CAPÍTULO XI. EL ESCRIANO PINTOR Y DON GOME
MESSÍA DE FIGUEROA
El escribiente se había
interesado mucho por el mundo de la esclavitud, le encantaba
el asunto de los libertos, y no hacía sin pensar si tenía algún antepasado
esclavo. Repasaba todos los legajos
referentes a este tipo de personas, y
bajando la escalera, se fijó en la carpeta del corregidor Gómez Mesía de
Figueroa. Tenía de fecha de apertura,
finales de 1567, pero no la había cerrado en portada del legajo, como había escrito en los anteriores corregidores.
Ni corto ni perezoso. Se lo
llevó a su casa, tras bajarla de la balda de la estantería de la tienda de la
escribanía.
En su casa, el escribiente se sentó en el banco y en una mesa pequeña, abrió
el legajo atado con cuerda tranzada de esparto y, encima, una cinta de tela basta que le daba cierta
prestancia.
Leyó la primera página que decía "
CORREGIDOR DON GOMÉ MESSÍA DE FIGUEROA".
Entusiasmado por este personaje
con el que compartía muchos momentos a la hora de levantar autos, edictos
y órdenes, siguió leyendo folio tras folio. No quiso detenerse mucho sobre su genealogía y los problemas relacionados
con cierto antepasado judío que aludía a
su abuelo Alonso de Mesía. Había escuchado que estaba relacionado con la
rama de los Figueroa de la provincia de Jaén y con el Duque de Feria,
pues don Fernando de Figueroa, obispo de Canarias era natural de Sabiote y fue
confesor del rey Felipe II; por la parte de los Mesía, tanto en Úbeda, y
Baeza como en Jaén, eran numerosos los
miembros de la familia relacionados con el cuerpo de gobierno del emperador. Lo que sí
daba por seguro que esta rama de los
Figueroa y Mesía mantenían gran influencia en el mundo de la Chancillería de
Granada, en el cabildo de Córdoba y en ciudades como en Ocaña, cuyos linajes se
asentaban por estos años en dichas ciudades
Daba por seguro que sus padres
eran don Gómez de Figueroa, caballero principal de Córdoba, veinticuatro de
ella, señor de Villaseca y el Encinar, casado con doña Lucrecia de Mesía de Alarcón. Que su
familia residía en la Corte de Madrid , tal como se deducía de la carta que recientemente había enviado a la ciudad durante su estancia en la guerra de
las Alpujarra, allá por el mes de marzo de este año 1570.
De su
aparato de gobierno, hizo un breve resumen: Fueron sus alcaldes mayores
Francisco Téllez en Alcalá en los primeros años, y , después, el licenciado Alonso Sánchez
de Frías, vecino de Priego. Por estas fechas, también nombró por alguacil mayor
a García Márquez. No olvidaba que el corregidor tenía entablado un pleito con el cabildo
municipal por su cabezonería de aumentar el número de alguaciles: antes lo
fueron también Francisco Gómez y Juan Martínez de la Fuente en Alcalá la
Real. También el escribiente tenía anotados los de Loja , en los primeros años los mayores Pedro Sánchez de Carranza y Lope
Garrido, en último año Juan Alans Fonseca
y Lorenzo Sancho Cornejo y por alguaciles menores tuvo Alonso Magaña. De Alhama, no le habían
enviado datos. En una nota aparte, señalaba que, a finales de
agosto de 1567, tuvo lugar el recibimiento del corregidor en Loja , nombrando al licenciado Garci Rodríguez de Cabrera como
alcalde mayor, y por alguaciles, mayor y menos, Pedro de Carranza y Juan Álvarez
de Fonseca y Juan de Casas.
Pasó los
apartados de genealogía y cargos, se le vinieron ante
sus manos unos folios que revivieron
inmediatamente en su memoria las miserias de aquellos crueles años de sequía y
hambre. Pues, en las primeras notas de
su legajo, leía los hechos que tuvo que
afrontar en primeros meses de su corregimiento
para controlar el abastecimiento del
trigo en la ciudad de Alcalá la Real. Debido al bajo precio de este cereal, dio lugar a que los agricultores, sobre todo
los labradores, evadieran los controles comerciales y gubernativos, y una gran partida de trigo saliera del territorio abacial a otros lugares comarcanos. Por eso, no le faltó energía ante esta injusticia , ausencia de perjucios y el egoismo imperante entre los poderosos, y adoptó una serie de medidas de control y
reparto creando seis panaderías en los cuarteles de la ciudad (que es como llamaban a
los barrios y por los que estaba dividida Alcalá
la Real). Estas racionaban los panes provenientes del trigo del pósito y de los
propios y de algunos particulares, entre
ellos los de Loja.En un medio folio, se dio cuenta que tenía anotado:
Siguió
leyendo y se dio cuenta que, en Loja, tuvo que emprender continuas y reiteradas medidas para almacenar trigo: pues. primero, 1567 fue un año de gran escasez, que afectó a
muchos meses de 1568; y la situación se repitió en el primer mes del año 1570,
agravada por la guerra de los moriscos.
En el folio sexto de este
corregidor, tenía anotado un asunto importante: "Cofradías y Hospitales". Parece
que no llegaron a plasmarse algunos
acuerdos, que habían surgido de las Cortes castellanas en materia financiera
religiosa. Se trataba de desamortizar algunos bienes, que, en Alcalá incidieron
en el gran número de pequeñas cofradías.
Entre ellos se incluía la reorganización de las instituciones
religiosas, que afectaban a las
cofradías, hospitales y otras dependencias relacionadas con la iglesia
católica, y afrontar los gastos ocasionados con
motivo de la expulsión de los moriscos.
En concreto, debió ejecutar y cumplir una cédula real de marzo de 1568, por la
que se pretendían unificar todas las hermandades en dos. Y lo hizo con energía
porque llevó a cabo personalmente un
interrogatorio, con el fin conocer el funcionamiento, organización, bienes e
inventario de cada una de ellas. Se presentaron en la audiencia de las
tiendas centrales de los corredores de
la plaza los hermanos mayores y los priostes
y mayordomos de las cofradías de Nuestra Señora de la Antigua, Veracruz, Santa
Ana, san Bartolomé, Monserrat, san Antón, Virgen de la Cabeza , y los mayordomos de los hospitales de la Veracruz y los Monteses, y del Dulce Nombre de Jesús.
También en dos cuartillas, cosidas a los folios con hilo, había anotado:
“.COFRADÍA DE LA ANTIGUA. El mayordomo Diego Hernández de Hinojosa,
declaró que era la más antigua, surgida
en 1398, ubicada en la parroquia de
Santo Domingo de Silos, disponía de limosna y de quince censos que alcanzaban
105.625 maravedíes, dedicados a una misa por los hermanos difuntos los sábados
de cada semana.”
“COFRADÍA DE LA VERACRUZ. Se fundó en 1550 con licencia del abad don
Juan de Ávila, según las declaraciones del 19 de marzo de 1568, por el mayordomo Antón de Alcalá, con el fin
de edificar una iglesia, hospital. Es cofradía de disciplinantes”
Tuvo
que ejercer su mandato en el difícil momento del levantamiento de los moriscos
del reino de Granada. En su ausencia, ejerció de
alcalde mayor en Alcalá la Real ,
el licenciado Francisco Téllez y el corregidor se trasladó a Loja en la base de
las operaciones. Éste le sustituyó como teniente de corregidor en todo el periodo
comprendido entre la Navidad del 1568 hasta el
año 1570, pues el corregidor ejerció en la mayoría de las ocasiones el mando de
las tropas desde la ciudad de Loja, donde estableció su alojamiento por estar
más cerca del escenario militar y desde
donde se comunicaba con el resto de las ciudades.
La labor de la
Justicia fue esencial en estos momentos, pues fue la que
canalizó todo el correo, moderó las posturas contrapuestas entre el interés
nacional y los miembros del cabildo, más preocupados de la subsistencia de la ciudad que de la guerra,
y ejerció su autoridad cuando las
situaciones llegaron al límite por la sangría que provocaba tantas medidas
militares.. El carácter de alto riesgo daba lugar a que las reuniones con el
cabildo se hicieran en horas inoportunas
y en la propia casa y aposento de la Justicia
En el folio décimo aparecía un título
“ Milicias y Guerra de los morisco”. Se lo acercó ante sus ojos y empezó a leer : “
En estos momentos bélicos,
la ciudad sufrió una sangría de
personas y recursos importantes por encontrarse en una zona fronteriza de
Granada, que le obligaba acudir inmediatamente,
con su milicia urbana, a proveer a la capital del reino granadino con
los recursos esenciales para el mantenimiento- trigo, cebada, carne,....- y a ejercer servicios de
recepción, alojamiento y
manutención de las tropas castellanas y de los
moriscos trasladados a otros lugares de Castilla. Por otro lado, en la
ciudad alcalaína, según nos refieren las declaraciones de los regidores en las actas
del cabildo, llegaron a residir más de veinte mil personas que iban y venían al
campo y ejército de Su Majestad”.
Cuando
comenzaba a leer este párrafo “En cuanto
al aspecto militar, desde el primer
aviso que le comunicaron el levantamiento de los moriscos en Órgiva y la
petición de que acudiera la caballería
alcalaína, lojeña y de Alhama en su
auxilio, por don Iñigo López de Mendoza,
marqués de Mondejar, conde de Tendilla y
duque de Sesa , capitán general del reino de Granada…” , lo llamó, a grandes voces, su esposa
que venía de la calle. Salió a la puerta y le dijo
-¿Qué quieres, Leonor?
-Te llama don Gome.
-A estas horas.
-Algo urgente debe
ser, Antón. Me ha dicho el alguacil que te
presentes inmediatamente en la sala de la audiencia.
Subió
inmediatamente trochando por los adarvejos del Cañuto y adentrándose en el Gabán, jadeó en la
puerta del Peso de la Harina y saludó al caballero de guardia del cuartel de la
Mota. Lo saludó y le dijo:
-Corre, que otra
vez nos ha tocado la china de un morisco rebelde.
Se hizo de sus
instrumentos de escribanía y de algunos folios antes de llegar a la audiencia,
que un candil iluminaba todos sus bajos, donde estaban
Gómez Muñoz y el teniente de corregidor. Un poco inquietos por una posible tardanza,
le agradecieron que hubiera acudido tan puntual, porque no se
fiaban mucho de él , ya que acostumbraba a jugar a los naipe en los antros más
ocultos y en las primeras horas de la noche.
-Te reclamamos,
porque hay que levantar un auto judicial urgente. Asunto de guerra.
-Díganme, pues
señores. Pluma, tintero y tinta están preparados. Tomo nota.
-Ponga lo siguiente
“Proceso contra el morisco Diego Moçate”
-¿Denunciante?
En este momento, salió del bajo
de la tienda el denunciante.
- Juan Rodríguez de Cebreros.
-¿Hecho?
- Yo, Juan Rodríguez de Cebreros,
ante el alcalde mayor licenciado Francisco Téllez, declaro haberlo cautivado en Encina Hermosa.
-Y¿ qué más datos tienes?- le dijo Téllez.
-Procedía de Martos y, durante cierto
tiempo, se ocultó en un cortijo de las sierras castilleras, viviendo con otros
moriscos afincados en el Castillo de Locubín.
-Quedaron pocos aquí, las hilanderas de la seda para la industria sedera, algunos comerciantes y tenderos en la Mota,
los gacís para transportar el vino, los buenos hortelanos de las Riveras y del Castillo,...y algunos esclavos. Y mira qué
casualidad, no aprenden, no saben qué les puede caer encima, un castigo ejemplar y una pena muy costosa…
-Abre las diligencias, don Gome, y tú alguacil, llévalo a la Cárcel Real.
Don Gome se retiraba de la audiencia y conversaba con su escribano Antón.
-Otra noche me toca sin dormir entre escrituras de moriscos y
mi mente puesta en averiguar la trama y desenlace de mis amores.
Pasaron varios días sin que el
oficial de escribanía fuera llamado por su señor escribano, y eso que la ciudad
se hallaba un poco alterada porque algunos regidores no se conformaban con el
incremento de nuevos regidores que desestabilizaban el difícil equilibrio del
cabildo municipal. Las medidas regias venían impuestas por la necesidad de recoger
nuevos fondos por parte de la Corona para afrontar las muchas guerras
emprendidas en Europa, y, la más reciente, en su propio territorio de la Alpujarra contra los moriscos. El
corregidor se encontraba ausente de la ciudad, y, aunque parecía que lo tenía
todo atado y bien atado, no las tenía todas consigo. Al final, las aguas llegaron a su cauce y aquello no fue sino un incidente resuelto de los muchos que se presentaban.
No hay comentarios:
Publicar un comentario