La abadía de Alcalá la Real se define como una prelatura nullius,
una diócesis independiente aunque sin obispo, pero como una
circunscripción eclesiástica equivalente a las comunes de los
obispados. Pues tuvo beneficios eclesiásticos con títulos de
abadías. Fue creada en tiempos de Alfonso XI tras la conquista de la
ciudad, siendo, según algunos investigadores, su primer abad don
Gil de Albornoz, capellán y consejero rea y tuvo como sede principal
la Iglesia de Santa María la Mayor de Alcalá la Real con la
advocación de la Asunción de la Santísima Virgen.
En fuentes eclesiales y en tiempos de la conquista o de frontera, la
abadía no adquirió un status jurídico claro de independencia con
respecto a la jurisdicción diocesana de Jaén, porque el abad
ejercía su jurisdicción real y efectiva, con potestad episcopal
sobre sobre varios pueblos de diferentes reinos y diócesis como el
de Jaén y de Córdoba además del clero de todo su territorio,
pero ni en documentos eclesiásticos ni en fuentes documentales,
puede cerciorarse la separación territorial de Jaén con respecto
al reino y/o diócesis de de Jaén. Por fuentes posteriores, se
mantuvo su carácter independiente y de patronato real llamándose
abatia nullius sed propriae diocesis. Les libró de bulas
pontificias para el nombramiento de abades y se convirtió en
sufragánea del arzobispado de Toledo.
Comprendía los territorios de Priego, Carcabuey, Castillo de Locubín
y Alcalá la Real. Para su mantenimiento, el propio rey Alfonso XI
le concedió el quinto de las cabalgadas, la parte del botín que
correspondía al rey en las cabalgadas, así como otros ingresos
reales Pero la fuente más importante de ingresos procedían del
diezmo eclesiástico.
Estos abadas curados o dignidad de abadía tienen jurisdicción
ordinaria unida al beneficio propio, en los dos fueros, salvo la
potestad de órdenes mayores y el sacramento de la confirmación,
con percepción de los diezmos y cargo del culto divino, oficios y
administración de los santos sacramentos y demás anexo al cura, ademá
de la presidencia en la Iglesia, coro, procesiones y actos públicos.
Los primeros abades estuvieron relacionados con la Corona. Pues
algunos fueron caballeros o religiosos que acompañaron a los
ejércitos de la conquista como Gil de Albornoz o Antón Sánchez;
otros fueron capellanes de los reyes como Juan Alonso de Cherinos,
fray Alonso de Burgos, fray Valeriano Ordóñez de
Villaquirán.
El abad
La ciudad de Alcalá la Real era consciente de que se administraba con
dos cabezas. La civil y eclesiástica, que debían estar en
consonancia para el buen gobierno de ella. Según el abad Trujillo, “
debidamente en virtud de la erección real por el señor don Alonso
y espiritualización de l señor don Gil, con toda plenitud
apostólica, abad mayor por la gracia de Dios y de la Santa Sede
apostólica nullius sed propiae diócesis” El abad mayor tenía
jurisdicción y poder sobre sus súbditos y, prestigio sin ser
obispo y careciendo de la plenitud sacramental del sacerdocio, tenía
derecho a usar los atributos pontificales. Estos abades son
Ordinarios del Lugar como los obispos.
Vestía las pontificales ( o traje similar al obispo en ceremonias
religiosas,) y usaba de mitra, pectoral, báculoanillo y sandlaias.
También usaban del báculo pendiente un velo, para distinguirse de la
dignidad episcopal.- Según el abad Trujillo, “La mitra debe ser
modesta y quando más orofrisada; pero no puede ser de plata, oro o
texida de perlas y otras preciosidades, por haberse esto reservado a
la dignidad de los obispos”
“La mitra según algunos doctores, indica en las dos puntas en que
termina los dos testamentos, pero muchos sabios quieren sea índice
de la corona de espinas que pusieron a N.,S . Jesucristo en la
Sagrada Pasión. La alusión a los dos testamentos es más enérgica,
porque expresa la ciencia de la ley del culto
En el báculo pastoral se expresa la potestad pastoral y la potestad
con sus súbditos; el anillo explica el carácter o sello del
matrimonio espiritual del prelado con su Esposa, la Iglesia.; las
sandalias dan a entender la preparación que han de tener para
predicar el evangelio” La tunica expresa la perseverancia en el
bien obrar y las virtudes que deben decorar el alma. La dalmática es
símbolo de la liberalidad propia de un pastor con su Rebaño. Los
guantes significan los exemplos de los santos que deben comprobarse
con las manos, esto es con las obras. La cruz pectoral es signo de
honor y reverencia en el Prelado, pues representa la Pasión de
N.Jesucristo”.
Los abades de Alcalá podía convocar sínodos dentro de su
territorio y nombraban directamente a los párrocos y los titulares
de los beneficios eclesiásticos- un ministerio eclesiástico co n un
patrimonio adscrito a la sustentación del clérigo que lo desempeña.
Los abades de Alcalá también acudían a los sínodos de Toledo y de
Jaén, como los demás ordinarios del lugar. Debían acudir a Roma
para exponer el estado de su territorio, peregrinar a Roma y
visitar las tumbas de Pedro y Pablo. Tenían poder sobre los
beneficios para unirlos, trasladarlos en caso de nuevas parroquias o
iglesias. Tenían pleno poder disciplinario sobre el clero de tal
manera que no podía visitarlos un obispo ajeno al lugar. Daba
licencia para predicar y confesar en su territorio. El
cuidado espiritual de los fieles y las intimidades de sus conciencias
asó como la disciplina pública también correspondía al abad. En
cuanto al poder judicial solía dejarlo en manos del provisor que
ejercía sobre las causas matrimoniales, dejando manos libres a
los clérigos para celebrar los matrimonios.
Administraban las órdenes menores y ostentaban insignias episcopales:
tiara, mitra aurifrigiada ( o sea la bordada con hilos de oro, y no
la precisos con la´minas oro y plata y capa pluvial. Podían
celebrar de pontifica limitado a grandes fiestas, pero en las misas
rezadas lo hacían como simples sacerdotes
EL CABILDO ABACIAL
Respondía al de una colegiata de canónigos seculares, sin vida
común. Es decir, estos canónigos seculares, llamados beneficiados,
llevaban vida independiente, no sujeta a reglas monásticas. Se
parecía a la abadía a la de los cabildos de las catedrales de los
obispados, compuestos de canónigos que vivían también aparte, sin
votos de pobreza ni obediencia, aunque a esta estuvieran sujetos en
cuanto a la disciplina eclesiástica estricta. Sin embargo, este
beneficios no llegaron a residir en su mayor tiempo en Alcalá y
eran sustituidos por clérigos que se llamaban tenientes de
beneficiado. Tenían tres beneficios la parroquia de Santa María,
dos en la de Santo Domingo, dos Castillo y cuatro la de Priego y
una Carcabuey. Tenían obligación de residir en las dichas iglesias
a las horas de los oficios y divinos cultos. Y no residiendo ni
sirviendo por sus propias personas los beneficiarios propietarios
proveen los señores prelados de esta abadía clérigos idóneos y
suficientes, naturales dee ella, para que sirvan los dichos
beneficios y acudan a todas las obligaciones de ellos, poniendo uno
ovarios en cada beneficio como les parecía al provisor que los
examinaba para el servicio de la iglesia.
Los sirvientes recibían salarios de los beneficios, más las
obvenciones y pie de altar par su sustento.
En su dignidad residía la cura de almas, y de ello se deriva a los
curas, vel quasi, donde estos son tenientes de los obispos. Nombra
como lo hacen estos , provisor vicario general, fiscal eclesiástico
civil, notarios receptores y demás ministros precisos a la curia
para desempeño de l Tribunal de Justicia, secretario de Cámara
El cabildo eclesiástico se formaba con la presencia de todos los
párrocos, beneficiados o sus tenientes, más la curia abacial
cuyos principales cargos eran el provisor, vicario, secretario de
cámara, notario apostólico, juez de rentas etc.
Solía reunirse el cabildo en el claustro de la Iglesia entre la
capilla del deán y la puerta sur que daba a la Iglesia Mayor
abacial. Sus principales puntos de debate eran las preeminencias,
protocolos y relaciones con el poder civil, asuntos de economía,
obvenciones....
Los sínodos respondían a las reuniones del resto de los clérigos y
autoridades civiles del territorio. Durante este tiempo de frontera
hubo dos, uno en tiempo de Gómez de Padilla y otro en de Ordóñez
Villaquirán,
En la iglesia Mayor de la abadía, los beneficiados o su tenientes
cantaban en el coro las horas canónicas del oficio divino, las
mismas que los demás clérigos estaban en conciencia obligados a rezar
en privado Formaban el coro los beneficiados, capellanes sacristanes y acólitos, que habían de llevar sobre ropas talares
y sobrepellices. El sorchantre se ocupaba de todos los puntos y de la
compostura, y había un apuntador que anotaba infracciones. Eran
sanciones llegar tarde. Se cantaba prima, tercia,m vísperas y
completas. Sexta y nona se rezaba semi tonadas sólo por sochantres y
los acólitos y sacristanes, salvo los domingos que las decían de la
misma manera después de la Misa Mayor.
Esta era muy importante, porque imponía la paralización de todo
tipo de actividades y tras su celebración se hacían las subastas y
pregones de la ciudad. Los maitines y laudes solo se cantaban a la
salida del sol en las fiestas más importantes.
Había una misa capitular cantada., llamada misa mayor, de siete a
nueve, anunciada con toque de media hora. Los días de trabajo
había otra de alba, con toque de cuarto de hora, se cantaba la
misa de la Virgen con diácono y subdiácono, y a la puesta de sol
cantaba una salve
el semanero.
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