SU FILANTROPÍA
PABLO BATMALA Y, AL FONDO, EL SOCIALISTA SALVADOR FRÍAS |
En estos
primeros meses, Batmala se distinguió por su carácter filantrópico y humanista,
al mismo tiempo que propenso a la cooperación social. Por todos, era
considerado como una persona excepcional, que ayudaba a todo el que se le
acercaba” ya fuera chico, pujarero o
grande”, tal como pudieron comprobar muchas personas que lo
conocieron. Pues, el mismo aportaba sus
propios fondos para obras municipales, de ahí que los antiguos demócratas posteriormente recordaran
cómo se arreglaron varios caminos adelantando fondos el propio Batmala- camino
de la Pedriza ,
Hortichuela, Ermita Nueva-. Se hicieron obras de carácter social en
aldeas-lavaderos y las fuentes de Mures
y Charilla.
Pero, anteriormente
los conflictos se eternizaban y estaban
encubiertos en una red de intereses que había que desenredar. Un ejemplo fue de
el de Mures, pues partía de un conflicto
larvado con los antiguos monárquicos que
habían apostado defendiendo los intereses de los hacendados de aquellos
lugares. El pueblo ya no podía resistir más y
pujó con el alcalde nuevo a que el agua la trajeran en veinticuatro
horas. Para ello, el ayuntamiento
alcalaíno proporcionó los materiales y los mineros, y los vecinos de Mures, por
su parte, proporcionaron sus propios jornales. Como si fuera un
ultimátum se transmitieron a coro el slogan del “Ahora o nunca”[1].Fue muy
celebrada la intervención de Batmala al
que le sacaron varias coplillas, aludiéndole cariñosamente como Pablito Batmala
y en otras recogiendo los conflictos:
Villares dice
que no
Nosotros
decimos que sí,
El agua del Zurreón
Ya la tenemos
aquí.
En los
primeros meses de su mandato, por lo tanto, dio numerosas muestras de su
generosidad. Algunos vecinos de las aldeas recuerdan la manera tan filantrópica
de administrar el poder. No escatimaba compromisos ante cualquier persona de
bajos recursos. Llegaba incluso a ser fiador ante los organismos locales del
Pósito, cuando tenía que avalar a los obreros de las aldeas, que acudían al
despacho tan cercano de la alcaldía por mediación de algún concejal o alcalde
pedáneo de aldea[2]. Así, le aconteció a Sixto
León Montañés, un campesino de la aldea de la Pedriza , que, a instancias
del concejal Dionisio Carrillo, acudió a don Pablo, tal como le llamaban los
aldeanos, para que le concedieran fiadas
del Pósito quinientas pesetas para comprar un mulo que le ayudara en sus
labores de unas pequeñas tierras arrendadas. No había más solución que un
avalista, y este fue el mismísimo alcalde.
Estas personas
estaban acostumbradas a perder las suertes de tierras que les habían correspondido a sus
antecesores de entre las tierras de propios porque quedaban embargadas en manos
de los hacendados y labradores a cuyos créditos y dinero prestado no podían responder. Esta actitud del nuevo
alcalde les hacía cambiar su visión de
los políticos anteriores y, con su impacto personal, se entregaban a la nueva
causa incondicionalmente. Además, utilizaba un sabio recurso para no ser
acusado de favoritismo, pues, aunque con frecuencia era fiador personal, a la hora de hacerlo
ante el ayuntamiento ponía en su lugar a algún amigo o pariente hacendado del
solicitante como hombre de paja. Sin embargo, a lo largo del año de su
alcaldía, no pudo hacer muchas acciones, pues no acudió a la Junta del Pósito, por estar
dedicado a las actividades provinciales[3].
Pero, esta
humanidad no era incompatible con el sentido de la autoridad que debe impregnar
el gobierno municipal, pues también supo controlar el orden de las sesiones municipales. Gracias a su
capacidad de persuasión, mantuvo a los concejales monárquicos en sus sillones y eso que amenazaban en cualquier momento de
marcharse. Los incidentes, además, no llegaron a un clima trágico sino que se
convertían en puras discusiones formales, que se dirimían en plan pacífico
con el simple hecho de pedir disculpas,
a pesar de que existía un conflicto larvado entre los monárquicos y los nuevos
republicanos de derechas. Pues, los monárquicos acusaban a los republicanos de
Alcalá Zamora que lo eran más por
conveniencia y que por convicción, y, como muestra de la capacidad de consenso
del presidente, llegaron a votarlos en los cargos específicos del
ayuntamiento a los miembros de la candidatura
republicana-socialista.
Ante esta
paradoja, el concejal Gutiérrez se extrañaba de que los llamaran revolucionarios a los
antimonárquicos. Pero, las derechas lo interpretaban como un artilugio
puramente electoral, sin intención de molestia ni ofensa.
Se pueden multiplicar
los ejemplos y muestras de su sano altruismo. En concreto, las obras del
cementerio de la Mota sobrepasaron a cualquiera de sus acciones
dadivosas. El cementerio se encontraba en una situación alarmante, necesitaba reformas
inminentes y no había fondos algunos en las arcas municipales. Batmala, sin
demora alguna, ofreció un anticipo de cincuenta mil pesetas para que
pudieran comenzarse las obras. Pero lo
que resulta más sorprendente fue esta postura. No quería que le devolvieran el dinero, sino que,
en un tiempo en el que los servicios
sociales dependían de la caridad y de una muy menguada partida destinada a los
casos de maternidad, dispone lo siguiente :”luego conforme vaya percibiendo
ingresos, pueda ir sufragando el anticipo, no a mí que se lo destino a una obra
benéfica, sino para convertir en dinero en láminas, o como se vea conveniente,
y con los intereses que produzca, atender al pago de las lactancias que
corresponda a los mismo, y , por el pronto atender esa apremiante necesidad[4] Con ello, se solucionaba el caso de algunos
niños que no podían sobrevivir en los primeros meses si no se les proporcionaba
una alimentación adecuada. Su compañero de viaje municipal, Salvador Frías le
dio el carácter de urgencia para que se elaborase el proyecto. Y a la urgencia
le añadió la eficacia, tan rara en la administración municipal. Pero, lo mismo
que le preocupaba la ayuda desinteresada, procuraba que no se cometieran
abusos: “Algunas lactancias se han cobrado después de muertos los niños, y
debe cuidarse en la forma de que eso no suceda, esclareciendo que el niño está
vivo”[5].
[1] Información del vecino
Francisco Zafra, transmitida por su padre.
[2] Testimonio de Sixto León
Arroyo.
[3] AMAR.
Libro del Pósito. 1930-1936. Esta Junta estaba constituida por todos los
concejales, se encargaba de dar préstamos a los labradores, en torno a las 500
y mil pesetas al 5% y acompañadas de firma de un fiador. En su tiempo y de la
conjunción republicano socialista, se convocaron todas las reuniones, las
presidió la mayoría Salvador Frías. Y se celebraban a las seis u ocho de la tarde. Es curioso que su firma
no aparece en muchas ocasiones.
[4] AMAR. Acta del ayuntamiento de l de mayo e 1931.
[5] AMAR. Acta del 13 de abril de abril de 1932.
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