Uno de los
órganos básicos para el abastecimiento de la ciudad va a ser el Pósito. Debió
tener varios lugares de recepción de trigo, cebada y garbanzos así como algún mobiliario de oficina. Hay
existencia de casas de alhoríes o alholíes, alquiladas en casas de fortaleza de la
Mota , donde todavía se conservan los silos junto a la iglesia
abacial durante los siglos anteriores al 1555, que se levantó un nuevo junto a
la puerta del arrabal con tres habitaciones. Este se mantuvo hasta el siglo
XVIII, en el que se levantó otro nuevo en la calle Mesa de la nueva ciudad. No
obstante, todavía hay referencias en algunos momentos del siglo XVII del
Positillo, distinto al anterior.
El Pósito era
administrado por un mayordomo que debía dar cuenta a un comisión anual
integrada por el corregidor, y dos concejales diputados para dichas cuentas. No
siempre la gestión del Pósito llevó a cabo una buena administración, ya que en
ella se acumulaban las deudas y los atrasos de los anteriores mayordomos, dando
lugar a continuos litigios ente la ciudad y los distintos cabildos. A ello, hay
que añadir que la gestión no era total por el mayordomo sino que frecuentemente
se dedicaba a recoger solamente el trigo comprado por los distintos regidores o
jurados y cumplir las distintas disposiciones emanadas de los ayuntamientos.
Estas eran, sobre todo, almacenamiento y compra
de trigo en los momentos en los que la ciudad no podía abastecer del
trigo de sus propios o de sus productores locales. Para ello, se arbitran
medidas a las que había que recurrir con el fin de que el pósito siempre
estuviera dispuesto a panadear o repartir trigo para que los panaderos pudieran
surtir a la población, o, en situaciones extremas, repartirlo entre los
distintos cuarteles de la ciudad por parte de los regidores o encargados por el
Cabildo. Tampoco, no se podía olvidar el depósito de trigo para el préstamo de
los agricultores en los momentos de la sementera. Este trigo solía devolverse
al año siguiente al precio comprado
acrecentado con un celemín por fanega hasta que fue corregido y, posteriormente,
quitado por un corregidor de mediados del siglo XVIII.
El
abstecimiento de trigo era una importante preocupación de la ciudad: De ahí que
no importen las medidas a las que hubiera que acudir para afrontar este
problema. Los censos, los préstamos de dinero e, incluso, el registro y la
incautación de trigo en situaciones extremas a las autoridades eclesiásticas
fueron medidas urgentes para paliar los problemas de paro y miseria de la
población, como los 150 fanegas de los beneficiados y 190 de la universidad de
Baeza en el 1599, que se llegó a recoger el trigo de los beneficiados de la
ciudad, uno de ellos, el de santo Domingo de Silos, relacionado con el Colegio
de la Universidad
de Baeza, dio lugar a una serie de pleitos eclesiásticos que conllevó la excomunión
de los munícipes. Cuando la comarca no daba suficiente abastecimiento, se
procuraba acudir a los lugares más recónditos. Lo más frecuente era la compra
en las ciudades comarcanas, Guadahortuna, las tierras de la Orden de Calatrava (Martos,
Torredonjimieno o Torredelcampo o Porcuna) y la campiña cordobesa. Otras veces
rutas de interior como a Úbeda o Baeza
e, incluso, de la Mancha
y a pueblos como Totana de Murcia. El caso extremo era el trigo exportado de
Italia a través del puerto de Málaga por la ruta de Vélez que en los principios del siglo XVI salvó a la
población de momentos trágicos tras la peste de los primeros años y el
desabastecimiento de la ciudad. Otra fuente de recursos eran los arrieros forasteros
que transitaban en la ruta desde la campiña cordobesa hacia Granada y se
estacionaban en nuestra ciudad.
El
abastecimiento tenía lugar tanto para Alcalá como en el Castillo de Locubín en
una proporción una a cuatro. Así el abastecimiento de 1598, importó a Alcalá
89.000 mas frente a los 23,000 del Castillo de Locubín.
El propio
pósito servía de sitio de préstamo para distintas actividades de la ciudad en situaciones de
emergencia que debían devolverse por los propios. Así en 1587, cooperaron con
los corredores de la ciudad. En otras ocasiones, la propia ciudad de Granada se
surtió del abastecimiento del pósito granadino.
Al reparto de
los jornaleros , en situaciones de hambre, se sumaban las del Hospital del
Dulce Nombre de Jesús, conventos y monaterios de la ciudad en los primeros
años, cuando todavía no han alcanzado bienes sufucientes o la producción no
daba para el consumo en años difíciles como en el 1599.
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