Archivo del blog

lunes, 11 de mayo de 2020

LA MOTA NO SE VENDE. CAPÍTULO CUARTO







CAPÍTULO IV UN ARRABAL  MUSULMÁN.             

La Leyenda de la Mina adentró a toda la comitiva en el ambiente musulmán. No habían llegado a la ciudad fortificada y se quedaron completamente atraídos por aquel mundo de leyendas y pasado, por donde pisaban. El guía no se recató en  definir el Arrbal Viejo en un lugar papel fundamental y estratégico entre el reino de Granada y los reinos de Castilla y León. Pronto, la estabilidad política y el crecimiento de su población obligaron a pasar de un castillo defensivo a una extensa fortaleza, compuesta de diversos barrios en torno a sus correspondientes cinturones que se ampliaron gradualmente, a lo largo de los siglos XV y XVI  con la llegada de nuevos vecinos para repoblar esta ciudad.     Desde la época musulmana, la construcción de la muralla del Arrabal Viejo  constituyó un  hito fundamental para el desarrollo urbanístico de  Alcalá la Real, ya  que, con su  edificación,   se pasó de una ciudad fortificada a una  nueva ciudad  que, paulatinamente, se extendió desde el barrio de la  Mota  hasta el de las Cruces ya en tiempos de la Edad Moderna. Pues,  al recinto  fortificado  en la cima del cerro de la Mota, se añadió  un tercer círculo de murallas  que dio lugar a este Arrabal Viejo, que tardó en llamarse de Santo Domingo, cuyo centro era  la antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de cautivos  El jeque se intereseó y le preguntó sobre la población.
-Le puedo dar datos tras la conquista cristiana por el rey Alfonso XI. Mientras que la ciudad fortificada de la Mota  fue ocupada por las familias nobles-estableciéndose en las casas de los caballeros musulmanes  y  aprovechando cualquier rincón edificable de la fortaleza-, este barrio atrajo, en cambio, a los vecinos que se ocuparon de los oficios  básicos para el mantenimiento de la ciudad. En concreto,  tanto en el recinto fortificado como en el Arrabal Viejo se albergaban 555 vecinos, lo que corresponde a un  mismo número de casas o viviendas, ubicadas entre sendos espacios urbanos y militarizados. Si nos ceñimos al  exterior de la fortaleza, podemos concluir que este arrabal, -siguiendo con reservas a este escritor por sus deficiencias de trascripción  e inexactitudes documentales-,  estaba compuesto por las calles siguientes de 1495.
-¿Y había calles? - le inquirió el asesor del jeque

- Tenemos notiicias posteriores a la época almohade y nazarí. Estas eran las calle “Peña Horadada, Sebastián Díaz, Matadero,  Alonso Gérez, Antonio de Córdoba, Rastro, Puerta Nueva, Santo Domingo, Postigo, Pie de la Torre,  las Entrepuertas, Albaicín, Lagares, Salto, San Bartolomé, Santa María, San Sebastián, Martín, Alhondiguilla, Cristo de la Piedra, Pósito Bajo y Torre Bermeja”.
 -Me interesan muchos datos de los tiempos anteriores a la conquista. Por eso hemos venido a esta ciudad. ¿ Cómo era su aspecto antes de la llegada de los cristianos?- le replicó  el jeque.
-Ya le h dicho que tenemos pocas  noticias acerca del poblamiento en la época musulmana,  lo que destaca es su carácter estratégico  en  el camino entre Granada y el reino de Castilla y León y el ambiente comercial que predominaba dentro de su castillo. No es extraño que tuviera la gran importancia  política  de esta fortaleza con respecto a otros  hins y calat de su derredor, lo que coincide con el hecho de que en su  lugar nacieron  y vivieron importantes personajes,  y, además, se asentaron algunos literatos significativos del mundo andalusí como Ibn Jatib.  Por lo demás, los terrenos  y los  futuros arrabales en torno a los caminos se describen como una  zona de ruedos, muladares y viñedos que coinciden con fuentes documentales cristianas posteriores. Partiendo del conocido libro Los Miráculos de Pero Martín, así se describía la Alcalá del siglo XI y XII.
-Lo hemos leído, y no hemos podido determinar los espacios comprendidos entre los arrabales y la ciudad fortificada. Nos gustó más  las referencias sobre las tierras de Alcalá. Una Alcalá que pertenecía al reino moro, flanqueada de territorios de la Orden de Calatrava, con unas tierras plagadas de viñedos, habitada en su fortaleza, donde había personas que se ocupaban de abastecerse para librarse de los fríos. Un  lugar que era fundamental en la ruta entre el reino de Jaén y Granada, porque pasaba un camino fundamental para las correrías de los reyes granadinos cuando se adentraban en tierras castellanas. 


 -Por este tiempo, se dio un gran paso. Pues, pronto, la estabilidad política y el crecimiento de su población obligaron a pasar de un castillo defensivo a una extensa fortaleza, compuesta de diversos barrios en torno a sus correspondientes cinturones que se ampliaron gradualmente. Algo parecido aconteció posteriormente , a lo largo de los siglos XV y XVI  con la llegada de nuevos vecinos castellanos para repoblar esta ciudad. Como a otros enclaves fronterizos avanzadlos y próximos a tierras musulmanas, comprendidas en la franja que corre de Gibraltar hasta Lorca, se le concedió el derecho de asilo. La escasez de población y la poca afluencia de vecinos, dadas las duras condiciones iniciales de Frontera, motivaron a su conquistador, el rey Alfonso XI, conceder a la villa el derecho de homicianos. 
-Volvamos al periodo musulmán- interrumpio el jeque.
- Le puedo dar algunas notas que he recogido de nuestros arqueólogos. En este lugar hay una mescolanza de xulturas. Por decirle, le puedo afirmar que, incluso, hay restos de la necrópolis de tiempos deel Bronce. 
-¿Qué interesante!
-Pero debio producirse un vacío en muchos siglos. Hasta tiempos del Califato.  Pues, al recinto fortificado en la cima del cerro de la Mota, se añadió un tercer círculo de murallas que dio lugar al Arrabal Viejo o barrio de Santo Domingo, cuyo centro era la antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de cautivos. En tiempos de los almohades debió fortificarse y sufrir una amplia transformación a la que le afectaron muchas medidas arquitectónicas de este tiempo. Y, en parecidas circunstacias, en tiempos de frontera, los vecinos estuvieron  caracterizados por su aspecto eminentemente militar. A saber, eEncerrada la población de Alcalá durante los doscientos cincuenta años que fue plaza fronteriza dentro de los muros inexpugnables de su fortaleza y arrabal, a cuyo abrigo tornaban sus guerreros después de batir a los moros o a los cristianos, según el caso, de Granada, Íllora, Moclín y Montefrío. En este tiempo se nota en sus ortificaciones “Se perfecciona el sistema de puertas de recodo, se hace uso de la barbacana o antemural que envolvía el recinto y se utilizó como norma la construcción de torres albarranas”

- Y le han aclarado algo más los arqueólogos, porque por lo que percibimos, casi todo es una muestra de los siglos XVI: en adelante.
-Deducen esta situación.  El Arrabal Viejo debió formar un espacio urbano de expansión del recinto de la ciudad fortificada a lo largo de los siglos anteriores de la conquista definitiva por el rey Alfonso XI, delimitado por el muro de cerramiento y ofreciendo en su interior un paisaje semirural, donde se mezclaban las casas dispersas, sin entramado urbano, con huertos, solarines y algunas agrupaciones de viviendas en torno a lugares de labranza (eras o fuentes) o algunos edificios importantes como la mezquita y las cuevas horadadas en la roca del cerro. Una de las primeras noticias del Arrabal Viejo se encuentra en el libro de Los Aranda de Alcalá la Real,
-Cuente, cuente. 
-Haciendo referencia al momento de la conquista. Le cito textualmente  este relato “El qual, como una vez con otros cavalleros hiziese una entrada llegando de noche a los muros de Alcalá, en una adarve, que está devajo de la fortaleza, puso una escala por la qual subió sin otra compañía. Y, subido, saltó dentro de un corral que dizen de la Moriana y ahora es dentro de las puertas, dos de siete que la ciudad para entrar la Mota deella tiene. Porque la parte de adentro el andén del adarve era poco más alto y, por parte, casi igual al suelo del dicho corral. A do halló un moro que estava con una manada de cabras que dormían allí de noche, y estaba amamantando unos cabritos. Y apechugando con él y tapándole la voca porque no diese voces, lo ató y lo vajó por la dicha escala y lo puso por su cautivo como avido de buena guerra, y por el buen esfuerzo que dio Dios. 
-Me habla de Passcual Adalid y el moro cautivo que le desveló todo el sistema de pasadizos. 
-Exacatemente.Pues, se observa claramente una zona de corralones, casas dispersas y de cuevas.
 -Y, cómo se defendían ?
- Es otro aspecto de este arrabal, su carácter semifortificado de los alrededores de la ciudad fortificada. En el mismo libro se cita que  esta vez una en la era que dizen de los Palacios, que es junto y fuera del Adarve Nuevo, que está fuera de los zimientos, en el arrabal de la Puerta Nueva. Y después de cansados de escaramuzar los unos y los otros se retiraron los moros al cabo de dichas eras, hazía las viñas que juntan con ellas. Y los christianos, arrimados a un palenque de madera que para su defensa tenían hecho, que iva desde el dicho adarve asta zerrar y juntar con una torre que dizen del Espezería, que está poco arriba de la Peña Hazconada, a do Juan Sánchez de Arjona, su padre, como arriva se dijo, avía enclavado el moro. 
- No  es de extrañar que en su derredor, también se instalaran en las afueras algunas viviendas dispersas como mesones, ermitas, y posadas.
-Le cuento textualmente estas anécdotas que lo ratifican. Como el príncipe don Enrique, en vida de su padre don Juan el Segundo, viniese poderosamente a hazer la guerra a los moros, señaladamente a los de Montefrío, y su entrada se había de ser por Alcalá, (1439-1445); porque le constaba que estaba en desgrazia del rey, su padre y confederados con los Infantes de Aragón, sus tíos, que tenían guerra con él; pareciale poderosos como venía que podría hazer algún sinsabor a su padre, y apoderarse de la ciudad. Y por esto, el día que el príncipe había  de entrar, él y Gonzalo Monte que eran los más principales, acompañados de los otros deudos y parientes, dejando sin embargo aderezado el Mesón de la Torre, que estava junto a la hermita de SanSevastián, a donde se aposentase fuera de la de la ciudad (...) Y por esto le suplicavan que tuviese a mal de se aposentar fuera, ni aquello lo reziviese por rescatado, pues se hazía por guardar toda la lealtad a su rey”.
-Son textos, que nos cuentan en el derredor de la fortaleza, interesantes. 
-Como este otro, cuyo  texto muy bien describe la parte noroccidental de los exteriores de este arrabal. En este tiempo, el Marqués de Santillana estuviese en Jaén por Capitán General de la Frontera y quisiese apoderarse de Alcalá, no se supo para qué propósito, envió a los dichos caballeros Pedro Fernández de Aranda y a Gonzalo Monte de la Ysla, como los más principales de allí y díjoles que al servicio del rey conbenía que aquella ciudad se le entregase... Y como los presos huviesen avisado a sus parientes y amigos que en la ciudad estaban, llegada la gente del Marqués, que los llevaban a ella, hallaron las puertas cerradas y puestos en los adarves los que en ella dentro estavan (…). los de dentro les respondieron que si no viesen provisión y mandato expreso del rey que no entregarían la ciudad. Entonces los cavalleros del Marqués, no trayendo vien a los presos que venían, por lo que les oyeron dezir, porque era ya muy tarde albergaron con ellos aquella noche en la ermita de San Sebastián y otros se fueron a Jaén. Me dejé atrás algunas leyendas. Los pozos que abundaban por doquier invitaban a escenas de amor. 
-Me refieren una famosa. La de Mora Cava.
-Esa es la más cconocida. Fuera de este recinto debió acontecer.
-Cuente-. Hay una mina que  se extiende más allá de la tercera línea de mural y se adentra bajo tierra hacia el Arrabal Viejo. ¿Fue en este lugar?¿lo fue en el Pozo del Altozano?¿ lo fue en el Albaicn? Sea donde sea, se forjó por estos lares la leyenda de la Mora. Corría el año 1341 y las tropas de Alfonso XI acampaban en un arrabal semipoblado de alquerías y con numerosos huertos plantados por las laboriosas manos musulmanas. Los moros de Alcalá, tras la conquista cristiana de este barrio, se habían refugiado en el recinto de la fortaleza de la Mota. Resistían al duro cerco impuesto por las tropas castellanas, pero los víveres se iban agotando y, sobre todo, el agua escaseaba en sus aljibes. En un consejo de los magnates con el alcaide moro, acordaron bajar de forma secreta y  durante en la oscuridad de la noche  a través  los pasadizos secretos  a los pozos de las afueras del recinto amurallado. La más osada fue una joven, de nombre Cava, porque estaba acuciada por la enfermedad de su madre, que necesitaba urgentemente el agua para calmar la sed de su elevada fiebre. Bajó varias veces, burlando a centinelas y puestos de guardias.
Cierta noche, los guardias la confundieron con un fantasma envuelto entre sus túnicas. Pero, a la siguiente le lanzaron una saeta que clavó el turbante con su velo en el tronco del árbol. Lo soldados castellanos siguieron la pista de la  que huía,  y encontraron la salida por donde  bajaba a la boca de un pozo.  Cambiaron de parecer y, para las próximas noches, establecieron un puesto  de guardia en sus inmediaciones. No lo hicieron nada mal, porque a la noche siguiente, sorprendieron  a la joven Cava en las inmediaciones del pozo con dos cantaras para llevar agua a sus familiares. La prendieron y la llevaron a la tienda del capitán, que quedó prendado de su hermosura. Una flecha de amor atravesó el corazón de los dos. El capitán, compadecido por sus buenas acciones, permitió que regresara a la fortaleza por el mismo pasadizo, donde,  horas después, los guardias sorprendieron a varios soldados musulmanes a los que les causaron la muerte. 
Pasaron los días, y Cava no bajaba al pozo. En medio de estas circunstancias, un moro, de nombre Zayre, que hacía de emisario de los mensajes de las tropas de asedio, le llevó una carta a Cava, leída por su madre reclamándole la cita en el pozo El nuevo amor de Cava no fue comprendido por su padre, curiosamente era el moro Zayre que andaba loco por las callejuelas de la Mota a despotricando de haber sido mancillado en su honor por su hija. Y aquí la leyenda se divide en dos desenlaces: uno relata que una noche buscó a su hija que había abandonado la casa  de la familia y bajó a la fuente donde tenía encuentros de amor con el capitán. Allí su padre le lanzó una saeta con la que cayó mortalmente herida la mora Cava de las manos del capitán y él salió huyendo hacia un callejón oscuro donde se colgó a la horca y murió, lo que hizo que se llamara el callejón del Moro o del Ahorcado; la segunda leyenda acaba con una encerrona del capitán, porque le había visto hablar con una mujer  y, Cava, muy celosa, le hizo meterse en el pasadizo para que lo mataran los guardias moros; tras una conversación en la que aclararon el desaguisado, la mora descubrió el error de aquel encuentro del amante con su madre, y salen corriendo del pasadizo para no ser matados, se bautiza con el nombre de Mercedes y le promete el casamiento.
Miró el jeque la entrada de una cueva, y se asomó a la galería subterranea. Encontró una ciudad oculta. Un pozo amacizado en laentrada. Le dijero que era la casa del zpatero Rosado. Un lugar mistérico. Loe dejó para la bajada. 

         


No hay comentarios:

Publicar un comentario