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sábado, 12 de noviembre de 2016

LA CRISIS OBRERA Y LA SOCIEDAD DE LOS ALBAÑILES

Domingo Muro, presidente S.O. de los Albañiles


Pero, la situación de la crisis obrera  no se solucionaba por el momento, y eso que algunas sociedades obreras  intentaban maneras y modos de paliar la situación. Las más solidarias fueron las de las Riberas, sus presidentes acudieron a la alcaldía y le propusieron que hiciera gestiones para que la Diputación llevara a cabo el proyecto de la carretera que enlazaba la provincial de Jaén- Frailes con la Ribera Baja. Se habían movido en todo, los patronos le habían cedido los terrenos sin indemnización, incluso habían donado 12.500 pesetas, y los obreros estaban dispuestos a ceder el diez por ciento de su salario con el fin de paliar el paro obrero. Buena voluntad había. También, se respiraba lo mismo en la Sociedad de Obreros de los Albañiles, presidida por el socialista Domingo Muro, pues propusieron y aceptaron que se hicieran cinco casas junto al lavadero de la calle Ancha para paliar el paro obrero, pues embellecía al entorno y compensaba el  paro, incluso se le dispensó de pagar los solares. Estos habían constituido una Sociedad, que les defendiera, pues habían llegado los años de vacas flacas, según les cantaban:

El gremio de los albañiles,
Es un gremio de esgraciaos.
Cuando ganaban dineros
Todos le daban de lao.
Hoy nosotros les decimos:
¿Dónde vais, so mamarrachos?
¡No conocéis las avenas,
los trigos ni los garbanzos!

Pero, Frías no se  sentía satisfecho, y, el ocho de abril de  nuevo presentó la dimisión. Comentaba de nada sirvió la visita al gobernador  ni al ministerio a Madrid. Por eso, todos los concejales le secundaron  en presentar la dimisión. Sin embargo la maestría de Batmala, forjado en la política, supo descubrir que aquello no era sino un simple artilugio político para desanimar a los cargos públicos por parte de los trasnochados del régimen. Y este fue el debate que define la posición de todos ellos. No hay mejor escenario que revivirlo:
-Todos los presentes debemos dimitir. Estamos en la crisis obrera más aguda de Alcalá, y no hemos conseguido darle solución, nos hemos sentido fracasados ante el pueblo, por eso debemos dimitir-intervino el concejal, anteriormente republicano, Cristóbal Sánchez González-, y lo digo  ahora que no pertenezco a ningún partido político.
-Yo sí que soy republicano, y por tanto, me debo a la República, y hablé con el Excelentísimo Señor Gobernador, respecto de que si se presentara la dimisión resultaría que tendría que nombrarse una Comisión Gestora, por lo tanto rectifico en cuanto a la dimisión; y, puesto que no puede, Salvador, irse dignamente, y menos él que, como republicano que es, tiene la obligación de no irse ya que se debe a sus electores. Además, quiero decir al señor Ruiz de la Fuente, usted sí que es político.
-Pues, señor Batmala, yo apoyo al señor Ruiz de la Fuente.  Yo soy sólo republicano sin estar ni con un partido ni con otro, y creo que el pueblo quiere la dimisión de los concejales y debemos presentarla.
Batmala  le respondió aclarando los distintos tipos de republicanismo que existían en la ciudad. Pues muchos no eran sino antiguos monárquicos reconvertidos. Estas fueron sus palabras.
-Yo soy republicano de verdad, y que no es de formales el variar de opinión, puesto que algunos son tan pronto agrarios como republicanos, y mientras quede un solo concejal, el  no se marcha, puesto que con ello sirve a la República, y el régimen  vigente, y lo que traen algunos no son sino ardiles políticos.- Con estas palabras desnudó Batmala a los presentes
-Señor Batmala, no hay ardid político alguno, sino que el gobierno  no soluciona un asunto,  los concejales debemos  dimitir. Le respondió Sánchez Cañete.
-Tampoco, yo no tengo interés político, sino en servir a mi pueblo, y si el gobierno no soluciona el problema, debemos dimitir. Reiteró Ruiz de la Fuente.
-Yo por la gracia de Dios soy agrario, y creo que debemos dimitir. Intervino Cayetano Sierra. 
-¿Porqué no se dijeron estas cosas en Jaén?, Lo que hay que buscar son las soluciones, y aquí lo que se quiere es que a  río revuelto, ganancia de pescadores, Por eso lo que debe buscarse es la solución.
-Lo que hay es que dimitir ya. Apostillaba Ruiz de la Fuente.
-Estamos en un periodo prerrevolucionario, todavía existe política antigua, y como buen republicano, como buen republicano, no puedo oír ni  consentir que mis amigos se vayan del ayuntamiento
Reflexionaba Batmala el mal cariz  que tomaban los acontecimientos, con los republicanos de su candidatura puestos en contra de su postura política, el socialista Frías desanimado, y los agrarios frotándose las manos. Su amigo y compañero republicano le mostró su pasión por su persona:
-Vine afiliado a un partido político y, al retirarse su jefe de la política y ver la variación de las cosas, he tomado una determinación, y, por tanto, me he hecho republicano radical.
En parecidos términos, el socialista Frías cambió de opinión al ver la maestría política con la que Batmala había  puesto al descubierto la situación
           -Sí , esto, sí que es un ardid político, rectifico mis palabras anteriores, y, por tanto, retiro mi dimisión. Como no hay suficiente número de concejales, no puede estudiarse la presentación de las dimisiones. Hay que luchar y  apurar todas las determinaciones por el bien del pueblo.
-Debemos dimitir, insistía Sánchez Cañete.
-Aquí lo que estoy viendo es que se compran hasta los concejales. Intervino  Cortés
En un tumultuoso cruce de acusaciones, no se oían sino estos gritos:
“Mentira” ,
”¿Quiénes?”
”¿Cómo?”
”¿Serás tu?”
 ¡Yo!.
Eso es falso.
-Por favor, déjense de acusarse,  no pierdan los nervios.
-Señor alcalde, todos somos dignos,  no admito estas interpretaciones.
Batmala serenamente, respondió:
-No sé que concejales se pueden comprar o vender . Sólo me pregunto qué ventajas tendría el pueblo con presentar la dimisión el ayuntamiento en pleno, cómo podría solucionarse la crisis obrera. Por eso, insisto de nuevo y creo con toda seguridad que todo no es sino un auténtico ardid político.
-Como el gobierno es el culpable por no dar la solución debemos dimitir.
Y, Frías, que había escuchado muy fijamente las palabras de Batmala, le respondió:
-No consiento que se ataque al gobierno,  y lo que se  busca es desacreditar a este mismo y que cambie el régimen, para que siga imperando  el caciquismo, pues hasta los capitales se los llevan al extranjero, y los antiguos políticos buscan con ello dificultades para desacreditar el  poder constituido, y que caiga para que se instaure de nuevo el régimen antiguo; por tanto el gobierno ha sido demasiado bondadoso que ha despedir a esos enemigos del presente régimen y destituir a otros muchos que vienen interviniendo den todos los negociados de España para imposibilitar la administración y por lo cual ha debido tomar un resolución.
-Ustedes no me han comprendido, siento el  mal aspecto que ha tomado el asunto. Dimito irrevocablemente. Como verdadero republicano, me han ofendido Pues se han salido del seno del asunto, ¡que no era otro sino presentar la dimisión.
            El alcalde quiso retomar el asunto y le espetó diciendo:
            -Sé que es buen republicano. No he querido molestar a nadie ni le he aludido con las consideraciones anteriores.
Como si Batmala tuviera la  autoridad moral para cerrar la sesión, puso el epílogo con estas palabras.
-Antes de que se marche el señor Ruiz, quiero hacer constar que rectifique de su dimisión. Es mi intención manifestarle que  comprendo que no era su  intención la manipulación que otros han hecho de sus palabras esa, pero otros la han confundido, su republicanismo está de sobra reconocido, su amor por el pueblo es claro y notorio, en bien de la República considero que tu y mis buenos amigos debéis continuar como concejales leales con el Gobierno y el Poder constituido.
            Cinco días después, el concejal Bernardo Cortés, uno de los que había provocado el incidente, manifestaba  “Quiero que se apruebe el acta con estas rectificaciones  que yo dije. “no había ardid político ni se compran concejales[1].

Esto no le impidió que presentara en la Diputación un escrito en el que pedía vivamente que se estudiara con la máxima urgencia dos proyectos: el  que unía la carretera de Granada con Alcaudete por Puerto Llano a las Grajeras, y el que unía esta misma con Ermita Nueva[2]. En el mes de abril, por altas instancias se respondió  que no podía concederse el anticipo, y, entonces el alcalde enfrascado en  medio de la crisis obrera hiciera una velada crítica a la burocracia  de la Diputación

-Son cosas de la Diputación, que de seguro se habrá quedado algún papel en los cajones de las oficinas, y por eso tantos inconvenientes.
-No son cosas de la Diputación, sino de los Ingenieros que no han presentado el coste ni el plano, y, sin dichos antecedentes, no es posible conceder el anticipo. Le respondió Batmala[3]

Parecía como si el tiempo real resultara más corto que el psicológico, pues el tiempo psicológico les había arrebatado el minutaje  del  cronómetro  a  aquellos políticos locales que un día recibían una comisión de parados; otro a una sociedad obrera; y el tercero, al sindicato de labradores. Y, mientras tanto, el gobernador civil de nuevo concentraba tropas de la Guardia Civil para salvaguardar el orden público durante los meses de abril y mayo de este nuevo año. Se había perdido la tranquilidad y la serenidad para encarar la situación, y se creía que, en medio de la crisis obrera,  todo podía solucionarse, tan sólo,  con las urgencias y  con ese ritmo trepidante. De ahí que Batmala sea el vehículo de este ritmo en la Diputación, apoyando las propuestas del alcalde de Alcalá, cuando presentó las obras del camino de Mures en dirección a la carretera de Alcaudete a Granada[4].
                                                          




[1] Hemos trascrito en estilo directo las actas que redactó el secretario en estilo indirecto para darle mayor viveza. Son las de 23 de marzo, ocho y trece de abril de 1931.
[2] ADPJ. Acta del 23 de marzo de 1931.
[3] AMAR. Acta del cabildo del 27 de mayo de 1932
[4] APDJ. Acta de 4 de mayo de 1932.

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