Domingo Muro, presidente S.O. de los Albañiles |
Pero, la
situación de la crisis obrera no se
solucionaba por el momento, y eso que algunas sociedades obreras intentaban maneras y modos de paliar la situación.
Las más solidarias fueron las de las Riberas, sus presidentes acudieron a la
alcaldía y le propusieron que hiciera gestiones para que la Diputación llevara a
cabo el proyecto de la carretera que enlazaba la provincial de Jaén- Frailes
con la Ribera Baja.
Se habían movido en todo, los patronos le habían cedido los terrenos sin
indemnización, incluso habían donado 12.500 pesetas, y los obreros estaban
dispuestos a ceder el diez por ciento de su salario con el fin de paliar el
paro obrero. Buena voluntad había. También, se respiraba lo mismo en la Sociedad de Obreros de
los Albañiles, presidida por el socialista Domingo Muro, pues propusieron y
aceptaron que se hicieran cinco casas junto al lavadero de la calle Ancha para
paliar el paro obrero, pues embellecía al entorno y compensaba el paro, incluso se le dispensó de pagar los
solares. Estos habían constituido una Sociedad, que les defendiera, pues habían
llegado los años de vacas flacas, según les cantaban:
El gremio de
los albañiles,
Es un gremio
de esgraciaos.
Cuando ganaban
dineros
Todos le daban
de lao.
Hoy nosotros
les decimos:
¿Dónde vais,
so mamarrachos?
¡No conocéis
las avenas,
los trigos ni
los garbanzos!
Pero, Frías no
se sentía satisfecho, y, el ocho de
abril de nuevo presentó la dimisión.
Comentaba de nada sirvió la visita al gobernador ni al ministerio a Madrid. Por eso, todos los
concejales le secundaron en presentar la
dimisión. Sin embargo la maestría de Batmala, forjado en la política, supo
descubrir que aquello no era sino un simple artilugio político para desanimar a
los cargos públicos por parte de los trasnochados del régimen. Y este fue el
debate que define la posición de todos ellos. No hay mejor escenario que
revivirlo:
-Todos los presentes debemos
dimitir. Estamos en la crisis obrera más aguda de Alcalá, y no hemos conseguido
darle solución, nos hemos sentido fracasados ante el pueblo, por eso debemos
dimitir-intervino el concejal, anteriormente republicano, Cristóbal Sánchez
González-, y lo digo ahora que no
pertenezco a ningún partido político.
-Yo sí que soy
republicano, y por tanto, me debo a la República , y hablé con el Excelentísimo Señor
Gobernador, respecto de que si se presentara la dimisión resultaría que tendría
que nombrarse una Comisión Gestora, por lo tanto rectifico en cuanto a la
dimisión; y, puesto que no puede, Salvador, irse dignamente, y menos él que,
como republicano que es, tiene la obligación de no irse ya que se debe a sus
electores. Además, quiero decir al señor Ruiz de la Fuente , usted sí que es
político.
-Pues, señor Batmala, yo apoyo
al señor Ruiz de la
Fuente. Yo soy sólo
republicano sin estar ni con un partido ni con otro, y creo que el pueblo
quiere la dimisión de los concejales y debemos presentarla.
Batmala le respondió aclarando los distintos tipos de
republicanismo que existían en la ciudad. Pues muchos no eran sino antiguos
monárquicos reconvertidos. Estas fueron sus palabras.
-Yo soy republicano de verdad,
y que no es de formales el variar de opinión, puesto que algunos son tan pronto
agrarios como republicanos, y mientras quede un solo concejal, el no se marcha, puesto que con ello sirve a la República , y el
régimen vigente, y lo que traen algunos
no son sino ardiles políticos.-
Con estas palabras desnudó Batmala a los presentes
-Señor Batmala, no hay ardid
político alguno, sino que el gobierno no
soluciona un asunto, los concejales
debemos dimitir. Le respondió
Sánchez Cañete.
-Tampoco, yo no tengo
interés político, sino en servir a mi pueblo, y si el gobierno no soluciona el
problema, debemos dimitir. Reiteró Ruiz de la Fuente.
-Yo por la gracia de Dios soy
agrario, y creo que debemos dimitir. Intervino Cayetano Sierra.
-¿Porqué no se dijeron
estas cosas en Jaén?, Lo que hay que buscar son las soluciones, y aquí lo que
se quiere es que a río revuelto,
ganancia de pescadores, Por eso lo que debe buscarse es la solución.
-Lo que hay es que dimitir ya.
Apostillaba Ruiz de la
Fuente.
-Estamos en un periodo
prerrevolucionario, todavía existe política antigua, y como buen republicano,
como buen republicano, no puedo oír ni
consentir que mis amigos se vayan del ayuntamiento
Reflexionaba
Batmala el mal cariz que tomaban los
acontecimientos, con los republicanos de su candidatura puestos en contra de su
postura política, el socialista Frías desanimado, y los agrarios frotándose las
manos. Su amigo y compañero republicano le mostró su pasión por su persona:
-Vine afiliado a un partido
político y, al retirarse su jefe de la política y ver la variación de las
cosas, he tomado una determinación, y, por tanto, me he hecho republicano
radical.
En parecidos
términos, el socialista Frías cambió de opinión al ver la maestría política con
la que Batmala había puesto al
descubierto la situación
-Sí , esto, sí que es un ardid
político, rectifico mis palabras anteriores, y, por tanto, retiro mi dimisión.
Como no hay suficiente número de concejales, no puede estudiarse la
presentación de las dimisiones. Hay que luchar y apurar todas las determinaciones por el bien
del pueblo.
-Debemos dimitir, insistía
Sánchez Cañete.
-Aquí lo que estoy viendo es
que se compran hasta los concejales. Intervino Cortés
En un tumultuoso cruce de
acusaciones, no se oían sino estos gritos:
“Mentira” ,
”¿Quiénes?”
”¿Cómo?”
”¿Serás tu?”
¡Yo!.
Eso es falso.
-Por favor, déjense de acusarse, no pierdan los nervios.
-Señor alcalde, todos somos
dignos, no admito estas
interpretaciones.
Batmala serenamente, respondió:
-No sé que
concejales se pueden comprar o vender . Sólo me pregunto qué ventajas tendría
el pueblo con presentar la dimisión el ayuntamiento en pleno, cómo podría
solucionarse la crisis obrera. Por eso, insisto de nuevo y creo con toda
seguridad que todo no es sino un auténtico ardid político.
-Como el gobierno es el
culpable por no dar la solución debemos dimitir.
Y, Frías, que
había escuchado muy fijamente las palabras de Batmala, le respondió:
-No consiento que se ataque al
gobierno, y lo que se busca es desacreditar a este mismo y que
cambie el régimen, para que siga imperando
el caciquismo, pues hasta los capitales se los llevan al extranjero, y
los antiguos políticos buscan con ello dificultades para desacreditar el poder constituido, y que caiga para que se
instaure de nuevo el régimen antiguo; por tanto el gobierno ha sido demasiado
bondadoso que ha despedir a esos enemigos del presente régimen y destituir a
otros muchos que vienen interviniendo den todos los negociados de España para
imposibilitar la administración y por lo cual ha debido tomar un resolución.
-Ustedes no me han
comprendido, siento el mal aspecto que
ha tomado el asunto. Dimito irrevocablemente. Como verdadero republicano, me
han ofendido Pues se han salido del seno del asunto, ¡que no era otro sino
presentar la dimisión.
El
alcalde quiso retomar el asunto y le espetó diciendo:
-Sé que es buen republicano. No he querido molestar a
nadie ni le he aludido con las consideraciones anteriores.
Como si Batmala tuviera
la autoridad moral para cerrar la
sesión, puso el epílogo con estas palabras.
-Antes de que se marche el
señor Ruiz, quiero hacer constar que rectifique de su dimisión. Es mi intención
manifestarle que comprendo que no era
su intención la manipulación que otros
han hecho de sus palabras esa, pero otros la han confundido, su republicanismo
está de sobra reconocido, su amor por el pueblo es claro y notorio, en bien de la República considero que
tu y mis buenos amigos debéis continuar como concejales leales con el Gobierno
y el Poder constituido.
Cinco
días después, el concejal Bernardo Cortés, uno de los que había provocado el
incidente, manifestaba “Quiero que se
apruebe el acta con estas rectificaciones
que yo dije. “no había ardid
político ni se compran concejales”[1].
Esto no le
impidió que presentara en la
Diputación un escrito en el que pedía vivamente que se
estudiara con la máxima urgencia dos proyectos: el que unía la carretera de Granada con
Alcaudete por Puerto Llano a las Grajeras, y el que unía esta misma con Ermita
Nueva[2]. En
el mes de abril, por altas instancias se respondió que no podía concederse el anticipo, y,
entonces el alcalde enfrascado en medio
de la crisis obrera hiciera una velada crítica a la burocracia de la Diputación -
-Son cosas de la Diputación , que de
seguro se habrá quedado algún papel en los cajones de las oficinas, y por eso
tantos inconvenientes.
-No son cosas de la Diputación , sino de los
Ingenieros que no han presentado el coste ni el plano, y, sin dichos
antecedentes, no es posible conceder el anticipo. Le respondió Batmala[3]
Parecía como
si el tiempo real resultara más corto que el psicológico, pues el tiempo psicológico
les había arrebatado el minutaje del cronómetro
a aquellos políticos locales que
un día recibían una comisión de parados; otro a una sociedad obrera; y el
tercero, al sindicato de labradores. Y, mientras tanto, el gobernador civil de
nuevo concentraba tropas de la
Guardia Civil para salvaguardar el orden público durante los
meses de abril y mayo de este nuevo año. Se había perdido la tranquilidad y la
serenidad para encarar la situación, y se creía que, en medio de la crisis
obrera, todo podía solucionarse, tan
sólo, con las urgencias y con ese ritmo trepidante. De ahí que Batmala
sea el vehículo de este ritmo en la Diputación , apoyando las propuestas del alcalde
de Alcalá, cuando presentó las obras del camino de Mures en dirección a la
carretera de Alcaudete a Granada[4].
[1] Hemos trascrito en estilo
directo las actas que redactó el secretario en estilo indirecto para darle
mayor viveza. Son las de 23 de marzo, ocho y trece de abril de 1931.
[2] ADPJ. Acta del 23 de marzo
de 1931.
[3] AMAR. Acta del cabildo del
27 de mayo de 1932
[4] APDJ. Acta de 4 de mayo de
1932.
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