LA FRUSTRADA VISITA DE FELIPE IV
Por este tiempo, los viajes y estancias de los reyes en las ciudades de Andalucía solían cumplimentarse enviando a algún regidor en representación del cabildo municipal. En el mes de marzo de 1624, el rey se hallaba en Córdoba y acudió a visitarlo el capitán Benavides, al mismo tiempo que se le envió una carta condeduque de Olivares.
Felipe IV de Martínez Montañés |
Estando el rey de camino desde Sevilla para llegar a Granada con motivo de las fiestas del Corpus, se recibió una nueva carta en la que se instaba a la ciudad para el adecentamiento de nuevos caminos y puentes, señalándose el de Alcalá hasta el Castillo de Locubín y el de Alcaudete por el Salado, y lo mismo se aconsejó que se hiciera en el adecentamiento de las calles de Rosario y Caba hasta la entrada de la Plaza Pública.
La respuesta de la ciudad fue presurosa y contundente por la colaboración vecinal. Se arregló desde el campo de Granada hasta la cruz de Ambrosio Hernández, cerca del Humilladero de la Magdalena, encargando las labores de cantería a Juan Caderas Riaño, que por este año trabajaba en las obras de la Iglesia Mayor. Lo mismo se llevó a cabo en el trayecto del camino de Puertollano con dirección hacia el Castillo de Locubín, encargándose las obras a su compañero Miguel Guerrero. Incluso, se le encargó a Juan de Aranda Salazar un puente, que por la perentoriedad del tiempo, hubo de construirse de madera. A los vecinos del Castillo se les encargó realizar la parte del camino desde el puente de Nuestra Señora de la Concepción hasta la mojonera de Alcaudete. Toda la población colaboró con sus cabalgaduras trayendo arena y cascajo para el firme de los caminos. Algunas obras llegaron a afectar al urbanismo de la ciudad, porque se desvió el camino del Castillo por una haza de la Iglesia Mayor situada en la Tejuela.
Puerta Real hace alusión a su visita de Granada: El rey Felipe IV en su visita a la ciudad el día 8 de abril de 1624, hizo su entrada a Granada por la puerta del Rastro o de la Paja, situada en este lugar y que era conocida como Bib-al-Rambla. Posteriormente daría lugar a la plaza céntrica y emblemática de la vida social granadina desde el siglo XVI.Residiendo ya Felipe IV en Granada, el almirante mayor de Castilla comunicó a la ciudad la lista de alimentos y carne que debían abastecer en los siguientes días de estancia real. Se enumeraban entre otros miles de corderos, cabritos, jamones, para lo que debían hacer calas y catas entre las reses de la comarca, así como registrar todo el trigo y cebada que debían estar a disposición de la comitiva.
Muy cercana la fecha, se envió al regidor Cristóbal Méndez Zamorana para inspeccionar a los caminos y se presentara en Granada para rendir pleitesía al rey. Se le comunicó que el alojamiento tendría lugar en el Castillo de Aben Zayde, donde tendría lugar el besamano. Todo fue un vano intento, porque al final desistió de esta ruta. Por López Cordero sabemos que el viaje se hizo por Pegalajar y Cambil:
Otro ejemplo es el viaje del mismo rey Felipe IV en 1624, en cuya comitiva iba Francisco de Quevedo, que entre Santisteban y Linares sufrieron el mal estado del embarrado camino en el que se atascaban los coches, el rodeo que tuvieron que dar para vadear el Guadalimar o la parada en Andújar por la crecida del río Guadalquivir. A la vuelta de la Baja Andalucía, la comitiva real se dirigió a Granada y volvió a cruzar el reino de Jaén desde aquella ciudad. El corregidor encargó al Aposentador Mayor doctor Joan de Quiñones aderezar los caminos de Granada y Baeza, que atravesaría el Rey y estaban en muy mal estado, especialmente los que correspondían a Pegalajar y Cambil, que eran “harto malos”. En este camino se habilitaron cuatro “ventorrillos” para dar refresco a litereros, cocheros y mozos de mulas..
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