Renacimiento
manierista. Atribuida
a Pablo de Rojas XVI. En Capilla
de los beneficiados de la Catedral
de Granada
La Imagen de la Virgen de los
Favores se encontraba por los años cincuenta en la iglesia de San
Juan de los Reyes de Granada. Actualmente junto al museo
catedralicio ocupa un lateral del altar de la capilla de los
beneficiados que preside el Crucificado de la Esperanza del mismo
autor alcalaíno, y otra imagen de Santiago Apóstol peregrino
completa esta capilla.
Esta
imagen ofrece el tamaño y altura clásico de las obras de Pablo de
Rojas, a quien se le ha atribuido certeramente por críticos
importantes como Gallego Burín y el profesor Orozco Díaz. Como
manifestaba Francisco Rosales Fernández. “ es
una talla delicada, algo achaparada en sus dimensiones, cosa bastante
usual en Rojas, de rostro aniñado, virgen doncella, las manos
implorando al cielo, unidas graciosa y delicadamente por la punta de
los dedos”
Esta imagen es la fuente de
inspiración de las obras posteriores de la Inmaculada de su
discípulo también el alcalaíno Juan Martínez Montañés, que
llevará a su máxima perfección con la Cieguecita de la catedral
sevillana.
Decíamos en un anterior
publicación sobre Pablo de Rojas, que era fiel al esquema
serpeteante manierista. Pues presenta un cierto aire forzado. Vence
la cabeza suavemente hacia el lado izquierdo, mientras mira hacia el
derecho, el mismo lado que queda contrarrestado por la posición de
las manos y la flexión del pie. Su cabeza ofrece la mayor hermosura
y denota una profunda humanidad. No hace sino el esquema repetido por
el propio Pablo de Rojas, con cabellera en largos y ondulantes
rizos, caídos sobre el pecho y los hombros, dejando libre la Oreja
derecha.
Sus
ojos eran de huevo, pero fueron sustituidos por unos de cristal en el
barroco, que no desmerecen de los anteriores ni le restan
expresividad. Intensifica su majestuosidad el plegado de sus paños,
que es, a la vez que gracioso y natural, nada complicado sino
sencillo, dando una dimensión diagonal por la parte superior que le
acerca al realismo. No obstante la ampulosidad de los pliegues
ensalza la figura y, en cierta manera, la emploma. La nube que hace
de escabel se colocó posteriormente y oculta la idea original del
autor.
Si importante es la imagen, no
se puede pasar por alto la policromía y estofa de su sobrino Pedro
de Raxis, también alcalaíno. A través de la ancha orla, ya no se
exhiben los grutescos renacentistas de influencia de la romanidad,
sino que reproduce con toda clase de mimo unos talles vegetales,
frutos y angelitos en medio de un alarde de delicadeza y sintonía
entre el maestro y el pintor y respondiendo al espíritu tridentino
de su tiempo.
Rotundas
son estas palabras de Rosales Fernández” No
faltan pensadores quienes creen que este icono rojeño es
imprescindible en el desarrollo iconográfico del tema mariano e
inmaculadista, y referencia obligada de Martínez Montañés. La
imagen, ayudada por su excepcional policromía, derrocha por todos
los lados una delicadeza virginal, siendo toda ella un verdadero
tratado de mariología. La Virgen, con su expresión trascendente en
manos y ojos, y con su anchura de cabeza y formas, es una criatura
que vive en la tierra, pero que la transciende y encuentra en lo
divino su consistencia. Escasamente narrativa, se constituye en pura
idea”.
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