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martes, 1 de noviembre de 2016

Batmala y Frías ante la separación entre Iglesia y Estado,




Un convenio colectivo con mediador Salvador Frías
Entre los últimos meses de 1931 y los primeros meses de 1932, en algunos lugares de España la gente desbordó las pasiones contenidas durante los muchos años de represión y se abrieron todo tipo de sentimientos libertarios. El mal llamado problema religioso provocó el principal conflicto de la República y le atrajo un buen número de enemigos innecesarios. Tenía razón Indalecio Prieto, cuando confesaba: “Nos dedicamos a arañar, simplemente a arañar, y los arañazos, siempre superficiales, suelen irritar mucho más que las puñaladas”[1].
Aconteció cuando comenzaron a hacerse realidad las medidas gubernamentales de “en la secularización de los usos sociales, el control estatal de las actividades religiosas, en la reversión al patrimonio  nacional de una parte de los bienes eclesiásticos y en la eliminación del clero en el sistema educativo”. Algunas de  ellas tuvieron cierto impacto en la política local de Alcalá  Es evidente, como dice Gil Pecharromán. “La inclusión de medidas manifiestamente anticlericales en el texto constitucional y los apasionados debates que ello originó una dimensión excesiva a un problema que debía haberse relegado a una regulación legal  posterior y más específica. Sin embargo lo cierto es que, contra el parecer de muchos republicanos, el anticlericalismo se convirtió  en uno de los pilares normativos del régimen, difuminando el efecto democratizador de la legislación laicista y otorgando a los adversarios de la República una baza psicológica que supieron utilizar adecuadamente[2].    
separación entre Iglesia y Estado, promovidas por la nueva constitución. Se centraron principalmente

En Alcalá, también surgieron, en los últimos días de diciembre, aquellos momentos de ira popular, en modo alguno planificados por las autoridades locales, ya que controlaron todo tipo de violencia; además no acontecieron los hechos lamentables  como en otros muchos pueblos y ciudades de España. Claro ejemplo fue la aplicación de las normativas legales  referentes a la  religión cuya  responsabilidad nunca pudo atribuirse al propio Ayuntamiento alcalaíno. Pues Montefrío, cercana a Alcalá, el cabildo municipal llegó a enviar un telegrama de apoyo a la separación de iglesia y Estado y confiscación de bienes de las Congregaciones religiosas,  y  propuso,  en un acuerdo  plenario, la  secularización del cementerio, la derogación de subvenciones para fiestas religiosas, la inasistencia de autoridades a los actos religiosos, la limitación de las manifestaciones religiosas, fijación de presupuesto y subvenciones para matrimonio y entierros civiles. En Alcalá, sin embargo,  no hubo acuerdo alguno sobre estos temas. Tan sólo los concejales republicanos y socialistas dejaron entrever cierto laicismo con motivo de algunos acontecimientos que le desbordaron. Pues, creían que estas competencias eran propias de la faceta gubernativa del alcalde.    
El laicismo y anticlericalismo se habían convertido  más en una manifestación privada y partidista de muchos partidos republicanos, principalmente los radicales, que  en una postura oficial contra la Iglesia. Por eso, no era de extrañar que de ello se hiciera eco en las fiestas populares  como las de Carnaval. Clara expresión eran las  canciones populares en Alcalá la Real[3]. Y, además con un significativo contraste con respecto a  los anteriores carnavales, pues, antes de que se proclamara la Republica, las comparsas  presentaban, tan sólo, canciones con letras alusivas a la grandeza de su  tierra, a sus devociones, a la mujer alcalaína, y a la pobreza. Pero no llegaba la sangre al río, porque, aunque la forma reflejaba ciertas connotaciones filorrepublicanas, el fondo no ofrecía  agresividad alguna, sino una autocensura sumamente contenida. Sirvan de ejemplo estas estrofas de ambos periodos:

            Cuando Dios hizo este mundo
Y, por tanto, Alcalá,
Le dio a su Madre bendita
Por Patrona titular.
Por eso cuando miramos
Con cariño a sus mujeres
Nos parece estar mirando
La Virgen de las Mercedes.
Paisanitas, paisanitas,
Que escucháis nuestro cantar,
No os riáis de los obreros
Que os vienen a saludar.
Alcalaínas preciosas,
Burguesas o menestradas,
Todas sois fragantes rosas,
Todas  sois flores hermanas.
..Las obreras de la fábrica
Que radica en la Tejuela,
Todas son si bien se miran
Bizcochitos de canela.
..
Por eso, en todas las crisis
Nuestros hidalgos paisanos
Trataron a los obreros
Como queridos hermanos.
Y, por eso, aprovechando
Que estamos en Carnaval,
Esta comparsa de obreros
Les vienen a saludar.
Como escasean jornales
Y, por tanto, el dinero
 Si a cantar no se dedican,
¿Qué van a hacer los obreros?
Paisanos, que vuestras trojes
Están de trigo repletas,
Mirad por vuestros hermanos
Que no tienen dos pesetas.

Las patatas están caras,
Los garbanzos, por las nubes;
El jornal baja que baja;
Y el comer sube que sube.

Las obras están paradas,
Los campos, si sementera;
Y el pan, que está a dos reales,
Ya no lo fían en las tiendas.

En nuestras casas no hay lumbre,
Ni rescoldo en el bracero;
Ni en los candiles aceite,
Ni tocino en el puchero.

El remendar los calzones
Hoy nos cuesta un dineral;
Y el tío de la perra gorda
Ya no nos quiere fiar.

Paisano burgués que tienes
Billetes en la gaveta,
Da trabajo a los obreros
Que no tienen dos pesetas.
Mira que te mira Dios,
Mira que te está mirando,
Mira que te has de morir,
Mira que no sabes cuándo[4].

 Pero, al año siguiente, este pueblo sumamente religioso, por su tradición abacial, comenzó a  cantar las canciones de  clara influencia anticlerical, fruto del momento en el que se vivía nacionalmente:


Unos dicen con sotana,
Y otros  que con abrigo
Y otros con menos motivo
En la cárcel los han metido.

Y aconteció que esta efervescencia social hizo saltar el primer incidente, porque, a finales del año 1931, se quitaron  los crucifijos de las escuelas, y por el mes de diciembre, Alcalá amaneció con algunas cruces de piedra colocadas a la orilla de los caminos y entradas de la ciudad, rotas, destrozadas y esparcidas por el suelo. Incluso, el pueblo  lo cantaba satíricamente[5]



[1] PRIETO  TUERO. Indalecio. Esperanzas muertas. Vol. I pág.96.  y del libro de Martín Nájera, pág. 281
[2] GIL PECHARROMÁM, J. ob.cit. pág. 142.
[3] Testimonio de Sixto León Arroyo . Y esta otra recogida de la comparsa de la Pedriza.
Tiene mi primo una novia
Que es un primor,
con dos metros de estatura
negro el color.
Y de pechera una tabla,
Y un ojo bizco
Y por detrás nunca puedes
Darle un pellizco.
[4] MURCIA ROSALES, Domingo   Carnaval, Programa a la Virgen de las Mercedes 2004. Pág. 122.
[5]A la Cruz del Rayo,
le han hecho miles de peñones,
para que se den los curas,
 miles de “calamochones”,
Otra vez quieren ponerlas
Y en los periódicos dicen
Que habrá temblores de tierra”

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