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viernes, 2 de septiembre de 2016

EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍAS DEL BARRIO SAN JUAN, COLECCIÓN JUAN CANO. AÑO 2002.


                    HERMANDAD DEL CRISTO DE LA SALUD





                        EXPOSICIÓN DE FOTOGRAFÍAS

DEL

BARRIO


SAN JUAN
              

           
            COLECCIÓN JUAN CANO

                            TEXTOS FRANCISCO MARTÍN ROSALES        

                        30 DE AGOSTO AL  8 DE SEPTIEMBRE
 año 2002
                        8-9 TARDE










                                                                                                                                                etras
GRATIAS TIBI
       La hermandad del Cristo de la Salud  pretende, con la exposición de fotografías de  la Colección Juan Cano, incardinarse en un barrio que la vio nacer, crecer y  mantenerse  por encima de todo tipo de circunstancias. Aunque su entorno urbano desempeña un papel fundamental en la estética de la ciudad alcalaína por el costumbrismo andaluz de su hábitat, sus hombres son, principalmente, los que han forjado una serie de tradiciones, de vivencias y de proyectos de futuro, en el que  la imagen del Cristo de Salud  estuvo presente durante muchos momentos de su vida.
Este es el objetivo de la presente exposición: rendir nuestro homenaje a toda la gente del barrio de san Juan  y exponer sus fotografías a manera de testimonio de lo aquellos que nos han dado nuestros antepasados, para que mantengamos la llama que tanto nos ilumina. Un agradecimiento en suma, más que una nostalgia. Pues cada fotografía está impregnada del  sudor varonil  de la siega de los agostos alcalaínos de los años cincuenta, del sufrimiento maternal  de los fríos del diciembre aceitunero  y del esfuerzo humano por adquirir una cultura que  sacara del analfabetismo, al menos, a los hijos de los que se exhiben en la cartulina.
La Hermandad quiere agradecer a  Juan Cano su generosidad con todo lo que se le ha pedido y a la siempre ha respondido con una entrega diligente y altruista, y, como es  lógico, dispuesto a asumir todo lo que fuera necesario.
Nos sentimos sumamente orgullosos de esta muestra por lo mucho que nos ha hecho gozar y meditar. Que el Cristo de la Salud se lo premie.



               CONSIDERACIONES DEL  AUTOR

       En esta exposición siguiendo mi proyecto de dar a conocer públicamente mi colección de fotografías, quiero rendir homenaje a las siguientes personas y entidades.

1.  Al barrio de san Juan.
2.  A los pujareros.
3.  A los  hombres de economías débiles, que sufrieron en una época  lejana.
4.  A la “Madre Carmen” que, con sus amistades, consiguió el milagro de que San Juan  no fuese derribado.
Y, por último, dar las gracias a la Hermanad del Cristo de la Salud, por haberme permitido celebrarla.


                       

                   JUAN CANO



          





            SEMBLANZA DE LA EXPOSICIÓN
       La presente exposición es fruto del esfuerzo personal, material y económico de Juan Cano, que ha puesto a disposición del pueblo de Alcalá todo lo que tenía inventariado en su colección del barrio de San Juan, para que llegara a celebrarse en los días de la fiesta del primer domingo de Septiembre, día grande del Cristo de la Salud. La componen 61 fotografías, recogidas y recopiladas por el coleccionista  a partir de un denodado trabajo de búsqueda en las casas de  amigos, en los archivos particulares y oficiales, y  en los estudios de varios fotógrafos locales de los años veinte hasta el 1975: Puede servir de prólogo a la colección la Sala de Juntas de la iglesia, donde se encuentran  las fotografías de los hombres y de la hermandad  a lo largo de su historia cofrade  reciente desde el 1939.
       La calidad artística de la obra manifiesta la profesionalidad de algunos fotógrafos, que saben captar, con una simple instántea, historias de personas, representativas de una  época que ya ha pasado y se ha superado con el esfuerzo y trabajo de sus hijos. Abundan los encuadres con personas, de ambiente costumbrista, en el que podemos reconocer  no sólo la historia de los años  duros de la posguerra, sino también algunas escenas azarosas que hacían más difícil el penar de muchas familias humildes.
       Por ello, se puede pasar de un barrio arrecifado a  otro empedrado  con el tapial y los trancos, de un  barrio de acceso para los carros de la vendimia o de trigo a un barrio que recibe los primeros servicios de la basura y achaflana los escalones, de un barrio de escuelas de maestros garroteros a  niños  y niñas que acuden a colegios públicos y religiosos, de un barrio  eminentemente agrícola  a  otro que se abre a ofertar nuevos servicios de hospital  y de artesanía,  de unos jóvenes que se divertían con las “canicas “a unos deportistas uniformados y practicantes del deporte nacional del fútbol
Selección magistral ha realizado Juan  Cano, al mismo tiempo que, el blanco y negro, logra un bello contraste de la realidad y el deseo, de la alegría  y la pena de unos años que hicieron sufrir a muchos vecinos del barrio, pero que crearon las bases actuales  con lo que nos hace reflexionar sobre el momento presente. Lástima, que no haya  una fotografía de un hombre con una maleta, saliendo de una casa de vecinos, - tan numerosas en aquellos años-, completaría el  cuadro de los años de la posguerra: trabajo a jornal, pan y circo y, emigración,  que dio lugar a la despoblación de una parte de  aquel barrio, cuya calle Rosario en el siglo XVIII fue la vía principal de Alcalá. Alí, convivían hidalgos con labradores, jornaleros con hombres de servicios, clérigos con pobres de solemnidad y  viudas con niños abandonados..
Se ha dividido por el autor en varias secciones que, continuación vamos a comentar, con el fin de analizar las facetas y las historias más significativas que acontecieron el barrio..

















































                                                                              

I EL ENTORNO URBANO. EL BARRIO Y SUS CALLES.

El barrio de san Juan  fue diseñado por los miembros del cabildo de finales del siglo XV,  en el reinado de los Reyes Católicos, cuando Alcalá comenzó a poblarse con gente que vino del norte de España: serranos, montañeses, gallegos, jienneses,...  La iglesia le dio el nombre y sirvió de centro de esta cuadrícula, cuyo eje más significativo fue la calle Rosario, -anteriormente de San Juan-, trazada a cuerda por los regidores, calle, a la perpendicularmente se le unen o la seccionan las de los Caños, Veracruz, Luque, Trinidad, Zubia y Mazuelos o Llana de la Trinidad. La iglesia ofrecía el contraste de  la cal y la piedra, la Andalucía de los años cuarenta (foto 1). (Como cantábamos:
Tapiz puro, labrado,
de blanca cal, de piedra y callejas,
laberinto domado,
divina naturaleza,
de perfil gitano,
tu fortaleza..
Grandes corralones o solarines con huertos familiares, cipreses,  y alguna que otra rinconada en las plazas y finales de calles ofrecen el sabor y el paisaje urbano entre una ciudad  que despedía el medioevo y se levantaba renacentista.
 

El final de la calle Ancha (foto 2), es un ejemplo de  lo que hemos comentado anteriormente, a lo que se añade los corralones con bancadas de piedras de las antiguas casas y el motivo de la Cruz, en este caso, a las afueras de la ciudad para saludar a los forasteros y protegerla de las enfermedades, epidemias y pestes. Probablemente, esta parte de vial recibiera el nombre de calle Juan Vázquez Mesía y de los Izquierdos, donde vivía  el escultor Melchor de Raxis.
La calle de la Veracruz (foto 3), que así se llamaba por la iglesia del mismo nombre, ofrecía el mencionado contraste entre arrecife de la calzada y el empedrado de la acera junto con las fachadas de cal y piedra;  además de la casa del maestro don Salvador Medina, se aprecian los enrejados de forja alcalaína en la casa de vecinos del Cura y en la Mariano Pinto; el  portón de entrada de madera de pino y los escasos vanos de alguna ventana o balcón  prevenían a los vecinos del frío de invierno y del calor del verano.
La calle de los Charniegos, -de los Caños, de Miguel de Cervantes, e, incluso del pozuelo de San Juan- ( foto 4) mostraba un coqueto recodo  por las casas de la familia Romero, al mismo tiempo que denotaba la entrada de la modernidad del siglo XX con la apertura de mayor número de vanos en las casas de balcones con balaustres neoclásicos.

                                   








 
Por la parte de la hornacina de la Virgen de las Mercedes ( foto 5),  la mujer  se nos ofrece enlutada  con delantal gris y con los peinados de la época y, cómo no,  laboriosa con el escobón supliendo al servicio municipal de limpieza. Las casas no tienen zócalos sino alguna bella cenefa negra.

En la calle de la Peste o Abad Palomino (foto 6), la mujer   acudía  al pilar para abastecerse de agua, por los años cincuenta: el cántaro,  y las cubetas eran los recipientes más utilizados  para realizar esta cotidiana tarea. No nos extraña de que aquel esfuerzo se pagara posteriormente con artrosis y deformaciones óseas. Al fondo majestuosa, la torre del Homenaje. Cal y Piedra en la misma calle ( foto 7).  Como en toda  ciudad andaluza, la calle era el  espacio del pueblo alcalaíno, donde se compartía el trabajo del hogar con la vecina, el bordado con el zurcido, la conversación de aliento a un vecino enfermo con  la consulta de una recién casada  ante un problema, eran las terapias de grupo de los años  sesenta. El coche invadió las viviendas y aparecieron las primeras cocheras, el servicio de limpieza comienza  a recoger la basura. Así, la modernidad rompía, con un afeado chaflán, el tranco del tapial.
                            






La calle de la Veracruz desemboca a la calle Llana  de La Trinidad ( foto 8), hoy
Mazuelos, donde  vivía Aranda, un vendedor ambulante de chucherías,  y juguetes de cartón y plástico en las  fiestas de las aldeas, y en las romerías del  Cristo del Paño, de san Isidro y de la Virgen  de la Cabeza. Con él aprendimos a hacer  funcionar la bombona de camping gas,
a inflar los  globos y nos comimos los primeros  Trozos de turrón. Por encima de su casa,
la de los Gálvez, la de Pacuco y enfrente, la de la Aurora, cuyos sobrinos los Sánchez
 posan sentados en las escaleras. Aquella  pandilla gozaba con las procesiones  Infantiles de papel y tambores de lata.
La ciudad histórica se cerraba por el mediodía, con la calle del Puerto( foto 9) hasta mediados del siglo XX- Otra vez la cruz, en este caso, la de los Muladares.
       Y se enreda la leyenda,
       cabo final de esta calle,
       donde hoy una cruz recuerda
       una pasión al amarse.
La llana de la Trinidad, actual Mazuelos ( foto 10), no ha cambiado mucho desde los años cuarenta: el empedrado, el huerto, ermita  y muro de san Rafael. Tan sólo, se echa de menos a Macario en su casa o con la burra por la calle. Y los niños gritándole;        
-Macario, la burra es mía
Y él respondía,
-Que no, que soy Leocadio.

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