CAPÍTULO IV UN ARRABAL MUSULMÁN.
La Leyenda de la Mina adentró a toda la comitiva en el ambiente musulmán. No habían llegado a la ciudad fortificada y se quedaron completamente atraídos por aquel mundo de leyendas y pasado, por donde pisaban. El guía no se recató en definir el Arrbal Viejo en un lugar papel fundamental y estratégico entre el reino de Granada y los reinos
de Castilla y León. Pronto, la estabilidad política y el crecimiento de su
población obligaron a pasar de un castillo defensivo a una extensa fortaleza,
compuesta de diversos barrios en torno a sus correspondientes cinturones que se
ampliaron gradualmente, a lo largo de los siglos XV y XVI con la llegada de nuevos vecinos para
repoblar esta ciudad. Desde la época
musulmana, la construcción de la muralla del Arrabal Viejo constituyó un
hito fundamental para el desarrollo urbanístico de Alcalá la Real , ya
que, con su edificación, se pasó de una ciudad fortificada a una nueva ciudad
que, paulatinamente, se extendió desde el barrio de la Mota hasta el de las Cruces ya en tiempos de la Edad Moderna. Pues, al recinto
fortificado en la cima del cerro
de la Mota , se
añadió un tercer círculo de
murallas que dio lugar a este Arrabal Viejo, que tardó en llamarse de Santo Domingo, cuyo centro era
la antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de
cautivos El jeque se intereseó y le preguntó sobre la población.
-Le puedo dar datos tras la conquista cristiana por el rey Alfonso XI. Mientras que la
ciudad fortificada de la Mota fue ocupada por las familias
nobles-estableciéndose en las casas de los caballeros musulmanes y
aprovechando cualquier rincón edificable de la fortaleza-, este barrio
atrajo, en cambio, a los vecinos que se ocuparon de los oficios básicos para el mantenimiento de la ciudad.
En concreto, tanto en el recinto
fortificado como en el Arrabal Viejo se albergaban 555 vecinos, lo que
corresponde a un mismo número de casas o
viviendas, ubicadas entre sendos espacios urbanos y militarizados. Si nos
ceñimos al exterior de la fortaleza,
podemos concluir que este arrabal, -siguiendo con reservas a este escritor por
sus deficiencias de trascripción e
inexactitudes documentales-, estaba
compuesto por las calles siguientes de 1495.
-¿Y había calles? - le inquirió el asesor del jeque
- Tenemos notiicias posteriores a la época almohade y nazarí. Estas eran las calle “Peña Horadada, Sebastián Díaz,
Matadero, Alonso Gérez, Antonio de
Córdoba, Rastro, Puerta Nueva, Santo Domingo, Postigo, Pie de la Torre , las Entrepuertas, Albaicín, Lagares, Salto,
San Bartolomé, Santa María, San Sebastián, Martín, Alhondiguilla, Cristo de la Piedra , Pósito Bajo y Torre
Bermeja”.
-Lo hemos leído, y no hemos podido determinar los espacios comprendidos entre los
arrabales y la ciudad fortificada. Nos gustó más las referencias sobre las tierras de Alcalá. Una Alcalá que
pertenecía al reino moro, flanqueada de territorios de la Orden de Calatrava, con unas
tierras plagadas de viñedos, habitada en su fortaleza, donde había personas que
se ocupaban de abastecerse para librarse de los fríos. Un lugar que era fundamental en la ruta entre el
reino de Jaén y Granada, porque pasaba un camino fundamental para las correrías
de los reyes granadinos cuando se adentraban en tierras castellanas.
-Por este tiempo, se dio un gran paso. Pues, pronto, la estabilidad política y el
crecimiento de su población obligaron a pasar de un castillo defensivo a una
extensa fortaleza, compuesta de diversos barrios en torno a sus
correspondientes cinturones que se ampliaron gradualmente. Algo parecido aconteció posteriormente , a lo largo de los
siglos XV y XVI con la llegada de nuevos
vecinos castellanos para repoblar esta ciudad. Como a otros enclaves
fronterizos avanzadlos y próximos a tierras musulmanas, comprendidas en la
franja que corre de Gibraltar hasta Lorca, se le concedió el derecho de asilo.
La escasez de población y la poca afluencia de vecinos, dadas las duras
condiciones iniciales de Frontera, motivaron a su conquistador, el rey Alfonso
XI, conceder a la villa el derecho de homicianos. “
-Volvamos al periodo musulmán- interrumpio el jeque.
- Le puedo dar algunas notas que he recogido de nuestros arqueólogos. En este lugar hay una mescolanza de xulturas. Por decirle, le puedo afirmar que, incluso, hay restos de la necrópolis de tiempos deel Bronce.
-¿Qué interesante!
-Pero debio producirse un vacío en muchos siglos. Hasta tiempos del Califato. Pues, al recinto fortificado en la cima del cerro de la Mota, se añadió un tercer círculo de murallas que dio lugar al Arrabal Viejo o barrio de Santo Domingo, cuyo centro era la antigua mezquita transformada en iglesia del santo liberador de cautivos. En tiempos de los almohades debió fortificarse y sufrir una amplia transformación a la que le afectaron muchas medidas arquitectónicas de este tiempo. Y, en parecidas circunstacias, en tiempos de frontera, los vecinos estuvieron caracterizados por su aspecto eminentemente militar. A saber, eEncerrada la población de Alcalá durante los doscientos cincuenta años que fue plaza fronteriza dentro de los muros inexpugnables de su fortaleza y arrabal, a cuyo abrigo tornaban sus guerreros después de batir a los moros o a los cristianos, según el caso, de Granada, Íllora, Moclín y Montefrío. En este tiempo se nota en sus ortificaciones “Se perfecciona el sistema de puertas de recodo, se hace uso de la barbacana o antemural que envolvía el recinto y se utilizó como norma la construcción de torres albarranas”
- Y le han aclarado algo más los arqueólogos, porque por lo que percibimos, casi todo es una muestra de los siglos XVI: en adelante.
-Deducen esta situación. El Arrabal Viejo debió formar un espacio urbano de expansión del recinto de la ciudad fortificada a lo largo de los siglos anteriores de la conquista definitiva por el rey Alfonso XI, delimitado por el muro de cerramiento y ofreciendo en su interior un paisaje semirural, donde se mezclaban las casas dispersas, sin entramado urbano, con huertos, solarines y algunas agrupaciones de viviendas en torno a lugares de labranza (eras o fuentes) o algunos edificios importantes como la mezquita y las cuevas horadadas en la roca del cerro. Una de las primeras noticias del Arrabal Viejo se encuentra en el libro de Los Aranda de Alcalá la Real,
-Cuente, cuente.
-Haciendo referencia al momento de la conquista. Le cito textualmente este relato “El qual, como una vez con otros cavalleros hiziese una entrada llegando de noche a los muros de Alcalá, en una adarve, que está devajo de la fortaleza, puso una escala por la qual subió sin otra compañía. Y, subido, saltó dentro de un corral que dizen de la Moriana y ahora es dentro de las puertas, dos de siete que la ciudad para entrar la Mota deella tiene. Porque la parte de adentro el andén del adarve era poco más alto y, por parte, casi igual al suelo del dicho corral. A do halló un moro que estava con una manada de cabras que dormían allí de noche, y estaba amamantando unos cabritos. Y apechugando con él y tapándole la voca porque no diese voces, lo ató y lo vajó por la dicha escala y lo puso por su cautivo como avido de buena guerra, y por el buen esfuerzo que dio Dios.
-Me habla de Passcual Adalid y el moro cautivo que le desveló todo el sistema de pasadizos.
-Exacatemente.Pues, se observa claramente una zona de corralones, casas dispersas y de cuevas.
-Y, cómo se defendían ?
- Es otro aspecto de este arrabal, su carácter semifortificado de los alrededores de la ciudad fortificada. En el mismo libro se cita que esta vez una en la era que dizen de los Palacios, que es junto y fuera del Adarve Nuevo, que está fuera de los zimientos, en el arrabal de la Puerta Nueva. Y después de cansados de escaramuzar los unos y los otros se retiraron los moros al cabo de dichas eras, hazía las viñas que juntan con ellas. Y los christianos, arrimados a un palenque de madera que para su defensa tenían hecho, que iva desde el dicho adarve asta zerrar y juntar con una torre que dizen del Espezería, que está poco arriba de la Peña Hazconada, a do Juan Sánchez de Arjona, su padre, como arriva se dijo, avía enclavado el moro.
- No es de extrañar que en su derredor, también se instalaran en las afueras algunas viviendas dispersas como mesones, ermitas, y posadas.
-Le cuento textualmente estas anécdotas que lo ratifican. Como el príncipe don Enrique, en vida de su padre don Juan el Segundo, viniese poderosamente a hazer la guerra a los moros, señaladamente a los de Montefrío, y su entrada se había de ser por Alcalá, (1439-1445); porque le constaba que estaba en desgrazia del rey, su padre y confederados con los Infantes de Aragón, sus tíos, que tenían guerra con él; pareciale poderosos como venía que podría hazer algún sinsabor a su padre, y apoderarse de la ciudad. Y por esto, el día que el príncipe había de entrar, él y Gonzalo Monte que eran los más principales, acompañados de los otros deudos y parientes, dejando sin embargo aderezado el Mesón de la Torre, que estava junto a la hermita de SanSevastián, a donde se aposentase fuera de la de la ciudad (...) Y por esto le suplicavan que tuviese a mal de se aposentar fuera, ni aquello lo reziviese por rescatado, pues se hazía por guardar toda la lealtad a su rey”.
-Son textos, que nos cuentan en el derredor de la fortaleza, interesantes.
-Como este otro, cuyo texto muy bien describe la parte noroccidental de los exteriores de este arrabal. En este tiempo, el Marqués de Santillana estuviese en Jaén por Capitán General de la Frontera y quisiese apoderarse de Alcalá, no se supo para qué propósito, envió a los dichos caballeros Pedro Fernández de Aranda y a Gonzalo Monte de la Ysla, como los más principales de allí y díjoles que al servicio del rey conbenía que aquella ciudad se le entregase... Y como los presos huviesen avisado a sus parientes y amigos que en la ciudad estaban, llegada la gente del Marqués, que los llevaban a ella, hallaron las puertas cerradas y puestos en los adarves los que en ella dentro estavan (…). los de dentro les respondieron que si no viesen provisión y mandato expreso del rey que no entregarían la ciudad. Entonces los cavalleros del Marqués, no trayendo vien a los presos que venían, por lo que les oyeron dezir, porque era ya muy tarde albergaron con ellos aquella noche en la ermita de San Sebastián y otros se fueron a Jaén. Me dejé atrás algunas leyendas. Los pozos que abundaban por doquier invitaban a escenas de amor.
-Como este otro, cuyo texto muy bien describe la parte noroccidental de los exteriores de este arrabal. En este tiempo, el Marqués de Santillana estuviese en Jaén por Capitán General de la Frontera y quisiese apoderarse de Alcalá, no se supo para qué propósito, envió a los dichos caballeros Pedro Fernández de Aranda y a Gonzalo Monte de la Ysla, como los más principales de allí y díjoles que al servicio del rey conbenía que aquella ciudad se le entregase... Y como los presos huviesen avisado a sus parientes y amigos que en la ciudad estaban, llegada la gente del Marqués, que los llevaban a ella, hallaron las puertas cerradas y puestos en los adarves los que en ella dentro estavan (…). los de dentro les respondieron que si no viesen provisión y mandato expreso del rey que no entregarían la ciudad. Entonces los cavalleros del Marqués, no trayendo vien a los presos que venían, por lo que les oyeron dezir, porque era ya muy tarde albergaron con ellos aquella noche en la ermita de San Sebastián y otros se fueron a Jaén. Me dejé atrás algunas leyendas. Los pozos que abundaban por doquier invitaban a escenas de amor.
-Me refieren una famosa. La de Mora Cava.
-Esa es la más cconocida. Fuera de este recinto debió acontecer.
-Cuente-. Hay una mina que se extiende más allá de la tercera línea de
mural y se adentra bajo tierra hacia el Arrabal Viejo. ¿Fue en este lugar?¿lo
fue en el Pozo del Altozano?¿ lo fue en el Albaicn? Sea donde sea, se forjó por
estos lares la leyenda de la Mora. Corría el año 1341 y las tropas de Alfonso XI
acampaban en un arrabal semipoblado de alquerías y con numerosos huertos
plantados por las laboriosas manos musulmanas. Los moros de Alcalá, tras la
conquista cristiana de este barrio, se habían refugiado en el recinto de la
fortaleza de la Mota. Resistían al duro cerco impuesto por las tropas
castellanas, pero los víveres se iban agotando y, sobre todo, el agua escaseaba
en sus aljibes. En un consejo de los magnates con el alcaide moro, acordaron
bajar de forma secreta y durante en la
oscuridad de la noche a través los pasadizos secretos a los pozos de las afueras del recinto
amurallado. La más osada fue una joven, de nombre Cava, porque estaba acuciada
por la enfermedad de su madre, que necesitaba urgentemente el agua para calmar
la sed de su elevada fiebre. Bajó varias veces, burlando a centinelas y puestos
de guardias.
Cierta noche, los guardias la confundieron con un
fantasma envuelto entre sus túnicas. Pero, a la siguiente le lanzaron una saeta
que clavó el turbante con su velo en el tronco del árbol. Lo soldados
castellanos siguieron la pista de la que
huía, y encontraron la salida por donde bajaba a la boca de un pozo. Cambiaron de parecer y, para las próximas
noches, establecieron un puesto de
guardia en sus inmediaciones. No lo hicieron nada mal, porque a la noche
siguiente, sorprendieron a la joven Cava
en las inmediaciones del pozo con dos cantaras para llevar agua a sus
familiares. La prendieron y la llevaron a la tienda del capitán, que quedó
prendado de su hermosura. Una flecha de amor atravesó el corazón de los dos. El
capitán, compadecido por sus buenas acciones, permitió que regresara a la
fortaleza por el mismo pasadizo, donde, horas después, los guardias sorprendieron a
varios soldados musulmanes a los que les causaron la muerte.
Pasaron los días, y Cava no bajaba al pozo. En medio
de estas circunstancias, un moro, de nombre Zayre, que hacía de emisario de los
mensajes de las tropas de asedio, le llevó una carta a Cava, leída por su madre
reclamándole la cita en el pozo El nuevo amor de Cava no fue comprendido por su
padre, curiosamente era el moro Zayre que andaba loco por las callejuelas de la
Mota a despotricando de haber sido mancillado en su honor por su hija. Y aquí
la leyenda se divide en dos desenlaces: uno relata que una noche buscó a su
hija que había abandonado la casa de la
familia y bajó a la fuente donde tenía encuentros de amor con el capitán. Allí su
padre le lanzó una saeta con la que cayó mortalmente herida la mora Cava de las
manos del capitán y él salió huyendo hacia un callejón oscuro donde se colgó a
la horca y murió, lo que hizo que se llamara el callejón del Moro o del
Ahorcado; la segunda leyenda acaba con una encerrona del capitán, porque le
había visto hablar con una mujer y,
Cava, muy celosa, le hizo meterse en el pasadizo para que lo mataran los guardias
moros; tras una conversación en la que aclararon el desaguisado, la mora
descubrió el error de aquel encuentro del amante con su madre, y salen
corriendo del pasadizo para no ser matados, se bautiza con el nombre de
Mercedes y le promete el casamiento.
Miró el jeque la entrada de una cueva, y se asomó a la galería subterranea. Encontró una ciudad oculta. Un pozo amacizado en laentrada. Le dijero que era la casa del zpatero Rosado. Un lugar mistérico. Loe dejó para la bajada.
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