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miércoles, 30 de noviembre de 2016

UNOS DATOS SOBRE SAN BLAS Y LA COFRADÍA DEL CRISTO DE LA SALUD



DE LA REVISTA DEÑ CRISTO DE LA SALUD DE 2003

Los que tuvimos la suerte de redactar los estatutos en sus primeros artículos escribimos varias devociones- la del Cristo de la Salud, la de san Juan Bautista, la de la Inmaculada Concepción, y la de san Blas-, a las que debíamos profesar cierto culto con motivo de sus fiestas y teniendo en cuenta en la medida que pudiéramos llevarla a cabo. Dejamos para otros años las de san Juan Bautista y la Inmaculada, y nos centramos en la revista del presente año en la de san Blas. Es verdad que en otros números pasados hemos comentado el voto de la ciudad de Alcalá con este sabio obispo, pues se reconoció como patrón a principios del siglo XVII. No faltan los historiadores que han recogido los momentos trascendentales, en los que este santo fue declarado patrón de la ciudad, y las fiestas que se instituyeron.




Tres asuntos nos ocupan en este artículo: el mantenimiento del culto de san Blas, la hagiografía de san Blas y su impacto en la onomástica alcalaína. En cuanto al primer apartado, hemos tenido la suerte de encontrar en el archivo municipal un legajo de cuentas, años antes de que desapareciera la fiesta. Curiosamente, en el 1925, todavía corrían a cargo del ayuntamiento alcalaíno todos sus gastos, importando cincuenta pesetas, con un descuento de sesenta céntimo, tal como refleja el libramiento firmado por el depositario interventor Buenaventura Sánchez Cañete, el depositario Pedro Bermúdez, como receptor, y el alcalde Benavides. Consistía en una función solemne, que realizaba el cura de la parroquia de santo Domingo de Silos, y cobraba el colector de misas don Bartolomé Torres, cuya cantidad se elevaba a treinta y dos pesetas. A dicha función asistía una orquesta, que dirigía el maestro Diego Galdón, que obraba 18 pesetas. Se celebraba a las diez de la mañana y tenía lugar el cuatro de febrero. Pero quien cobraba y pagaba las cantidades en forma de subvención era la Cofradía del Santo Cristo de la Salud, con lo que tenemos nuevos datos para la historia de la hermandad, que mantuvo la fiesta de san Blas hasta unos años más tarde con la venta de la ermita.

¿Hubo personas que en Alcalá tomaron el nombre de Blas? Muy pocos. Pues no hubo ningún caballero, lancero ni escudero del siglo XIV. Dos siglos más tarde, hemos encontrado en verdad pocos entre los padrones del pueblo. Tan sólo, Blas de Cáceres, escribano de número de la ciudad, ejerció su oficio en el siglo XVII. Y, hoy día, por la Ribera un maestro recibe el nombre de Blas. Sin embargo, la importancia de su nombre radica que su fiesta quedó fijada en la tabla del cabildo como una fiesta ordinaria desde el año 1600. Sus reliquias estaban en años anteriores en la iglesia Mayor Abacial. Le dio el nombre a un barrio, que anteriormente se denominaba de la Cuesta del Cambrón, a la ermita y a la plaza, donde estaban su imagen. Hubo muchas personas que se referían a sus vecinos como la gente de san Blas. Incluso, perduró la costumbre de las rosquillas de san Blas, como antídoto de las enfermedades de la garganta.






























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