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viernes, 9 de diciembre de 2016

MI ARTÍCULO EN ALCALÁ LA REAL. INFORMACIÓN. SE ACERCAN LAS NAVIDADES







Dentro de dos semanas, se celebrarán las fiestas navideñas. Nadie se lo explica, pero todo el mundo festeja y disfruta de varios días vacacionales , en medio del trabajo ímprobo del año que desgaja las últimas uvas y hace sonar las campanadas postremas en todos los campanarios de las ciudades españolas. Viene esto a cuento de un debate que suele desencadenarse por estos días entre los diversos sectores de la población sobre la esencia navideña. Pocos recuerdan o, a lo más, escasísimas personas identifican las cuadrillas de aguilanderos que proliferaban por los días de Navidad. Con sus zambombas, panderos e instrumentos casuales de percusión, como almireces, cucharas y botellas estriadas, cantaban villancicos y canciones de antaño ( desde Cuando El eterno se quiso hacer Niño hasta A Belén o Los peces del río de Manolo Escobar, pasando por El Aguilando real) . El botellón juvenil se ha incrustado en muchos grupos y ha cambiado las rondas familiares de aquellas noches navideñas por las concentraciones en lugares de diversión, los mismos que cualquier día del año, o, en su ausencia, los adaptados para organizar cotillones de fiesta. Se ha impuesto lo divertido-festivo frente a lo vivencial-festivo. El complemento y la forma frente al contenido y el fondo. La fanfarria frente al coro humano. La superficialidad frente a la esencia. Lo pagano frente al espíritu cristiano. Corren tiempos laicos , en los que la religión se quiere arrinconar a la privacidad.

Está claro que nadie puede hacer comparaciones fuera de lógica, ni lamentarse ante estos nuevos tiempos y la ausencia de unas tradiciones, sino se fomentan o se implican en mantenerlas entre los miembros de sus familias o grupos sociales. Corren tiempos en los que el ciclo navideño no es sino una fiesta del calendario que viene influenciada, tan sólo en el aspecto formal, por la tradición de la Europa cristiana. Pero, una cosa es el aspecto formal y otra el contenido. Ni todas las familias, como en un pasado no muy lejano que se nos fue, ejercen las prácticas cristianas;

ni tampoco todo el mundo se ha cambiado la chaqueta y no queda nada de esta educación adquirida y cimentada a lo largo de siglos. Pues, por estos días la presencia de los cantos navideños se escuchará en los templos y en los locales públicos como teatros; los escolares representarán y escenificarán el belén vestidos de pastorcillos o de miembros de la familia de Nazareth; todavía la ruta de los belenes artesanales y familiares es una realidad palpable en muchos hogares y pueblos. Incluso, un espíritu solidario nace de ver a un niño desnudo en una cuna bajo la bóveda artificial de una cueva , y propaga por doquier canastos de generosidad. Para muchos, es una acción obligada acudir a entregar comida en las campañas de recogida de alimentos, y parece como si no tuviéramos que atender la exclusión más que en tiempos navideños.
Para el laico no le viene mal este periodo festivo. El guerrero de la vida siempre tiene un descanso tras la batalla del trajinar diario. Buscará puentes uniendo sus ojos entre pasos constitucionales y reminiscencias religiosas. Se reunirá con sus familiares en la fiesta del año, que convoca a los esparcidos por la geografía hispana. Las pagas extraordinarias permitirán afrontar algunos gastos suntuosos de estos días y el consumo de productos prohibitivos a lo largo del año.


 Curiosamente, para todo el mundo viviente la luz es el símbolo universal de estas fechas. Para los practicantes cristianos recuerdan esa estrella que guió a muchas personas a recoocer un Niño que los transformó,o, al menos, supuso enfocar la vida con otras coordenadas espirituales; la estrella estuvo presente aquella noche oscura y les condujo al rincón pobre de la luz, entre sus vecinos y los extranjeros puestos en evidencia con los Reyes Magos. Para los demás, muchos rincones urbanos se jalonan con guirnaldas de bombillas de colores simulando desde estampas navideñas hasta los más osados inventos; los árboles navideñas iluminan a los pinos majestuosos de los parques y de los barrio; retablos luminosos resaltan las fachadas de los centro comerciales: parece como si quisieran destruir la oscuridad prolongada de la crisis. En el fondo, la luz se muestra para ambos como un símbolo de tender puentes entre un mundo mejor, sin embargo los caminos son diferentes. Felices Navidades a todos los lectores y la luz siempre abra caminos nuevos en el próximo año.

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