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lunes, 21 de noviembre de 2016

VIRGEN DE LAS FAVORES


Renacimiento manierista. Atribuida a Pablo de Rojas XVI. En Capilla de los beneficiados de la Catedral de Granada


La Imagen de la Virgen de los Favores se encontraba por los años cincuenta en la iglesia de San Juan de los Reyes de Granada. Actualmente junto al museo catedralicio ocupa un lateral del altar de la capilla de los beneficiados que preside el Crucificado de la Esperanza del mismo autor alcalaíno, y otra imagen de Santiago Apóstol peregrino completa esta capilla.

Esta imagen ofrece el tamaño y altura clásico de las obras de Pablo de Rojas, a quien se le ha atribuido certeramente por críticos importantes como Gallego Burín y el profesor Orozco Díaz. Como manifestaba Francisco Rosales Fernández. “ es una talla delicada, algo achaparada en sus dimensiones, cosa bastante usual en Rojas, de rostro aniñado, virgen doncella, las manos implorando al cielo, unidas graciosa y delicadamente por la punta de los dedos”
Esta imagen es la fuente de inspiración de las obras posteriores de la Inmaculada de su discípulo también el alcalaíno Juan Martínez Montañés, que llevará a su máxima perfección con la Cieguecita de la catedral sevillana.
Decíamos en un anterior publicación sobre Pablo de Rojas, que era fiel al esquema serpeteante manierista. Pues presenta un cierto aire forzado. Vence la cabeza suavemente hacia el lado izquierdo, mientras mira hacia el derecho, el mismo lado que queda contrarrestado por la posición de las manos y la flexión del pie. Su cabeza ofrece la mayor hermosura y denota una profunda humanidad. No hace sino el esquema repetido por el propio Pablo de Rojas, con cabellera en largos y ondulantes rizos, caídos sobre el pecho y los hombros, dejando libre la Oreja derecha.
Sus ojos eran de huevo, pero fueron sustituidos por unos de cristal en el barroco, que no desmerecen de los anteriores ni le restan expresividad. Intensifica su majestuosidad el plegado de sus paños, que es, a la vez que gracioso y natural, nada complicado sino sencillo, dando una dimensión diagonal por la parte superior que le acerca al realismo. No obstante la ampulosidad de los pliegues ensalza la figura y, en cierta manera, la emploma. La nube que hace de escabel se colocó posteriormente y oculta la idea original del autor.
Si importante es la imagen, no se puede pasar por alto la policromía y estofa de su sobrino Pedro de Raxis, también alcalaíno. A través de la ancha orla, ya no se exhiben los grutescos renacentistas de influencia de la romanidad, sino que reproduce con toda clase de mimo unos talles vegetales, frutos y angelitos en medio de un alarde de delicadeza y sintonía entre el maestro y el pintor y respondiendo al espíritu tridentino de su tiempo.
Rotundas son estas palabras de Rosales Fernández” No faltan pensadores quienes creen que este icono rojeño es imprescindible en el desarrollo iconográfico del tema mariano e inmaculadista, y referencia obligada de Martínez Montañés. La imagen, ayudada por su excepcional policromía, derrocha por todos los lados una delicadeza virginal, siendo toda ella un verdadero tratado de mariología. La Virgen, con su expresión trascendente en manos y ojos, y con su anchura de cabeza y formas, es una criatura que vive en la tierra, pero que la transciende y encuentra en lo divino su consistencia. Escasamente narrativa, se constituye en pura idea”.





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