LA CUESTIÓN RELIGIOSA LA IGLESIA Y LA REPÚBLICA
A pesar de la cordura de Batmala, el asunto religioso fue el caballo de
batalla entre monárquicos y republicanos. Pablo, recapacitando en
la situación tan tensa que se respiraba, publicó un edicto en el
que se prohibían las manifestaciones públicas para evitar
incidentes. Parecía como si cualquier incidente sirviera de dardo
acusador para el adversario.
En el mes de abril se dio el primer aviso que anunciaba una serie de
conflictos entre los partidarios de la República y la Iglesia
local. Fue con motivo de la fiesta de la Virgen de la Cabeza.
“Hoy es una de las fiestecillas locales de más sabor arcaico
ante mis ojos. Se va ‘la gente del cerro’ como vulgarmente se les
dice a los romeros de Nuestra Señora de la Cabeza, y es una cosa que
me infunde respeto y simpatía a la vez el ver los saludos a la
imagen y unas con otras. Este año ha resultado bastante deslucida,
pues la Cofradía de Alcalá, por cuestiones políticas no va este
año en bestia y además de aquí ha ido con reducidas personas”.1
En los templos de la comarca, algunos sacerdotes no compartían el
nuevo sistema político. Vaticinaban un mal porvenir y, en sus
sermones, se escuchaban frases como estas “Maldita sea España,
si la República triunfa en ella”. Por su parte, la pasión de
los republicanos se manifestaba en estos términos. “El canalla,
el mal hijo, el desnaturalizado que no encuentro adjetivos bastantes
para aplicarlos al hijo infame que maldice a su madre. Si los
españoles tuviésemos en algo a nuestra madre, lo expulsaríamos de
ella y le negaríamos el derecho de llevar de nombre gentilicio el
más caballeresco y noble del mundo que una gentuza como él no
merece”. Por eso, no era extraño que muchos jóvenes se
apartaran de los viejos ideales religiosos y se transformaran en
radicales agnósticos y en simpatizantes de las ideas comunistas.
Este era desgarramiento de un joven republicano.
“Por fin ha habido prensa hoy. Los comunistas de Bilbao y
Barcelona han promovido fuertes alborotos. Yo, desde hace tiempo,
tengo un afán de destruir, de romper, de incendiar. Veo que marcho
directamente al anarquismo. No me explico el por qué de mi desvío
en la cuestión religiosa. He sido educado en un ambiente
republicano-católico, y estas dos ideas.: catolicismo y República
se me van a convertir en Ateismo y Anarquía. No sé el por qué de
mi odio contra los grajos. De a todos los que me piden mi parecer en
este aspecto, les hago ver con el mayor cinismo que está comiendo a
costa del prójimo(...)Mis ideas causan buena impresión en la masa
obrera, y una vez que termine el Bachillerato, de acuerdo con AA,
vamos organizar un centro anarquista, a propagar el comunismo. Yo soy
campo abonado para las ideas sindicalista, Y eso que he leído las
teorías de ese gran hombre Carl Marx (...)He conseguido reaccionar
las ideas anarquistas. Ya he sido otra vez, el socialista católico
de siempre. Les he dado una conferencia socialista, Mis normas son.
El hombre es libere, el pueblo es el único soberano y el obrero es
el verdadero republicano. La Casa del Pueblo debe ser el verdadero
receptáculo de los obreros honrados”. ,
Como en muchos sitios de España, los partidarios de la República
manifestaban que “la clara y larga vinculación a la Iglesia con
las fuerzas conservadoras y las clases adineradas. El control de la
enseñanza y la intransigencia ante las corrientes innovadoras
originaron desde la centuria anterior un sentimiento anticlerical en
buena parte de la sociedad española. Este sentimiento, conforme fue
deteriorándose la situación, siguió aumentando constatándose
ya en los momentos iniciales de la República. Aunque la República
fue aceptada como un hecho consumado por el Vaticano., la Iglesia
española se aprestó a defender” la religión y el orden social,
conceptos que consideraba contradictorios el republicanismo(...)el
abismo continuó ensanchándose a primero de mayo tras la pastoral
de monseñor Segura y la espiral de incomprensiones mutuas culminaron
días después cuando, por razones que aún permanecen oscuras tanto
en su origen como en su autoría, el 11 de mayo fue incendiado el
convento jesuita de la madrileña calle de la Flor y de inmediato
cinco conventos más y otros locales religiosos. Al día siguiente
los incendios se propagaron a la mayor parte el país”2.
En Alcalá, debió andar el ambiente muy tenso, pues corrían rumores
del incendio de conventos en Madrid y Málaga y, ante el mal panorama
que habían tomado las circunstancias en Granada, donde, el 13 de
mayo, fueron incendiados los conventos de los Capuchinos y de las
religiosas de Santiago y la residencia de los Hospitalicos,
Redentorista y Luises, el propio Batmala dio muestras de una gran
sensatez, y sugirió a las monjas dominicas y trinitarias y de
Cristo Rey que desalojaran los conventos y se alojaran en casas de
familiares y amigos con el fin de evitar que les aconteciera lo mismo
en Alcalá.
Frente a posturas intransigentes, como la del general de Granada,
que declaró el estado de guerra en la provincia granadina, esta
medida cautelar de un alcalde republicano la consideraron
posteriormente los minúsculos grupos falangistas y requetés como
una falta de autoridad , agravante para achacárselo en su posterior
juicio. Sin embargo, en este año, no sólo consiguió su objetivo de
salvar vidas y el patrimonio sino que mantuvo la ciudad en paz. Y, a
pesar de su laicismo, esto no impidió que ayudara con su propio
bolsillo a muchas monjas de Alcalá, porque se encontraban en el
mayor desamparo. Y en estos momentos, aún más, porque, si
hiciéramos un recuento, tendríamos un elevado número de
religiosas, superior a las ochenta (teniendo en cuenta que el número
de cada convento a superaba los veinte miembros, y había que añadir
otras diez enclaustradas de la iglesia de san Juan y las de Cristo
Rey).
Además, tal era la euforia de los republicanos, que se respiraba en
el ambiente, que podía acontecer las consecuencias más
insospechadas por cualquier desaprensivo. Y adoptando las medidas
gubernativas conseguía un efecto de autoridad importante, porque
estas no podían soslayarse y pretendían más que un ataque
directo a la religión, evitar altercado contra la religiosidad. Sin
embargo, en el frente conservador se interpretaron como un ataque
directo a sus creencias. Así los recoge el acta de una cofradía, en
medio de la pasión de sus componentes, y donde estaban presentes
un concejal agrario y otro republicano. Así decía:
“Dadas las circunstancias alarmantes ocasionadas por los
elementos revolucionarios y no ofreciéndonos garantías tanto la
autoridad local como el ambiente revolucionario, se citó a junta urgentisima con este objeto, acordándose no sacar la procesión en
virtud del oficio de la Alcaldía en el cual se nos prohíbe toda
manifestación de carácter religioso determinándonos entre otras
procesiones la de Rogativa. Se acordó celebrar estos cultos
privadamente entre otras procesiones los días 18, 19. y 20 a las
nueve de la mañana3.
Y, en verdad que, el gobernante Batmala logró mantener el orden
público, pero no la propaganda de los monárquicos, pues, como de
Julio Gil, refiriéndose a otros lugares de España “Aunque
la quema de conventos no causó victimas mortales, representó un
duro golpe para la joven República. Nunca se identificó con
certeza la naturaleza del impulso incendiario, ni la adscripción
política de los autores, probablemente integrante de un variado
lumpen urbano. Pero el Gobierno, acusado de debilidad, pagó su
inexperiencia con una pérdida de prestigio a ojos de muchos
católicos, que se sintieron víctimas de una agresión colectiva.
Bruscamente, el ilusionado clima que ostentaba el rumbo de la
República dio paso a otro más crispado, en el que la cuestión
religiosa condicionaría en buena medida la actitud de los
ciudadanos ante los poderes públicos”4
.
La postura de Batmala respondió a la del intelectual de izquierdas,
que presentaba una opción laica por la falta de compromiso
eclesiástico con la República y porque acusaban a los creyentes de
ceñirse a las opciones conservadoras. Su anticlericalismo respetaba
la libertad de conciencia, pero era implacable en su lucha contra la
influencia del clero en la vida pública. Frente a este postura, los
socialistas manifestaban un anticlericalismo más visceral y
primario, que alimentaba, según Julio Gil” su inquina en la
falta de sensibilidad de la Iglesia ante los problemas sociales y era
considerado como factor más de la lucha de clases por
los sectores más radicalizados del movimiento obrero”. Y, como
en Alcalá, no se llegaba hasta el momento a este tipo de
radicalización ni violencia, se vivió una convivencia sin ruptura
ni agresividad, salvo algunas manifestaciones de tipo carnavalesco.
Y, en este terreno, se comprende su actuación legal, cuando
a pesar de su sentido laico, era capaz de someterse a la ley por
encima de cualquier ideología. Aconteció con motivo de la
aprobación de los presupuestos del mes de diciembre, los concejales
republicanos se negaban a admitir el sueldo del capellán de
cementerio, Luis Fernández Torres, que era el encargado del control
de los nichos, las misas y algunos servicios funerarios. Batmala con
gran cordura, les recomendaba” el ayuntamiento debe atenerse a
lo que proceda con arreglo a la ley, a cuyo efecto requiero al
secretario, para que dé su opinión”. Esto daba lugar a la
aprobación del presupuesto y al estudio de su fundamento histórico.
Pues el secretario tuvo que investigar los documentos de la
beneficencia, en donde se obligaba a pagarle al capellán por los
legados del abad Moya y Palomino. Y esto fue lo que aprobó la
corporación. Por eso no se entiende que este hombre fuera acusado de
antirreligioso5.
Muestra de este clima fue un manifiesto del hijo de un viejo
republicano local, Miguel Ruiz Matas, que analizaba en estos términos
la situación política del Gobierno provisional:
“Es la hora de laborar intensa y desinteresadamente por la
Patria y la República. Inconscientes los más, malvados los menos,
con ciertos resabios los otros, con resquemor de infantiles luchas
políticas casi todos, no nos damos cuenta que la patria y la
República al mismo tiempo, como que deben ser consubstanciales.
Pueden en fecha próxima, estar en peligro ¿Y vamos a ser tan
insensatos que nos dejemos arrebatar y destruirlo para los españoles
tan sagrado? No, no y no. El Gobierno es provisional
el Gobierno no sabe, no puede, por sus múltiples e interesantes
problemas a resolver, el crítico momento, porque atraviesan diversas
regiones españolas, especialmente la extensa y maravillosa andaluza.
Y antes que causarle un mal a la Patria y a los grandes hombres que
nos rigen, debemos iniciar el movimiento antes indicado, a saber:
Reunirnos todos bajo la sacrosanta enseña republicana, que es lo
mismo que estar incondicionalmente al lado de las Autoridades, y
ofrecernos de corazón para mantener el antiguo, e glorioso e invicto
lema republicano: Libertad, igualdad, fraternidad. Más antes de
terminar debo decir muy alto y muy claro-para evitar males
mayores-que la igualdad es ante la Ley, que la Libertad no es
libertinaje; y que la fraternidad es quererse y defenderse como
hermanos, queriendo y defendiendo antes que nada a la madre Patria y
a la República. , Esta leal y noble advertencia va dirigida a todos
los españoles., Alcalaínos. Viva la Patria. Viva la República”6.
A principios de mayo de 1931, no asistió a ningún acto municipal,
pero. desde mediados de mayo hasta el uno de junio, se vio enfrascado
en aplicarse en asuntos muy importantes para resolver este contencioso..
Cualquier tema, cualquier obra rezumaba una cuestión marginal para
los republicanos, pero era esencial para los monárquicos. En
concreto, se construyó el lavadero de la calle Ancha. Sin embargo,
quedó la Cruz sin colocar en su sitio y esto provocó el primer
incidente religioso en Alcalá. A los pocos días, el concejal
monárquico Aguayo proponía su reparo y ofrecía dinero de su
propio peculio para emprender las obras, pero el resto de los
concejales se negó a que se compusiera con dinero público. El
asunto se prolongó hasta el mes de noviembre, y Batmala,
distinguiendo la labor gubernativa de la corporativa, expuso su
criterio:
“No debe intervenir el ayuntamiento en esa cuestión, pues no se
trata de tomar de fondos municipales, ni procede tanto tomar acuerdos
para su inversión, que la Alcaldía en unión de la Comisión de
Ornato, si lo estimara procedente es la que debe suministrarlos con
la diligencia habitual a ella7”.
A principios de junio, se celebraba la fiesta del Corpus. La mayoría
de los gobiernos locales había prohibido todo tipo de
manifestaciones públicas. Ante estas noticias, el arcipreste, don
Antonio Montañés Chiquero envió una carta a Batmala y solicitó
que se mantuviera la fiesta. Batmala y la corporación acordaron que
fuera respetado en lo sucesivo. Pero concejales como el republicano
derechista González de Lara consideraba que los gastos de la
fiesta- se pagaban los altares, la función del Corpus, la juncia..-
se destinaran a la lactancia.
Pero este grupo de republicanos de nuevo cuño eran más
beligerantes que los republicanos de izquierdas y los socialistas.
Claro ejemplo es el asunto del Palacio Abacial. El concejal
Gutiérrez trajo a colación un tema que preocupaba a las
autoridades locales. Se trataba del desalojo de algunas habitaciones
del Palacio Abacial: unas, las utilizaba la Compañía de
Electricidad Electra; pero otras las usaban el clero con su valioso
Archivo Eclesiástico, proponiendo que “se señalase un plazo al
señor arcipreste, para que se desaloje el archivo lo más pronto
posible”. El arcipreste, entusiasta investigador y celoso por
conservar en la ciudad documentos importantes, trataba de conseguir
demoras para que se mantuviera aquel importante legado en la ciudad y
no fuera enviado a Jaén. Batmala, alcalde de bien, trató de
armonizar las posturas. A la compañía no había que apretarle las
clavijas, pues le hacía muchas atenciones al ayuntamiento y “ no
debía pagarse con ingratitud”. Pero, donde sorprende su
respuesta es lo referente al archivo y en mediar para conseguir la
paz social “ hay que estar en la realidad y evitar
complicaciones”.Y, con la colaboración de sus partidarios,
logró conseguir dos aplazamientos hasta el mes de septiembre8.
Curiosamente, su honrada apuesta por su agnosticismo, se interpretó
mal. Su respeto y su talante pacificador se transformó malévolamente
en ser el promotor de lo que no hizo. Luego se le acusaría
falsamente de que impidió las ceremonias religiosas de su tiempo,
impidiendo la novena de nuestro Padre Jesús Nazareno porque se
introdujeron ratillas dentro de la iglesia de Consolación. El que
trataba de controlar a los recién y conversos exaltados, sufriría
el castigo de los que de nuevo cambiarían de ideología por las
circunstancias políticas en la futura Dictadura.
1
ARFRAMAR. Diario de Federico Parera. ES UNA GENTILEZA DEMOISÉS GALLARDO, A QUIEN LE DOY TODAS LAS GRACIAS.
2
JAÉN. Tomo IV. Pág. 675
3
AEFRAMAR. Copia del acta de la cofradía de la Virgen de las
Mercedes . 13 de mayo de 1931.
5
AMAR. Acta del 11 de diciembre de 193. La posición de los
concejales se dividía los que estaban a favor como Sánchez Cañete,
y en contra Carrillo y Gondolero de Lara.
6
ARFRAMARO. Octavilla del siete de mayo de 1931.
7
AMAR. Acta del 11 de diciembre de 1931.
8
ACTA DEL 29 DE JUNIO DE 1931.
Muy interesante todo lo que publicas.
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