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viernes, 15 de mayo de 2020

CAPÍTULO VII. SUBEN A LAS TORRES. LA MOTA NO SE VENDE.


     TORRE DE LA CAMPANA
           Se dirigen hacia la Torre de la Campana. Y les extraña el nombre a la comitiva del jeque preguntando:
-¿Por qué la llaman de esta manera, la Torre de la Campana?
-Muy sencillo, su nombre procede de tiempos de la conquista cristiana. Deriva de una espadaña de la terraza , en la que estba colocada una campana municipal para avisar de las urgencias, incendios, acoso militar a todos los vecinos de la ciudad fortificada o de los campos o, simplemente, para dar las señales de la queda, cuando se cerraban al atardecer todas las puertas de la ciudad fortificada y cuyos campaneros. generalmente los porteros eran costeados por el cabildo municipal tañía la campana. 
-Ah, lo comprendo ahora. Y que le llamen  con este toque.
-También la llamaban de la Vela. Estaba situada a una altura  de 1.035. 2 metros sobre el nivel del mar. Muy bien cimentada, por la parte más estable y duradera del cerro de la Mota, no ha requerido muchas restaurasciones. Incluso, Ginés d Martínez de Aranda  colocó un muro que sirvea de parapeto en la terraza y se enlosó la parte deteriorada de la terraza de esta torrre.  
-Es coqueta, y muy bien orientada, para tiempos de los musulamanes. Pues esta  torre prismática  dirige su mirada al norte y al oriente, divisa los antiguos reinos de Castilla, desde Córdoba hasta el reino de Jaén.
- Sus dimensiones son muy simplse, de  siete metros por ocho por siete  metros de lados,  alberga  dos aposentos y una terraza actual. En el de la planta baja, se expone la vida cultural del mundo musulmán en tiempos de los Banu Said y algunas muestras de platos cerámica nazarita con ilustracaiones animalescas y epigráficas ( una alaifa), lucerna almohade y una lápida de piedra de caliza, precalifal procdente de la aldea de la Pedriza y se alberga bajo una bóveda de medio cañon que debio cubrirse con un artesón. 
Le interesó  todos los objetos exhibidos en las vitrinas. Sobre todo, la lápida precalifal de modo que el jeque comenzó a deletrear la inscripción.
-Corresponde  a la tumba de un caballero.
-En concreto, se sitúa en una antigua alquería con su castellón cercano. hoy, es una aldea, la de la Pedriza, un terreno mistérico, por eso llamaba todos los lugares con el complemento de Nubes. La Fuente de Nubes, el Raso de Nubes, la torrre de Nues, el arroyo de Nubes....
- Me llama interés  esta aldea, por donde se orienta, 
-En dirección a un pueblo cercano de este término, Montefrío. Le contaré. Está muy relacionada con leyendas y tesoros de la época musulmana.
- Cuente, cuente, me interesa.

-En ella, cuentan que aparecieron varios tesoros, pero no tenemos hallazgos, como en las aldeas de Charilla y Ermita Nueva, pertenecientes al término de Alcalá la Real. Y no  van mal encaminados. En estos partidos de campo, como se llamaban hasta hace poco tiempo las tierras aldeanas, concretamente, los  de Cantera Blanca y  Valdegranada, se encuentran muchos rincones de un patrimonio perdido, tanto en los ajuares de las antiguas villas, alquerías y cortijos de conquista, como en las aldeas con pasado romano y musulmán. Y, como fue el caso de los tesoros comentados, en su entorno mantienen una tradición oral repleta de anécdotas, cuentos y leyendas. 

- Me contaron que Valdegranada, Ibn Jatib relata aquel episodio del emir almorávide Tasfin ben Alí, que, al pasar por las Peñas de Majalcorón, el Prado de los Cuernos, se burló de su acemilero, manifestándole que todo aquel prado de cuernos, en este caso, de ovejas, era suyo, a lo que le respondió el vasallo, que más bien eran del emir y de su padre

.-Además le añado, ¿ hay arabismos?

- No podemos pasar de alto las leyendas de cuevas y tesoros escondidos por aquel entorno con arabismos como las de la Cañada Ámbar y, leyendas como la  del cerro de la Hortichuela. Pasadizos kilométricos imaginaban desde estas aldeas entre zonas de frontera, simulando a los terrenos palestinos actuales. Incluso, se atrevieron a divulgar la leyenda de la mezquita de columnas de oro en los  fondos subterráneos del Cerro de la Cruz.

-Pero, de seguro que la aldea de La Pedriza, me da la espina que su pasado se  define claramente musulmán,  ofrece el campo propicio para tropezar con una sepultura pétrea musulmana  o una vasija de barro llena de monedas en su núcleo rural y en sus antiguos yacimientos del Castellón, Encina Hermosa o Fuente Nubes. Allá, por los años setenta del siglo pasado, aparecieron, con motivo de la pavimentación de sus calles, una auténtica necrópolis con tumbas antropomórficas excavadas en la roca del suelo, que quedaron selladas desgraciadamente con el cemento para la eternidad. Era un claro síntoma de un yacimiento poderoso, que se complementa con la cueva subterránea bajo la  placita de la aldea. Y, se ratifica con la lápida precalifal, encontrada cerca del cortijo del Toril y se exhibe en la Sala de la baja de la Campana de la Mota. 

-No responde este elemento funerario a un simple objeto de unos coleccionistas que dejara abandonado en unos de los cortijos de los hombres de conquista.

-Proliferan por estos lares con motivo de los diversos repartimientos de Alfonso XI y Carlos. Es una pieza valiosa de un caballero musulmán, datada en torno al año 872  y descubierta en la curva de la carretera de Montefrío hace unos cuarenta años. Además, cercano se encuentra  el cortijo del Toril  y el camino hacia Bajacar, un cortijo legendario.

-Otro arabismo.

- En este último se forjó la leyenda de La Encina Leona, y, en su entorno el cerro del Castellón, lo consideran los lugareños como un recinto fortificado desaparecido. Su etimología denota hasta un fundamento romano. 

-Otros la llamaban de la Atalaya de Nubes- añadía el otro guía.

-Siga, siga con la leyenda de la encina. Sí,  el  cuento de aquel chaparro majestuoso, el de mayor frondosidad y sombra del entorno, anuncia y presagia un tesoro escondido. - Otro cuento  oriental. ¿ Lo narro?

-Claro que sí.

-En días de luna, cuentan que su luz penetra entre las ramas fijando el lugar exacto del tesoro de la corona de la reina. Además, se reviste con el episodio de enriquecimiento de unos vecinos de Bajácar. Muy lejanos debieron ser los tiempos de aquel descubrimiento de una mujer viuda que acudió a la cita nocturna para encontrar el tesoro en esta famosa encina. Por su grandiosidad, le apodaban leona. 

-Los mismos ingredientes del relato del cortijo del Sotillo  charillero, en este caso, no fue un pozo, sino que se abrió el enorme tronco de aquel chaparro centenario. No disponía de manos aquella mujer acompañada de una niña pequeña para introducir las joyas de oro en su saco y canasto. Y mira por donde que, como todos los cuentos, no cumplió el condicionante desvelado, que debía acudir sola, sin acompañante. Por eso, se le esfumaron todo aquel caudal de joyas encontradas, porque ardió como la paja  en un solo instante transformando los vasos, platos, bandejas, colgantes, pulseras y adornos en pavesas que volaban en el aire- complementó el guía y asesor del alcalde.

- Este terreno está sembrado de indicios para poner a la luz todo este tipo de tesoros. Incluso algunos objetos y monedas musulmanas se exhiben en el museo local. No es de extrañar que se hable de los tesoros numismáticos de La Pedriza.

-Eso es una simple conjetura, habladuría de los pueblos, o se hizo realidad la leyenda de la viuda de Bajácar.

-Doscientos cincuenta años de frontera dieron para un patrimonio perdido y, a veces, irrecuperable. Un día apareció un astrolabio en un museo europeo, otro día en el museo jiennense el tesoro charillero, una copia de un manuscrito de un escrito de los Banu Said apareció en centros de estudios árabes. Oro día, el pasadizo condujo a un recinto olvidado como la Ciudad Oculta de la Mota en medio de la Leyenda de Caba.Se escucha la voz de Hafsa que en una pantalla cuenta personajes y momentos importantes del mundo musulmán. Salen de la sala y miran de reojo el pozo de donde habían sacado platos, lucernas, escudillas, tejas y escombros por doquier.  Por los peldaños de la escalera asciendena al egundo aposento, que se cubre con una bóveda de medio cañón de canterúa, donde se expone una fotografía circular en la que se expone el paisaje de todo el término municipal jalonado con el sistema doliércietico de las atalayas de su entorno, las árabes, cilíndriccas, sin decoración, en la frontera calatrava;   y las árabes, cilíndricas, sin guirnaldas, matacanes ni orlas y en la frontera nazarí. 

-Las nuestras.- replica el jeque, mientras lee detenidamente Pedregales, Gibralquite, Camuña, Nava, Charilla, y Boca de Charilla

Contemplan, la virtrina central, fruto de la museificación actual de la Mota, donde se desarrolla por una serie de transparencias el desarrollo y conquista del territorio de la ciudad de la Mota ( desde el mundo argárico hasta la actual ciudad de Alcalá la Real). Pero no le agradó a la comitiva del alcalde que tomaran posesión de unas atalayas del pasado comno si fueran de su patrimonio. Pusieron caras de circunstancias. Y sepreguntaban interiormente con qué intención acudían a esta visita. Entre ellos, se iban diciendo:

-Cristiana Cascante.
-Lo mismo, Moraleja.
-Dehesilla, de tiempos de frontera.
Y, sin darse cuenta, llegaron a la azotea. Se quedan estupefactos contemplando aquel valle natural del arroyo Guadalcotón entre tierras llanas o rasas como la Mata y los montes de los Pedregales, Acamuña, Rompezapatos y Martina. El dibujo se cuartea  en líneas blanquecinas línes y quiebras  de los antiguos caminos- hoy muchas carreteras- de la Corte, Jaén, Priego y Baena en medio de veredas, verdes olivares, algunas alamedas doradas, esparragales, cerezos y monte mediterraneo de encinares y arbustos. 
-El zumacal, lo mismo que en nuestra tierra, parece que comienza a enrojecer. Debimos traerlo a estas nuestras tierras.
-Otra vez, com lo mismo, han pasado tanto tiempo. como si no hubieran pasado los romanos, 
-Mira, mira el puente romano y su vía. 









                                 

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