Por este tiempo,
se mantuvo la Casa del Pueblo, gracias a la intervención de los republicanos
lerrouxistas en la calle Antón de Alcalá o el Horno, y, en ella, se formaban
los obreros y la gente progresista en temas reivindicativos e, incluso, comenzaron
a insinuar alguna huelga. En algunos
momentos, debió crearse cierta tensión en el pueblo, pues el representante del partido conservador
monárquico, datista, sufrió un atentado.
Como era
natural, estos centros propugnaban la
moralidad del obrero, luchando para que no se viera inmerso en el alcoholismo. Lerroux era el líder
nacional, al que admiraban los
republicanos alcalaínos y a través del “Heraldo de Madrid” y del provincial
“República”, los republicanos se
informaban de la política nacional. En esta Casa, se formaron los políticos
locales, caracterizándose por el laicismo de costumbres. De este tiempo, nació una gran amistad de
Pablo Batmala con Manuel Ceballos López, con Esteban Gutiérrez y con Salvador
Frías. Los líderes provinciales más importantes de aquel tiempo fueron los
miembros del directorio provincial republicano, integrado por socialistas y
republicanos. El presidente Eduardo Fernández del Pozo, Francisco Bago, el
socialista José Morales Roble, Antonio Tordera y Juan José Moreno Martínez. El
republicanismo era, al mismo tiempo que una postura política, un comportamiento
ético que se identificaba con una actitud laica ante la vida, cuyas virtudes
esenciales era “la base insobornable de la dignidad” la honradez en el ejercicio de la política frente al caciquismo
reinante” y un laicismo, que se resume “ Como una prueba de que los hombres no se distinguen por los
escapularios que llevan fuera, sino por las virtudes que encierran
dentro(...)como un nuevo ejemplo de que una cosa son los rezos y otra cosa son
las obras, y que ante la divinidad invisible que estimula a las almas al bien,
a la belleza y a la verdad, son las obras aún sin rezos, que están en oposición
con las obras..”[2]. La
manifestaban hasta en las corbatas que lucían en la feria con motivo de las
corridas de toros, colocando colores de la bandera tricolor de tal modo que el
republicano de aquel tiempo era un fiel
seguidor de las ideas de Lerroux, además de un nostálgico de los éxitos de la Primera República
Española, que conmemoraba todos los 11 de febrero. Curiosamente, compartían los
actos públicos tanto socialistas y republicanos.
Entre los años
1918 y 1919, tuvo un gran impacto en estos círculos los acontecimientos acaecidos en Granada, donde murieron varios
obreros tras varias manifestaciones en las que los republicanos y socialistas
se conjugaron en sus fuerzas y fueron apoyados por las manifestaciones de estudiantes[3]. En
Alcalá, este republicanismo se introducía entre
las capas artesanas, imbuidas desde hace tiempo en los círculos
y centros republicanos, y, a través del contacto directo con Granada,
pues allí solían estudiar los hijos de las familias de la clase media y, a
través de las relaciones comerciales con la ciudad. Por otro lado, no hay que olvidar
el contacto de los braceros alcalaínos en los campos cordobeses, en Posada,
donde algunos acudían a la siega, y allí fue el principal centro del feudo
electoral de Lerroux. Compartimos con el
profesor Bernal la reorganización que
tuvieron los republicanos y radicales por este tiempo, primero refiriéndose a
la expansión moderada en la Andalucía Oriental
y el movimiento anarcosindicalista en las Occidental: “Tal ve el fenómeno político más característico de Andalucía en estos años sea el resurgir y auge del
republicanismo, sentimiento que no siempre era resultado consciente de un credo
político estricto, sino una manifestación
de amplio rechazo que la
población andaluza debía a la política gubernamental, pues como decía el cónsul
inglés de Málaga , en uno de sus
informes del siglo XIX ¨¨A través de contactos permanentes con el pueblo e
caben pocas dudas de que las simpatías de la masa están con el republicanismo.
Pero si el sentimiento se analiza con cuidado, se verá que es que nada sin una
forma de protesta contra el mal gobierno tanto del partido de Canovas como de
Sagasta”[5].
En el segundo
decenio del siglo XX, se presentaron los republicanos alcalaínos coaligados con
los socialistas en varias ocasiones sin obtener éxito electoral en medio de un clima poco propicio para ser
refrendados por el voto popular, ya que el partido conservador ocupaba todo el
espectro bajo la égida de la familia Abril. En 1920, se convocaron elecciones a las Cortes españolas,
y hay constancia de la vida política de estas formaciones, porque los periódicos conservadores manifestaban sus
críticas y su inquietud ante la posible presencia de algún representante radical socialista por la circunscripción
jiennense (en concreto, por el 8 de diciembre acudió a la ciudad el albista
Lópiz, posteriormente radicalsocialista y
que se presentaba coaligado con los socialistas, para realizar un acto
público en la Casa
del Pueblo). Además, los conservadores estaban muy nerviosos, porque el notario
Azpitare se había erigido en uno de los principales líderes de los republicanos
promoviendo la coalición en este centro republicano[6].
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