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martes, 5 de mayo de 2020

UN TESTAMENTO CURIOSO. UN VESTIDO PARA NUESTRA SEÑORA DE LA CABEZA EN 1732




            
            Hasta fechas muy cercanas era frecuente que la mayoría de las personas, siempre que  estaban a punto de fallecer, otorgaran un testamento, revisado en muchas ocasiones con algunas cláusulas testamentarias. A través de este documento notarial, el testante  realizaba una declaración de fe y una serie de mandas, por las que repartía sus bienes o reservaba una serie de cantidades  para pagar deudas, hacer obras de caridad y encargar  misas y cultos por su alma en  la mayoría de las iglesias de la ciudad. Los había quienes creaban una fundación o una capellanía, con las que se erigía una capilla, una memoria de misas y un patrón que asumía los gastos grabados en censos, fincas o bienes muebles e inmuebles que quedaban  como recursos de las hermandades, cofradías e iglesias. En las cofradías, esta costumbre  creó una serie de patronos que identificaban a  familias con las distintas advocaciones de María, de Jesús o con los Santos: es el caso de los Pineda con la Virgen de la Mercedes con la familia de los Pineda; los Sotomayor con  la iglesia de Consolación, Pedro Muñoz de los Díez con la iglesia de Capuchinos, Nuestro Padre Jesús, la familia Lastres, etc.

            Pero no puede olvidarse la gran cantidad de personas humildes que reservaban los ahorros de su vida para que se dijeran misas en el altar de la imagen, de la que eran hermanos y cofrades; a veces, incluso, donaban sus mejores prendas o los ahorros de metales para que la cofradía administrara censos o comprara algún bien u ornato de la imagen. Este es el caso de Gabriel Montenegro y Luciana de Berciér, naturales y vecinos de Granada, que, casualmente, se encontraban en 1732 afincados y alojados en una casa del convento de Consolación. Por algún imprevisto, se vieron obligados a hacer el testamento  y solicitaron ser enterrados en dicho convento y que se les reconocieran dos censos dedicados a las cofradías de Nuestra Señora de la Soledad y Nuestra Madre de Dios del Rosario. Pero, lo que más nos interesa para la historia de la cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza es la siguiente manda testamentaria:

            “A Nuestra Señora de Cabeza, sita en la iglesia de San Marcos, extramuros de esta ciudad, a la  cual se ha de dejar doce pesos de escudos de plata, los cuales se le han de dar luego que fallezcamos, todo otorgante a Andrés Bedrodo, nuestro albacea, para que las emplee en un VESTIDO  para nuestra Señora, para lo que alcanzare, porque así es nuestra voluntad”.

            Con esto comprobamos que la cofradía engrandecía su patrimonio a través de enseres y ornatos, en este caso un vestido de la imagen, costumbre que mantienen muchos hermanos mayores en su año mandato y, por otra parte, se manifiesta el carácter trashumante de dicha cofradía por el origen de muchas de sus personas devotas, ya que por sus apellidos y su vecindad debían ser ganaderos que se alojaban accidentalmente en Alcalá la Real Sin embargo, apreciamos que esta costumbre testamentaria ha quedado reducida en muy pocas familias que tan sólo hacen alguna donación a alguna institución. Cosa que engrandeció mucho el patrimonio artístico de muchas iglesias y cofradías.
Francisco Martín Rosales














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