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jueves, 24 de noviembre de 2016

ACEITUNA Y EMIGRANTES



            Si levantaran la cabeza nuestros antepasados, en modo alguno se imaginarían la actual recolección de la aceituna. Han cambiado tanto las formas y el contenido, que se asemeja a dos fotografías muy diferentes, una en blanco y negro y otra en color. Desde la organización del trabajo, coordinándose los miembros de las cuadrillas entre los pequeños propietarios, pegujareros y aparceros; hasta su recogida, transporte y transformación casi artesanal en los molinos de viga, vapor o primeros de electricidad. Se ha pasado en los terrenos completamente llanos  a la mecanización del campo casi completa con máquinas y vehículos de transporte ( de los mulos de carga a  las máquinas que desarrollan todo tipo de tareas agrícolas), salvo en los puestos imprescindibles como son los apuros de los olivos; se cuestiona los tradicionales cultivos de montaña y pendiente y se favorece los olivares de territorio llano, de regadío e invaden los terrenos olivares en cultivo superproductivo que parece más un jardín arrayanado que un comedido y distanciado olivar diseñado por el hombre.
            La presencia de trabajadores emigrantes no data en la comarca de la sierra desde hace  muchos decenios, tal vez un poco antes en los grandes latifundios de las tierras de la Loma, el Condado y las campiñas de Jaén. Algunos recuerdan los primeros africanos de raza negra que toparon con la ciudad de la Mota, y despistados se encerraron en la iglesia del convento dominico donde  las monjas alarmadas avisaron a los servicios caritativos para buscarle el alojamiento vetado, la comida de aquel día y un trabajo, si fuera posible. Tuvieron suerte, corrían nuevos tiempos. eran pocos, -sóolo cuatro-, gracias a los voluntarios encontraron trabajo ( uno llegó a formar parte de la comunidad alcalaína) , alojamiento en el cortijo del patrón, y, gracias al sudor y esfuerzo de sus manos, no les faltó el alimento y obtuvieron los ahorros para la vuelta y manutención de su familia de origen. Se establecía un mecanismo sencillo de contratación entre los dos protagonistas de esta actividad agrícola, el trabajador y el patrón, casi sin intermediarios al amparo de unas bases  establecidas salariales.
            VEinte o treinta años después, el paisaje urbano en los primeros y últimos meses de cada  año  ha cambiado por completo. Envejeció la población del sector primario y se abrieron las puertas a trabajadores extranjeros.  Se abrió y se mantiene un albergue, como lugar de permanencia y alojamiento temporales  para intentar la posibilidad de contrato de los trabajadores ( emigrantes y nacionales) que acuden a la recogida de la aceituna. El paro aumentó en toda la comarca y la demanda  de trabajo nacional abunda con creces, y más si se tirara de la lista de desempleados. En sentido contrario, la oferta oficial casi es ridícula  por las cifras aportadas por el SAE y  son casos aislados los que se contratan a través de esta oficina de empleo. Sin embargo la presencia de emigrantes pretendiendo la entrada en un tajo es notoria   y significativa en las calles: algunos acudieron con sus contratos en regla y forman parte de la comunidad productiva de los empresarios locales ya desde hace años, son los más agraciados con su salario, alojamiento arrendado o proporcionado por el contratante, con la alimentación y las condiciones legales derivadas de una buena relación contractual; otros se las ven para encontrar alojamiento y  trabajo, y, salvo algunas ocasiones, disfrutan de unos pocos jornales que les permiten malvivir en los rincones más inéditos de infrahumanidad; otros  obtendrán  trabajo en las circunstancias económicas muy vejatorias, que contrasta o se intensifica con los que   no podrán ni siquiera obtener ni un día de trabajo. Y no digamos, una vivienda y alimentación dignas.  Grandes filas se intensificarán sobre los muros de la estación de autobuses, sustituyendo a los antiguos mercados de trabajo de aquellos tiempos cuando abundaban las clases jornaleras en nuestra localidad junto al bar Ferreira, bares de la Tejuela o plaza del Ayuntamiento.
            Está claro que la respuesta debe ser global como lo han puesto de manifiesto en las jornadas Agricultura y Convivencia. Y,  gran  esfuerzo realizan las instituciones  previniendo, estableciendo y obligando a cumplir las condiciones laborales,  tratando de evitar el efecto de llamada y proporcionando un alojamiento en los primeros pasos de la  contratación. Por cierto, único entre todas las provincias andaluzas. No digamos los voluntarios de las organizaciones no gubernamentales y de Cáritas que, al menos, no dejan en la estacada a este flujo tan intenso de personas, por lo menos en la alimentación, en el vestido y, en muchas ocasiones, proporcionando alojamiento en sus casas sin techo como en Jaén capital.
            Pero, nuestros antiguos emigrantes se pregunta si España pertenece a Europa,  o por qué aquí no es una realidad lo que ellos han disfrutado en tierras extrañas y deben disfrutar todos los seres humanos. sean del país de origen que sean. A ellos no les faltó desde su salida el contrato de trabajo , que lo establecían entre el patrón y empresario; disfrutaron del alojamiento vital y su salario legal que le permitió alimentarse, mantener a la familia e, incluso, enviar algunos ahorros que salvaron la economía nacional. ¿Acaso no hemos avanzado en las relaciones y condiciones laborales ya inmersos en el tercer milenio? Pues, con razón, muchos emigrantes actuales agradecen toda la ayuda y colaboración vecinal y humana, pero siempre te apostillan. "nosotros lo que queremos es trabajo". De ahí deriva el alojamiento, la manutención y las buenas consecuencias del salario recibido. Ese es quid de la cuestión, sino  este año será un año perdido para muchos de ellos.      

      

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