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miércoles, 21 de septiembre de 2016

SEGUIMOS CON TIEMPOS MALOS PARA EL REPUBLICANO BATMALA


A finales de septiembre, las primeras que sufrieron el acoso gubernamental fueron las  sedes de la Unión Republicana de Alcalá, la de Unión y Liga Republicana de Charilla, las sociedades republicanas de Santa Ana  y Riberas. Acudió a las sedes  de sus asociaciones y, para mayor impacto entre la población aldeana, el juez, acompañado del teniente de l
a guardia civil,   convocó al presidente y les requerió las listas de socios. La Unión Republicana de Mures fue disuelta por el gobernador civil a instancias del juzgado municipal de Alcalá la Real el ocho de octubre. Al resto de las agrupaciones se les levantó un expediente (curiosamente en el mes de marzo de 1912 fue sobreseído), lo mismo que se había hecho con el del presidente de la sociedad de Mures. Al finalizar el año, la actividad de los políticos republicanos  había  decaído totalmente y tan sólo se comunicó al Gobierno Civil “no ha habido mítines”[1].
No obstante, a principios del año 1912, quedaron algunos vestigios de los años anteriores, y  todavía se investigó por el juez el centro de Charilla y a otros republicanos como  Felipe Núñez y Escobar y Moisés Sánchez Garrido. Y el ayuntamiento, siguiendo esta política de hostigamiento, trasladó al Gobernador Civil algunos datos sobre la Unión Republicana de Alcalá la Real[2]. Aún más  el 29 de agosto el  se comunicó la disolución de la sociedad de Mures. Entonces todos los centros republicanos quedaron sumidos  en la clandestinidad, y  ya no hubo más noticias que el contacto personal de sus miembros con sus jefes provinciales.

Como consecuencia de esto, Pablo Batmala sufrió en sus propias carnes todo tipo de represión, pues ostentaba la presidencia de la Unión Republicana de Alcalá, cuya sede estaba en la calle Alonso Alcalá. Y, lo mismo le aconteció a sus compañeros republicanos de  Alcalá y de otras aldeas, como Gregorio Barrio Sánchez de Santa Ana,  Dionisio Pérez Trebajano de Ribera Baja, Fernando  Trebajano de la Ribera Alta, o Manuel Álvarez Anguiano de Charilla. Se les levantó el auto judicial para condenarlo  en el mes de octubre de 1911, se les humilló con el expediente por pertenencias a las ideas republicanas, informando el ayuntamiento con un certificado de conducta,   y otro de bienes.[3]. El ocho de mayo de 1912 se le comunicó a los presidentes  de  Unión Republicana de Alcalá la Real, Charilla y Ribera Baja que quedaban disueltas sus sociedades[4]. En el mes de septiembre, incluso un republicano Francisco García Trevijano fue puesto a disposición judicial y encarcelado[5].    

Por otra parte, la campaña de persecución judicial se complementó con la  política de agresión emprendida por los conservadores alcalaínos. Estos, que habían estado algo desorganizados en el principio de siglo por el influjo liberal, se reorganizaron en 1911. Según Guardia, temían que estallaran el terrorismo y la violencia como en otras ciudades de Andalucía, debido a haber calado estos más en las clases más desfavorecidas y, según su parecer, más analfabetas. Para ello, dispusieron un plan de anulación del incipiente movimiento socialista y anarquista, a cuyo frente se puso el propio alcalde y, A SU VEZ,  diputado alcalaíno,  que emprendió una dura campaña contra los partidos republicanos y socialistas durante el año 1911. Era consciente de la ardua empresa que iba a llevar a cabo, pues el gobernador civil le dio permiso a él y tres hijos para el uso de armas particulares[6]. Pronto  se dedicaron a esta tarea, y por eso, se dirigió a cada una de las aldeas alcalaínas, y llevaron a cabo acciones de contrapropaganda a favor de  las ideas conservadoras; además  se impusieron medidas coercitivas contra las  incipientes sociedades dentro de una política FRENTISTA, típica del momento, dando lugar al cierre de todas las sociedades de todas las aldeas. Además, contraatacó, por su parte,  creando  comités y sedes de su partido político, el conservador, en cada una de ellas, y con la ayuda de sus hijos: “sembró los campos de periódicos sanos y de aún más sanas pesetas[7].


Para  combatir el republicanismo dentro del casco urbano de Alcalá, por otro lado llevó a cabo una labor de sensibilización en contra de los nuevos movimientos, dirigida en primer lugar a los representantes del gobierno municipal. Organizó gran número de mítines, en los que hacía contrastar su ideología conservadora con el nuevo movimiento social denigrándolo. Tuvo, como es lógico, su reflejo y apéndice sucursalista constituyendo el Centro de la Sociedad Obrera de la Paz, en el que se canalizaron las ideas conservadoras para los obreros, que no compartían las ideas socialistas. Su hijo


creó la Juventud Conservadora y fue el principal propagandista de la ideología conservadora de orden y paz, encaminados al fomento y progreso social del obrero. Esta asociación se mantuvo hasta la Guerra Civil y, al final, debió tener algún que otro incidente con las autoridades del momento. Toda esta labor propagandística mereció su premio oficial[8], concediéndole el gobierno nacional la Cruz Militar a finales del 1912. A pesar de las dificultades de la nueva situación, todavía quedaron algunos coletazos de radicalización de los movimientos anarquistas, y el alcalde pedáneo de Mures fue amenazado por varios hermanos de Mures, a los que se incautaron dos revólveres y siete cápsulas a finales del año y no era extraño que los agentes ejecutivos se vieran obligados a requerir los servicios de la guardia civil.



 de mayo 1912
[1] AMAR. Regsistro del cuatro de septiembre de 1912.
[2] AMAR. Registro de 23 de junio de 1912.
[3]GUARDIA CASTELLANO. Antonio. Notas para la Histo
ria de Alcalá la Real.
[5] AMAR. Registro del 17 de noviembre de 1912.
[6] AMAR. Registro  el 21de enero de 1913.
[7] AMAR.  Registro del 3  de mayo de 1914.
[7] AMAR. Registro del 22 de noviembre de 1915.
[8] GUARDIA CASTELLANO

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