DE LA REVISTA DEÑ CRISTO DE LA SALUD DE 2003
Los que tuvimos la suerte de redactar los
estatutos en sus primeros artículos escribimos varias devociones- la
del Cristo de la Salud, la de san Juan Bautista, la de la Inmaculada
Concepción, y la de san Blas-, a las que debíamos profesar cierto
culto con motivo de sus fiestas y teniendo en cuenta en la medida
que pudiéramos llevarla a cabo. Dejamos para otros años las de san
Juan Bautista y la Inmaculada, y nos centramos en la revista del
presente año en la de san Blas. Es verdad que en otros números
pasados hemos comentado el voto de la ciudad de Alcalá con este
sabio obispo, pues se reconoció como patrón a principios del siglo
XVII. No faltan los historiadores que han recogido los momentos
trascendentales, en los que este santo fue declarado patrón de la
ciudad, y las fiestas que se instituyeron.
Tres asuntos nos ocupan en este artículo: el
mantenimiento del culto de san Blas, la hagiografía de san Blas y su
impacto en la onomástica alcalaína. En cuanto al primer apartado,
hemos tenido la suerte de encontrar en el archivo municipal un legajo
de cuentas, años antes de que desapareciera la fiesta. Curiosamente,
en el 1925, todavía corrían a cargo del ayuntamiento alcalaíno
todos sus gastos, importando cincuenta pesetas, con un descuento de
sesenta céntimo, tal como refleja el libramiento firmado por el
depositario interventor Buenaventura Sánchez Cañete, el depositario
Pedro Bermúdez, como receptor, y el alcalde Benavides. Consistía en
una función solemne, que realizaba el cura de la parroquia de santo
Domingo de Silos, y cobraba el colector de misas don Bartolomé
Torres, cuya cantidad se elevaba a treinta y dos pesetas. A dicha
función asistía una orquesta, que dirigía el maestro Diego Galdón,
que obraba 18 pesetas. Se celebraba a las diez de la mañana y tenía
lugar el cuatro de febrero. Pero quien cobraba y pagaba las
cantidades en forma de subvención era la Cofradía del Santo Cristo
de la Salud, con lo que tenemos nuevos datos para la historia de la
hermandad, que mantuvo la fiesta de san Blas hasta unos años más
tarde con la venta de la ermita.
¿Hubo personas que en Alcalá tomaron el nombre de Blas? Muy pocos.
Pues no hubo ningún caballero, lancero ni escudero del siglo XIV.
Dos siglos más tarde, hemos encontrado en verdad pocos entre los
padrones del pueblo. Tan sólo, Blas de Cáceres, escribano de número
de la ciudad, ejerció su oficio en el siglo XVII. Y, hoy día, por
la Ribera un maestro recibe el nombre de Blas. Sin embargo, la
importancia de su nombre radica que su fiesta quedó fijada en la
tabla del cabildo como una fiesta ordinaria desde el año 1600. Sus
reliquias estaban en años anteriores en la iglesia Mayor Abacial. Le
dio el nombre a un barrio, que anteriormente se denominaba de la
Cuesta del Cambrón, a la ermita y a la plaza, donde estaban su
imagen. Hubo muchas personas que se referían a sus vecinos como la
gente de san Blas. Incluso, perduró la costumbre de las rosquillas
de san Blas, como antídoto de las enfermedades de la garganta.
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