Archivo del blog

viernes, 11 de noviembre de 2016

PÓSITO DE ALCALÁ (I)




Uno de los órganos básicos para el abastecimiento de la ciudad va a ser el Pósito. Debió tener varios lugares de recepción de trigo, cebada y garbanzos  así como algún mobiliario de oficina. Hay existencia de casas de alhoríes o alholíes, alquiladas en casas de fortaleza  de la Mota, donde todavía se conservan los silos junto a la iglesia abacial durante los siglos anteriores al 1555, que se levantó un nuevo junto a la puerta del arrabal con tres habitaciones. Este se mantuvo hasta el siglo XVIII, en el que se levantó otro nuevo en la calle Mesa de la nueva ciudad. No obstante, todavía hay referencias en algunos momentos del siglo XVII del Positillo, distinto al anterior.


El Pósito era administrado por un mayordomo que debía dar cuenta a un comisión anual integrada por el corregidor, y dos concejales diputados para dichas cuentas. No siempre la gestión del Pósito llevó a cabo una buena administración, ya que en ella se acumulaban las deudas y los atrasos de los anteriores mayordomos, dando lugar a continuos litigios ente la ciudad y los distintos cabildos. A ello, hay que añadir que la gestión no era total por el mayordomo sino que frecuentemente se dedicaba a recoger solamente el trigo comprado por los distintos regidores o jurados y cumplir las distintas disposiciones emanadas de los ayuntamientos. Estas eran, sobre todo, almacenamiento y compra  de trigo en los momentos en los que la ciudad no podía abastecer del trigo de sus propios o de sus productores locales. Para ello, se arbitran medidas a las que había que recurrir con el fin de que el pósito siempre estuviera dispuesto a panadear o repartir trigo para que los panaderos pudieran surtir a la población, o, en situaciones extremas, repartirlo entre los distintos cuarteles de la ciudad por parte de los regidores o encargados por el Cabildo. Tampoco, no se podía olvidar el depósito de trigo para el préstamo de los agricultores en los momentos de la sementera. Este trigo solía devolverse al año siguiente al precio  comprado acrecentado con un celemín por fanega hasta que fue corregido y, posteriormente, quitado por un corregidor de mediados del siglo XVIII.
El abstecimiento de trigo era una importante preocupación de la ciudad: De ahí que no importen las medidas a las que hubiera que acudir para afrontar este problema. Los censos, los préstamos de dinero e, incluso, el registro y la incautación de trigo en situaciones extremas a las autoridades eclesiásticas fueron medidas urgentes para paliar los problemas de paro y miseria de la población, como los 150 fanegas de los beneficiados y 190 de la universidad de Baeza en el 1599, que se llegó a recoger el trigo de los beneficiados de la ciudad, uno de ellos, el de santo Domingo de Silos, relacionado con el Colegio de la Universidad de Baeza, dio lugar a una serie de pleitos eclesiásticos que conllevó la excomunión de los munícipes. Cuando la comarca no daba suficiente abastecimiento, se procuraba acudir a los lugares más recónditos. Lo más frecuente era la compra en las ciudades comarcanas, Guadahortuna, las tierras de la Orden de Calatrava (Martos, Torredonjimieno o Torredelcampo o Porcuna) y la campiña cordobesa. Otras veces rutas de  interior como a Úbeda o Baeza e, incluso, de la Mancha y a pueblos como Totana de Murcia. El caso extremo era el trigo exportado de Italia a través del puerto de Málaga por la ruta de Vélez que  en los principios del siglo XVI salvó a la población de momentos trágicos tras la peste de los primeros años y el desabastecimiento de la ciudad. Otra fuente de recursos eran los arrieros forasteros que transitaban en la ruta desde la campiña cordobesa hacia Granada y se estacionaban en nuestra ciudad.
El abastecimiento tenía lugar tanto para Alcalá como en el Castillo de Locubín en una proporción una a cuatro. Así el abastecimiento de 1598, importó a Alcalá 89.000 mas frente a los 23,000 del Castillo de Locubín.
El propio pósito servía de sitio de préstamo para distintas  actividades de la ciudad en situaciones de emergencia que debían devolverse por los propios. Así en 1587, cooperaron con los corredores de la ciudad. En otras ocasiones, la propia ciudad de Granada se surtió del abastecimiento del pósito granadino.

Al reparto de los jornaleros , en situaciones de hambre, se sumaban las del Hospital del Dulce Nombre de Jesús, conventos y monaterios de la ciudad en los primeros años, cuando todavía no han alcanzado bienes sufucientes o la producción no daba para el consumo en años difíciles como en el 1599.

No hay comentarios:

Publicar un comentario