El cerro de la Mota,  cumbre escarpada  a 1.033 metros sobre el nivel
del  mar, se remonta, en sus orígenes,  a  la civilización argárica; los iberos y romanos (sin olvidar los visigodos)  dejaron
su huella  en esta atalaya natural  que  controla los pasos 
de los  viajeros que bajan del  Alto Guadalquivir a las costas
malagueñas  y los movimientos  de tropas  de  muchos pueblos que han
invadido España a lo largo de la historia.
Por eso, pronto debió asentarse una fortaleza militar y, con
la llegada de los árabes a tierras hispanas se convirtió en un
Qal´at importante ( ciudad fortificada)  principiando por llamarse 
por Qal¨at Astalir y Qalát Yahsib para culminar con el del
popularizado Castillo de Aben Zayde. De esta época, le viene su
carácter fronterizo de tierra musulmana con los reinos
castellanos;  con  la conquista cristiana del rey Alfonso XI en 1341,
 se le distinguió  y se le recompensó por sus servicios militares
al convertirse en  vanguardia  defensiva hasta  la ocupación
definitiva  del reino de Granada. En estos  tiempos, se
engrandeció su recinto fortificado, se levantó la  Iglesia
Mayor de la Mota, sede  de  la  Abadía  de Alcalá la Real,  y  se
definió su trama urbana, distinguiéndose diversos espacios: la
ciudad fortificada ( la medina, el castillo o alcazaba y el barrio
popular (Vahondillo o Bahondillo) y el Arrabal Viejo, posteriormente
denominado de Santo Domingo. Luego, en el Renacimiento se racionalizó
su  espacio interior, fue centro comercial  y administrativo y se
embellecieron sus edificios para acabar convertida , a finales del
siglo XVII,  en un recinto sagrado y emblemático donde solamente se
erguían su iglesia y su castillo. En el siglo XIX,  con la
destrucción francesa y las nuevas políticas sanitarias, una gran
parte de la fortaleza se convirtió en un cementerio municipal
 A finales del siglo XX, la frontera se hizo historia y vida
con las nuevas políticas turísticas del municipio.
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