Para cualquier
forastero que se avecindaba en Alcalá la Real
procedente de alguna importante
capital de España, la ciudad alcalaína
se le presentaba con un contraste muy
significativo entre lo urbano y lo aldeano. Por
sus calles empedradas, muchas de ellas arrecifadas, y la mayoría, de suelo natural, llenas de cuestas, los rebaños, generalmente de cabras,
transitaban por la mañana y al
atardecer. Sin embargo, el olor a orujo
impregnaba las tardes de invierno el cielo alcalaíno, Y a la Plaza Vieja y junto
con la estación de postas de los Álamos, acudían cientos de jornaleros con
boinas, pellizas y alpargatas, dando un aspecto enormemente rural que se
acercaba a lo paleto.
Acabadas las elecciones de Octubre de1931, la segunda vuelta electoral puso de manifiesto la “diversidad de ofertas políticas preferidas por el electorado, lo cual puede permanecer en estrecha relación con el incremento de capacidad de movilización de una sociedad un poco más democratizada y desembarazada de las rigideces del sistema oligárquico liberal recién heredado”. En Alcalá, se resintieron en cierta manera los partidos republicanos de derecha, sobre todo, el de
Por otro lado,
en la mayoría de las aldeas y en amplios
sectores del casco urbano, las Sociedades Obreras y las federaciones agrarias
del Sindicato UGT se hicieron cada vez
más fuertes y más representativas entre las capas populares. Son numerosísimos
los nuevos afiliados que se adherían a
estas organizaciones, lo mismo que eran frecuentes los nuevos centros que se
abrían en cualquier rincón de la comarca alcalaína para formar y defender a los
trabajadores. Pues, por un lado
mantenían un apoyo tácito a la política reformista del Coalición gubernamental, y, por otro
lado, ejercían una clara influencia
entre sus afiliados beneficiándose de las nuevas relaciones laborales tras
la aprobación de los convenios
laborales, por cierto fundamentados en las medidas de reciente política emitida desde los
ministerios regentados por los
socialistas. En estos primeros
años de la República ,
en Alcalá no se percibieron acciones del movimiento libertario que conllevara
una ataque frontal a la política municipal, ni hubo ningún sindicato de la CNT como aconteció en otros
lugares de España.
En cuanto a
la patronal, el Sindicato de Labradores
comenzó a ejercer cierta influencia en amplios sectores del campesinado de las aldeas
y del propio pueblo de Alcalá la
Real. Pero , no se hizo fuerte hasta cuando avanzaba el año
1932. Sus asociaciones y lugares de
reunión de los sectores de centroderecha estaban ubicados en el Círculo Liberal
Democrático, la Sociedad
de Agricultores, Comerciantes y Profesionales, el Centro Obrero Republicano, la Sociedad La Amistad y
el Casino Primitivo.
De nuevo, y,
por última vez, a tenor de los resultados electorales y, debido a que su
formación política había quedado muy malparada, Batmala, cansado por los
achaques y por la agresividad de las lides electorales, dimitió de alcalde ante
el panorama político que ofrecía la nueva situación, en la que la
provincia de Jaén se vestía de
socialista. A partir de ese momento, por
consiguiente tomó el mando municipal de la alcaldía el socialista Salvador Frías Pino, su compañero
de la coalición republicano-socialista.
En estos
momentos, coincidían los ritmos de la política local con los movimientos nacionales, en los que se gestaba la
ruptura entre Azaña y Lerroux, y la
salida del gobierno de este último. Algunos han exagerado este momento como
crucial para la República
alegando que esta salida del gobierno del político radical fue el comienzo de la guerra civil. En
Alcalá, los seguidores de Batmala-no el en persona-, dieron un viraje en su
postura republicana, pues comenzaron a coincidir en el ámbito local con la política de
confrontación abierta al nuevo gobierno local, similar a la que ejercía
Alejandro Lerroux contra el gobierno nacional, y, en la que el líder nacional
llegó a apoyar hasta la sanjurjada.
El nuevo
alcalde Salvador Frías marcó pronto su huella. Era, como casi todos los
dirigentes de Jaén, simpatizante de la línea de Largo Caballero, que propugnaban
una actitud colaboracionista con la Conjunción
Republicano-Socialista en espera de mejores tiempos frente a
las tesis rupturista de Besteiro. Su carácter obrerista y negociador se hizo
patente desde los primeros momentos,
pues, el 22 de diciembre de 1931 llevó a cabo el primer convenio entre los obreros y patronos agrícolas de la aldea
de Ribera Alta, estableciendo una delegación arbitral, formada por dos
patronos, dos obreros y el alcalde pedáneo, “con capacidad para atender y fallar todos los casos con la justicia que
merezcan”[2]. Pero Batmala nunca abandonó a Salvador Frías, a pesar de sus diferencias, y
se mantuvo fiel en cumplir la política republicana pactada con los socialistas tanto en su
faceta de concejal del ayuntamiento
alcalaíno como en la de diputado provincial. Incluso asistió con más asiduidad
a las reuniones, menos significativas y de carácter secundario, como las dos
Juntas del Pósito del mes de Octubre que lo hacía anteriormente en su tiempo de
alcalde. Durante este mandato, se presentaron muchos temas interesantes que pusieron al descubierto la actitud de
ambos a la hora ejercer el poder.
En cuanto a
la administración de la territorialidad
de Alcalá, Batmala no olvidaba, en modo alguno, ser igualitarios a la hora de
proporcionar los servicios y obras a
todos los núcleos. Por eso, denunciaba
el interés de que cualquier vecino tenía derecho para que se le
impartiera el mismo servicio en las aldeas como en Alcalá, aun más teniendo en
cuenta que dos terceras partes vivían en los núcleos rurales del municipio. De
ahí que aplicara la racionalidad a la hora de impartir servicios, apartándose
de las soluciones de parcheo de la de
derecha, a la que le preocupaba más el mantenimiento de los privilegios en las
plazas administrativas que expandir y acercar los servicios a los vecinos. Y,
esta postura de Batmala la basaba en la postura de su tradicional defensa del padrón de
pobres, para conocer las posibilidades, en los servicios médicos y
farmacéuticos, y en el desarrollo de un mapa de distribución de los
facultativos por las diversas zonas de la comarca alcalaína.[3] Por
eso, partiendo de la división territorial de cuatro distritos de todo el
municipio de Alcalá, se encomendaba la responsabilidad a cuatro tenientes de alcalde, que asumían, a su
vez, cierto control sobre los alcaldes pedáneos, que les correspondían en cada distrito, y cuyas funciones radicaban en controlar y
exponer las peticiones de sus vecinos. Un caso prototípico fue el control de las
lactancias que habían deparado el abuso de
algunos beneficiados, que, incluso, las cobraban después de muertos, y a los que Batmala propuso que se controlaran por estas autoridades sanitarias[4].
En esta línea
de defender la transparencia administrativa, hay que relacionar todo su esfuerzo en defender el desarrollo de
cada uno de los pasos que cualquier
asunto debían recorrer en el entramado administrativo: la participación de los representantes políticos, el informe
previo, la racionalidad, -abandonando la parcialidad-, y la universalidad. No le preocupaba defender las ventajas de los
sueldos de los funcionarios, sino que no se cumplieran los pasos
administrativos, y trataran de que se adjudicaran de una manera caciquil, como
había hecho el Antiguo Régimen. Esa fue
su intervención en
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