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domingo, 2 de octubre de 2016

LA CUESTIÓN SOCIAL EN TIEMPOS DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA



Por estos años, el campo y todo lo relacionado con el sector primario, eran el eje de la vida económica local. Pues, en una población, que no llegaba a los veinte mil habitantes,  los grupos agrarios estaban constituidos por 1346  jornaleros sin tierra  y 1.346 pequeños campesinos 861, que sumaban 2.207, (incluyéndose además pequeños propietarios, arrendatarios, aparceros).  Y, con la suma del resto de propietarios se alcanzaba la suma de  3.946. En torno a ellos, se organizaba la vida local y para su buen desarrollo social, se había formado una junta agraria, compuesta por algún que otro pujarero, el alcalde y técnicos. Aunque pocas eran las competencias técnicas, más bien este organismo se preocupaba de la cuestión social, sin embargo, solamente en momentos de crisis agrícola,  solían convocar a los labradores y pegujareros y les invitaba a paliar las situaciones mediante la adopción de medidas de choque contra los principales afectados que eran los jornaleros. Generalmente, los primeros que se les  ofrecían eran labradores y pegujareros, pero siempre que podían, las obras públicas también aliviaban la triste situación de los campesinos, ya que requerían mucha mano de obra; entre los caminos que se emprendieron por este tiempo uno  de ellos  fue el de Mures.
            Entre los obreros, comenzó a funcionar en 1926 una  sociedad ligada con Asociación Agraria Regional de la UGT y , además,  la calle Veracruz, permaneció la S.O. La Emancipación  con el nombre de Sociedad   Socialista Unión y Defensa  durante dos años, cuyo presidente había sido  Salvador Frías y en la que intervenían otros industriales y profesionales. Pero, poco a poco,  fue dando un matiz  y giro obrerista y socialista en la que se había transformado con el nombre de la Emancipación. El número de afiliados fue muy significativo por los años veinte, pues alcanzó hasta setecientos asociados, llevó a cabo una importante labor de colaboración entre sus miembros hasta tal  punto que incluso se subvencionaba a los miembros enfermos con las cuotas de los asociados, adelantándose a la futura seguridad social.

Mientras la ciudad vivía un renacimiento cultural e, incluso, la cuestión social  se alivió con las obras públicas comentadas más arriba,  en el  campo social, a partir de 1925, renació la conflictividad en las zonas rurales  destacando varios paros de obreros importantes en nuestra comarca, promovidos por la Sociedad Obrera de la Pedriza en dos momentos específicos, durante los meses de febrero a mayo y de octubre a noviembre; en  1926, los paros repercutieron, de nuevo,  en la misma aldea y, resurgieron, por primera vez,  en  el casco urbano, aunque las fechas cambiaran de un sitio a otro por el mes de octubre. El motivo de esta situación no era otro sino  la poca ocupación que daban los patronos al reducir a lo mínimo las faenas agrícolas. Concretamente, este fue el momento en el que  surgieron los primeros conatos de enfrentamiento y el origen de las posteriores rencillas entre  patronos y trabajadores por no querer aplicar los primeros las medidas consensuadas de colocación de obreros.
La crisis obrera comenzó a reproducirse a en le mes de marzo de   1927 por parte de los trabajadores del campo, demandando que se les diera trabajo o que se les alojara por parte de los patronos[1]. Pero, esta vez, las obras municipales no  podían hacer frente a la demanda obrero, ni en el campo había labores  suficientes para todos los trabajadores. No existía ninguna varita mágica, y la solución  continuó siendo la misma que en la época monárquica: la puesta en funcionamiento de Cocina Económica de la Asociación de la Caridad para que, con la mayor urgencia posible, diera de comer a los jornaleros[2].
Tampoco, las partidas municipales ni los fondos enviados por el gobernador civil pudieron, entre  1929 y 1930,  hacer frente a esta grave situación. A veces el empecinamiento de los patronos era tal que no contrataban a los obreros que exigían el pago de la  cuota del retiro, según denuncian el Socialista del día uno de enero de 1928. O peor todavía preferían segar las siembras verdes y echárselas a los animales antes que contratar trabajadores con un jornal de cuatro pesetas.[3] Así se producía en  los momentos anteriores de la República un paro que alcanzaba el cincuenta por ciento de la población.
Durante los últimos años de la dictadura, el paro obrero afectó intensamente a la vida municipal, porque los conflictos se recrudecieron. Tampoco los pequeños labradores y arrendatarios acompañaron a paliar la situación, porque quitaron los puestos de trabajo a los jornaleros e incidieron, además,  con mayor virulencia las malas cosechas, las heladas, el granizo y las tormentas. Además, no se realizaban muchas tareas agrícolas o se hacían de una manera imperfecta dando lugar a un menor coste. Esto provocó que se intensificara el alojamiento de jornaleros entre los patronos.










[1] ACTA del-  9 de octubre de 1927.
[2] AMAR. Acta del cabildo del ocho de marzo de 1927.
[3] El Socialista, del 6 Septiembre de 1930.








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