LAS NOCHES DE NAVIDAD
F.Martín I
Han
pasado muchos años desde que la Navidad
cristiana estaba completamente enraizada
en todos los hogares de Alcalá la Real. Hoy vivimos otros tiempos, en los que
el banquete de la Misa del Gallo se ha sustituido muchas veces por la comida familiar; el programa
extraordinario televisivo ha suplantado los cantos colectivos de las familias
tras la asistencia a la misa; y
el alumbrado extraordinario de nuestra ciudad, con su estrella de
oriente en la Mota, ha ocupado el lugar de los cantos de aguilanderos, animeros
y auroros, que hacían de heraldos de las fiestas de la Navidad. Nos ha invadido
la técnica para mal menor; con su
aspecto generalizante y como adormidera,
le ha quitado la ternura a nuestras fiestas de amor y familia. Pero, esto no
fue siempre así. Recuerdan las constituciones abaciales de Juan de Ávila , que
, por estas fechas, se hacían en algunas iglesias y ermitas “algunas representaciones
, juegos o remembranzas o otras cosas semejantes”, por cierto, a veces “no muy
honestas”, porque en la celebración de aquellos autos o teatros menores se
introducían algunos versos graciosos “ las célebres morcillas” teatrales, como
consta en los cantos de los largos romances, que todavía se conservan y cantan
en la noche de Navidad por parte algunas familias tradicionales de Alcalá.
Preciosos y llenos de lirismo son el muy popular “Cuando el Eterno se quiso
hacer Niño”, o del “Niño Jesús Carpintero”, que recogimos cantado de Pilar
Gálvez, o el más universal “Los desposorios de San José”, “La huida a Egipto”,
o “la Posada”. Eran parte y herencia de los misterios medievales, que los
abades tuvieron que prohibir por
causarse algún escándalo. Un siglo después, estos villancicos y estas representaciones se refugiaron en las fiestas
profanas, con el nombre “ farsa, aunque
sea en lo divino”, lo que demuestra la pervivencia de estos romances y
misterios de Navidad, como recogen la constitución 5 del título XIII del abad Pedro de Moya. En nuestros tiempos, estas
escenificaciones quedaron como un testigo deformado en los colegios y en
algunos templos.
II
Pero, nada
quedó de aquellas representaciones, salvo la letra de estos villancicos
navideños. Más reciente y, en parte
conservada, es la tradición de los aguilanderos, grupos espontáneos de hermanos
de cofradías ( en Alcalá y en las
aldeas, hay noticias de las de las Ánimas , del Pecado original o la de Nuestra
Señora de la Aurora) que iban de una casa a otra de los hermanos con rústico acompañamiento
musical de zambombas, panderos, panderetas,
instrumentos de percusión, algún violín , guitarra o laúd
cantando villancicos, que culminaba con el canto de los aguilando real
“Vamos cantando,/ a la vez que pedimos/ el aguilando./Que le den/con el rabo/
en la saeten,/” Su finalidad no era otra sino recaudar fondos (materiales y de
dinero) para una rifa que se realizaba en los primeros días de Navidad. Con
ellos, mantenían los cultos y fiestas de la cofradía, y obligaciones
caritativas con sus hermanos, generalmente misas por el alma de los cofrades
fallecidos. También, no olvidaban a acudir a la misa del Gallo, con su coro y
faroles de limpio y brillante cristal. Desgraciadamente, solo ha quedado restos
de aquella hermandad de Nuestra Señora de la Aurora en el coro que se prepara
para las fiestas por la Hermandad del Cristo de la Salud en la Noche de la
Misa del Callo, la Muestra y Ofrenda de Villancicos. Y los sones de esta canto auroro: “ Eres
madre de tierra y doncella/ y madre del Niño que en Belén nació./Y eres de cristal
dorado,/ donde Jesucristo vivo se encerró, nueve meses con tanta grandeza/ y
quedaste Virgen y Madre de Dios./
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