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martes, 19 de mayo de 2020

CAPÍTULO X. LA MOTA NO SE VENDE. POR EL ANILLO













Desde la Mocha, puede contemplarse a estas horas de la tarde que la ciudad fortificada de la Mota duerme en la nueva ciudad del llano. Se interesan por ella. Y le comentan que no fue una bajada puntual, que tardaron varios siglos. Ya les habían comentado el desarrollo de los barrios en el derredor de la Mota, desde la piña Horadada y Santiago hasta el Viejo, pasando por los Palacios, Rastro y Matadero, sin olvidar San Sebastián y los nuevos de la Cava, Trinidad y Cambrón. Ahora se detenían en los que el Llanillo y la calle Real distribuían a vista de pájaro. 
-Pero no fue este el desarrollo urbano de la ciudad ni fue tan planificado, como puede observar a simple vista. Los caminos jugaron un gran papel.
 -Primero la ciudad se fue concentrando en el camino que se dirigía a la Fuente Tejuela, y surgieron varias parcelas que los reyes concedieron en forma de hazas a los conquistadores y caballeros. Por esta zona los Narváez, los Gutiérrez de Padilla, los Muñoz..., y allí se ubicaron casas en las hazas, se abrieron calles interiores, , callejones, casas de retama, casas a medio construir, ...y, por estos lugares abundaba el agua en dos fuentes la de Beber y la Tejuela. En su entorno  se encontraban los barreros, alfarerías, tenerías, molinos de zumacar, tintorerías, y todo la artesanía que requería...Por otro lado el camino subía a la Fuente de la Mora, formaba otra manzana, haza le decían los de aquel tiempo, y formaron las calles en las que por la parte alta se mezclaban los viñedos y huertas con los solarines y casas. Por el camino que se dirigía a la Fuente Somera se desarrollaba otra unidad de casas, que por la parte baja desarrolló otra unidad que se dirigía a la Fuente Nueva, Fuente Rey y camino real de Granada. El Llanillo era otra unidad, que poco a poco constituyó el arrabal de la Veracruz con la iglesia. Otro camino que se dirigía a la Fuente Nueva desde la fortaleza formó la unidad de los barrios altos, cuyo primer testigo fue el barrio de San Juan, en dirección a la calle Real.
- Pero esta ciudad que tenemos la ciudad ante nuestros pies- le reparó el asesor del alcalde- , no  es la misma que ahora estamos contemplando. Este  pieza urbana se racionalizó por el siglo XVIII. Subieron a estas torres. Y acabaron de diseñar una ciudad que le faltaban servicios. Así lo hicieron los munícipes del año 1732 junto con el corregidor Calderón de la Barca  Iruña. Se extendía desde la calle  Mesa hasta la calle abad Palomino, 
-Es evidente. Hasta hace poco, la ciudad antigua se distinguía del resto del suelo urbano por el color oscuro de sus tejas. Ahora, desgraciadamente. está moteado el casco antiguo por la inadecuada  teja rojiza. Les sorprenderá el trazado geométrico de sus calles, en retícula.
- No son sino fruto de aquel cruce de caminos y desarrollo racional de parcelas, formas de urbanización de la época de los Reyes Católicos, un camino o calle radial, el Llanillo y otra que la cruza, la calle Real; el resto de las calles, perpendiculares o paralelas, son consecuencia de los caminos reales transformados en calles, como la de Miguel de Utrilla. -
-A las afueras,  hoy el centro de  esta trama urbana, observarán un parque   que se diseñó en el siglo XVIII a la manera e influencia de la  jardinería francesa. Pero, primero fue el ejido de la ciudad, donde los vecinos dejaban sus ganados, los soldados estrenaban en la puntería de sus arcabuces, porfiando pòr premios que consistían e prendas de seda o medallas de agnus dei, o donde  los vecinos tendían sus ropas. Hubo tiempos, que, incluso , entre la maleza y la alameda, ocultos en los maíces del huerto que levantaron los padres capuchinos algunos vecinos y forasteros jugaron a las cartas. Este ejido tuvo que ampliarse con solares e los primeros conquistadores que se habían repartido la mayoría de las tierras del ruedo de la ciudad, pero tenemos constancia que, en el año 1572, se plantaron nada menos que 307 álamos, traídos del Castillo de Locubín desde el humilladero de la Magdalena hasta el pilar de la iglesia de la Veracruz. Para que nos imaginemos lo que suponía esta labor de plantación, se contrataron cincuenta y una bestias para transportarlos a  dos reales por el jornal,  cada álamo costó un real, y  el trabajo de replanteo supuso treinta y dos jornales durante once días. Para aquella época,  82.347 maravedís fue una cantidad significativa y un buen bocado para la hacienda municipal.
-Ya nos hemos hecho una idea de la nueva ciudad y el contraste con la ciudad fortificada. Pero sigamos con la ruta de la ciudad fortificada.
 Bajaron las escalinatas de la Torre Mocha, pasaron las dos plataformas del Patio de Armas y , por una nueva puerta adintelada de pequeño recodo, el portón del redil, cuando la mota fue dehesa, se adentraron en el barrio militar. Pasaron a la casa de los caballeros Aranda. Y contemplaron el patio, comedor, cocina, pozo ciego y caballeriza y cuarto bajo. Por unas escaleras se adentraron un lagar reconstruido, donde puede contemplarse el sistema de drenaje y alcantarillado de la ciudad mediante canalizaciones que abocan a la calle del Anillo y a las gárgolas que, por la muralla, caían en los barrios bajos. En el lagar, contempla en varias pantallas la vida cotidiana de la ciudad ( el cobro de impuestos y la comida familiar) y el vino del vino que se complementa con un montaje de tinajas antiguas, odres, canastos y aperos de labranza y otros enseres. La vida dura de frontera queda reflejada en un panel del trabajo de sus moradores de sol a sol, el duro mundo de la esclavitud, la mujer en esta sociedad. Al subir se fijan en el estanque de pisada, el canalillo, la media tinaja de recogida del mosto y prensa sobre el vino.
-¿ Por todos los lugares, vemos tinajas, lagares, y elementos de prensa y almacenamiento?
-Donde hay olivares actualmente, era el terreno del viñedo. Se llegó a ganar un privilegio del vino que concederon las reyes para poder vino en otros lugares fuera de la ciudad de Alcalá. Sobre todo, en Granada y la  ciudad de Alhambra.
No le agradaba mucho al jeque el comentario sobre los vinos. Y pidió poseguir el camino. 


           


POR EL ANILLO DE LA CIUDAD

Tras la torre de la Campana, se adentraron por una calle recién  abierta tras las excavaciones del año 1987. Debió ser el Anillo de la Mota.  Hace las funciones del foso y calle del contorno de la ciudad fortificada. Suben al adarve y observan lagares, restos de pórticos de casas, callejones sin salidas, ensanches de viviendas, alguna que otra bodega, restos de canteras de la ciudad y jaramagos que cubren un suelo preparado para futuras excavaciones. 
-Cuentan que este anillo debió ser  el único recinto conservado tras la  destrucción de las viviendas a finales del siglo XVII, por donde  la procesión del Corpus, pasaba en medio de restos de pavimento, cercas de  huertos y corralones , romero y arcos de juncia, para que las andas del Santísimo Sacramento pasaran bajo  ellos portada por los cuatro regidores más viejos del Cabildo .
-La  acompañaba  una caterva multicolor,-interrumpe el otro asesor- donde los gremios realizaban ingenios, las cofradías vestían y lucían sus mejores enseres. Vestimentas, y enseñas, acompañando a las imágenes, los clérigos acompañaban ordenadamente en doble fila en forma de cabildo al abad o al provisor  y, por otro lado, el cabildo municipal les seguía. Debía causar un gran contraste el traje negro con camisa blanca de las lobas, y chaquetas dele corregidor, a su vez presidente del cortejo y de los regidores, jurados y oficiales,  con los roquetes blancos del abad, y las dalmáticas doradas de los capellanes y sacerdotes, Y no digamos, con los  diablillos que asustaban a los niños escondidos en los corralones.
-O con  la tarasca, vestida de esfinge, que era la más eperada de las mujeres; también, iban  los  niños cantores, a manera de los seises, con el traje que les compró en Granada don Antonio de  Gamboa, vestidos de soldaditos de Flandes. 
-¿Siempre eran lo mismo?
- No. Solían cambiar los  juegos y tronos de ingenio que cada grupo llevaba, a veces unos gremios representaban las Virtudes, otros, el Pecado Original,  e, incluso, los más atrevidos invenciones y maquinarias con ruedas y bengalas, revestidos con los trajones de libreas o de los sayones de Semana Santa.  Delante, del cortejo, la cruz parroquia, a la  que seguía una danza de gitanillos con castañuelas, y poco más atrás, el coro de una capilla contratada con sus vihuelas, laud y violines, y varios cantores, que luego intervenía en un  escenario de la plaza, con sonetos y odas al  Corpus Cristi. 
-Nos hemos desviado del tema. esas costumbres no existen en mi tierra. Y, si miramos a  tierras cordobesas, ¿qué se nos presenta?
-Estamos en  el punto más elevado de la fortaleza de la Mota, esta muralla es la que menos se ha visto afectada por los derrumbes y caídas de murallas. Como amurallamiento de cremallera, se adaptan sus flancos a los diversos recodos producidos por el terreno, levantándose varios torreones macizos, desde cuya terraza se puede contemplar el paisaje que comprende desde la Sierra de Frailes hasta las tierras del Portillo de las Carretas.
 -Esta muralla se extiende desde la torre de la Campana hasta la torre del Aire, como la del Trabuquete. Como puede observar,  se ha remodelado recientemente con el recalzamiento de su adarve y parapeto, la elevación de los muros y restauración de los antiguos torreones, convertidos en miradores de la zona norte, que apuntaba a la frontera calatrava en tiempos de Fernando III. La Acamuña, el valle de entrada del Guadalcotón, las sierras de Valdepeñas y de la Subbética y el paraje de los Tajos se presentan ante la mirada del visitante.
En su recorrido desde la Torre Mocha hasta la puerta del Aire ofrece, a la
Vista, una línea de torres musulmanas y anteriores a la conquista de Alfonso
XI: las de los Pedregales, las Mimbres, Solana de Montefrío y Gibralquite o
Guadalquite. Ha desaparecido la torre del Hacho que defendía el camino antiguo y medieval de Jaén y se comunicaba con la de Charilla y otras torres del Castillo de Locubín, entre ellas la torre de la Nava.
-Se contempla un paisaje flanqueado por el monte mediterráneo que corona las
Sierras de Frailes, destacando la Martína y Rompezapatos, por oriente; la Sierra de la Acamuña, tierras de las Albarizas y Cerro de Pineda por el norte y, por occidente, la Fuente la Negra, Cañada de Membrillo y Cerro Gordo. Entre las montañas y el cerro de la Mota, un paso se abre en forma de valle, donde recorren las aguas del arroyo del Guadalcotón y atraviesan varios caminos: el de la Corte o de Madrid (que unía Alcalá con Granada y comunicaba con los caminos de Madrid ,muy visitado por transeúntes, personajes ilustres y tropas); el de Alcaudete, el de la Sierra san Pedro, los de Priego, de Baena y el de Montefrío. El puente, mal llamado romano, salva el paso del Guadalcotón por la zona de la Mata.
-Es interesante. Pero me interesa el barrio militar.
-Si por el adarve dirigimos la vista hacia el sur, contemplamos  el anillo de la Mota, el entorno de la calle Despeñacaballos y parte del barrio militar
del Alcázar muestran las plantas bajas de sus viviendas, algunas reutilizadas
como lagares. Se puede acceder a estas calles, de empedrado acordes con la categoría social de sus antiguos propietarios.
 A lo largo del trayecto, un anillo empedrado le separa del barrio militar y de calles adyacentes a Despeñacaballos, que ofrecen los restos de su primera planta, excavada recientemente por los campos internacionales de trabajo, que van descubriendo su viario original y la estructura de su vivienda.
-Fíjaos, hay molinos romanos.
-Y partes de dovelas y arcos musulmanes. – le responde el jeque.

De nuevo, no puede pasar una. Parece como si los hidalgos no fueron los que reconstruyeran los palacios de los caballeros musulmanes. Dejaron su huella con famosos canteros que vinieron de tierras del Norte.


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