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viernes, 9 de septiembre de 2016

CAPÍTULO II LOS BATMALA ENY LALOYA EN LA GLORIOSA Y LA PRIMERA REPÚBLICA
















C


 Fueron años conflictivos en España y en Alcalá, en los que se vivieron la Revolución Gloriosa, y la abdicación del rey  don Amadeo de Saboya. Entre  1868 y 1869,  en Alcalá se palpó cierto pulso entre las nuevas corrientes (republicanas y los liberales) y los conservadores locales, porque hubo que detener, en el mes de octubre, a algunas personas que tuvieron algún desacato con la política gubernamental[1]. Los Batmala y Laloya fueron testigos excepcionales de la  revolución Gloriosa. Pues nada menos que Francisco Batmala, como segundo teniente alcalde, le tocó presenciar la sesión del 30 de septiembre de 1868, en la que se declaró el traspaso de poderes a los nuevos miembros de la  Junta Revolucionaria junto con su pariente Pablo Laloya, que ejercía de concejal desde  1867, con el puesto número quince. A partir de este momento, la familia de los Benavides y los Ramírez van estar presentes  en los gobiernos liberales. Y, con ellos los Batmala Laloya tuvieron muy buenas relaciones.  

Con la muerte de Narváez, se rompió, por cierto tiempo, el eslabón que los parlamentarios alcalaínos mantenían con la política nacional, ya que los Abril estaban muy relacionados con el Espadón de Loja, tal como se le conocía popularmente. Y no nos era extraña esta relación anterior  entre Loja y Alcalá, pues, medio siglo antes, ambas ciudades  formaban parte del corregimiento alcalaíno.
Con la promulgación de un manifiesto, conocido por “España con Honra”, los jefes de la Armada, como Topete, los políticos desterrados y los generales, entre ellos Prim, Sagasta, Serrano  y otros, a partir de 1868, iniciaron unos años, en los que destituyeron a la reina Isabel II, se crearon las juntas revolucionarias y se llevaron a cabo varias reformas basadas en la declaración del sufragio universal libertad de cultos libertad de enseñanza, de reunión, asociación pacíficas de imprenta, de legislación especial etc. Los municipios y las provincias  de nuevo emprendieron la descentralización administrativa  y,  como medidas novedosas,  los juicios se llevaron a cabo por medio de la figura del  jurado.
Entre ellas, fueron significativas la división de la ciudad en cinco distritos con dos secciones, al frente de los cuales se nombraban unos responsables nombrados por el ayuntamiento, el traslado y nuevo desarrollo de los distritos parroquiales ( de la Veracruz a la Angustias)  y el nuevo deslinde del término con el Castillo por la Sierra de la Camuña. Y, hasta se abolió la pena de muerte. Pero lo más importante fue la nueva Constitución, aprobada en 11 de febrero de 1869, que introdujo una serie de reformas, en las que permite ser electores y elegibles  a todos los españoles inscritos en censo, mayores de 25 años, así como sufragio secreto, la provincia con un diputado por cada 45.000 habitantes, etc. Ninguno de los diputados estaba relacionado con Alcalá.
En Alcalá el paso de los conservadores  al nuevo gobierno liberal, en el que predominaba la familia Benavides, no fue trágico ni dramático. Los conservadores, representados entre otros por el concejal Pablo Laloya,  otorgaron el poder sin grandes aspavientos.
Durante este periodo de tiempo, los liberales mostraban ciertas diferencias, pues había un grupo  importante  procedente de la antigua Unión Liberal,  y, en su seno,  comenzaron a surgir concejales con tendencias republicanas, como la familia Alamedas. Pronto surgieron disidencias  entre los liberales, como manifestaba  el seis de enero de 1869 Antonio Sánchez Cañete. Emprendieron medidas arriesgadas, ya que continuaron los intentos de clarificar el mal estado de los propios, entre ellos los Llanos. Incluso  acudió un visitador don Fernando Trinidad Aponte para poner orden  y llevar a cabo un libro de Veredas[2]. Se alquilaron al Obispado de Jaén las dependencias del Palacio Abacial, lo que significó un gran paso para compra futura del edificio; en ella se instalaron los juzgados, las  unas escuelas, y los archivos religiosos[3]. Y se dio un gran paso a la cultura creándose  una Biblioteca Popular, que dirigió el maestro José María Luna y se instauró un Instituto de Enseñanza Media  por un catedrático de Madrid[4].
Con la llegada de Amadeo de Saboya, el ayuntamiento alcalaíno colocó su efigie y la del duque de la Torre en el Salón de Plenos. Pero, se recrudecieron las disidencias, sobre todo, los republicanos,  encabezados por el herrero Francisco Alamedas, no estaban de acuerdo con la posición salomónica  de los liberales. 
 


                       LA PRIMERA REPÚBLICA


En el   año de la Revolución  Gloriosa, se crearon un Club y un Comité de Republicanos, semilla  de estas ideas en la comarca o  distrito alcalaíno. Su nombre completo era  Club o Centro Demócrata Republicano cuya fundación se remontaba al año 1868 y  formaban parte de  este movimiento profesores, profesiones liberales y artesanos. Este celebraba dos reuniones semanales pacíficas, pues en palabras del alcalde “reina en este distrito municipal el mayor orden y sus pacíficos habitantes se consagran a sus diarias ocupaciones, sin que hasta ahora haya habido un tema alguno alarmante que manifieste la paz alterarle”[5]. Los principios básicos que regían su ideología eran los mismos que los de la Ilustración francesa: Libertad, Igualdad y Fraternidad[6].  
Pero la fecha más importante fue el doce de febrero de 1873, cuando se proclamó la  República en medio de una gran tranquilidad en la ciudad de Alcalá la Real. Orden y entusiasmo, tal como se comunicó por la alcaldía al Gobernador Civil. Los republicanos estaban divididos entre radicales  y propiamente republicanos, aunque hicieron un gran esfuerzo de unificación en aquellas fechas “ se propone hoy por los citados individuos republicanos a esta corporación municipal la designación de sus poderes y formación de una junta mixta compuesta de concejales radicales y republicanos en la localidad, a fin de que encargada dicha  junta  de la admón. Pública se evite todo género  de  conflictos por los impacientes y, hasta que se haga una nueva elección debe asignarse a aquellos puestos a los hombres que merezcan las simpatías populares La Corporación que se halla enteramente de acuerdo con el partido republicano y que en unión a este sea proclamado la expresada   del Gobierno, no ha creído oportuna la designación de los cargos oficiales que representa ni la superior aprobación de Vds. En consecuencia, tengo el honor de acompañar comunicando para la más superior resolución rogándoles a la vez no le demore para obrar con arreglo a ella[7]. Pero tardaron unos días en asumir el poder local.  

 El 13 de febrero de 1874, .el gobernador civil de la Provincia envió una circular, proclamando la República Democrática como forma de gobierno votada por las Cortes tras la marcha de Amadeo de Saboya. El ayuntamiento liberal se reunió para delegar el poder basándose en  unas declaraciones en las que se consideraban amantes de la libertad y dispuestos a constituir el nuevo ministerio con gran júbilo: “la proclamación de la república del día once en  medio de una nueva convivencia y severo orden”; además, felicitaron al presidente del gobierno ejecutivo de la Asamblea Nacional, adhiriéndose a la República. El Salón de plenos del Ayuntamiento alcalaíno se encontraba lleno de vecinos, para formar la Junta Mixta, constituida por Concejales y vocales del comité republicano. Por los primeros, estaban los liberales, Alejo, Manuel, Eduardo, Francisco Benavides  Santaolaya y Fernández de Moya,  Miguel Molina, Fernando Muñoz.,Fernando Benavides, José y Valeriano Ferreira, Fernando Bolívar, Tomás Cortés, Cristóbal Sánchez , por el comité republicano Eduardo Serrano , Joaquín Piñar, Francisco Sánchez Collado, y Ramón Arenas.  En la reunión de la Junta de Asociados, también nuevas caras  se encontraron por primera vez dentro de  la política municipal. Pues abundaban  los pequeños y medianos propietarios de las aldeas (Juan Antonio, y Juan Sánchez Nieto, los artesanos y oficios de la construcción (Vicente Grandes Cevallos), los herreros, zapateros etc. Entre las medidas que acordaron primeras, fue la supresión del impuesto de consumos.



En la madrugada de primero de marzo se reunieron en  el edificio municipal, aceptaron el  gobierno local, y,  para ello, nombraron  de testigo y valedor del pleno del Pleno del Ayuntamiento, al notario Alejandro Mouton., un masón de la Logia Acacia.. Algún que sobresalto, una huelga de obreros, un levantamiento popular contra los impuestos, y, el paso de  personas armadas por los campos  alcalaínos  fueron los  acontecimientos  más significativos del  año 1873. Sobre todo, resalta este último tipo de acontecimientos, cuando, en la madrugada del 20 de marzo, vinieron desde la aldea de Charilla, cuna del republicanismo alcalaíno, a  ponerse a disposición del alcalde, una partida de cuarenta republicanos, a cuyo frente iba el  cuatro teniente alcalde José Salazar y Castillo[8].
 En el nuevo gobierno republicano, los había herreros la familia Alameda ( José y  Francisco), vecinos de la calle de los Caños y de los Álamos, albañiles ( el síndico y primer teniente alcalde Miguel de Torres, Luís Vela, Manuel Granados, Manuel Liñeira y Andrés Contreras), el albéitar José Salazar; herreros como Juan de Frías, que sería  padre del alcalde socialista Salvador Frías Pino; carpinteros como Rafael Vigas Antonio Ruiz y Manuel Muñoz;  la familia  de los confiteros Jiménez García; zapateros como la familia Ignacio Ruiz y Antonio Calvo Trueba; hacendados y labradores (Francisco Cevallos Sáez, Antonio Ruiz Serrano y Antonio Rosales López). Todos ellos vivían en el barrio del Juego Pelota, o en la calle de los Caños, vecinos cercanos del  masón doctor Ruiz Matas como Miguel de Torres,  los Alamedas y Cevallos. Probablemente, este médico había vivido los acontecimientos de Loja y se había autoexiliado, con motivo de la represión del general Narváez y se afincó en Alcalá,  donde difundió las ideas  republicanas.

El breve paréntesis de la Primera República significó un golpe de efecto en la ciudadanía alcalaína. Por primera vez, la ciudad fue regida por nuevos miembros de otras clases sociales, dedicadas a la artesanía y el comercio, que impusieron unas nuevas formas de gobernar. Además, un  nuevo partido apartado de los hábitos tradicionales nació en la vida alcalaína, el Partido Republicano. Ya no fue el cabildo municipal quien rigió a los  súbditos, fueron los ciudadanos que se constituyeron en Asamblea Municipal y eligieron al alcalde-presidente, cargo que desde la Constitución  de 1812, salvo el paréntesis de los últimos corregidores del reinado de Isabel II,  sustituyó al corregidor enviado por la Corona para controlar la vida municipal. Un clima de respeto a la legalidad y de austeridad se respiró en todas sus decisiones gubernativas. Por eso, no nos extraña que su tío Pablo Laloya, miembro de la omisión Municipal de Beneficencia se le llamara para  que diera el dictamen de las cuentas[9].Aunque todavía se mantenían gastos extraordinarios como las fiestas del Corpus,  ya sólo se realizó la función de la misa y el resto de los gastos en beneficio de las clases más desfavorecidas.
En este periodo republicano se constata que, tampoco, aquellos miembros representaban a la clase jornalera, sino a los industriosos y laboriosos artesanos de tal manera que el primer alcalde fue un herrero, de nombre  Francisco Alamedas descendiente de familiares de la ciudad granadina de Santa Fe. Como aconteció en el resto de España, el único conflicto fue la protesta de los mozos de la quinta de aquel año que se negaron  a participar  en el sorteo y leva, ante el asombro que les ocasionó la cita del gobernador civil, y frente a las promesas incumplidas que les prometieron antes de la toma a del poder republicano. También, el dieciocho de junio tuvo lugar una huelga de los trabajadores del campo, que, según las manifestaciones del alcalde, fueron promovidas por la clase obrera:” como quiera que no haya tenido solución ningún asunto de tanta gravedad, y habiéndose promovido en la mañana de hoy otra cuestión no de menos importancia entre los trabajadores del campo y los labradores, que tienen  que hacer la recolección de sus frutos, exigiendo aquellos por precio de sus jornales unas cantidades excesivas y nunca usadas en circunstancias normales declarándose en huelga si no se accede a sus pretensiones, cuyos hechos tienen alarmadas a las personas sensatas de esta población, esto por una parte,( ...) la resistencia a de los mozos  del llamamiento de los soldados y del conflicto finalmente que todo esto puede acarrear al vecindario de esta obligación obligan a esta Alcaldía rogándole se sirva manifestarme si a todo trance he de hacer el juicio de esecciones o si lo  he de suspender hasta nueva disposiciones. Salud y Fraternidad”[10].    
Es curioso el lenguaje de aquellos primeros republicanos  que, ante un asunto  intrascendente, ya exponían las bases y la esperanza de nuevos sectores de la sociedad en un sistema o régimen que rompía con el vigente y el Antiguo Régimen. Sirva de ejemplo la revalorización de la juventud “para un individuo del gran partido Republicano, abrigo  el convencimiento de que nada más tiránico que arrebatar del seno de una familia a jóvenes que al lado de ella son su sostén, a la vez que proporcionan óptimos frutos en las artes, oficios y en los demás ramos de la riqueza pública. Sin embargo pospondría  estos sentimientos particulares a sus deberes como hombre público, si no temiere que repetidos mozos y acaso otros muchos  tratasen si no de alterar el orden  por medios violentos, al menos con una resistencia pasiva dieran  lugar a que el acto o sea juicio de esecciones sea infructuoso párale día quince[11].  A los servicios municipales cambiaron la espada por un bastón con una cinta encarnada, que simbolizaba a la república[12].     
Además, en este tiempo surgieron nuevos proyectos. Se creó de nuevo un colegio de enseñanza secundaria, que abría nuevos cauces a la enseñanza en libertad a toda la población alcalaína.; también, una biblioteca popular, que estaba ubicada en un local del recién arrendado Palacio Abacial[13] y  una gran preocupación por la escolarización, a través del republicano Juan de Frías, que propuso un padrón de niños no escolarizados y la obligación de asistir a las clases “ “ se formará también un padrón de los niños de ambos sexos comprendidos en la edad de seis años, tomando antecedentes de los que dejan de concurrir a la escuela y obligarles a que verifiquen bajo las penas establecidas por la ley,  puesto que si todos los sistemas de gobierno la educación de el a juventud es la esperanza  y porvenir de la patria en ninguno con más motivo que en el sistema republicano que hoy feliz rige a la Nación española[14].Los carnavales tuvieron un gran empuje, como demuestra una bando posterior que limitó las costumbres de libertad iniciadas en este tiempo[15].  Y se ensayaron nuevas fórmulas de participación de otros gremios o industrias mediante la creación de la Junta municipal, que asesoraba y hacía propuestas al ayuntamiento en todas las actividades relacionadas con la economía local y municipal. Este grupo recogió la antorcha de los miembros del Círculo Republicano, por entonces ya constituido en la ciudad, y sirvió de ruptura con los dos grupos políticos que controlaban y controlarán en el futuro la vida municipal, porque  conservadores y liberales administrarán la política, alternativamente y sin apenas cambio de política con las clases más desfavorecidas. Sin embargo se percibió un nuevo grupo, formado por los que habían sufrido las consecuencias desamortizadoras, ubicado en las aldeas, que va a dar lugar a formar una nueva corriente republicana de signo obrerista:

Ese afán por sembrar  desde las más altas y estériles colinas, hasta los más húmedos y encharcados valles, sin respeto  ni consideración, que se han hecho a los montes de todas clase; esa poca o ninguna estabilidad en los arrendamientos; lo excesivo de las rentas; lo exorbitante de los impuestos ya directos, ya indirectos, y el deseo de figurar lo labradores  en toda clase de círculos sociales y políticos aún en los políticos, dejando la tranquilidad y silencio de sus modestos hogares, por el bullicio, agitación y lujo de la ciudad, han sido y son la causa de que nuestra agricultura no esté a la altura que debiera. La mayor parte de los montes descuajados se han convertido en sierras escarpadas, puesto que levantada la planta, las aguas torrenciales han arrastrado la capa vegetal, y en la actualidad ni producen cereales, ni sirven de abrigo a los animales, ni pueden utilizarse para nada. Con la poca seguridad en los arrendamientos el labrador, aunque pudiera, no hace mejoras en la finca, puesto que abriga el convencimiento de que al ver el terreno en buenas condiciones, tal vez otro más afrontando obtenga el fruto de su trabajo[16].
           
El final del movimiento republicano no fue lo afortunado que pudo ser en España. Pues, la inexperiencia de aquellos grupos en el gobierno, en su mayoría “artistas” o artesanos, la división entre republicanos radicales y federales  y  la influencia de diversos acontecimientos nacionales dieron al traste con aquella iniciativa. A finales del mes de mayo de 1873, dimitieron los primeros concejales Gregorio Contreras, Antonio Calvo, José Jiménez García  y José Jiménez Álvarez; y, en  agosto, lo hizo el alcalde José Alamedas y varios concejales, dando lugar a la nueva corporación encabezada por Miguel de Torres, un agricultor de la Pedriza, y apoyada por los republicanos radicales, al frente de ellos estaba Juan Frías Paredes, un herrero, padre de quien sería alcalde de las Segunda República[17].  Las medidas se endurecieron con el intento de la creación de una Milicia Ciudadana y, comenzaron a surgir pequeños conatos de insubordinación de los conservadores, como el incidente de destrucción de las listas electorales por parte de su maestro de obras Félix de Contreras[18] . Además, les  abandonó el cuadro administrativo con el secretario y oficiales de Ayuntamiento más preparados.
                       BATMALA Y LA REPÚBLICA

Con los  nuevos miembros republicanos, la familia de los Batmala y Laloya debió estar muy relacionada, pues, ambas familias pertenecían a la Junta de Asociados y,  en su comercio, acudían para comprar  todos los materiales básicos de ferretería y vestimenta.
 Clotilde se casó el 30 de octubre de 1872 y pronto murieron los otras dos hermanas. En el año 1874,  Pablo Laloya ya se habían enriquecido con  el comercio de Alcalá, y, pretendieron adquirir en su tierra un “terreno conocido con el nombre de” Bitaubé de Haut.”, según refleja el notario Mº Lendresse[19].  Parece que tenían intención de regresar a Francia para pasar los últimos años de su vida, por eso compraron esta granja, que tenía una casa muy bonita, y actualmente se encuentra en ruinas. 
Su influencia en la vida comercial  alcalaína se manifestaba prestando dinero no sólo a alcalaínos sino a otros propietarios de la comarca. Además, puso su negocio en la Casa Primera de los Portales de la  Pescadería de la Plaza[20],  adquirida por el prieguense  y comerciante Manuel de Mármol en 1870. Se ufanaba de presumir entre sus hermanos, pues poseía un caballo castaño lucero,  de diez años, calzado de pie de siete cuartas y con una marca de ganadería en forma de A cortesana coronada con una cruz. Este caballo luego lo recibirá su sobrino Pablo. Además, ocupaba las listas de donantes de dinero para el socorro de las clases jornalera con motivo de las crisis jornaleras provocadas por los malos tiempos que impedían el trabajo en el campo y se paliaba por este mecanismo de beneficencia[21]. Antes de la caída del gobierno local republicano, tanto Pablo Laloya como su tío Francisco Batmala fueron elegidos en la Junta de Asociados.


 




LAS NOTAS HAN SUFRIDO UNOS CAMBIOS


[1] AMAR.21 de septiembre de 1870.
[1] AMAR. Ata del tres de enero de 1872, por la cantidad de 2.320 reales.
[1] AMAR.  16 de septiembre de 1872
[1] A
MAR. Legajo 200.Año 1873. n º 97.
[3] AMAR. Legajo  200. Año 1873. Nota 140.
[3] AMAR. Acta el 13 de febrero
de 1873. Junto a Pablo Laloya, est
os lados de un rectángulo
[5] AMAR. Copiador, Legajo 200. Nota 13. Se detuvo a Francisco Jiménez po
r atentar con excrementos a los edictos que establecían las nuevas norm
aba Francisco García Valdecasas Guerr
ero, abogado, el maestro Mariano Luna Mou
tón., Antonio Tapia Revilla, don Carlos Aranda Piqueras.
[9] AMAR. Legajo 200. carta al gobernado civil el 18 de julio.
[9] AMAR. Legajo 200. Carta Dirigida al Gobernador civil de la provincia solicitand
o el  cese del reemplazo  para el ejército.
[10] AMAR. Acta de
uno de marzo de 1873.
[11] AMAR. Copiador del 1873. Nota  208 referente al envío del catalogo de libros enviado por el ministerio
 de Fomento para la Biblioteca Popular
, cuyo encargado era el maestro José María Luna. Se estaban colocando estanterías y armarios y  haciéndose un presupuesto.,
[13] AMAR.  Acta del 16 de julio de 1873.
[13] AMAR.  LEGAJO SUELTO. BANDO DE RAFAEL ABRIL y LEÓN 23 DE FEBRERO  1884. Este era el bando. Hago saber
. Que teniendo en cuenta las disposicio
nes vigentes sobre fiestas y espectáculos públicos y considerando que es un deber de las autoridades vigilar por el sostenimiento del orden y debido respeto a las instituciones y personas, tengo el disponer lo siguiente. 1º Se permite andar con disfraz por las calles en los tres días de Carnaval, hasta el anochecer de cada uno de ellas. 2º Igualmente es permitía la celebración de bailes  de máscaras en los mismos días y las noches correspondientes debiendo ir los concurrentes a los que tengan lugar por noche sin antifaz y permanecer en la calle el tiempo suficiente tan sólo  para trasladarse desde los respectivos domicilios al sitio del espectáculo y viceversa. 3º Queda prohibida la parodia de actos y empleo de palabras que ofendan la moral o las buenas costumbres, así como el uso de vestiduras, insignias  y condecoraciones de los ministros de la religión y de los funcionarios del Estado o de la Milicia. 4º Así mismo se prohibe a las máscaras ofender con discursos o frases satíricas, inconvenientes a persona alguna. 5º Nadie podrá entrar en los bailes de máscaras con armas, palos, ni bastones , aunque lo requiera el traje que use siendo estensiva estas postulación a todos los concursantes, no obstante ir sin disfraz, a excepción solamente las autoridades. 6º Los infractores de este bando incurrirán en la multa de cinco pesetas que harán efectivo en el papel correspondiente sin perjuicio de las responsabilidades que en determinadas  casos pudiera contraer. de 
[15] LA VOZ DE ALCALÁ. Ibid. Pag 2 y 3.
[15] Otros eran Andrés Contreras García , Francisco de Paula Pérez, Antonio Rosales Frías, Antonio Muñoz Hid
algo, Francisco Espinosa.
[16] AMAR. Act
a de 18 de julio de 1873. Las rompió y preso se le juzgó por el Juzgado,
[17] Estos datos se me han aportado por el ayuntamiento de R
ebenacq que comunicó con  un ascendiente de Pablo Batmala,   Paul Laloye
[18] AMAR. Legaj
o 198. Pieza Primera. La escritura de venta de  esta primera casa fue el 25 de octubre de 1870, junto a esta poseía la número tre
s.
[20] A principios de enero de 1871, Pablo Laloya daba cuarenta reales.
[20] Nació en Alcalá la Real, el 21 de junio de 1846. Se doctoró en Derecho p
or la Universidad de Granada. Era seguidor  de Romero Robledo.r

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