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viernes, 28 de octubre de 2022

LOS AGUARDENTEROS FRANCESES DEL CASTILLO DE LOCUBÍN


En Castillo de Locubín, destacaban los terrenos dedicados al cultivo de la viña, Este cultivo signficaba una fuente de ingresos para la recaudación eclesiástiástica de los  novenos de los diezmos. Se encontraba ubicado en los pagos del Redondal, Lagar del Llano, Lagar de Aranda, Puertollano, Callejón, y Cañada de Marinieves.  En muchos de estos lugares se levantaron  lagares, que hemos comentado anteriormente  con obra de famosos maestros de albañilería  como Francisco de Aranda. Y en los lagares, solían extraerse vinos del afamado torrentés de la Sierra Sur, baladíes, tinto, alabiño o albariño y todos los vidueños. Y de la viña no sólo se extraía vinos desde la Edad Media  sino otros productos. El aguardiente,  como  bebida alcohólica destilada de un fermentado alcohólico, comenzó a desarrollarse en esta zona  y solía ser un producto que necesitó del a  licencia municipal.  Ya sabemos que los aguardientes provienen de multitud de plantas ricas en sacarosa, que es el elemento esencial en la elaboración de la bebida (ya que a partir de esta surge el etanol), siendo en principio el aguardiente alcohol diluido en agua. Toma así el aguardiente su nombre de «Aqua» y «Ardiente» del latín «Ardens», lexema «Ardie», refiriéndose a su baja inflamabilidad, aunque también se dice que el nombre se debe a la sensación propia de la sustancia líquida alcohólica al ser ingerida. «Aguardiente» puede referirse prácticamente a cualquier bebida alcohólica obtenida por destilación, pero el nombre se aplica sobre todo a aquellas que poseen entre un 30 % y un 59 % de grado o volumen de alcohol (véase graduación alcohólica).

Es curioso que el aguardiente vino de la mano de   emigrantes  franceses afindados en Castillo de Locubín. No era extraña la presencia de extranjeros en ésta, desde el siglo XVI se encuentra moriscos o cristianos nuevos y portugueses que se afincaron, sobre todo en el cultivo del campo, pero, como en Alcalá la Real, los artesanos de productos elaborados de la gastronomía solían ser de origen francés como en las pastelería y en la elaboración del chocolate sin olvidar las herrerías y caldererías. Hay constancia de Gabriel Amorós, de origen francés,  ya compró una casa en 1690 a don Laurencio de Guzmán y Aranda en la plaza. Se definía lindera con las casas de este hidalgo, y linderas con la plaza y lo hizo para fabricar aguardiente  en las casas mesón  por la cantidad de  200 reales anuales durante tres años  con la condición que aquellos caldos no perjudicaran  los cimientos ni paredes de las casas.



Ante Sebastián Pérez de Aranda ( Legajo 4752, Folio 314 , y v)  el ses de junio de  1694, Antonio Rebel , otro francés  vecino de esta villa, contrataba al mismo hidalgo    la casa y mesón anterior con el mismo destino . Y lo hacía " que el dicho mesós  y casas y lo demás que le pertenece  que abajo se contendrán que son el alambique, con que se fabrica el aguardiente  y la caldera y demás adheres para la dicha fábrica y seis tinajuelas, pequeñas y grandes, y una mesa y una tarima y un bufete mediano con su cajón". El arrendatario se compromettía a tres años de contrato  y a la cantidad de 1697  reales y a doscientos reales  en dos pagas cada año por mitad y Navidad. Y a pagarle 400 reales para paja y cebada del dicho mesón y no cometer deterioro ni en cimientos ni paredes como el anterior. 





Como se observa que  esta fábricación del aguardiente continuaba  la  elaboración de  bebidas destiladas relacionadas con el  uso de alambiques y se remontaban a  los alquimistas árabes en la antigüedad,  métodos  de destilación que no se desarrollaron completamente hasta finales de la Edad Antigua y principios de la Edad Media. Este tipo de fabricación de bebidas destiladas se extendió por toda Europa y el resto del mundo, dando paso a una gran variedad de sabores, colores y aromas, que se dan en función del tipo de destilación, de la materia prima destilada y de los diferentes aditivos. Estas propiedades cambian de una cultura a otra de acuerdo a las costumbres, así como el uso mismo del término aguardienteSegún la parte de la fruta, se  elaboran  aguardientes «de vino» y aguardientes «de orujo»,  que provienen de frutas carnosas, como las uvas, las manzanas o las peras. Tras pisarlas, para obtener ese mosto que, una vez alcohólicamente fermentado, se convierte en vino, en sidra o en perada, esos residuos también pueden fermentar alcohólicamente. El destilado obtenido de esos residuos alcohólicamente fermentados es lo que se llama «aguardiente de orujo» o simplemente orujo, si se trata de la uva, o bien «aguardiente de hollejos de fruta», que es la palabra más genérica. En el líquido que se destila es necesaria la presencia de al menos algunos de esos hollejos, para que el destilado pueda recibir el nombre de aguardiente de orujo o el de aguardiente de hollejo de fruta. P










or último hay dos categorías de aguardientes simples y aguardientes compuestos. Los simples no tienen una adición significativa de sabores distintos de los propios del aguardiente, mientras los compuestos reciben una adición significativa de sabores provenientes de sustancias que no generan alcohol, como hierbas, semillas de anís, etc.El aguardiente procedente del vino de uve es uno de los más conocidos y utilizados. Se le llama brandy cuando está envejecido. Si el aguardiente procede de la destilación de lías de vino en presencia de los orujos de la uva o solo de la destilación de los orujos de uva, se le llama aguardiente de orujo o simplemente orujo. 


En 1710 , el francés Francisco Grimal era el arrendatario de las rentas del aguardiente.

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