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miércoles, 5 de octubre de 2016

Los primeros meses de 1931 y Batmala

  







En el cuarto decenio del siglo XX, Alcalá la Real  ofrecía esta situación económica tal como nos relataba un periódico de aquel momento.

“las feraces tierras que rodean a Alcalá, hacen que sea esta ciudad eminentemente exportadora de los frutos que con exceso produce. Lo que con más esplendidez prodiga la naturaleza es la aceituna. Cuando llega la época de la recolección, sus caminos se ven  cruzados por raudos camiones o por lentos carros y carretas, que llevan el magnífico fruto a las fábricas y molinos, para luego, más tarde, y una vez transformado en aceite,, ser transportado a las ciudades que de él han hecho demanda  No es ésta la única fuente agrícola. Como antes decíamos, sus frutos  son varios. El trigo se produce con exuberancia en todo el término municipal. Y es muy suficiente para atender las necesidades del vecindario, y de aquí que también haya necesidad de exportarlo, cual sucede con la cebada y otros cereales, que son apreciadísimos en la provincia por la riqueza de los mismos. La  balanza  comercial se nivela, con la importación que hay que hacer de aquellos artículos que no se producen en la cantidad suficiente para atender la demanda del mercado interior. La carne tiene que ser importada, pues el ganado que existe no es suficiente. Fruta también hay que traer, en especial naranja y demás productos que requieren un clima cálido, casi tórrido, y en este aspecto Granada es una de la principales abastecedoras del mercado local. Pero, no obstante, si establecemos un paralelo entre lo que produce de más y lo que produce en defecto, veremos cómo queda un amplio margen a que hace que nuestra ciudad pueda llevar una vida relativamente próspera y desahogada”.[1]

Sin embargo, no se respiraba el mismo ambiente político  que había acontecido en  los meses anteriores de finales de 1930. Atrás, quedaba un  tiempo político aburrido, anodino y triste, dominado por los conservadores monárquicos alcalaínos, y se abría  una nueva etapa esperanzada en las ansias de libertad. Con fuerte empuje, comenzaron a renacer los partidos políticos que habían estado callados y clandestinos durante la Dictadura de Primo de Rivera. También surgieron  otros nuevos reciclados para los nuevos tiempos y formados, principalmente por los tradicionales afiliados y simpatizantes de los  anteriores partidos  monárquicos. Entre todos ellos, destacaron el Partido de la Derecha Liberal Republicano, al amparo de los amigos alcalaínos de Niceto Alcalá Zamora, la agrupación local  del  PSOE  con el apoyo de sus sociedades obreras y las distintas secciones del sindicato UGT, el Partido Republicano Radical recogiendo la savia de las antiguas formaciones republicanas  y las Juventudes lerrouxistas con una presencia testimonial de los radicales-socialistas de Marcelino Domingo.
En una sociedad tan conformista como la alcalaína y polarizada durante muchos años en torno al Partido Conservador Monárquico- y que aún mantenían un nutrido grupo de incondicionales- , los objetivos de los republicanos, partidarios  de Lerroux, se esperaban como agua de mayo, y , como comentaba  Plácido Fernández Viagas,  significaron un fuerte revulsivo entre la mayoría de la población “ Los radicales, sin embargo, representaban  desde el mismo 14 de abril un recuerdo del pasado, de los tiempos en que definirse republicano en España constituía más un alarde gestual, que engarzaba con el mundo de los mitos de la Revolución Francesa, que un proyecto de transformación  real de la vida política. Sin embargo, los gestos, la simbología son capaces de generar  movilización y entusiasmo. Sobre todo, para la juventud[2]”.

Pablo Batmala, como jefe natural e histórico, dirigía intensamente a los radicales republicanos y gozaba de la máxima confianza de todos los afiliados de la comarca. Lo avalaba el crédito de haber representado el republicanismo desde principio de siglo y  de haber competido con los jefes  monárquicos en el segundo decenio, de tal manera que se había convertido  en el único director fiable de llevar a buen fin el proceso republicano tan significativo e importante en la nueva política local. Además, tuvo la suerte de conseguir parte de la fortuna heredada de su hermana y de su cuñado José María del Mármol con la que acumuló los fondos necesarios para afrontar esta nueva etapa de la historia de la ciudad, esto  con mayor ventaja que el resto de los contendientes políticos.   Por otra parte, si añadimos a lo anterior  su enorme generosidad, esta, no sometida a intereses económicos  y colmada de altruismo personal le valió para proclamarse como el  líder comarcal  que logró aglutinar a los distintos y dispersos sectores del republicanismo de la Sierra Sur.
Aunque Batmala debió invertir una gran parte de la herencia de José María  del Mármol en la creación de un asilo de Ancianos y una Escuela Católica de la vecina ciudad de  Priego de Córdoba,  el dinero recogido de la casa  sobrepasaba con creces cualquier expectativa de la fortuna obtenida mediante el azar. . En concreto, en el  sótano y de las cámaras de la calle Bordador, su cuñado  había acumulado, en  numerosas cajas de zapatos, una fortuna incalculable de billetes de la época, que le permitió usarla, sin necesidad de control alguno y a su antojo, para apoyar económicamente a los amigos y a los pobres en sus necesidades primarias. Incluso, le  sirvió para  subvencionar  todos los centros políticos republicanos, o de izquierdas, hasta mismísima la Casa del Pueblo de los socialistas y de las sociedades obreras alcalaína. Con este dinero, costeó alquileres, mobiliarios y material para su funcionamiento. Sus enemigos políticos no comprendían cómo podía  haberse atraído  a la mayoría de la población, y, presos de la envidia y el recelo,  maliciosamente le achacaban  que el había contribuido a la financiación de los partidos de izquierdas, incluso lo consideraban  un verdadero ser inferior sin cultura y sin méritos de clase alguna por proceder de un país extranjero. No les pasaban por su cabeza que Batmala era un republicano sincero favorecido por los vientos del azar. Más que un hombre de partido, era como Azaña, la esencia del republicanismo, de ahí que compartió, años después, la presidencia de IR y UR.   
Batmala, por tanto, se había convertido en el eje de la política local, a pesar de que tenía serios adversarios: por un lado, los monárquicos que controlaban todos los resortes del poder local, pues  habían ocupado todos los cargos, oficios y  puestos de la administración junto con sus afiliados desde hacía más de siglo y medio; por otra parte, otro sector fuerte de la clase media se  pasó al  Partido Liberal Republicano, encabezado por profesionales, grandes hacendados y labradores que controlaban a amplios sectores de la población rural mediante  la contratación de los trabajadores. No, obstante este sector compartió los ideales del republicanismo en los primeros meses de 1931.
En el bando de la izquierda, una gran red de sociedades agrarias, centros sindicales y  afiliados al PSOE de la mano de Salvador Frías,  renacieron con mayor  empuje a finales de la dictadura primoverista que, incluso, a finales del siglo XIX.    



[1] Periódico IDEAL  La producción agrícola, 15 de agosto de 1934.
[2] A.A.V.V. Parlamentarios andaluces en 

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