“El 28 de enero de 1930 dimitió Primo de
Rivera y, dos días más tarde, se formaba un nuevo gobierno presidido por el
general Berenguer. Caía el dictador, pero se mantenía el sistema hasta que se
buscasen los caminos de vuelta a la normalidad. El cambio operado provoca una
rápida reactivación de la vida política y los republicanos se disponen a
intensificar su propaganda”. Los partidos de la Alianza y Lerroux comenzaron a criticar a los gobiernos de la Dictadura y solicitar una convocatoria de Cortes. Este
cambió se percibió en el ámbito local; pero, se encontraron con el obstáculo de
que debían tener todos sus actos de propaganda la autorización de la
autoridad.
El día quince de
marzo, el nuevo alcalde Antonio Collado Álvarez preparaba las bases con las que debía organizarse las
futuras corporaciones, elevaron de dieciocho a veintidós concejales.
Frente
al panorama del buen saneamiento municipal, la clase obrera seguía sumergida en
los mismos problemas. Una gran masa proletaria sólo vivía a expensas del
trabajo eventual que le proporcionaban
los pequeños y medianos propietarios agrícolas, y, en la mayoría de las
ocasiones, esperando que el tiempo cambiara para pode salir a trabajar.
Pues, la única salida era formar corros
en la Plaza del
Ayuntamiento o en hostal de los Álamos, dando
tiempo al caprichoso turno del patrón contratante. O, a lo más, beneficiarse de
las campañas de la
Asociación de la
Caridad y de los presupuestos de beneficencia municipal. Tan
sólo, le permitían formar comisiones y acercarse a las autoridades municipales
para plantearle el problema. Pues, hasta ahora, en la comarca alcalaín no había
habido ningún movimiento de violencia contra ningún sector. Así lo cantaban en
el carnaval de los años treinta del siglo XX,
Llevamos de temporal
Tres meses largos,
Y tenemos ya las
tripas,
Como los galgos.
Nos ponemos en las
esquinas
A llorar paraguas
Así caerán jamones,
Después del agua[1].
A
mediados de agosto de 1930, tuvo lugar el conocido Pacto de San Sebastián, en
el que la oposición republicana sentó las bases para el advenimiento de la República , cortándose
los vuelos del autonomismo catalán y el Gobierno Provisional de la II República. Pero,
este pacto no alcanzó toda su fuerza hasta que los socialistas se integraron
totalmente en el mes de Octubre.
Está
claro que Batmala debió estar informado, días después de esta famosa reunión,
puesto que los republicanos de Alianza Republicana ( Partido Radical, su partido, y Acción Republicana) jugaron un gran papel,
y además mantenía buenas relaciones con las distintas formaciones del Partido
Republicano Radical Socialista y la Agrupación Local del PSOE, y, mucho más, con los
amigos de Alcalá Zamora en Alcalá, Felipe Martínez Oria y Francisco Casanova,
que habían constituido el grupo de Partido de Derecha Liberal Republicana.
Además,
compartía el mismo espíritu de alianza que los líderes nacionales para formar
una coalición local, aunque encontró la oposición tajante de los socialistas
contra el líder nacional del Partido Radical Alejandro Lerroux, que no era bien
visto por ellos. Pues tanto radicales como socialistas se acusaban entre ellos
por antidemocráticos y revolucionarios
en el caso de los radicales y por clasistas y colaboracionistas con la Dictadura de Primo de
Rivera en el de los socialistas.
El pueblo sencillo
de Alcalá se mantuvo apartado de este tipo de
enfrentamientos ideológicos. Pues, con motivo del conocido mitin republicano,
celebrado el 30 de septiembre en la Plaza de Toros de Madrid, varios coches particulares y el camión conducido por
Antonio Fuentes transportaron a un numeroso grupo de alcalaínos, que
representaba a los antiguos republicanos , e incluso socialistas, y a los
adictos a los nuevos líderes para escuchar Azaña, Lerroux y Martínez
Barrio. Quedaron sorprendidos de la presencia de numerosos republicanos de toda España, el colorido de
los graderíos con los símbolos republicanos, y, sobre todo, de Azaña, que
convirtió la Plaza en un plebiscito de
soberanía popular, insistiendo en la necesidad de la revolución contra la
monarquía y a favor de una república que haría a los hombres ciudadanos libres, y no vasallos[2]. Para
acabar con el grito de “Abajo los
Tiranos” que debió calar a todos
aquellos alcalaínos, que habían acudido convocados por Batmala.
El
gobierno de Berenguer llevó a cabo varias reformas, que también se plasmaron en
el ámbito local A finales del
mes de octubre, por un lado de nuevo ocuparon los cargos de alcaldes pedáneos
de algunas aldeas los republicanos de Unión, como en Mures y la Ribera Alta con Julio
Díaz Ropero; y renació la
Sociedad Obrera de Alcalá.
En un año de
malas cosechas como 1930, se recrudecieron los conflictos por la escasez de
trabajo hasta tal punto que el alcalde solicitó la presencia de la guardia
civil en varias ocasiones[3].
También, se requirió la presencia de la comisión patronal para resolver el conflicto obrero. Esta
estaba constituida por los pequeños y medianos propietarios, labradores y algunos
industriales y, a tenor de las circunstancias,
obligaron a medidas de alojamiento, sobre todo, en Charilla, donde se
negaban los patronos a acatar dicha orden[4].
En Alcalá, tan
sólo los republicanos radicales, en privado apoyaron el movimiento huelguístico
y el levantamiento militar del 12 de diciembre de Galán y García Hernández.
Pero no tuvo repercusión en la ciudad. Pues, los socialistas no dieron muestras
de secundarlo, tal como se hizo en Madrid. Sin embargo, meses después con los
republicanos en el poder se puso un nombre
a estos personajes y se colocaron unos bustos en la calle, por el
acuerdo de los concejales republicanos radicales.
En el ámbito
de la escuela, la zona de Alcalá la
Real alcanzaba un nivel de analfabetismo del 82.8 %, junto
con la de Orcera que le superaba en dos puntos, era la más analfabeta[5]. Su consecuencia
era que la mayoría de los hijos de las familias numerosas, que abundaban en la
comarca, se dedicaban a labores del campo y del ganado como gañanes, pastores y
cuidadores de animales domésticos. En
palabras de uno de ellos, una familia de este tipo tenía este tipo de
familia “sin medios económicos ningunos,
solamente lo que ganaba mi padre, era un jornal muy reducido de cuatro pesetas cada día, y, por eso, yo,
como el mayor, me ajustaba en un cortijo. Siendo un chavalillo, tenía, cuando
me fui a un cortijo, siete años, a guardar cabras y cochinos y no ganaba nada
más que la comida y la ropa que me daba
la dueña, que desechaban sus hijos; y mi madre las arreglaba para me vistiera
bien... Cuando terminaba el agosto, mi madre me preparaba una piara de pavos y
me iba a aguardarlos hasta que llegaba la Noche Buena , que
entonces se vendían para hacer algunos dineros, y, con aquel importe, se pagaba
en las tiendas y en los comercios la ropa y alimentación. Una vez que se
vendían los pavos, ya tenía otro cortijo, a donde ir a guardar cerdos. En este
segundo, ganaba cincuenta céntimos cada día,
pero solamente nada más que eso, pues la comida tenía que llevarla de mi
casa, porque yo iba a jornal. Con lo que me daban de 15 pesetas al mes, poco se
podría hacer. Así era la vida de niños.
Para enseñarme a leer y escribir fui tres meses a una señora, que sabía algo
sin tener grado de Bachillerato, y
aprendí entonces lo que al presente sé, nada más que las tres reglas. Ya no fuimos a la escuela
hasta que tenía catorce años, que fue un maestro nacional de noche. Allí
aprendí las cuatro reglas y las cuentas de dividir. ”[6].Por
otra parte, los corporativos se encontraban a gran distancia de la ideología laica de Pablo Batmala con un ayuntamiento, que en este año todavía
programaba la confesión general para empleados y concejales antes de la Semana Santa , y en la
que se asistían oficialmente a los actos de las funciones del Jueves Santo y
procesiones del Viernes Santo[7]. Esto no era óbice para que mantuviera buenas
relaciones de amistad. Claro ejemplo es la carta que le envió el ayuntamiento
por el cinco de septiembre de 1930 “por
su altruista ofrecimiento de 50.000 pesetas como anticipo para gastos de la
construcción del nuevo cementerio”.
En palabras de
un testigo de este año, 1930 fue unos
años muy copioso de temporales “llovía
mucho y cayó un nevazo, que duró casi dos meses. El espesor de la nieve
llegó fue aproximado de un metro. Los
daños fueron muy grandes en la arboleda. Afectó mucho al monte. Las chaparras
se abrieron por las cruces por el peso de la nieve y, como la hoja no se le
cae- como en quejigo y almendro- fue el árbol que más sufrió, igual que el
olivo en aquel año. Los hombres, que se dedicaban a hacer el carbón, tuvieron
mucho trabajo. Con la leña que destrozó la nieve, hubo para dos años de trabajo
y para las casas, leña para calentarse y hacer la comida. Siempre se dice que
no hay mal que por bien no venga”[8].
No obstante,
el periodo de la Dictadura
fue muy provechoso y despertó una lato interés para todas las clases sociales,
como lo demuestran estas palabras “ Recuerdo
que en aquel periodo de Primo de Rivera, el ambiente político había despertado
el interés de acabar con aquel sistema de esclavitud , en el que se encontraban
sumidas las clases humildes desde decenios de años(…) se mejoró mucho la
situación económica de los pobres y de toda la sociedad, ya que tanto los
salarios como el precio de los productos mejoró considerablemente”[9]
[1] Testimonio de Sixto
Hinojosa de la comparsa del 1930.
[2] SANTOS JULIÁ, Manuel
Azaña., una biografía política.
Madrid 1990.pp.69-71.
[3] Libro de registro el día
22 de octubre, lo que se comunica al gobierno civil.
[4] La comisión estaba formada
por Francisco Serrano del Mármol,. Gregorio Ruiz de l Fuente, Francisco Rubio,
Juan Sánchez López. Francisco Arenas Padilla, Antonio Collado, Rodrigo Frías,
Telesforo
[5] Ramón Mendoza. El
analfabetismo en la provincia de Jaén. Medios Prácticos más adecuados para
fomentar la instrucción popular.
[6] AFRAMAR. Manuscrito de un
hijo mayor de una familia numerosa. Sixto León Arroyo.
[7] AMAR. 16 de mayo de 1930
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