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viernes, 16 de septiembre de 2016

SOCIEDADES OBRERAS Y BATMALA

DE LA SOCIEDAD OBRERA LA PAZ A LAS  SOCIEDADES REPUBLICANAS Y SOCIALISTAS
 
De la Cocina Económica vino el Auxilio Social
La burguesía rural trató de controlar toda la conflictividad rural por medio de la sociedad obrera de  La Paz y la Asociación de Caridad,  y fundando  la Cocina Económica. En sus dependencias se paliaban, a través de una importante partida del presupuesto municipal, aportaciones de las personas influyentes y de la beneficencia municipal las deficiencias y los momentos de miseria de este grupo abundante de personas excluidas. Esta asociación tenía sesenta socios y se instaló en el Hospital Municipal, donde estaba la farmacia y a cuyo cargo se encontraban las madres mercedarias, que habían venido a administrarlo el siglo anterior. Controlada por los conservadores, el presidente casi siempre recaía en algún miembro o allegado de la familia del partido conservador  Siguiendo esta línea de beneficencia,  se paliaba la profunda  pobreza mediante la Obra Pía del abad Palomino porque todavía mantenía la tradición de dar cena a los pobres transeúntes u otras fórmulas de reparto de pan en las fiestas públicas. Tan sólo, comenzaron a surgir nuevas medidas alejadas de estos comportamientos, como en 1908 cuando se concedieron algunas becas a dos estudiantes por parte del Ayuntamiento. Hasta los años treinta, este grupo social (jornaleros y braceros) estuvo totalmente sumiso a las orientaciones de la política de los conservadores mediante las acciones sociales que le paliaban los malos momentos de crisis de trabajo. Pues, por no tener, no podían ni ejercer el voto en la democracia censataria. Por eso, no se advierten signos significativos de conflictividad social; aún más,  los miembros de las nuevas sociedades obreras pretendían  conseguir objetivos más bien internos y relacionados con los servicios básicos de sus núcleos rurales que un auténtico cambio revolucionario. Los centros y sociedades obreras de las aldeas procuraban la instalación o la mejora de estos servicios en la aldea, ya sanitarios, ya educativos que otros de tipo social como transformación, reformas y administración de las tierras. Una de las primeras fundadas en el presente siglo, fue la de Los amigos del trabajo, de la Rábita cuyos estatutos fueron aprobados por el gobernador civil el veintisiete de abril 1901. Días más tarde, se aprobaron las de la Sociedad Caridad y Progreso de Alcalá la Real, que presentaban este carácter indefinido de las primeras asociaciones obreras, donde se mezclaban los elementos de carácter de defensa de los derechos obreros y  los objetivos altruistas[1] .
           
                      
LAS  SOCIEDADES OBRERAS


No obstante, en Alcalá a finales del siglo XIX, se había extendido el movimiento anarquista, refugiado en las aldeas a través de la difusión de algunos medios de prensa( y la llegada de algunos misioneros anarquistas), principalmente, los periódicos partidistas, que  pretendían el cambio total  de la sociedad con todos los medios posibles, incluso, la violencia. Sin embargo, en Alcalá no hay constancia de ningún enfrentamiento físico ni con  las autoridades ni con los patronos.  Pues, acogiéndose al derecho de asociaciones, surgieron una gran cantidad de sociedades en aquella Alcalá, miedosa y  controlada por los partidos de los de siempre.
Todas las aldeas tenían una sociedad con fin recreativo y cultural, imitando a las sociedades burguesas del Casino Primitivo o el Liberal, pero estaba claro que en el fondo  pretendían ser Sociedades de resistencia. Pues el trasfondo de los organizadores eran reivindicaciones sindicales de los campesinos braceros y la formación de los obreros en nuevo sistema revolucionario que aspiraba a transformar aquella situación injusta. Al principio, tan solo se reconocieron siete  (la primera  ya comentada“Amigos del Trabajo de la Rábita en 1901[2], posteriormente  la de Alcalá, socialista, y, finalmente, la de la Venta de los Agramaderos, Ribera Alta y Baja, Mures y la Pedriza). 








Sin embargo, el miedo a la clase pegujarera o a la influencia del partido conservador impidió que se legalizaran todas las demás sociedades obreras que funcionaban sin registro oficial. Su cultura era una cultura libresca,  en la que el presidente o los miembros de las distintas sociedades ubicadas en salones de tabernas, casas particulares, alquiladas o compradas, leían pasajes de periódicos de los líderes del momento socialistas y  anarquistas. Aquello despertaba en los colonos, braceros o jornaleros y pequeños campesinos un deseo de romper con la ideología imperante, basada en el orden y la paz, que en el fondo encubría la injusticia de su situación. Sus principios básicos eran la revolución y la igualdad social, que cada día despertaba más adictos entre los socios de sus miembros.
La mayoría de las sociedades de las aldeas eran, al principio,  anarquistas o republicanas federalistas  y seguían la línea del conocido Ferrer, cuyo cuadro, según Guardia Castellano,  presidía todos los centros obreros. Sus actos públicos consistían en mítines y charlas formativas, que se realizaban  en los centros y en los lugares abiertos, a donde, con sus banderas e insignias,  se trasladaban cada una de las sociedades de aldeas: Generalmente se concentraban en  algunos lugares al aire libre, donde exponían sus pensamientos y reivindicaciones. Este tipo de manifestaciones era frecuente en otros muchos puntos de la provincia, -en la capital, se concentraban en la Fuente de la Peña - y se editaba el periódico del Defensor del Obrero. En Martos, Torredonjimeno y Torredelcampo los miembros de las nuevas sociedades se concentraban en el paraje de San Nicasio. La cifra de concentrados ascendía, a veces, en este lugar a los dos mil obreros[1].
Para  aquella sociedad conservadora, significaba  un gran impacto estas sociedades que tenían una ideología laica  en lo religioso y luchaban abiertamente contra la burguesía, pues el grito de las masas era  tal como señalaba Guardia Castellano: ¡Muera la religión y  todo el que tenga dos pesetas!
En la comarca alcalaína, comenzó a surgir el movimiento socialista mezclado con el  republicanismo, ocupando progresivamente el papel que había representado predominantemente los segundos en el siglo  pasado. Los principales puntos de reunión eran en Charilla; en el cortijo de la Mesa, para los vecinos de Santa Ana, Riberas, y Mures; en la Pedriza, por el dos de mayo  y el uno de mayo en las Grageras, para zona de la Rábita y Fuente Álamo.
Los  primeros socialistas  del casco alcalaíno se constituyeron en el año 1904 a través de la Sociedad Obrera de Oficios Varios, cuyo germen eran los antiguos republicanos de militancia obrera y de trabajadores artesanos e industriales, convertidos a un socialismo que aspiraba a la abolición de clases y la igualdad económica. En esta sociedad obrera se encontraron tantos campesinos como herreros u oficinistas e, incluso, muchos eran personas formadas con la lectura de escritores contemporáneos. La Sociedad Obrera de Alcalá la Real tuvo lugar más tarde,  a mediados del mayo de 1906, y al año siguiente tuvo que disolverse el Centro Agrícola  que debió presentar su acta de constitución y lista de socios aprobada por el gobierno Civil[2].
Mientras en Alcalá predominaba la corriente socialista de este fenómeno societario, en las aldeas  la mayoría de los miembros suelen ser los obreros del campo que no habían adquirido formación algún, con un alto índice de analfabetismo y continuando el gran movimiento anarquista y socialista que ya se traslucía en el siglo anterior muy reivindicativo. No obstante todos estos movimientos no fueron violentos en la sociedad alcalaína salvo algunas agresiones de tipo verbal con signo anticlerical y defensa de la Primera  República. Tan sólo se ocasionaron  algunos momentos de violencia con relación al cobro de los impuestos en algunas aldeas y, así  coincidiendo con el  mes de mayo de estos primeros años de siglo,  debió intervenir la fuerza pública en Valdegranada para proteger al agente ejecutivo que fue a cobrar los impuestos a los  aldeanos.
Un factor que debió influir mucho en la propagación de todo este tipo de movimientos fue el contacto con los miembros de las sociedades de las campiñas, sevillana y cordobesa,  y con los trabajadores de la Costa, donde en 1903, sus sociedades y agrupaciones socialistas y republicanas ya habían alcanzado actas de concejales como en Palma del Río. Muchos campesinos solían acudir a estos lugares, por la estación de la siega, y, por el otoño.
La aldea de Charilla es un claro ejemplo de esta corriente,  porque manifestaban   un alto índice de laicismo y prueba de ello era el  cementerio civil, donde  hacían su  apostasía de la fe cristiana  muchos vecinos; también en esta aldea se constituyó en el veintiuno de noviembre de 1903 la Sociedad de Obreros de Charilla, por cierto muy reivindicativa.  En este año precisamente, comenzaron algunos conflictos entre patronos y jornaleros, pues en el mes de septiembre llegaron a denunciar a José Sánchez Serrano “Tintín”. Y, un año más tarde, tuvo que intervenir de lleno la guardia civil enviando ocho parejas en el mes de septiembre para investigar el apedreamiento de la casa del patrono anteriormente mencionado. Incluso, a mediados del mes de junio, el día tres, se trasladó de lugar la Sociedad de Obreros de la Ribera, lo que nos manifiesta de ser uno de los primeros núcleos obreros constituidos. No debió ser muy del agrado su actuación para los gobernantes conservadores, pues se le requirió que el presidente de la Sociedad Obrera se atuviera a la legalidad[3]. Además, debido a que los desórdenes se multiplicaban en todo el mundo rural, esto dio lugar a que las autoridades municipales planificaran la postura a tomar  ante estos enfrentamientos convocando a los alcaldes pedáneos como en Santa Ana, o a conceder  bajas o dimisiones de alguno de  ellos como la de José Sánchez  Serrano en Charilla  o José Gregorio García Alcaide en Mures. En 1905, la situación alcanzó tal  cariz que, por orden de la alcaldía, llegaron a prohibirse cualquier tipo de manifestaciones en las aldeas de Charilla y Santa Ana, a pesar de que las intentonas del gobierno civil fueron importantes para solucionar la crisis laboral de los jornaleros. 
La historia de muchas sociedades es un claro síntoma de una época marcada por su carácter transitorio, sin permanencia de sedes ni estabilidad de sus miembros ni su estructura. Pues, aparte de las dificultades intrínsecas derivadas de la formación de sus miembros- analfabetismo, conciencia de servilismo clientelista etc.- se añadía una gran cantidad la dificultad  para su permanencia por las continuas medidas represivas y conatos de agresividad por parte de los grupos privilegiados instaurando un mecanismo de miedo contra las nuevas sociedades, mediante el cual pretendían obtener todo tipo de información y control de cualquier acto político que se apartara de sus cánones conservadores, obligando para ello a la  comunicación de  la celebración de las asambleas, el traslado de su sedes y la presencia de una autoridad. Así, el alcalde pedáneo, el jefe del orden público o los guardas de campo asistían a las asambleas de las sociedades con el fin de que, con su presencia y autoridad, dieran visos de la legalidad de que pudieran celebrarse, al mismo tiempo que  informaban a las autoridades municipales y gubernativas acerca de las intervenciones y  contenido de lo tratado en ellas. Las  Sociedades iban naciendo una tras otra en cadena. Muy relacionada con la problemática del mundo rural,  el catorce de noviembre  de 1904 la Sociedad de Amigos de la Agricultura de Cantera Blanca  reformó el reglamento, aprobado días después  por el gobernador civil y, un año después, renace con el nombre de Sociedad de Agricultura de Cantera Blanca. En 1905, nació la Sociedad de La Constancia, que envió el acta de constitución y la lista de socios el dieciocho de marzo al alcalde de la ciudad.
En 1906, el ayuntamiento conservador reclamó el aumento de los miembros de la Guardia Civil, ofreciendo los propios concejales sus propios locales y aceptando, según ellos, las sugerencias de los vecinos. Pero, el motivo no era otro que “teniendo en cuenta  que el movimiento social y las exigencias de la época presente aconsejan dicho aumento”[4]. Al año siguiente, todas las sociedades obreras sufrieron las medidas represivas de disolución, entre ellas  La SociedadLa Constancia” y el Centro Agrícola de Alcalá la Real.




io de 1903.
[1] AMAR Libro
de registro de entradas.  6 de enero de
 1908.
[3] AMAR Libro de entradas 27 de abril 
[4] AMAR. Acta de 24 de febrero de 1904.


 y, Mures y 

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