Desde la Mocha, puede contemplarse a estas horas de la
tarde que la ciudad fortificada de la Mota duerme en la nueva ciudad del llano.
Se interesan por ella. Y le comentan que no fue una bajada puntual, que
tardaron varios siglos. Ya les habían comentado el desarrollo de los barrios en
el derredor de la Mota, desde la piña Horadada y Santiago hasta el Viejo,
pasando por los Palacios, Rastro y Matadero, sin olvidar San Sebastián y los
nuevos de la Cava, Trinidad y Cambrón. Ahora se detenían en los que el Llanillo
y la calle Real distribuían a vista de pájaro.
-Pero no fue este el desarrollo urbano de la ciudad ni
fue tan planificado, como puede observar a simple vista. Los caminos jugaron un
gran papel.
-Primero la ciudad se fue concentrando en el
camino que se dirigía a la Fuente Tejuela, y surgieron varias parcelas que los
reyes concedieron en forma de hazas a los conquistadores y caballeros. Por esta
zona los Narváez, los Gutiérrez de Padilla, los Muñoz..., y allí se ubicaron
casas en las hazas, se abrieron calles interiores, , callejones, casas de
retama, casas a medio construir, ...y, por estos lugares abundaba el agua en
dos fuentes la de Beber y la Tejuela. En su entorno se encontraban los
barreros, alfarerías, tenerías, molinos de zumacar, tintorerías, y todo la
artesanía que requería...Por otro lado el camino subía a la Fuente de la Mora,
formaba otra manzana, haza le decían los de aquel tiempo, y formaron las calles
en las que por la parte alta se mezclaban los viñedos y huertas con los
solarines y casas. Por el camino que se dirigía a la Fuente Somera se
desarrollaba otra unidad de casas, que por la parte baja desarrolló otra unidad
que se dirigía a la Fuente Nueva, Fuente Rey y camino real de Granada. El
Llanillo era otra unidad, que poco a poco constituyó el arrabal de la Veracruz
con la iglesia. Otro camino que se dirigía a la Fuente Nueva desde la fortaleza
formó la unidad de los barrios altos, cuyo primer testigo fue el barrio de San
Juan, en dirección a la calle Real.
- Pero esta ciudad que tenemos la ciudad ante nuestros
pies- le reparó el asesor del alcalde- , no es la misma que ahora estamos
contemplando. Este pieza urbana se racionalizó por el siglo XVIII.
Subieron a estas torres. Y acabaron de diseñar una ciudad que le faltaban
servicios. Así lo hicieron los munícipes del año 1732 junto con el corregidor
Calderón de la Barca Iruña. Se extendía desde la
calle Mesa hasta la calle abad Palomino,
-Es evidente. Hasta hace poco, la ciudad antigua se
distinguía del resto del suelo urbano por el color oscuro de sus tejas. Ahora,
desgraciadamente. está moteado el casco antiguo por la
inadecuada teja rojiza. Les sorprenderá el trazado geométrico de sus
calles, en retícula.
- No son
sino fruto de aquel cruce de caminos y desarrollo racional de parcelas, formas
de urbanización de la época de los Reyes Católicos, un camino o calle radial,
el Llanillo y otra que la cruza, la calle Real; el resto de las calles,
perpendiculares o paralelas, son consecuencia de los caminos reales
transformados en calles, como la de Miguel de Utrilla. -
-A las
afueras, hoy el centro de esta trama urbana, observarán
un parque que se diseñó en el siglo XVIII a la manera e
influencia de la jardinería francesa. Pero, primero fue el ejido de
la ciudad, donde los vecinos dejaban sus ganados, los soldados estrenaban en la
puntería de sus arcabuces, porfiando pòr premios que consistían e prendas de
seda o medallas de agnus dei, o donde los vecinos tendían sus ropas. Hubo
tiempos, que, incluso , entre la maleza y la alameda, ocultos en los maíces del
huerto que levantaron los padres capuchinos algunos vecinos y forasteros
jugaron a las cartas. Este ejido tuvo que ampliarse con solares e los primeros
conquistadores que se habían repartido la mayoría de las tierras del ruedo de
la ciudad, pero tenemos constancia que, en el año 1572, se plantaron nada menos
que 307 álamos, traídos del Castillo de Locubín desde el humilladero de la
Magdalena hasta el pilar de la iglesia de la Veracruz. Para que nos imaginemos
lo que suponía esta labor de plantación, se contrataron cincuenta y una bestias
para transportarlos a dos reales por el jornal, cada álamo
costó un real, y el trabajo de replanteo supuso treinta y dos
jornales durante once días. Para aquella época, 82.347 maravedís fue
una cantidad significativa y un buen bocado para la hacienda municipal.
-Ya nos
hemos hecho una idea de la nueva ciudad y el contraste con la ciudad
fortificada. Pero sigamos con la ruta de la ciudad fortificada.
Bajaron
las escalinatas de la Torre Mocha, pasaron las dos plataformas del Patio de
Armas y , por una nueva puerta adintelada de pequeño recodo, el portón del
redil, cuando la mota fue dehesa, se adentraron en el barrio militar. Pasaron a
la casa de los caballeros Aranda. Y contemplaron el patio, comedor, cocina,
pozo ciego y caballeriza y cuarto bajo. Por unas escaleras se adentraron un
lagar reconstruido, donde puede contemplarse el sistema de drenaje y
alcantarillado de la ciudad mediante canalizaciones que abocan a la calle del
Anillo y a las gárgolas que, por la muralla, caían en los barrios bajos. En el
lagar, contempla en varias pantallas la vida cotidiana de la ciudad ( el cobro
de impuestos y la comida familiar) y el vino del vino que se complementa con un
montaje de tinajas antiguas, odres, canastos y aperos de labranza y otros enseres.
La vida dura de frontera queda reflejada en un panel del trabajo de sus
moradores de sol a sol, el duro mundo de la esclavitud, la mujer en esta
sociedad. Al subir se fijan en el estanque de pisada, el canalillo, la media
tinaja de recogida del mosto y prensa sobre el vino.
-¿ Por todos
los lugares, vemos tinajas, lagares, y elementos de prensa y almacenamiento?
-Donde hay
olivares actualmente, era el terreno del viñedo. Se llegó a ganar un privilegio
del vino que concederon las reyes para poder vino en otros lugares fuera de la
ciudad de Alcalá. Sobre todo, en Granada y la ciudad de Alhambra.
No le
agradaba mucho al jeque el comentario sobre los vinos. Y pidió poseguir el camino.
POR EL ANILLO DE LA CIUDAD
Tras la torre de la Campana, se adentraron por una
calle recién abierta tras las excavaciones del año 1987. Debió ser
el Anillo de la Mota. Hace las funciones del foso y calle del contorno de
la ciudad fortificada. Suben al adarve y observan lagares, restos de pórticos
de casas, callejones sin salidas, ensanches de viviendas, alguna que otra
bodega, restos de canteras de la ciudad y jaramagos que cubren un suelo
preparado para futuras excavaciones.
-Cuentan que este anillo debió ser el único
recinto conservado tras la destrucción de las viviendas a finales
del siglo XVII, por donde la procesión del Corpus, pasaba en medio
de restos de pavimento, cercas de huertos y corralones , romero y
arcos de juncia, para que las andas del Santísimo Sacramento pasaran
bajo ellos portada por los cuatro regidores más viejos del Cabildo .
-La acompañaba una caterva
multicolor,-interrumpe el otro asesor- donde los gremios realizaban ingenios,
las cofradías vestían y lucían sus mejores enseres. Vestimentas, y enseñas,
acompañando a las imágenes, los clérigos acompañaban ordenadamente en doble
fila en forma de cabildo al abad o al provisor y, por otro lado, el
cabildo municipal les seguía. Debía causar un gran contraste el traje negro con
camisa blanca de las lobas, y chaquetas dele corregidor, a su vez presidente
del cortejo y de los regidores, jurados y oficiales, con los
roquetes blancos del abad, y las dalmáticas doradas de los capellanes y
sacerdotes, Y no digamos, con los diablillos que asustaban a los
niños escondidos en los corralones.
-O con la tarasca, vestida de esfinge, que era
la más eperada de las mujeres; también, iban los niños
cantores, a manera de los seises, con el traje que les compró en Granada don
Antonio de Gamboa, vestidos de soldaditos de Flandes.
-¿Siempre eran lo mismo?
- No. Solían cambiar los juegos y tronos de
ingenio que cada grupo llevaba, a veces unos gremios representaban las
Virtudes, otros, el Pecado Original, e, incluso, los más atrevidos invenciones
y maquinarias con ruedas y bengalas, revestidos con los trajones de libreas o
de los sayones de Semana Santa. Delante, del cortejo, la cruz
parroquia, a la que seguía una danza de gitanillos con castañuelas,
y poco más atrás, el coro de una capilla contratada con sus vihuelas, laud y
violines, y varios cantores, que luego intervenía en un escenario de
la plaza, con sonetos y odas al Corpus Cristi.
-Nos hemos desviado del tema. esas costumbres no
existen en mi tierra. Y, si miramos a tierras cordobesas, ¿qué se nos
presenta?
-Estamos en el punto más elevado de la fortaleza de la
Mota, esta muralla es la que menos se ha visto afectada por los derrumbes y
caídas de murallas. Como amurallamiento de cremallera, se adaptan sus flancos a
los diversos recodos producidos por el terreno, levantándose varios torreones
macizos, desde cuya terraza se puede contemplar el paisaje que comprende desde
la Sierra de Frailes hasta las tierras del Portillo de las Carretas.
-Esta muralla se extiende desde la torre de la
Campana hasta la torre del Aire, como la del Trabuquete. Como puede
observar, se ha remodelado recientemente
con el recalzamiento de su adarve y parapeto, la elevación de los muros y restauración
de los antiguos torreones, convertidos en miradores de la zona norte, que
apuntaba a la frontera calatrava en tiempos de Fernando III. La Acamuña, el
valle de entrada del Guadalcotón, las sierras de Valdepeñas y de la Subbética y
el paraje de los Tajos se presentan ante la mirada del visitante.
En su recorrido desde la Torre
Mocha hasta la puerta del Aire ofrece, a la
Vista, una línea de torres
musulmanas y anteriores a la conquista de Alfonso
XI: las de los Pedregales, las
Mimbres, Solana de Montefrío y Gibralquite o
Guadalquite. Ha desaparecido la
torre del Hacho que defendía el camino antiguo y medieval de Jaén y se
comunicaba con la de Charilla y otras torres del Castillo de Locubín, entre
ellas la torre de la Nava.
-Se contempla un paisaje
flanqueado por el monte mediterráneo que corona las
Sierras de Frailes, destacando la
Martína y Rompezapatos, por oriente; la Sierra de la Acamuña, tierras de las
Albarizas y Cerro de Pineda por el norte y, por occidente, la Fuente la Negra,
Cañada de Membrillo y Cerro Gordo. Entre las montañas y el cerro de la Mota, un
paso se abre en forma de valle, donde recorren las aguas del arroyo del
Guadalcotón y atraviesan varios caminos: el de la Corte o de Madrid (que unía
Alcalá con Granada y comunicaba con los caminos de Madrid ,muy visitado por
transeúntes, personajes ilustres y tropas); el de Alcaudete, el de la Sierra
san Pedro, los de Priego, de Baena y el de Montefrío. El puente, mal llamado
romano, salva el paso del Guadalcotón por la zona de la Mata.
-Es interesante. Pero me interesa
el barrio militar.
-Si por el adarve dirigimos la
vista hacia el sur, contemplamos el anillo
de la Mota, el entorno de la calle Despeñacaballos y parte del barrio militar
del Alcázar muestran las plantas
bajas de sus viviendas, algunas reutilizadas
como lagares. Se puede acceder a
estas calles, de empedrado acordes con la categoría social de sus antiguos
propietarios.
A lo largo del trayecto, un anillo empedrado le
separa del barrio militar y de calles adyacentes a Despeñacaballos, que ofrecen
los restos de su primera planta, excavada recientemente por los campos internacionales
de trabajo, que van descubriendo su viario original y la estructura de su
vivienda.
-Fíjaos, hay molinos romanos.
De nuevo, no puede pasar una.
Parece como si los hidalgos no fueron los que reconstruyeran los palacios de
los caballeros musulmanes. Dejaron su huella con famosos canteros que vinieron
de tierras del Norte.
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