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lunes, 24 de octubre de 2016

HOY, EN ALCALÁ LA REAL IDEAL. ENTRE ALCALÁ LA REAL Y CASTILLO DE LOCUBÍN



            Siempre la cuestión de términos entre los  pueblos comarcanos era causa de litigios entre municipios y sus vecinos. Las Cancillerías españolas están repletas de legajos y autos de  contenciosos pueblerinos que se plasmaron  a lo largo de la historia, en medio de miles de  conflictos sin sentido, y la mayoría de ellos respondían a intereses particulares implicando a la comunidad. Pero, el paso siguiente y peligroso  radica y alcanza un nuevo escalón problemático,  cuando el conflicto se traduce en la inquina entre los vecinos hasta tal punto que puede llegarse hasta las mismas manos. Y abundan los que sacan partido de estas circunstancias y deforman la historia, manipulan los datos o, simplemente, dan lugar al enfrentam




iento de los pueblos. No está reservada esta postura a los más pudientes sino que se transmiten a cualquier persona de oficio, y sin beneficio. Sin que venga a cuento,  se cambia el gentilicio de un pueblo, comarca, región o ciudad  por un epíteto ofensivo, o se crean redondillas, coplillas o pareados para exponer  los vicios o defectos del contrario. Sirva de ejemplo, para llegar al extremo de usar el gentilicio como argumento  despectivo, aquel célebre comentario del doctor Rodríguez Adrados, gran defensor de los Estudios Cĺasicos allá por los años setenta, referido a los vecinos de Cabra, cuando peligraba la asignatura del latín  en los estudios secundarios de los planes educativos; no tuvo mayor ocurrencia que burlarse del señor Solís e increparle  afirmando que gracias al gentilicio de étimo latino los vecinos de Cabra se llamaban egabrenses, procedente de la ciudad latina de Egabrum,  y  no los llamaban con un diminutivo o aumentativo de cabra, lleno de connotaciones muy provocadoras que , incluso, hacían referencia a la intimidad sexual.
            Los ejemplos podrían multiplicarse a porrillo, entre pueblos cercanos: Úbeda con Baeza, Linares con Jaén, o Almedinilla con Priego por citar algunos. Sin venir a cuento al gracioso de turno se le ocurrió llamar a sus vecinos charnegos a los emigrantes de Cataluña e, inmediatamente, quedaron bautizados por la insensatez e idiotez de un acomplejado. Pues, no puede explicarse que esta palabra, derivada de “lucharniego” un tipo de perro preparado para caza nocturna se convierta , al principio, en un dardo despectivo contra los nacidos en Cataluña de padres emigrantes, e, incluso, sea objeto de conversación jocosa, para aliviar sus primeros usos xenófobos.
            Cada uno de los habitantes de  Jaén podría  poner un ejemplo entre pueblos de  nuestra provincia. Me quedo como ejemplo con los gentilicios de Albanchez de Úbeda:  auténticos albanchino, albanchenero, albanchezón y albanchurro, seudocientíficos armenta, churro y del poyato; no es de extrañar que albanchurro tenga connotaciones despectivas que le acercan claramente al apodo; y del poyato deriva de uno de los dos poyos de la ladera del monte en forma de planos.
            Pero, para caracterizar nuestra comarca al completo, como cabeza de partido, nadie duda que el gentilicio más usado sea el de alcalaína, pero me quedo sorprendido con esta ingeniosa coplilla, que Sánchez Salas aportó a su estudio de los gentilicios jiennenses, en la que se llaman a los alcaláinos con el pseudo gentilicio y sorprendente carichupao : Alcaudete, mala gente/Alcalá carichupao,/ Valdepeñas culisecos/ y el Castillo sardilao. Desde luego  no debió ser ningún apóstol de la concordia quien invento la letras, sino un juglar popular de la Sierra Sur que pretendió  componerla con la mayor mala uva que pudiera esperarse. Pues, resultan más frecuentes y graciosos aquellos dichos “Alcaudete, míralo y vete, y , si tienes que comer, no entres en él, y si tienes vino , bébetelo por el camino” o los referentes a Martos, que si su peña fuera de azúcar, estarían los marteños chupan que chupan.
            E, incluso, al mediodía de la Sierra Sur, sobran ya los seudogentilicios , en un momento histórico cuando se trata de hacer comarca y crear una buena convivencia. Lejanos los tiempos en los que los términos no  necesitan mojoneras ni cruces; las autoridades no llevan a cabo las anuales visita de teŕminos de tiempos pasados; la comunicación entre los municipios supera aquellos momentos que suponía  casi un día entero el desplazamiento de los vecinos de un lugar a otro. Y, se comparten servicios comunes inimaginables para los tiempos del Antiguo Régimen: desde los sanitarios hasta los fiscales pasando por los comerciales y colectivos.
            Pero, todavía quedan resabios de estas pequeñas inquinas y me sorprende que este complejo de inferioridad y superioridad entre los pueblos todavía perviva entre sus vecinos. Y, como decía anteriormente, no nos extrañe que alguien quiera humillar a una persona en el campo más adecuado y zahiera a su vecino con un dicho, con una coplilla o con  un gentilicio despectivo. Por eso, todavía los hay quienes llaman perucos ( y eso que ,según los filólogos procede de esta fruta tan sana, única  y deliciosa como la cultivan  en sus tierras) en confrontaciones pueblerinas, y sin reparo alguno, atentando a la dignidad; o se les achaque, por su parte, la condición de alcalaíno, borracho y fino a los habitantes de la ciudad de la Mota. 
            Lo que no puedo soportar que  aunque la historia es una ciencia social, y no experimental, que no se reconozca que Alcalá la Real es ciudad de corregimiento y abacial. Y alguno me comente que  el Castillo de Locubín pertenecía a la abadía de Priego de Córdoba. Ayer el corregimiento alcalaíno compartía territorio don Loja y Alhama; la abadía, de sede en Alcalá y con  territorios en  Priego, Castillo, Carcabuey y Noalejo;  y hoy día, la comarca de la Sierra Sur se extiende desde los Villares hasta la Sierra de San Pedro y río Velillos. Y, entre el Castillo y Alcalá la Real, la armonía y convivencia comarcal.Por eso, en modo alguno, Alcalá la Real, capital de la la abadía de Priego de Córdoba.





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