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Fueron años conflictivos en España y en
Alcalá, en los que se vivieron la Revolución Gloriosa ,
y la abdicación del rey don Amadeo de
Saboya. Entre 1868 y 1869, en Alcalá se palpó cierto pulso entre las
nuevas corrientes (republicanas y los liberales) y los conservadores locales,
porque hubo que detener, en el mes de octubre, a algunas personas que tuvieron
algún desacato con la política gubernamental[1]. Los
Batmala y Laloya fueron testigos excepcionales de la revolución Gloriosa. Pues nada menos que
Francisco Batmala, como segundo teniente alcalde, le tocó presenciar la sesión
del 30 de septiembre de 1868, en la que se declaró el traspaso de poderes a los
nuevos miembros de la Junta Revolucionaria junto
con su pariente Pablo Laloya, que ejercía de concejal desde 1867, con el puesto número quince. A partir
de este momento, la familia de los Benavides y los Ramírez van estar
presentes en los gobiernos liberales. Y,
con ellos los Batmala Laloya tuvieron muy buenas relaciones.
Con la muerte
de Narváez, se rompió, por cierto tiempo, el eslabón que los parlamentarios
alcalaínos mantenían con la política nacional, ya que los Abril estaban muy
relacionados con el Espadón de Loja, tal como se le conocía
popularmente. Y no nos era extraña esta relación anterior entre Loja y Alcalá, pues, medio siglo antes,
ambas ciudades formaban parte del
corregimiento alcalaíno.
Con la
promulgación de un manifiesto, conocido por “España con Honra”, los jefes de la Armada , como Topete, los
políticos desterrados y los generales, entre ellos Prim, Sagasta, Serrano y otros, a partir de 1868, iniciaron unos
años, en los que destituyeron a la reina Isabel II, se crearon las juntas
revolucionarias y se llevaron a cabo varias reformas basadas en la declaración
del sufragio universal libertad de cultos libertad de enseñanza, de reunión,
asociación pacíficas de imprenta, de legislación especial etc. Los municipios y
las provincias de nuevo emprendieron la
descentralización administrativa y, como medidas novedosas, los juicios se llevaron a cabo por medio de
la figura del jurado.
Entre ellas,
fueron significativas la división de la ciudad en cinco distritos con dos
secciones, al frente de los cuales se nombraban unos responsables nombrados por
el ayuntamiento, el traslado y nuevo desarrollo de los distritos parroquiales (
de la Veracruz
a la Angustias ) y el nuevo deslinde del término con el
Castillo por la Sierra
de la Camuña. Y ,
hasta se abolió la pena de muerte. Pero lo más importante fue la nueva
Constitución, aprobada en 11 de febrero de 1869, que introdujo una serie de
reformas, en las que permite ser electores y elegibles a todos los españoles inscritos en censo,
mayores de 25 años, así como sufragio secreto, la provincia con un diputado por
cada 45.000 habitantes, etc. Ninguno de los diputados estaba relacionado con
Alcalá.
En Alcalá el
paso de los conservadores al nuevo
gobierno liberal, en el que predominaba la familia Benavides, no fue trágico ni
dramático. Los conservadores, representados entre otros por el concejal Pablo
Laloya, otorgaron el poder sin grandes
aspavientos.
Durante este
periodo de tiempo, los liberales mostraban ciertas diferencias, pues había un
grupo importante procedente de la antigua Unión Liberal, y, en su seno, comenzaron a surgir concejales con tendencias
republicanas, como la familia Alamedas. Pronto surgieron disidencias entre los liberales, como manifestaba el seis de enero de 1869 Antonio Sánchez
Cañete. Emprendieron medidas arriesgadas, ya que continuaron los intentos de
clarificar el mal estado de los propios, entre ellos los Llanos. Incluso acudió un visitador don Fernando Trinidad
Aponte para poner orden y llevar a cabo
un libro de Veredas[2]. Se alquilaron al Obispado
de Jaén las dependencias del Palacio Abacial, lo que significó un gran paso
para compra futura del edificio; en ella se instalaron los juzgados, las unas escuelas, y los archivos religiosos[3]. Y se
dio un gran paso a la cultura creándose
una Biblioteca Popular, que dirigió el maestro José María Luna y se
instauró un Instituto de Enseñanza Media
por un catedrático de Madrid[4].
Con la llegada
de Amadeo de Saboya, el ayuntamiento alcalaíno colocó su efigie y la del duque
de la Torre en
el Salón de Plenos. Pero, se recrudecieron las disidencias, sobre todo, los
republicanos, encabezados por el herrero
Francisco Alamedas, no estaban de acuerdo con la posición salomónica de los liberales.
En el año de la Revolución Gloriosa , se crearon un
Club y un Comité de Republicanos, semilla
de estas ideas en la comarca o
distrito alcalaíno. Su nombre completo era Club o Centro Demócrata Republicano cuya
fundación se remontaba al año 1868 y
formaban parte de este movimiento
profesores, profesiones liberales y artesanos. Este celebraba dos reuniones
semanales pacíficas, pues en palabras del alcalde “reina en este distrito
municipal el mayor orden y sus pacíficos habitantes se consagran a sus diarias
ocupaciones, sin que hasta ahora haya habido un tema alguno alarmante que
manifieste la paz alterarle”[5]. Los principios
básicos que regían su ideología eran los mismos que los de la Ilustración francesa:
Libertad, Igualdad y Fraternidad[6].
Pero la fecha
más importante fue el doce de febrero de 1873, cuando se proclamó la
República en medio de una gran tranquilidad en la
ciudad de Alcalá la Real.
Orden y entusiasmo, tal como se comunicó por la alcaldía al
Gobernador Civil. Los republicanos estaban divididos entre radicales y propiamente republicanos, aunque hicieron
un gran esfuerzo de unificación en aquellas fechas “ se propone hoy por los
citados individuos republicanos a esta corporación municipal la designación de
sus poderes y formación de una junta mixta compuesta de concejales radicales y
republicanos en la localidad, a fin de que encargada dicha junta
de la admón. Pública se evite todo género de
conflictos por los impacientes y, hasta que se haga una nueva elección
debe asignarse a aquellos puestos a los hombres que merezcan las simpatías
populares La Corporación
que se halla enteramente de acuerdo con el partido republicano y que en unión a
este sea proclamado la expresada del
Gobierno, no ha creído oportuna la designación de los cargos oficiales que
representa ni la superior aprobación de Vds. En consecuencia, tengo el honor de
acompañar comunicando para la más superior resolución rogándoles a la vez no le
demore para obrar con arreglo a ella”[7]. Pero
tardaron unos días en asumir el poder local.
El 13 de febrero de 1874, .el gobernador civil
de la Provincia
envió una circular, proclamando la República Democrática
como forma de gobierno votada por las Cortes tras la marcha de Amadeo de
Saboya. El ayuntamiento liberal se reunió para delegar el poder basándose
en unas declaraciones en las que se
consideraban amantes de la libertad y dispuestos a constituir el nuevo
ministerio con gran júbilo: “la
proclamación de la república del día once en
medio de una nueva convivencia y severo orden”; además, felicitaron
al presidente del gobierno ejecutivo de la Asamblea Nacional ,
adhiriéndose a la
República. El Salón de plenos del Ayuntamiento alcalaíno se
encontraba lleno de vecinos, para formar la Junta Mixta ,
constituida por Concejales y vocales del comité republicano. Por los primeros,
estaban los liberales, Alejo, Manuel, Eduardo, Francisco Benavides Santaolaya y Fernández de Moya, Miguel Molina, Fernando Muñoz.,Fernando
Benavides, José y Valeriano Ferreira, Fernando Bolívar, Tomás Cortés, Cristóbal
Sánchez , por el comité republicano Eduardo Serrano , Joaquín Piñar, Francisco
Sánchez Collado, y Ramón Arenas. En la
reunión de la Junta
de Asociados, también nuevas caras se
encontraron por primera vez dentro de la
política municipal. Pues abundaban los
pequeños y medianos propietarios de las aldeas (Juan Antonio, y Juan Sánchez
Nieto, los artesanos y oficios de la construcción (Vicente Grandes Cevallos),
los herreros, zapateros etc. Entre las medidas que acordaron primeras, fue la
supresión del impuesto de consumos.
En la
madrugada de primero de marzo se reunieron en
el edificio municipal, aceptaron el
gobierno local, y, para ello,
nombraron de testigo y valedor del pleno
del Pleno del Ayuntamiento, al notario Alejandro Mouton., un masón de la Logia Acacia..
Algún que sobresalto, una huelga de obreros, un levantamiento popular contra
los impuestos, y, el paso de personas
armadas por los campos alcalaínos fueron los
acontecimientos más
significativos del año 1873. Sobre todo,
resalta este último tipo de acontecimientos, cuando, en la madrugada del 20 de
marzo, vinieron desde la aldea de Charilla, cuna del republicanismo alcalaíno,
a ponerse a disposición del alcalde, una
partida de cuarenta republicanos, a cuyo frente iba el cuatro teniente alcalde José Salazar y
Castillo[8].
En el nuevo gobierno republicano, los había
herreros la familia Alameda ( José y
Francisco), vecinos de la calle de los Caños y de los Álamos, albañiles
( el síndico y primer teniente alcalde Miguel de Torres, Luís Vela, Manuel
Granados, Manuel Liñeira y Andrés Contreras), el albéitar José Salazar;
herreros como Juan de Frías, que sería
padre del alcalde socialista Salvador Frías Pino; carpinteros como
Rafael Vigas Antonio Ruiz y Manuel Muñoz;
la familia de los confiteros
Jiménez García; zapateros como la familia Ignacio Ruiz y Antonio Calvo Trueba;
hacendados y labradores (Francisco Cevallos Sáez, Antonio Ruiz Serrano y
Antonio Rosales López). Todos ellos vivían en el barrio del Juego Pelota, o en
la calle de los Caños, vecinos cercanos del
masón doctor Ruiz Matas como Miguel de Torres, los Alamedas y Cevallos. Probablemente, este
médico había vivido los acontecimientos de Loja y se había autoexiliado, con
motivo de la represión del general Narváez y se afincó en Alcalá, donde difundió las ideas republicanas.
El breve paréntesis de la Primera República
significó un golpe de efecto en la ciudadanía alcalaína. Por primera vez, la
ciudad fue regida por nuevos miembros de otras clases sociales, dedicadas a la
artesanía y el comercio, que impusieron unas nuevas formas de gobernar. Además,
un nuevo partido apartado de los hábitos
tradicionales nació en la vida alcalaína, el Partido Republicano. Ya no fue el
cabildo municipal quien rigió a los
súbditos, fueron los ciudadanos que se constituyeron en Asamblea
Municipal y eligieron al alcalde-presidente, cargo que desde la Constitución de 1812, salvo el paréntesis de los últimos
corregidores del reinado de Isabel II,
sustituyó al corregidor enviado por la Corona para controlar la vida municipal. Un clima
de respeto a la legalidad y de austeridad se respiró en todas sus decisiones
gubernativas. Por eso, no nos extraña que su tío Pablo Laloya, miembro de la
omisión Municipal de Beneficencia se le llamara para que diera el dictamen de las cuentas[9].Aunque
todavía se mantenían gastos extraordinarios como las fiestas del Corpus, ya sólo se realizó la función de la misa y el
resto de los gastos en beneficio de las clases más desfavorecidas.
En este periodo republicano se
constata que, tampoco, aquellos miembros representaban a la clase jornalera,
sino a los industriosos y laboriosos artesanos de tal manera que el primer
alcalde fue un herrero, de nombre
Francisco Alamedas descendiente de familiares de la ciudad granadina de
Santa Fe. Como aconteció en el resto de España, el único conflicto fue la protesta
de los mozos de la quinta de aquel año que se negaron a participar
en el sorteo y leva, ante el asombro que les ocasionó la cita del
gobernador civil, y frente a las promesas incumplidas que les prometieron antes
de la toma a del poder republicano. También, el dieciocho de junio tuvo lugar
una huelga de los trabajadores del campo, que, según las manifestaciones del
alcalde, fueron promovidas por la clase obrera:” como quiera que no haya
tenido solución ningún asunto de tanta gravedad, y habiéndose promovido en la
mañana de hoy otra cuestión no de menos importancia entre los trabajadores del
campo y los labradores, que tienen que
hacer la recolección de sus frutos, exigiendo aquellos por precio de sus
jornales unas cantidades excesivas y nunca usadas en circunstancias normales
declarándose en huelga si no se accede a sus pretensiones, cuyos hechos tienen
alarmadas a las personas sensatas de esta población, esto por una parte,( ...)
la resistencia a de los mozos del
llamamiento de los soldados y del conflicto finalmente que todo esto puede acarrear
al vecindario de esta obligación obligan a esta Alcaldía rogándole se sirva
manifestarme si a todo trance he de hacer el juicio de esecciones o si lo he de suspender hasta nueva disposiciones.
Salud y Fraternidad”[10].
Es curioso el lenguaje de aquellos
primeros republicanos que, ante un
asunto intrascendente, ya exponían las
bases y la esperanza de nuevos sectores de la sociedad en un sistema o régimen
que rompía con el vigente y el Antiguo Régimen. Sirva de ejemplo la
revalorización de la juventud “para un individuo del gran partido
Republicano, abrigo el convencimiento de
que nada más tiránico que arrebatar del seno de una familia a jóvenes que al
lado de ella son su sostén, a la vez que proporcionan óptimos frutos en las
artes, oficios y en los demás ramos de la riqueza pública. Sin embargo
pospondría estos sentimientos
particulares a sus deberes como hombre público, si no temiere que repetidos
mozos y acaso otros muchos tratasen si
no de alterar el orden por medios
violentos, al menos con una resistencia pasiva dieran lugar a que el acto o sea juicio de
esecciones sea infructuoso párale día quince”[11]. A los servicios municipales cambiaron la
espada por un bastón con una cinta encarnada, que simbolizaba a la república[12].
Además, en este tiempo surgieron
nuevos proyectos. Se creó de nuevo un colegio de enseñanza secundaria, que
abría nuevos cauces a la enseñanza en libertad a toda la población alcalaína.;
también, una biblioteca popular, que estaba ubicada en un local del recién
arrendado Palacio Abacial[13]
y una gran preocupación por la
escolarización, a través del republicano Juan de Frías, que propuso un padrón
de niños no escolarizados y la obligación de asistir a las clases “ “ se
formará también un padrón de los niños de ambos sexos comprendidos en la edad
de seis años, tomando antecedentes de los que dejan de concurrir a la escuela y
obligarles a que verifiquen bajo las penas establecidas por la ley, puesto que si todos los sistemas de gobierno
la educación de el a juventud es la esperanza
y porvenir de la patria en ninguno con más motivo que en el sistema
republicano que hoy feliz rige a la
Nación española”[14].Los
carnavales tuvieron un gran empuje, como demuestra una bando posterior que
limitó las costumbres de libertad iniciadas en este tiempo[15]. Y se ensayaron nuevas fórmulas de
participación de otros gremios o industrias mediante la creación de la Junta municipal, que
asesoraba y hacía propuestas al ayuntamiento en todas las actividades
relacionadas con la economía local y municipal. Este grupo recogió la antorcha
de los miembros del Círculo Republicano, por entonces ya constituido en la
ciudad, y sirvió de ruptura con los dos grupos políticos que controlaban y
controlarán en el futuro la vida municipal, porque conservadores y liberales administrarán la
política, alternativamente y sin apenas cambio de política con las clases más
desfavorecidas. Sin embargo se percibió un nuevo grupo, formado por los que
habían sufrido las consecuencias desamortizadoras, ubicado en las aldeas, que va
a dar lugar a formar una nueva corriente republicana de signo obrerista:
“Ese afán por sembrar desde las más altas y estériles colinas,
hasta los más húmedos y encharcados valles, sin respeto ni consideración, que se han hecho a los
montes de todas clase; esa poca o ninguna estabilidad en los arrendamientos; lo
excesivo de las rentas; lo exorbitante de los impuestos ya directos, ya
indirectos, y el deseo de figurar lo labradores
en toda clase de círculos sociales y políticos aún en los políticos,
dejando la tranquilidad y silencio de sus modestos hogares, por el bullicio,
agitación y lujo de la ciudad, han sido y son la causa de que nuestra
agricultura no esté a la altura que debiera. La mayor parte de los montes
descuajados se han convertido en sierras escarpadas, puesto que levantada la
planta, las aguas torrenciales han arrastrado la capa vegetal, y en la
actualidad ni producen cereales, ni sirven de abrigo a los animales, ni pueden
utilizarse para nada. Con la poca seguridad en los arrendamientos el labrador,
aunque pudiera, no hace mejoras en la finca, puesto que abriga el
convencimiento de que al ver el terreno en buenas condiciones, tal vez otro más
afrontando obtenga el fruto de su trabajo[16].
El final del movimiento republicano no fue lo
afortunado que pudo ser en España. Pues, la inexperiencia de aquellos grupos en
el gobierno, en su mayoría “artistas” o artesanos, la división entre
republicanos radicales y federales
y la influencia de diversos
acontecimientos nacionales dieron al traste con aquella iniciativa. A finales
del mes de mayo de 1873, dimitieron los primeros concejales Gregorio Contreras,
Antonio Calvo, José Jiménez García y
José Jiménez Álvarez; y, en agosto, lo
hizo el alcalde José Alamedas y varios concejales, dando lugar a la nueva
corporación encabezada por Miguel de Torres, un agricultor de la Pedriza , y apoyada por los
republicanos radicales, al frente de ellos estaba Juan Frías Paredes, un
herrero, padre de quien sería alcalde de las Segunda República[17]. Las medidas se endurecieron con el intento de
la creación de una Milicia Ciudadana y, comenzaron a surgir pequeños conatos de
insubordinación de los conservadores, como el incidente de destrucción de las
listas electorales por parte de su maestro de obras Félix de Contreras[18] .
Además, les abandonó el cuadro
administrativo con el secretario y oficiales de Ayuntamiento más preparados.
BATMALA
Y LA REPÚBLICA
Con los nuevos miembros republicanos, la familia de
los Batmala y Laloya debió estar muy relacionada, pues, ambas familias
pertenecían a la Junta
de Asociados y, en su comercio, acudían
para comprar todos los materiales
básicos de ferretería y vestimenta.
Clotilde se casó el 30 de octubre de 1872 y
pronto murieron los otras dos hermanas. En el año 1874, Pablo Laloya ya se habían enriquecido
con el comercio de Alcalá, y,
pretendieron adquirir en su tierra un “terreno conocido con el nombre de”
Bitaubé de Haut.”, según refleja el notario Mº Lendresse[19]. Parece que tenían intención de regresar a
Francia para pasar los últimos años de su vida, por eso compraron esta granja,
que tenía una casa muy bonita, y actualmente se encuentra en ruinas.
Su influencia
en la vida comercial alcalaína se
manifestaba prestando dinero no sólo a alcalaínos sino a otros propietarios de
la comarca. Además, puso su negocio en la Casa Primera de los
Portales de la Pescadería de la Plaza[20], adquirida por el prieguense y comerciante Manuel de Mármol en 1870. Se
ufanaba de presumir entre sus hermanos, pues poseía un caballo castaño lucero, de diez años, calzado de pie de siete cuartas
y con una marca de ganadería en forma de A cortesana coronada con una cruz.
Este caballo luego lo recibirá su sobrino Pablo. Además, ocupaba las listas de
donantes de dinero para el socorro de las clases jornalera con motivo de las
crisis jornaleras provocadas por los malos tiempos que impedían el trabajo en
el campo y se paliaba por este mecanismo de beneficencia[21].
Antes de la caída del gobierno local republicano, tanto Pablo Laloya como su
tío Francisco Batmala fueron elegidos en la Junta de Asociados.
[1] AMAR.21 de septiembre de 1870.
[1] AMAR. Ata del tres de enero de
1872, por la cantidad de 2.320 reales.
[1] AMAR. 16 de septiembre de 1872
[1] A
[9] AMAR. Legajo 200. carta al
gobernado civil el 18 de julio.
[9] AMAR. Legajo 200. Carta Dirigida al Gobernador civil de la provincia
solicitand
[11] AMAR. Copiador del 1873. Nota 208
referente al envío del catalogo de libros enviado por el ministerio
, cuyo encargado era
el maestro José María Luna. Se estaban colocando estanterías y armarios y haciéndose un presupuesto.,
[13] AMAR. Acta del 16 de julio de 1873.
[13] AMAR. LEGAJO SUELTO. BANDO DE
RAFAEL ABRIL y LEÓN 23 DE FEBRERO 1884.
Este era el bando. Hago saber
nes vigentes sobre
fiestas y espectáculos públicos y considerando que es un deber de las autoridades
vigilar por el sostenimiento del orden y debido respeto a las instituciones y
personas, tengo el disponer lo siguiente. 1º Se permite andar con disfraz por
las calles en los tres días de Carnaval, hasta el anochecer de cada uno de
ellas. 2º Igualmente es permitía la celebración de bailes de máscaras en los mismos días y las noches
correspondientes debiendo ir los concurrentes a los que tengan lugar por noche
sin antifaz y permanecer en la calle el tiempo suficiente tan sólo para trasladarse desde los respectivos
domicilios al sitio del espectáculo y viceversa. 3º Queda prohibida la parodia
de actos y empleo de palabras que ofendan la moral o las buenas costumbres, así
como el uso de vestiduras, insignias y
condecoraciones de los ministros de la religión y de los funcionarios del
Estado o de la Milicia.
4º Así mismo se prohibe a las máscaras ofender con discursos o frases
satíricas, inconvenientes a persona alguna. 5º Nadie podrá entrar en los bailes
de máscaras con armas, palos, ni bastones , aunque lo requiera el traje que use
siendo estensiva estas postulación a todos los concursantes, no obstante ir sin
disfraz, a excepción solamente las autoridades. 6º Los infractores de este
bando incurrirán en la multa de cinco pesetas que harán efectivo en el papel
correspondiente sin perjuicio de las responsabilidades que en determinadas casos pudiera contraer. de
[15] LA VOZ DE ALCALÁ. Ibid. Pag 2
y 3.
[15] Otros eran Andrés Contreras García , Francisco de Paula Pérez, Antonio
Rosales Frías, Antonio Muñoz Hid
[17] Estos datos se me han aportado por el ayuntamiento de R
o 198.
Pieza Primera. La escritura de venta de
esta primera casa fue el 25 de octubre de 1870, junto a esta poseía la
número tre
[20] A principios de enero de 1871, Pablo Laloya daba
cuarenta reales.
[20] Nació en Alcalá
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