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jueves, 7 de mayo de 2020

CUANDO TENÍAMOS QUE COMPRAR ACEITE PARA EL ABASTO DE LA CIUDAD...

Hace ya muchos años que nos abastecemos de aceite en el municipio y término de Alcalá la Real. Costó trabajo pasar de una economía agroganadera, en la que primaban el ganado, el cereal  y  el viñedo. Hasta finales del siglo XIX no llegamos a ser autárquicos de este producto de consumo en la ciudad de la Mota; muchos antes Alcaudete y Castillo de Locubín recogieron de sus olivares el aceite para los hogares. 
Anteriormente, el aceite debía importarse. Salía en subasta y almoneda por el cabildo municipal y solía recaer en una abstecedor del aceite de todo el año, que debía repartir en las tiendas" tendillas de aceite", que se repartían en diferentes barrios de la ciudad: el de la Mota, junto a la plaza, y conforme se fueron desarrollando los barrios nuevos,  se colocaron tendillas en el barrio de Santo Domingo, barrios nuevos de los alrededores, Tejuela, Llanillo y Veracruz. 
Por un documento sin fecha ( por los documentos de su entorno 1555 ante Alonso de  Jamilena en le Archivo Histórico Provincial de Jaén), se sabe que el rematador del aceite de aquel año fue Diego Martínez Izquierdo. Este, a su vez subarrendaba la  traída del aceite, porque en Alcalá la Real no existían más olivos que algunos acebuches, castúos y olivos solitarios en corrales, corralones y linderos ( algunos disfrutaban aceite de su tierras en el término de la villa del Castillo de Locubín). En concreto, lo hacía con los vecinos de Alcalá la Real Miguel Pérez y Juan Ramos. Y es muy interesante el contrato de subarriendo, porque nos indica el número de cuatro tiendas abastecedoras de Alcalá la Real, y varios compromisos: las bestias de transporte, los lugares de origen del aceite( la campiña cordobesa en la que se citan Cabra,  Lucena y Baena y el precio de cada arroba a medio real). La forma de pago consistía en consonancia de la traída de las cargas y se comprometían al cumplimiento de este compromiso de que no faltara  con sus personas  y bienes ( se han de quedar por cien arrobas once cuartos para paliar las faltas). 
En el lñugar de origen, como en Baena, por otro documento del mismo año los regidores Gonzalo de Ávila y Bartolomé de la Madrid facultaba a venderlo a Francisco dde Ávila, vecino de Baena,  en Alcalá el aceite en los precios que pudiere, lo que nos amplía el arco  del comercio de la venta del olivo.
Así se mantuvo el comercio del aceite, cambiaron los lugares Luque y Arjona como abastecedores hasta tiempos de Carlos III, que se realizaron las primeras plantaciones, tambien deficientes para el abasto alcalaíno; luego aumentaron en los repartimientos del siglo XIX para llegar a su final, cuando se acrecentaron los molinos en todo el término alcaláino y, por ende la propagación del olivar.  



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