¡HAY QUIÉN DICE DE JAÉN
Afincado en la ciudad de la Mota desde hace casi cuarenta años, seleccionó para
manifestación pública un elenco de otras cuarenta obras, en las que recoge el último periodo de
su versión artística, donde el paisaje, los bodegones y el retrato han sido
expuestos en anteriores convocatorias . Jubilado y excatedrático de Dibujo del
Instituto Alfonso X de Alcalá la Real ,
recorrió con su docencia diversos centros educativos de enseñanza secundaria y compaginó
sus estudios con la enseñanza de modo que su huella se hizo patente en muchos
pintores de la Sierra Sur
formando el grupo ARPA. Son muchos
rincones de España, donde está presente o ha sido exhibida su obra. Como la define el propio autor, por encima de cualquier
otra connotación adyacente, sus cuadros
denotan, por encima de todo, arte,. La composición, la armonía, el color y el encuadre
muestran el dominio de las técnicas de un
pintor ya consagrado y acicalado por los años, la docencia y el oficio. Parte
del axioma estético y, haciéndonos eco de sus palabras "un cuadro es ordenar, componer formas, al
margen de que las formas sean realistas en la interpretación naturalista o geométrica
o en lo irreconocible , pero siempre pesa en su obra la armonía y la estética".
Su verbo sintético conduce perfectamente a estas tres maneras de acercarse a la
producción artística. Claro y contundente como se manifiesta en Sueños y
Arquetipos, título de la exposición que se ofrece en el exsconvento de
Capuchinos.
No
es aventurarse afirmar con Maria Luisa Ceballos que " nuestro artista-pintor
con sus sensibilidad por sus
calidades pictóricas y su sinfonía inusual, nos muestra en todas y en cada una de sus obras un conjunto
armonioso, una explosión de
fuerza y un gran colorido de forma variada y vigorosa". En Campaña se asiste a este
proceso del arte como liberador de la naturaleza, que arguía André Gide y se
pasa de los retratos realistas, como los
cuadros de El sombrerero, Mi nieta Marta,
Mi nieto César o El Papa
Francisco, o la reproducciones de la
Virgen del Rosario, al adanismo con el estudio del desnudo, una
serie de lecciones de auténtico erotismo que discurre a lo de la mayoría de sus composiciones como
elemento fundamental, pasando por los elementos del surrealismo y la fantasía,
en la que, con incrustaciones
complementarias y enigmáticas, se
incorporan todo tipo de sentimientos, vivencias y su visión del mundo
sirviéndose de los objetos presénciales que
le rodean y de símbolos de la mitología y la tradición paradisíaca. Adanismo,
no en la forma de partir de cero, sino que un gran elenco de pintores han
dejado su huella en su concepción creadora, desde Dalí a Picaso, desde Povedano
a Velázquez pasando por el Bosco Giorgio de Chirico o Paul Delvaux. No
obstante, cada una de sus producciones e concibe un alumbramiento que ofrece
diversos ángulos para su interpretación y su recreación refinada en la que
predominan la interpretación onírica y los
arquetipos del inconsciente
colectivo.
Sus cuadros son , esencialmente, esencia estética,
pero tienen la independencia de lo plástico
en medio de un visión ilusionista, al mismo tiempo que también
denuncian, cuestionan y crean una interrogación permanente a la hora
de su contemplación. No dejan al espectador desapercibido ni insensible ante la
contemplación de su obra. Atraen por el estudiado colorido e imantan hasta desentrañar
el enigma de su razón de ser: desde la
reinterpretación de Su Santidad la Mona Lisa hasta el Naufragio Mental. Temas candentes, como la
droga, el mal en sentido genérico, la censura,
la pasión, la autorrepresión, entre otros, se dejan entrever y se subliman en el rincón
más insospechado de su obra. Te introducen al mundo inconsciente, donde el
surrealismo, lo onírico freudiano y lo daliniano dejan su huella, pero siempre
con la impronta sublimada de un artista que eleva a categoría artística su
discurso bajo la paleta siempre del dominio del color y la composición. Símbolos
son los bíblicos del Génesis, los mitos
de los pegasos desbocados y de Europa, las formas geométricas que
se contemplan por doquier, y, sobre
todo, las manifestaciones oníricas, son el vestíbulo para pasar del
inconsciente al mundo consciente, de lo desconocido a lo conocido. Y, los dos
instintos freudianos siempre presentes, el
eros y el thanatos. Por eso, es muy
ilustrativa su autoretrato , a la manera velazquiana, contemplando su venus al desnudo y con los
atributos de la serpiente, la manzana y el torso para el espectador y la parte
frontal para mirada circunspecta del
artista. Al fondo, el paisaje lleno de
doloridos aporta una luz de la gente de la Sierra Sur y de la Subbética. Una
parte de aquel Jaén exclamativo y que actualmente se abre paso con la presencia
de un artista como Antonio Campaña.
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