HERMANDAD DEL CRISTO DE LA SALUD  
                        EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍAS 
DEL
BARRIO 
SAN JUAN 
            COLECCIÓN JUAN CANO
                            TEXTOS FRANCISCO MARTÍN ROSALES        
                        30
DE AGOSTO AL  8 DE SEPTIEMBRE
 año 2002
                        8-9
TARDE
                                                                                                                                                etras
GRATIAS TIBI
       La hermandad del Cristo de la Salud   pretende, con la exposición de fotografías
de  la Colección Juan 
Cano, incardinarse en un barrio que la vio nacer, crecer y  mantenerse 
por encima de todo tipo de circunstancias. Aunque su entorno urbano
desempeña un papel fundamental en la estética de la ciudad alcalaína por el
costumbrismo andaluz de su hábitat, sus hombres son, principalmente, los que
han forjado una serie de tradiciones, de vivencias y de proyectos de futuro, en
el que  la imagen del Cristo de
Salud  estuvo presente durante muchos
momentos de su vida. 
Este es el objetivo de la presente exposición:
rendir nuestro homenaje a toda la gente del barrio de san Juan  y exponer sus fotografías a manera de
testimonio de lo aquellos que nos han dado nuestros antepasados, para que
mantengamos la llama que tanto nos ilumina. Un agradecimiento en suma, más que
una nostalgia. Pues cada fotografía está impregnada del  sudor varonil 
de la siega de los agostos alcalaínos de los años cincuenta, del
sufrimiento maternal  de los fríos del
diciembre aceitunero  y del esfuerzo
humano por adquirir una cultura que 
sacara del analfabetismo, al menos, a los hijos de los que se exhiben en
la cartulina.
Nos sentimos sumamente orgullosos de esta muestra por lo mucho que nos
ha hecho gozar y meditar. Que el Cristo de la Salud  se lo premie.
               CONSIDERACIONES DEL  AUTOR
       En esta exposición siguiendo mi proyecto
de dar a conocer públicamente mi colección de fotografías, quiero rendir
homenaje a las siguientes personas y entidades.
1.  Al barrio de san Juan.
2.  A los pujareros.
3.  A los  hombres de economías débiles, que sufrieron
en una época  lejana.
4.  A la “Madre Carmen” que, con
sus amistades, consiguió el milagro de que San Juan  no fuese derribado.
Y, por último, dar las gracias a la Hermanad  del Cristo de la Salud , por haberme permitido
celebrarla. 
                   JUAN CANO
            SEMBLANZA DE LA EXPOSICIÓN 
       La presente exposición es fruto del
esfuerzo personal, material y económico de Juan Cano, que ha puesto a
disposición del pueblo de Alcalá todo lo que tenía inventariado en su colección
del barrio de San Juan, para que llegara a celebrarse en los días de la fiesta
del primer domingo de Septiembre, día grande del Cristo de la Salud. La  componen 61
fotografías, recogidas y recopiladas por el coleccionista  a partir de un denodado trabajo de búsqueda
en las casas de  amigos, en los archivos
particulares y oficiales, y  en los
estudios de varios fotógrafos locales de los años veinte hasta el 1975: Puede
servir de prólogo a la colección la
 Sala  de Juntas de la iglesia, donde se encuentran  las fotografías de los hombres y de la
hermandad  a lo largo de su historia
cofrade  reciente desde el 1939.
       La
calidad artística de la obra manifiesta la profesionalidad de algunos
fotógrafos, que saben captar, con una simple instántea, historias de personas,
representativas de una  época que ya ha
pasado y se ha superado con el esfuerzo y trabajo de sus hijos. Abundan los
encuadres con personas, de ambiente costumbrista, en el que podemos
reconocer  no sólo la historia de los
años  duros de la posguerra, sino también
algunas escenas azarosas que hacían más difícil el penar de muchas familias
humildes. 
       Por
ello, se puede pasar de un barrio arrecifado a 
otro empedrado  con el tapial y
los trancos, de un  barrio de acceso para
los carros de la vendimia o de trigo a un barrio que recibe los primeros
servicios de la basura y achaflana los escalones, de un barrio de escuelas de
maestros garroteros a  niños  y niñas que acuden a colegios públicos y
religiosos, de un barrio  eminentemente
agrícola  a  otro que se abre a ofertar nuevos servicios
de hospital  y de artesanía,  de unos jóvenes que se divertían con las
“canicas “a unos deportistas uniformados y practicantes del deporte nacional
del fútbol
Selección magistral ha
realizado Juan  Cano, al mismo tiempo
que, el blanco y negro, logra un bello contraste de la realidad y el deseo, de
la alegría  y la pena de unos años que
hicieron sufrir a muchos vecinos del barrio, pero que crearon las bases
actuales  con lo que nos hace reflexionar
sobre el momento presente. Lástima, que no haya 
una fotografía de un hombre con una maleta, saliendo de una casa de
vecinos, - tan numerosas en aquellos años-, completaría el  cuadro de los años de la posguerra: trabajo a
jornal, pan y circo y, emigración,  que
dio lugar a la despoblación de una parte de 
aquel barrio, cuya calle Rosario en el siglo XVIII fue la vía principal
de Alcalá. Alí, convivían hidalgos con labradores, jornaleros con hombres de
servicios, clérigos con pobres de solemnidad y 
viudas con niños abandonados.. 
Se ha dividido por el autor
en varias secciones que, continuación vamos a comentar, con el fin de analizar
las facetas y las historias más significativas que acontecieron el barrio..
I EL ENTORNO URBANO. EL BARRIO Y SUS CALLES.
El barrio de san Juan  fue diseñado por los miembros del cabildo de
finales del siglo XV,  en el reinado de
los Reyes Católicos, cuando Alcalá comenzó a poblarse con gente que vino del
norte de España: serranos, montañeses, gallegos, jienneses,...  La iglesia le dio el nombre y sirvió de
centro de esta cuadrícula, cuyo eje más significativo fue la calle Rosario,
-anteriormente de San Juan-, trazada a cuerda por los regidores, calle, a la
perpendicularmente se le unen o la seccionan las de los Caños, Veracruz, Luque,
Trinidad, Zubia y Mazuelos o Llana de la Trinidad. La  iglesia
ofrecía el contraste de  la cal y la
piedra, la Andalucía 
de los años cuarenta (foto 1). (Como cantábamos:
Tapiz puro, labrado,
de blanca cal, de piedra y
callejas,
laberinto domado,
divina naturaleza, 
de perfil gitano,
tu fortaleza..
Grandes corralones o
solarines con huertos familiares, cipreses, 
y alguna que otra rinconada en las plazas y finales de calles ofrecen el
sabor y el paisaje urbano entre una ciudad 
que despedía el medioevo y se levantaba renacentista. 
El final de la calle Ancha (foto
2), es un ejemplo de  lo que hemos
comentado anteriormente, a lo que se añade los corralones con bancadas de
piedras de las antiguas casas y el motivo de la Cruz , en este caso, a las afueras de la ciudad
para saludar a los forasteros y protegerla de las enfermedades, epidemias y
pestes. Probablemente, esta parte de vial recibiera el nombre de calle Juan
Vázquez Mesía y de los Izquierdos, donde vivía 
el escultor Melchor de Raxis.
La calle de la Veracruz  (foto 3),
que así se llamaba por la iglesia del mismo nombre, ofrecía el mencionado contraste
entre arrecife de la calzada y el empedrado de la acera junto con las fachadas
de cal y piedra;  además de la casa del
maestro don Salvador Medina, se aprecian los enrejados de forja alcalaína en la
casa de vecinos del Cura y en la Mariano Pinto ; el 
portón de entrada de madera de pino y los escasos vanos de alguna
ventana o balcón  prevenían a los vecinos
del frío de invierno y del calor del verano. 
La calle de los Charniegos,
-de los Caños, de Miguel de Cervantes, e, incluso del pozuelo de San Juan- (
foto 4) mostraba un coqueto recodo 
por las casas de la familia Romero, al mismo tiempo que denotaba la
entrada de la modernidad del siglo XX con la apertura de mayor número de vanos
en las casas de balcones con balaustres neoclásicos. 
Por la parte de la hornacina
de la Virgen 
de las Mercedes ( foto 5),  la
mujer  se nos ofrece enlutada  con delantal gris y con los peinados de la
época y, cómo no,  laboriosa con el
escobón supliendo al servicio municipal de limpieza. Las casas no tienen
zócalos sino alguna bella cenefa negra. 

En la calle de
La calle de la
 Veracruz  desemboca a la calle Llana  de La Trinidad  ( foto 8),
hoy
Mazuelos, donde  vivía
Aranda, un vendedor ambulante de chucherías,  y juguetes de cartón
y plástico en las  fiestas de las
aldeas, y en las romerías del  Cristo del Paño, de
san Isidro y de la Virgen   de la Cabeza. Con  él
aprendimos a hacer  funcionar la bombona
de camping gas,
a inflar los  globos y
nos comimos los primeros  Trozos de turrón. Por
encima de su casa,
la de los Gálvez, la de Pacuco y enfrente, la de la
 Aurora , cuyos sobrinos los Sánchez
 posan sentados en las
escaleras. Aquella  pandilla gozaba con
las procesiones  Infantiles de papel y
tambores de lata.
La ciudad histórica se
cerraba por el mediodía, con la calle del Puerto( foto 9) hasta mediados
del siglo XX- Otra vez la cruz, en este caso, la de los Muladares. 
       Y se enreda la leyenda,
       cabo final de esta calle,
       donde hoy una cruz recuerda 
       una pasión al amarse.
La llana de la Trinidad , actual Mazuelos ( foto 10), no
ha cambiado mucho desde los años cuarenta: el empedrado, el huerto, ermita  y muro de san Rafael. Tan sólo, se echa de
menos a Macario en su casa o con la burra por la calle. Y los niños gritándole;
         
-Macario, la burra es mía
Y él respondía,
-Que no, que soy Leocadio. 




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