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jueves, 15 de septiembre de 2016

BATMALA ENTRE EL ORDEN PÚBLICO, LAS NUEVAS EDIFICACIONES Y LAS NUEVAS INDUSTRIAS Y MINAS.





EL ORDEN PÚBLICO
 
 A pesar de la estabilidad de la política municipal y  el orden público controlado por la guardia civil, guardas municipales/serenos y del campo, se asistía al incremento de la inseguridad ciudadana abundando  muchos robos de ganado y de otros tipos de bienes. Algún que otro incidente  acababa a tiros, como en la calle Caridad, donde en octubre de 1901, se oyeron disparos en una casa  y,  dos meses después, en la calle de las Angustias[1]. Incluso, algún hacendado se vio envuelto en algún litigio con la Justicia   en este mismo año. Tampoco, se puede  pasar por alto la consabida protección de los cargos públicos con armas, que el gobernador civil procuraba mantener ante los continuos conatos de violencias que se propagaban por la geografía nacional;  [2](Sobre todo, a los concejales de las aldeas, que solían residir en Santa Ana[3], Charilla y Ribera) y, además,  dirigía oficios recriminatorios contra los establecimientos expendedores de armas como las tiendas de las familias de Francisco Sierra, Hermanos Collado y  Joaquín Sánchez.  También, se ampliaron los puestos de la Benemérita, primero   en la aldea de la Rábita y Charilla e, incluso, posteriormente en Mures; en Alcalá el cuartel se ubicaba en una casa alquilada, primeramente, a María del Carmen Serrano en una de las calles de la Plaza del Ayuntamiento y, posteriormente, por su mayor amplitud en las casas de Antonio Guardia Castellano ubicadas en el camino Nuevo. Prueba de este clima de autoprotección fue el gran número de armas que se incautaron, por la autoridad, en los distintos juicios y condenas de estos primeros años, así como las continuas licencias de armas que recibieron determinados particulares y personas influyentes de la sociedad.
No obstante se dieron grandes pasos en el control del orden público como manifestaba Guardia Castellano en 1910 “La policía de los campos ha merecido mi más preferente atención y muy especialmente en la guardia de la aceituna, en la que por defectos y vicios inherentes al sistema de  guardería de que se valen los labradores para la custodia de sus propiedades, se había llegado a constituir un estado de anarquía y de despojo en los últimos años, habiendo llegado a conseguir en las dos últimas cosechas, que fueron estas respetadas hasta el punto de quedar aceituno en los olivares, embalada, o en montón, durante las noches, sin temor y sin cuidado. Hanme prestado su valioso con curso en tal empeño, los tribunales de justicia, el benemérito instituto de la Guardia Civil, los dueños encargados de las fábricas aceiteras y el público en general. A Todos envío hoy mi reconocimiento, que si su eficacísima ayuda, hubiese fracasado en mi propuesta”.
Dentro de este ambiente, no era extraño el ruido de disparos y explosiones nocturnas como la del día 21 de noviembre de 1901, denunciada por el Jefe del Orden Público ante la alcaldía. Pues todo estaba unido a otras desviaciones morales de la sociedad alcalaína. De ahí que la autoridad pública persiguiera  los juegos prohibidos, castigados por la Justicia. No obstante,  la mayoría de las faltas  recaían sobre asuntos de urbanidad, escándalos de la vida pública y curiosamente la persecución de los blasfemos. Tan sólo se destaca un incendio a finales de Octubre de 1906 en la iglesia del Rosario.
Aunque comenzaba a nacer algunas nuevas industrias derivadas del textil, orujeras, jabón, alcoholes  y de  índole agropecuaria-, la ciudad se mantuvo con un gran predominio agrícola frente a los otros sectores industriales y comerciales. Por estos años,  se multiplican en gran número los molinos de aceite, lo que indica el cambio de productos en la agricultura extendiéndose el olivo en lugar del cereal. También nacieron algunas industrias de alcoholes, como las de la familia Garnica.

                       NUEVAS FORMAS DE RIQUEZA

Guardia Castellano se lamentaba del siglo anterior con estas palabras:
“Por eso, Alcalá no marcha en los presentes momentos  a la cabeza de los pueblos febriles e industriales; porque todos los esfuerzos de sus hijos, todas sus actividades y todas sus economías, fueron reconcentradas durante diez lustros en una sola, noble, legítima aspiración: redimir el patrimonio del pueblo, empeñado en mal hora por leyes injustas, y redimirse y emanciparse de la humilde condición de colonos a que las mismas los condenaran, para ser libres, independientes y dueños de sus tierras y de sus acciones, como siempre lo fueron. Para alzar fábricas y talleres, hace falta algo más que buena voluntad: hace falta dinero, durante la segunda mitad del siglo pasado, huía por los cauces de la usura y de la codicia de terratenientes forasteros
Pero, con un canto casi épico, exponía el cambio que se estaba produciendo, en una agricultura, a la que calificaba “abandonando antiguas y rutinarias prácticas, figura en primera línea entre los pueblos productores; sus aldeas crecen, los caseríos se multiplican, y los campos se alegran con sus vides nuevas y con las hojas siempre verdes de sus crecientes olivares, esperanza de un mañana venturosos”. Y, la construcción como motor de los oficios artesanos, transformaba, por medio de  la inquietud de famosos maestros de obras como los Granados- que emigraron a Argentina- Manuel López Ramírez y Cándido García, una ciudad anclada en un estilo pueblerino de corte andaluz a  una moderna ciudad de corte capitalino “Su población se renueva, sucediendo a los vetustos casuchos de la edad media, esbeltas y elegantes casas que embellecen y ornamentan las amplias calles de la Ciudad Señoril”. De estos tiempos son todas las casas señoriales del Llanillo, calle Veracruz, Juego Pelota, Caños, Fuente Nueva y Real, donde vivían  los labradores, hacendados, profesionales y comerciantes. Este tercer sector que abundaba en la población,  lo regentaban las familias de los Mármol, Sierra, Collado, Calvo, Serrano, Marín, etc. Pero, lo que más cambió el panorama fue el ambiente fabril. Pues, en palabras de este cronista “ su industria, hasta aquí estacionaria, empieza a despertar de su letargo, tenemos fábricas de jabón, de aguardientes y licores, de harinas, de aserrar maderas, de fundición, de tejidos algodón, de tejas y ladrillos, de extracción de orujo, y 34 aceiteras)

Jabón


Aguardientes y licores
La Cometa
Garnica
Gaseosas

Aceituno
Fundición y Armas

Frías y Pérez
Maderas

Castillo
De  tejidos de algodón

Comercial Castillo
Francisco Serrano del Mármol
De tejas y ladrillo

López
De extracción de Orujo

Nueva Orujera
Navas
Almazaras
Santa Matilde
Nuestra Señora de las Mercedes


   
Parecía, además, que se había extendido la fiebre de conquistar los fondos de la tierra. Pues fueron numerosas las licencias de aperturas de minas que se solicitaron por este tiempo: En 1917, San Antonio, la Matilde y la Esperanza; en 1918, la Pura, la Carraca y la Gata Gorda, en 1919, la Carmencita, el Gran Poder, Ascensión, y Juanito.  También surgieron algunas sociedades económicas,  La Unión de Alcalá y la Económica de Charilla.
La población alcalaína cada vez aumentaba  en número de habitantes, llegando en el 1911 a las diecisiete mil cuarenta y seis almas entre las aldeas y casco, repartidas en 6.666 en este último y 10.370 en las primera, y, aún más, alcanzando la cifra de veinticinco mil personas a mediados de siglo. Pero  también era alarmante el número de parados que, en  el promedio de este año, superaba las mil quinientas personas sin contar mujeres en edad de trabajar. Eran frecuentes las personas que solicitaban instancias para adquirir el rango de pobres, con lo que se beneficiaban de medidas de beneficencia consistentes en los gastos de  la lactancia y la gota de leche en los primeros días de las criaturas.
 Como muestra del nivel de vida, se  mantuvo durante muchos años un salario agrícola de 1´75 pesetas por jornal, que sólo podía pagar  una dieta básica vegetariana de pan, leche, habichuelas, queso, manteca o aceite y, en modo alguno, una de carne y huevos que superaba la cantidad anterior. No obstante, desde 17 abril de 1900, la luz comenzaba a iluminar las calles por medio de un sistema de alumbrado  contratado a  Electra Española, con  obra de candelabros de hierro de la familia de Juan Frías Paredes. También, en el sector de servicios, se abrió una oficina de correos y telégrafos en la calle Real  en 1900 y se instaló el teléfono  con una alta torreta en la plaza pública.





jetos.
[1] AMAR. Ibid. El gobernador civil le envió dos pistolas a don Rafael Abril.
[1] Jugó un gran papel en estos primeros decenios  Amaro Sánchez Gon
zález.
[2] AMAR. Registro Del 28 de junio de 1901.
[2] AMAR.  30 de abril de 19
01 recibió los estatutos aprobados por el Gobernador Civil
[3] Lábaro Andal

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