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domingo, 20 de noviembre de 2016

DIARIO DEL RUTERO POR LOS ZUMAQUES, MONTERREY Y CRUCES

A las once de la mañana partimos más de cien ruteros, procedentes de nuestra asociación y de otros lugares de la comarca en dirección al Cerro de la Luna. Saludamos a Juan Sánchez que encendía una luminaria otoñal y nos invitaba a unas salchichas a lo lejos, quemando la tala del huerto del solarín. Pasamos cerca de las Canteras Nuevas, depósitos y cruz del Rayo, acariciamos el lomo de la cornisa de los Tajos  cercanos al camino pecuario de los molinos de Huescar, y llegamos a la ermita de la  Verónica, donde hicimos la primera parada. Comentario sobre el Calvario, la sexta estación donde comentamos su devoción popular, y el damero de la ciudad renacentista. No olvidamos comentar los arrabales viejos de Alcalá y el telón de fondo de la Mota. Proseguimos el sendero de los Llanos hasta cerca de las cuevas argáricas y las canteras romanas, rozando el sendero con la valla y las canteras del camino de San Marcos hasta topar con su cerro, donde nos agrupamos con una mijita de lluvia. Describimos el paraje de la primera ciudad de Alcalá, el santuario del cerro, las casas de los Batmalas y las placas del Mioceno.
Al llegar al mirador de los Zumaques, se nos ofrecieron en su mejor momento, rojizos, ocres por algunos sitios, amarillos pardos por otros y el verdor de la vegetación mediterránea en su relleno natural. Charilla, al fondo y  y, en el sello del antiguo basurero, las rocas caídas del mar de Thetis. Se oían tiros de cazadores por el olivar, y los esparragales amarilleaban lo campos baldíos.
No adentramos ante el temor de la lluvia por el sendero abierto en el bosque de Monterrey, y bajo los descomunales tajos que ofreían sus flancos horadados por la gelifracción y la erosión de siglos. pisando piedras y salteando las rocas caídas, agrupandonos en los terrenos roturados y rodeados de tapiales de piedras. Explicamos la roturación de los Llanos a las clases humildes, su endeudamento y venta a los patronos. No olvidamos el oso cazado por el rey Alfonso XI y descrito en su Libro de Montería.
Algun pino, lagar y el camino del zumacal nos condujeron al camino alto de Chariilla. Nos vigilaba el Hacho, rememorando su cadalso suicida.  De allí viramos a la izquierda hasta llegar a un sendero que nos llevó a la casa de piedra,  un rincón encantador cuidado por Manuel y Toñi, repleto de su labor artesanal y artística con la que han elaborado una vivienda de piedra que complementa y mejora el medioambiente de este entorno. Se vive en otro mundo bucólico que recuerda las Georgicas o las Bucólicas de Virgilio, no son los pastores de Téocrito son los descendientes de Gerión haciendo hablar a las rocas del desprendimiento secular. Al lado, disfrutamos con Vicente Moreno, en su huerto especialmente ilustrado con su gubia, en la que su cosmovisión  de artista nos ilustró de la génesis, esencia y diagnśotico del ser humano ante el planteamiento universal del topos ciudad/campo con un nuevo enfoque que lo convierte universal para los planteamientos del futuro. El hombre, la mujer, el campo, la naturaleza, la transformación humana y los complementos se romanizan en sus relieves con una versión portadora de mensajes muy ilustrativos para revisar el mundo de hoy.
De allí , en medio de una atmósfera purificadora como si nos envolviera una sombra regenerativa llegamos a la caseta de la Mora Vieja. Breves notas históricas. Y recordamos a los últimos de la fila el compromiso de Huerta de Capuchinos con el Banco de Alimentos el próximo fin de semana.
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