera agrupó a muchos vecinos  a partir de la posguerra. En esta aldea nace el río Palancares, un arroyuelo que desembocaba en  el río de Frailes. Es una tierra de gran calidad y muy estimada por su producción de cereales, en tiempos de Madoz se estimaban mucho sus garbanzos. El encinar  era típico de mediados del siglo XIX, pero, poco a poco, se fue imponiendo el olivar y cerezo. 
Era un lugar de descanso en la venta para los antiguos comerciantes que  venía de Málaga por el  camino de los Playeros de Málaga y se adentraban en la Campiña cordobesa, o tomaban el camino de  Úbeda.
El Centro Social, la ermita y algunas  viviendas rurales destacan entre ellas el camino de la Matanza, la Peñuela, Cañada Ámbar

          Sus viviendas rurales más importantes procedían de cortijos de propios o de la ciudad que pasaron a manos privadas en el siglo XIX:
                    -Zapillo.
                    -La Cruz.
                    -Fuente de la Piedra.
          Y cortijos particulares o de entidades religiosas:
                    -el de las Monjas
                    -La Loma.
-Blancares
                    -Alamoso Alto y Bajo
                    -Agramaderos 











 

Hacemos la foto de rigor. En el Lavadero, e insistimos entre Bramaderos y Agramaderos. 

¿BRAMADEROS O AGRAMADEROS?



Decíamos enun artículo del  IDEAL ALCALÁ LA REAL, titulado como LA VENTA DE LOS AGRAMADEROS: No siempre  este partido de campo se  ha identificado con este nombre. Incluso, hubo tiempos que el  núcleo rural más importante fue las Peñas de Majalcorón, otras veces se incorporaba dentro de un espacio muy extenso y comprendido por el arroyo del Palancares, que desemboca en el río de Frailes. Y hasta  años muy  recientes del  siglo pasado, su nombre  más difundido  era el  Valdegranada, por eso de  lindar con los territorios de Granada , val de Granada a los pies de los cerros de tierras de frontera, donde se hicieron extensos repartimientos con motivo de  la repoblación posterior a la conquista de Granada, sobre todo, en tiempos de Carlos I. Es  una zona en forma de  cuenca  de un arroyuelo del término alcalaíno que limitaba entre los montes  de Granada. Situada a 16 kilómetros de Alcalá la Real, en la parte sur occidental  del término municipal,   limítrofe con las provincia de Granada y  Córdoba, en un sitio  de cruce de caminos que proceden de Montefrío,  Íllora, Tocón, Priego, Almedinilla, donde se colocó una antigua venta  para vender ganados  que se ataban  en los postes de los  Bramaderos. De ahí el nombre Venta de los Bramaderos, hasta llegar al actual de los Agramaderos. A partir de estos términos, se muestra  el primer debate de su  etimología en torno a la venta como posada en el nudo de caminos entre Montefrío y el de los playeros  que procedían de las costas granadinas, donde posaban las caballerías atadas   en  sus postas  o   el  pilote de bramar,  también  el lugar de descanso en la venta para los antiguos comerciantes que  intercambiaban  el pescado con el cereal  por este  camino playero que se bifurcaba hacia Alcalá  y se adentraba en la Campiña cordobesa, o tomaban el camino de  Úbeda a través de la senda lindera de términos provinciales.

 O el segundo  término de Agramaderos, relacionado con esa  refiere a esa función agrícola de la grama del cáñamo, aunque en las  tierras inútiles abundaban  la escaña,  centeno, el yero o el lino que también se consumía  por estos lares.
Por un documento de Bernabé Rodríguez de 8 de agosto de 1538, todavía este paraje entre monte y tierra de nueva labor de sembradura, se llamaba BRAMADEROS   POR ESTAR CERCANO A LA FUENTE DE DE  LOS BRAMADEROS. En este dcocumento se comprometían  con Jorge Martínez los campesinos Miguel Sánchez de Péramo u Francisco Camacho , nada menos que a sacar de monte, desbrozar, y hacerlas cultivables trece fanegas  de monte a pala de azada en dos peonías de monte ( que le había correspondido del repartimiento de Carlos I en tiempos del corregidor Francisco de Alarcón, 1526-1529), que teneis en la Fuente de los Bramaderos, término de esta ciudad de Alcalá la Real, lindera con tierras de Pedro Fernández de Mazuela para el uno de agosto de 1539, Recibían de pago 1.500 maravedíes  para iniciar la tarea y acabarían con otros 5.625 maravedíes al finalizar el resto.  Y como debía ser duro este trabajo  se le daba también una tinaja de vino añejo.

POR ESO, QUE CON PAN Y VINO SE HACE EL CAMINO, EN ESTE CASO DURO Y ARDUO DE SACAR MATAS, ARBUSTOS, HIERBAS SALVAJES,, TOJARES Y ENCINARES  EN LA VENTA DE LOS BRAMADEROS.


        

S












SSSubimos por el camino que dirige a la Cruz de Matute y nos desviamos  en dirección a Las Peñuelas. Y pasamos por diversas casas y eras. En zona de Valdegranada,  comentamos que Ibn Jatib destaca aquel episodio del emir almorávide Tasfin ben Alí, que, al pasar por las Peñas de Majalcorón, el Prado de los Cuernos, se burló de su acemilero, manifestándole que todo aquel prado de cuernos, en este caso, de ovejas, era suyo, a lo que le respondió el vasallo, que más bien eran del emir y de su padre. Pero no podemos pasar de alto las leyendas de cuevas y tesoros escondidos por aquel entorno con arabismos como las de la Cañada Ámbar y su pasadiozo desde  la Loma del Rey. Pasadizos kilométricos imaginaban desde estas aldeas entre zonas de frontera, simulando a los terrenos palestinos actuales.Y, se ratifica con la lápida precalifal, encontrada cerca del cortijo del Toril y se exhibe en la Sala de la baja de la Campana de la Mota. No responde este elemento funerario a un simple objeto de unos coleccionistas que dejara abandonado en unos de los cortijos de los hombres de conquista, los que proliferan por estos lares con motivo de los diversos repartimientos de Alfonso XI y Carlos. Es una pieza valiosa de un caballero musulmán, datada en torno al año 872  y descubierta en la curva de la carretera de Montefrío hace unos cuarenta años. Además, cercano se encuentra  el cortijo del Toril  y el camino hacia Bajacar, un cortijo legendario. En este último se forjó la leyenda de La Encina Leona, y, en su entorno el cerro del Castellón, lo consideran los lugareños como un recinto fortificado desaparecido. Su etimología denota hasta un fundamento romano.

LLegamos al cortijo de las Peñuelas, y subimos al Peñón. Constatamos la presencia de una pequeña necrópolis mozárabe, parecida a las tumbras antropórficas de la Mota y la Tózar. Y no estaba muerto,  Domingo comprobó si cabíoa un cuerpo humano. 















 
LLwegamos a la Fuente con inscripación de 1902, por obra de la familia Ureña. 
Y de all´í, orilla del Palancares hasta llegar al Moliono del Sol, no queda nada explicación de industia molinera y el  episodio de la guerra civil. Subida empinada hasta Bajacar, pasando por camino real, y entre olivos y cruce de la carretera de Montefrío llegamos a una cantera áraeb, con piedras de molino abandonads y restos de ella.  De all´í nos fuemos a la fábrica  y no olvidamos el  cuento de aquel chaparro majestuoso, el de mayor frondosidad y sombra del entorno, anuncia y presagia un tesoro escondido. En días de luna, cuentan que su luz penetra entre las ramas fijando el lugar exacto del tesoro de la corona de la reina. Además, se reviste con el episodio de enriquecimiento de unos vecinos de Bajácar. 
Muy lejanos debieron ser los tiempos de aquel descubrimiento de una mujer viuda que acudió a la cita nocturna para encontrar el tesoro en esta famosa encina. Por su grandiosidad, le apodaban leona.  Los mismos ingredientes del relato del cortijo del Sotillo  charillero, en este caso, no fue un pozo, sino que se abrió el enorme tronco de aquel chaparro centenario. No disponía de manos aquella mujer acompañada de una niña pequeña para introducir las joyas de oro en su saco y canasto. Y mira por donde que, como todos los cuentos, no cumplió el condicionante desvelado, que debía acudir sola, sin acompañante. Por eso, se le esfumaron todo aquel caudal de joyas encontradas, porque ardió como la paja  en un solo instante transformando los vasos, platos, bandejas, colgantes, pulseras y adornos en pavesas que volaban en el aire. El terreno está sembrado de indicios para poner a la luz todo este tipo de tesoros. Incluso algunos objetos y monedas musulmanas se exhiben en el museo local. No es de extrañar que se hable de los tesoros numismáticos de La Pedriza. Es simple conjetura, habladuría de los pueblos, o se hizo realidad la leyenda de la viuda de Bajácar. Doscientos cincuenta años de frontera dieron para un patrimonio perdido y, a veces, irrecuperable. Un día apareció un astrolabio en un museo europeo, otro día en el museo jiennense el tesoro charillero, una copia de un manuscrito de un escrito de los Banu Said apareció en centros de estudios árabes. Oro día, el pasadizo condujo a un recinto olvidado como la Ciudad Oculta de la Mota en medio de la Leyenda de Caba.
Muchas gracias a Jose, Mari Camen y a todos los pedriceños que nos han acompañado. Un día esplendido. 

viernes, 28 de octubre de 2022

LOS AGUARDENTEROS FRANCESES DEL CASTILLO DE LOCUBÍN


En Castillo de Locubín, destacaban los terrenos dedicados al cultivo de la viña, Este cultivo signficaba una fuente de ingresos para la recaudación eclesiástiástica de los  novenos de los diezmos. Se encontraba ubicado en los pagos del Redondal, Lagar del Llano, Lagar de Aranda, Puertollano, Callejón, y Cañada de Marinieves.  En muchos de estos lugares se levantaron  lagares, que hemos comentado anteriormente  con obra de famosos maestros de albañilería  como Francisco de Aranda. Y en los lagares, solían extraerse vinos del afamado torrentés de la Sierra Sur, baladíes, tinto, alabiño o albariño y todos los vidueños. Y de la viña no sólo se extraía vinos desde la Edad Media  sino otros productos. El aguardiente,  como  bebida alcohólica destilada de un fermentado alcohólico, comenzó a desarrollarse en esta zona  y solía ser un producto que necesitó del a  licencia municipal.  Ya sabemos que los aguardientes provienen de multitud de plantas ricas en sacarosa, que es el elemento esencial en la elaboración de la bebida (ya que a partir de esta surge el etanol), siendo en principio el aguardiente alcohol diluido en agua. Toma así el aguardiente su nombre de «Aqua» y «Ardiente» del latín «Ardens», lexema «Ardie», refiriéndose a su baja inflamabilidad, aunque también se dice que el nombre se debe a la sensación propia de la sustancia líquida alcohólica al ser ingerida. «Aguardiente» puede referirse prácticamente a cualquier bebida alcohólica obtenida por destilación, pero el nombre se aplica sobre todo a aquellas que poseen entre un 30 % y un 59 % de grado o volumen de alcohol (véase graduación alcohólica).

Es curioso que el aguardiente vino de la mano de   emigrantes  franceses afindados en Castillo de Locubín. No era extraña la presencia de extranjeros en ésta, desde el siglo XVI se encuentra moriscos o cristianos nuevos y portugueses que se afincaron, sobre todo en el cultivo del campo, pero, como en Alcalá la Real, los artesanos de productos elaborados de la gastronomía solían ser de origen francés como en las pastelería y en la elaboración del chocolate sin olvidar las herrerías y caldererías. Hay constancia de Gabriel Amorós, de origen francés,  ya compró una casa en 1690 a don Laurencio de Guzmán y Aranda en la plaza. Se definía lindera con las casas de este hidalgo, y linderas con la plaza y lo hizo para fabricar aguardiente  en las casas mesón  por la cantidad de  200 reales anuales durante tres años  con la condición que aquellos caldos no perjudicaran  los cimientos ni paredes de las casas.



Ante Sebastián Pérez de Aranda ( Legajo 4752, Folio 314 , y v)  el ses de junio de  1694, Antonio Rebel , otro francés  vecino de esta villa, contrataba al mismo hidalgo    la casa y mesón anterior con el mismo destino . Y lo hacía " que el dicho mesós  y casas y lo demás que le pertenece  que abajo se contendrán que son el alambique, con que se fabrica el aguardiente  y la caldera y demás adheres para la dicha fábrica y seis tinajuelas, pequeñas y grandes, y una mesa y una tarima y un bufete mediano con su cajón". El arrendatario se compromettía a tres años de contrato  y a la cantidad de 1697  reales y a doscientos reales  en dos pagas cada año por mitad y Navidad. Y a pagarle 400 reales para paja y cebada del dicho mesón y no cometer deterioro ni en cimientos ni paredes como el anterior. 





Como se observa que  esta fábricación del aguardiente continuaba  la  elaboración de  bebidas destiladas relacionadas con el  uso de alambiques y se remontaban a  los alquimistas árabes en la antigüedad,  métodos  de destilación que no se desarrollaron completamente hasta finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media. Este tipo de fabricación de bebidas destiladas se extendió por toda Europa y el resto del mundo, dando paso a una gran variedad de sabores, colores y aromas, que se dan en función del tipo de destilación, de la materia prima destilada y de los diferentes aditivos. Estas propiedades cambian de una cultura a otra de acuerdo a las costumbres, así como el uso mismo del término aguardienteSegún la parte de la fruta, se  elaboran  aguardientes «de vino» y aguardientes «de orujo»,  que provienen de frutas carnosas, como las uvas, las manzanas o las peras. Tras pisarlas, para obtener ese mosto que, una vez alcohólicamente fermentado, se convierte en vino, en sidra o en perada, esos residuos también pueden fermentar alcohólicamente. El destilado obtenido de esos residuos alcohólicamente fermentados es lo que se llama «aguardiente de orujo» o simplemente orujo, si se trata de la uva, o bien «aguardiente de hollejos de fruta», que es la palabra más genérica. En el líquido que se destila es necesaria la presencia de al menos algunos de esos hollejos, para que el destilado pueda recibir el nombre de aguardiente de orujo o el de aguardiente de hollejo de fruta. P










or último hay dos categorías de aguardientes simples y aguardientes compuestos. Los simples no tienen una adición significativa de sabores distintos de los propios del aguardiente, mientras los compuestos reciben una adición significativa de sabores provenientes de sustancias que no generan alcohol, como hierbas, semillas de anís, etc.El aguardiente procedente del vino de uve es uno de los más conocidos y utilizados. Se le llama brandy cuando está envejecido. Si el aguardiente procede de la destilación de lías de vino en presencia de los orujos de la uva o solo de la destilación de los orujos de uva, se le llama aguardiente de orujo o simplemente orujo. 


En 1710 , el francés Francisco Grimal era el arrendatario de las rentas del aguardiente.