El mes de noviembre se convierte
para muchas personas en el mes del misterio ( procediendo del culto a
las ánimas en los primeros días de su calendario) y del teatro ( la
obra de Don Juan es un clásico de los coliseos de muchas ciudades
españolas). Sin embargo, a otras personas les trae recientemente el
recuerdo de la fecha del fallecimiento del famoso escultor jiennense
Pablo de Rojas, cuya vida y obra pueden considerarse las sumamente
desconocidas para muchos provincianos Está claro que el éxito y el
prestigio artístico de su discípulo Juan Martínez Montañés
obnubiló la trascendencia artística de su maestro. Y, aún más,
abundan los escritos que por doquier trataron sobre su nacimiento
alcalaíno en tierras jiennenses y los estudios sobre sus imágenes,
retablos, escuela, taller y otras producciones artística.
Simplemente, por haberse descubierto su partida de bautismo hace mas
de un siglo y romper con la atribución de su origen sevillano, no
era de extrañar que, a partir de ese momento de descubrimiento
investigador, cualquier talla de alta valor artístico se le
atribuyera a Montañés en la iglesia o convento más insospechado.
En el sitio mas recóndito de Andalucía, incluso en nuestra
provincia. Con orgullo, se destacaba que la escuela sevillana había
surgido de tierras de la Sierra Sur, aunque se desconocía la
conexión con aquellas tierras.
Sin embargo, se declaraba
con toda solemnidad y seguridad que su maestro PABLO DE ROJAS había
nacido en tierras granadinas, y nadie dudaba de que este en la
ciudad de la Alhambra se había bautizado, formado y había realizado
su mejor obra. No podía sugerirse otra hipótesis porque había sido
del padre y fundador de la escuela de escultura granadina para
prestigiosos críticos del arte Gallego Burín, María Elena Gómez
Moreno o el profesor Emilio Orozco. Y mira por donde, hace unos doce
años, este periódico provincial cambió totalmente el enfoque de la
escultura española al dar a luz la noticia del nacimiento alcalaíno
de Rojas, su entorno familiar de los Sardos, y las relaciones entre
la ciudad jiennense de Alcalá la Real y Granada a la hora de enfocar
la vida de estos dos escultores. Ni Sevilla ni Granada habían sido
las patrias de su origen y de su familia. Ni había sido un motivo
accidental que la cuna de las escuelas de estos maestros surgiera en
un pueblo jiennense. Una abadía de realengo y un corregimiento
tripartito avalaban el núcleo dinamizar de aquellos artistas que
acudieron a sus tierras y , luego, propagaron su arte a muchos
lugares andaluces.
Por eso, hoy no pueden soslayarse
estas dos instituciones que desde las tierras del sur atrajeron a la
familia de Pablo de Rojas, en concreto su padre el pintor Pedro Sardo
se avecindó y casó con Catalina Gutiérrez en la ciudad de la Mota,
y no hubo proyecto que no se le encargara de sus iglesias e
instituciones. Se apandillaron los Sardos Raxis, por la tierra de
origen de su padre, Cagliari en la isla de Cerdeña. Como su familia
fue prolífica, nada menos que doce hijos seguros y, en su mayoría
artistas ( pintores, escultores, estudiosos de la música ), se
vieron relacionados con otros pintores de la diócesis de Granada y
hay también datos de tierras de Jaén compartiendo aprendizaje y
coparticipando en retablos. Los más famosos Melchor, Pedro y Nicolás
dejaron sus huellas principalmente en tierras granadinas. Hay
constancia, incluso, de que algunos de ellos, su hermano Miguel Raxis
se relacionó con el escultor Sebastián de Solís en una obra de
Alcaudete. Pablo hizo gala de su independencia de su familia,
castellanizó el nombre en tierras granadinas sustituyendo el de
Raxis,Raxes o Rages por Rojas; casó con Ana de Aguilar en la ciudad
de la Alhambra y fundó su influyente taller en a calle Elvira. Sus
discípulos desde su sobrino Bernabé de Gaviria hasta Alonso de Mena
pasando por el círculo antequerano y malagueño recogieron su mejor
saber de la mano de este maestro que impregnó de clasicismo a su
paisano Juan Martínez Montañés. Sus sobrinos se vieron
favorecidos de su saber y enseñanza y algunos compartieron obra
como lo fue su estofador Pedro de Raxis.
La obra de Rojas no se ha
beneficiado de la suerte de salir a la luz todas sus creaciones, y
muchas de ellas se encuentran en el ámbito de las atribuciones por
el estudio comparativo con sus tipos originales, que propagó y
fueron emulados por su discípulos. Sin embargo, los crucificados,
los nazarenos, los columanarios, las vírgenes, los santos de Pablo
de Rojas significaron un peldaño fundamental para la exposición
pública a la hora de la manifestaciones religiosas, bajaron de los
retablos para ser exhibidos y transmitir el mensaje de la
Contrarreforma, inmersos den un clasicismo y manierismo que provenía
de sus fuentes romanas. No es de extrañar que su familia frecuentara
los viajes a sus tierras y se trajeran las carpetas de dibujos y
grabado de los grandes pintores renacentistas que luego tallaban o
pintaban.
Pablo de Rojas y su contexto
artístico se merecen un esfuerzo cultural para ser expuestos en las
dos provincias, una magna y antológica exposición entre Granada y
Jaén, en la que no puede olvidarse la huella cordobesa por la
presencia artística de este maestro en ciudades como Lucena y
Priego. El material abunda, con su producción artística y los
círculos de su influencia. Pues nunca se ha expuesto al público la
obra unificada de Pablo de Rojas y ha sido un escultor básico parra
el posterior desarrollo de la imaginería barroca de Andalucía. La
interprovincialidad sería una faceta que podría encuadrarse
como novedosa, copartícipe y colaboradora entre varias provincias.
Y sin comentar otros aspectos como una
actividad muy interesante de atracción para el turismo cultural.
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